Antonio Sánchez-Escalonilla (2016). Del guion a la pantalla. Lenguaje visual para guionistas y directores de cine. Barcelona: Ariel, 270 pp. Reseña de Araceli Rodríguez Mateos.

"La primera proyección de una película sucede en la imaginación del director, mientras lee el guion que sostiene en sus manos".

Con esta sugerente frase empieza el nuevo libro de escritura cinematográfica de Antonio Sánchez-Escalonilla, profesor de Guion Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, titulado Del guion a la pantalla. Lenguaje visual para guionistas y directores de cine. Un texto que se mueve entre el manual académico, la exploración artística y la investigación científica, en la línea de trabajos previos del autor como Estrategias de guion cinematográfico o Guion de aventura y forja del héroe.

Esta vez, el experto en guion aborda una de las etapas de la creación fílmica que considera más arduas y, al mismo tiempo, cruciales para la unidad estética de toda película: el salto desde la estructura dramática, tarea del guionista, hasta la estructura visual, responsabilidad del director y su equipo. Para salvar este abismo, el presente manual estudia las posibilidades de los siete componentes de la imagen cinematográfica —espacio, línea, forma, tono, color, movimiento y ritmo— a la hora de expresar los conflictos dramáticos que se trenzan en el guion. Estos mismos componentes que, en palabras del autor, permiten escribir diálogos con fuerza visual, trasladar un trauma interior al vestuario o al diseño arquitectónico, o visualizar deseos escondidos, ilusiones y rivalidades.

"A menudo se insiste en que el escritor no debe inmiscuirse en la futura planificación del filme, en el montaje o en los movimientos de cámara —escribe Sánchez-Escalonilla—, pero esto no significa que el guionista no pueda proponer una factura visual a través de su historia: de hecho debe hacerlo" (la negrita es del autor). De acuerdo con esta propuesta visual, el libro persigue un doble objetivo: por un lado, dotar de recursos al guionista para lograr una escritura plástica y evocadora, de manera que, por otro lado, el director-lector cuente con un material de primera calidad a la hora de traducir las palabras en imágenes.

El libro arranca con un capítulo básico sobre la dinámica de conflictos y las estrategias emocionales presentes en el guion, para después introducirse en la exploración de los componentes visuales bajo títulos como "Espacio. Cuando el papel se lee en tres dimensiones", "Forma. El encuentro entre guionista y diseñador de producción", o "Ritmo. Transformando la escena en estrofa". La estructura del manual pretende abarcar, de este modo, los siete componentes en cuanto herramientas dramáticas que pueden emplearse o sugerirse en el texto del guion, para posteriormente plasmarse en imágenes a través de la dirección de fotografía, el diseño artístico, el laboratorio o el montaje.

Como también se hace en Estrategias de guion cinematográfico, en los capítulos del presente manual se ofrecen ideas, recursos y estrategias creativas a través de ejemplos de realización y textos originales de guiones, entre los que destacan clásicos como El padrino, El silencio de los corderos, Las uvas de la ira y Taxi Driver, o títulos más recientes como Interstellar, Pequeña Miss Sunshine, Hijos de los hombres o Los mundos de Coraline. De este modo, Sánchez-Escalonilla emplea como recurso pedagógico numerosos casos de realización cinematográfica que siempre toman el guion como punto de partida.

En definitiva, nos encontramos ante un manual idóneo para académicos y estudiantes de Bellas Artes, Cine y Comunicación Audiovisual, interesados en materias como Guion, Realización y Lenguaje Audiovisual, pero también ante un libro de estrategias y recursos creativos que sin duda estimulará el trabajo de guionistas y cineastas profesionales.

 

Araceli Rodríguez Mateos, Universidad Rey Juan Carlos