Inmaculada Sánchez Alarcón. La huella de sus pasos en el aire

(Estepona, 30-1-1968 - Estepona, 10-9-2016)

 

Carolina Moreno Castro

                                                                                 Catedrática de Periodismo. Universitat de València

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En enero de 1997, cuando me incorporé al departamento de Periodismo de la Universidad de Málaga, conocí a Inmaculada Sánchez Alarcón. Desde aquel momento, hasta septiembre de 2016, tuve la inmensa fortuna de compartir con ella su biografía personal y académica. Nunca podría explicar una vida sin la otra. Su vida personal estaba inundada por sus experiencias como investigadora y docente, por sus largas estancias internacionales, por sus conferencias, por sus presentaciones, por sus viajes, por sus grupos de trabajo (rodeada de estudiantes entusiastas), y por todas aquellas actividades que modelan el estilo de vida de una extraordinaria profesora universitaria. A su vez, era una académica extremadamente influida por su expansiva personalidad y por su irradiante creatividad.  Cuando se marchó, en septiembre de 2016, se cumplían veinte años desde que se hubiera incorporado como Profesora al Departamento de Periodismo de la Universidad de Málaga.

Inma, para los familiares, amigos y estudiantes, había llegado de la Universidad Complutense de Madrid a la Universidad de Málaga, en 1996. Nada más licenciarse en Periodismo en la UCM, obtuvo una beca pre-doctoral del Ministerio de Educación, adscrita al departamento de Historia de la Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, para realizar su tesis doctoral. Durante los cuatro años en los que disfrutó de su beca de investigación, estuvo viajando a París, para llevar a cabo el trabajo de campo de búsqueda y localización del material fílmico que iba a analizar para la investigación. La tesis doctoral, que defendió en el año 2000, con mención de Doctorado Europeo, describía la imagen que había ofrecido el cine francés de la Guerra Civil española, a través del análisis fílmico del cine de ficción y de los noticiarios Gaumont y Éclair.

Derivada de su tesis, se publicaría el libro La Guerra Civil española y el cine francés (2005), que obtuvo una gran acogida entre los principales especialistas internacionales en investigaciones fílmicas. Hasta la defensa de la tesis doctoral, su línea de trabajo estaba centrada en la Historia de la Comunicación. De aquel primer periodo son un ejemplo sus artículos: Leni Riefenstahl: la estética del triunfo (1996) y El cine, instrumento para el estudio y la enseñanza de la Historia (1999). Continuó durante varios años trabajando en Cine e Historia. En 2002, año en el que obtuvo su plaza como Profesora Titular de Periodismo, en la UMA, coordinó la obra La comunicación social durante el franquismo, junto con Juan Antonio García Galindo y Juan Francisco Gutiérrez Lozano. Unos años más tarde, publicaba El cine en Málaga durante la transición política (2006), en colaboración con Mercedes Fernández Paradas. En 2008, junto con María Jesús Ruíz Muñoz, coordinó el libro La imagen de la mujer andaluza en el cine español. Ese mismo año, en 2008, publicó el artículo El color del deseo que todo lo transforma: claves cinematográficas y matrices culturales en el cine de Pedro Almodóvar. Por este último trabajo, fue invitada a participar en un congreso celebrado en Nueva York sobre cineastas españoles.

Cabe destacar la internacionalización de su trabajo, con la realización de diversas estancias y la participación en congresos, especialmente, en Francia, pero también Estados Unidos, en Alemania, en Portugal, en Reino Unido, en México... Otra de sus líneas de trabajo fue el estudio del documental informativo. La publicación de su libro Doc 21: panorama del reciente cine documental en España (2009), en colaboración con Marta Díaz Estévez, fue un punto relevante para su trayectoria. Estaba entusiasmada con el estudio y la investigación sobre la producción documental en España. En 2012, publica La imposible modernidad: desarrollo y pautas de persistencia en los estereotipos masculinos andaluces en el cine franquista y, en 2013, ¿La memoria encontrada o la memoria inventada? Recursos narrativos y pautas de estilo de índole ficcional o subjetiva en los documentales históricos españoles recientes, en coautoría con Alejandro Jerez Zambrana.

Este recorrido historiográfico es una exigua muestra del trabajo que ha desarrollado durante los últimos años, pero su obra queda en los repositorios institucionales, en las bases de datos académicas y, sobre todo, en la memoria de sus colegas de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Su legado (su biblioteca, sus películas y sus documentos) se los ha dejado a la Real Academia de Antequera, de la que era miembro. Pero también Internet deja constancia de las conferencias impartidas, de los artículos publicados, del liderazgo de los proyectos y de los equipos de investigación de los que han emergido tanto publicaciones como jóvenes investigadores que continuarán con sus líneas de trabajo. Como Guy Deutscher, con su obra El prisma del lenguaje: cómo las palabras colorean el mundo. Podríamos decir que ella sabía que las palabras coloreaban el mundo y eso se traslucía permanentemente en su obra. Poco antes de que le diagnosticaran un cáncer de mama, había producido un documental La memoria encontrada (2013), sobre el descubrimiento de unos negativos originales de la grabación, en el año 1928, de un festejo goyesco, que se realizaba en la plaza de toros de Antequera.

Fue una gran amante del cine español y, trató de llevar el cine y el guion cinematográfico hasta los estudiantes universitarios. Se sintió especialmente contenta cuando Málaga comenzó a celebrar su Festival de Cine Español. Tenía la excusa perfecta para animar a los estudiantes a que fueran a ver las sesiones paralelas, así como participar de las diversas actividades que el festival promovía en la ciudad.

Como docente, dejó su huella en las aulas de la Universidad Complutense, en su primera etapa universitaria, en la universidad de Málaga, donde desarrolló gran parte de sus tareas docente, y en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Tec de Monterrey), donde pasó seis meses impartiendo clases en el campus de Guadalajara (México). Siempre estuvo rodeada de estudiantes que se sentían atraídos por su fascinante personalidad. Su trabajo está referenciado por autores nacionales e internacionales y se ha marchado en un momento álgido de su carrera profesional.

Además de su faceta como investigadora en comunicación, tenía el don de la palabra y de la poesía. Publicó tres poemarios: Los disfraces del deseo (2001), Pasos en el aire (2007) y Cartografías imposibles (2011). Este último contiene poemas que nacieron en las Islas Maldivas, en el Océano Índico, donde se hallaba de vacaciones para celebrar su cuarenta cumpleaños, en 2008. Desde hace un año, estaba trabajando en un manuscrito bellísimo, inédito, en el que relataba toda su experiencia con su enfermedad. Se decantó por el verso y no por la prosa, como Susan Sontag.

Ha sido una amiga inolvidable. Me acompañó a Valencia, donde me presenté a una oposición de Titular de Universidad, en 2002. Cada año venía a visitarme en diciembre, antes de Navidad.  Ante el extraordinario hueco que ha dejado en este mundo, siempre están sus obras que mantienen viva la memoria; pero sobre todo, su amistad infinita. Antes de concluir, quiero agradecer a la revista Fotocinema que me haya permitido hacer esta semblanza de Inmaculada Sánchez Alarcón, a modo de entrañable homenaje póstumo. El pasado 10 de septiembre se marchó para siempre y aún tengo el recuerdo de su voz en mi mente, de unos días antes, leyéndome -con una suave sonrisa y con voz prístina- los últimos poemas inéditos que escribió.