Luis Pérez Ochando (2016). Todos los jóvenes van a morir: Ideología y rito en el slasher film. Murcia: Editorial Micromegas. 202 pp. Reseña de Laura Caballero Ruiz de Martín-Esteban.
El título del último libro de Luis Pérez Ochando podría interpretarse a modo de epifanía, ya que, en el slasher film (subgénero cinematográfico al que se dedica dicho libro) el destino insalvable de todos sus protagonistas es la muerte.
El autor es licenciado en Comunicación Audiovisual y doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valencia con la tesis La ideología del miedo: El cine de terror estadounidense, 2001-2011, (2014). Autor de George A. Romero. Cuando no quede sitio en el infierno (Madrid, Akal, 2013), también ha publicado diversos artículos especializados sobre cine de terror en revistas como L'Atalante: Revista de estudios cinematográficos, de la que el mismo es cofundador. El libro que aquí nos ocupa, continua esta trayectoria sobre el género de terror, analizando en este caso el slasher en su significado más social y cultural. Como el título apostilla, Ideología y rito en el slasher film, la obra desentraña cómo operan estos textos fílmicos ideológicamente, buscando el discurso que se articula tras la ficción.
El caso del cine slasher ya ha despertado con anterioridad el interés dentro de los estudios cinematográficos desde los años 90, con las obras de Vera Dika (Games of Terror, 1990) o Carol Clover (Men, women and chainsaw, 1992). La aportación de Pérez Ochando continua la tendencia abierta por estas investigaciones, realizando una lectura crítica sobre los valores ideológicos subyacentes en el slasher, aunque en el caso de las autoras anteriores, cobraba especial relevancia la perspectiva de género. Más recientemente destacan publicaciones como Going to Pieces (Adam Rockoff, 2002), más cercana a una visión histórica del slasher. En el caso de Pérez Ochando, destaca cómo consigue ir trazando una relación dialógica entre el slasher de cada época y su contexto sociopolítico, hasta llegar a la actualidad, donde identifica una nueva tipología del subgénero, acorde con el recrudecimiento de la política social neoliberal del nuevo milenio.
La estructura del libro está definida en cuatro capítulos (filmografía y bibliografía aparte). En el primer capítulo, “Slasher, slasher”, se elabora una definición del propio subgénero: cuáles son los códigos de referencia, cuáles son sus fronteras y una panorámica desde el origen del slasher pasando por sus distintas épocas: en los años 70, cuando se introduce en el circuito comercial hollywoodiense; en los primeros años 80, cuando se vuelve tendencia hegemónica dentro del cine de terror, en paralelo al giro neoliberal; después su resurgir en la década de los 90, esta vez convertido en un slasher con fuertes dosis de autorreferencialidad y parodia, coincidiendo con la consolidación de la globalización y la cultura massmediática. Por último, los slashers aparecidos en los últimos años, atravesados por las secuelas de la paranoia post 11-S y la crisis económica del 2008.
El siguiente capítulo, “Bajo la máscara”, se centra en los asesinos de estos films que acuchillan a jóvenes desprevenidos. En contrapartida aparece el capítulo de “Los iniciados” que está dedicado a las víctimas, quienes para el autor experimentan los acontecimientos narrativos (persecuciones, acoso, ataques…) como un rito de paso. Para el autor esto es lo que esconde y repite todo slasher: el ritual sangriento se convierte en el tránsito del adolescente hacia el mundo adulto, la autoridad patriarcal y el orden ético capitalista. La lucha por la supervivencia a nivel diegético se convierte así en metáfora del comportamiento que exige el sistema neoliberal en la vida real, solo los adolescentes más capacitados lograran acceder y formar parte. De esta forma –continua Pérez Ochando– la máscara no sirve para esconder la faz de un villano real, sino que se torna símbolo de un monstruo despersonificado. Como el dispositivo que regula el mercado, se trata de una fuerza invisible y superior que ordena y extermina las relaciones sociales. La estructura del slasher funciona como rito dentro de la narración, pero también para apoyar el discurso neoliberal, con sus valores y brechas, que conlleva la exclusión social, el enfrentamiento de clases y la competitividad individual.
El libro cierra con el capítulo “Todos los jóvenes van a morir”, y como se señaló al principio de estas líneas, esto anuncia la conclusión a la que llega Pérez Ochando, pues no solo la gran mayoría de los adolescentes perecen (excedente necesario para el funcionamiento del mercado), sino que los supervivientes han interiorizado la lucha y violencia para el futuro que les aguarda: “podríamos preguntarnos si morir joven es realmente distinto a sobrevivir para integrarse en un mundo que masacra sin clemencia a los más débiles” (p. 174). Esta es quizá, la novedad más original que ofrece la lectura, pues no focaliza su significado en el enfrentamiento final entre agresor y últimos supervivientes, sino que va más allá mirando el sentido del film fuera de la narración.
Se podría señalar que hubiera sido útil que se dedicase un espacio al análisis concreto de algún film en particular, para poder ilustrar de forma íntegra el funcionamiento del dispositivo narrativo del slasher. Sin embargo el autor opta por la utilización de un amplio y variado corpus fílmico para demostrar cada una de las ideas en las que se apoya su tesis, lo cual no invalida los objetivos propuestos para su estudio, sino que otorga una visión múltiple y heterogénea gracias a la concisa y apropiada utilización de los textos fílmicos en cada caso: hasta un total de 310 films, de los cuales 249 pertenecen al subgénero slasher, con títulos recientes como Las ultimas supervivientes (The Final Girls, Todd Strauss-Schulson, 2015).
También, sería sugerente para completar el análisis desde todos los ángulos, un estudio sobre la exhibición y recepción del slasher para conocer el impacto que provoca en según qué tipo de espectador. Lo cual, puede quedar abierto para futuras vías de investigación.
A pesar de ello, el libro ofrece una aproximación completa sobre el slasher, actualizando el sentido del subgénero hasta la cultura y sociedad de nuestros días. Si el estudio de Carol Clover que se ha mencionado anteriormente (el más importante sobre este tipo de cine hasta la fecha) revelaba el componente misógino y patriarcal del slasher, Pérez Ochando recoge y amplía la tesis de Clover, completando la definición sobre el carácter patriarcal, neoliberal e imperialista que actúa en el slasher actual.