Valeriano Durán Manso (coordinador). (2020). Rompiendo el código Personajes y sexualidades latentes en el Hollywood clásico. Sevilla: Editorial Readuck, 276 pp. Reseña de Sara Rebollo-Bueno (Universidad de Sevilla).

Cada vez son más los productos audiovisuales que reflejan la gran variedad de orientaciones sexuales y la diversidad de identidades. A pesar de que aún queda mucho trabajo por hacer respecto a representación, parece que hay más conciencia de la necesidad de hacer visible lo que, hasta hace muy poco, era invisible o, como bien demuestra Rompiendo el Código, más que invisible imperceptible. La homosexualidad, así como otras orientaciones sexuales e identidades, estuvo fuertemente censurada por el conocido como Código Hays, lo cual no impidió que estas orientaciones aparecieran en la gran pantalla.

Bajo esta premisa nace Rompiendo el Código. Personajes y sexualidades latentes en el Hollywood Clásico. Esta obra tiene un total de dieciocho capítulos en los que se analizan diferentes hitos del cine hollywoodense cuyos directores estuvieron bajo la dura censura del Código Hays. Este código y lo que ello supuso lo explica el coordinador de la obra, Valeriano Durán Manso, dedicándole el primer capítulo. En este se desarrolla el contexto en el que se implanta el Código Hays y, el autor, profundiza tanto en el periodo Pre-Code (1930-1934) como en el periodo del propio código, que duraría 35 años, y su respectiva caída. De esta forma, el lector entiende sin fisuras cómo era el contexto social y político, así como las instituciones que crearon y ejercieron presión para que se implantara el Código Hays. El autor los caracteriza como “los guardianes de la moral” (Pp.17). Como bien explica Durán Manso, el Código Hays reducía las temáticas que podían y no podían tratarse en el cine, entre ellas la homosexualidad: “la norma condenaba la homosexualidad y la incluía en el catálogo de perversión sexual, al vincularla al pecado, la inmoralidad, la corrupción o el libertinaje […] fueron condenados a la invisibilidad” (Pp. 25-26).

No obstante, como demuestran los autores de Rompiendo el Código esto no evitó que algunos directores incluyesen personajes con diferentes orientaciones sexuales, sino que, dejando a un lado lo explícito, los directores empezaron a hacerse con la sutileza y los detalles. Detalles que, aunque no puedan apreciarse a primera vista, los autores dejan patente en sus capítulos cómo identificar estos personajes en el cine clásico de Hollywood a través de gestos y diálogos con dobles lecturas.

Tras este primer capítulo, todos y cada uno de los autores se centran en una obra del cine clásico de Hollywood. No solo para descubrir ese doble escalón de lecturas, sino que todos muestran al lector tanto el contexto de la obra como las influencias que supone la película que analizan. De esta forma, el lector tiene una visión específica de cada obra cinematográfica, pero, además, una visión global del contexto y el Código Hays al finalizar el libro. El segundo capítulo, de la mano de Irene Raya Bravo, analiza la obra de El Mago de Oz, en la que pone su punto de atención en el León Cobarde. Un personaje que “reivindica la diferencia sin ajustarse a lo normativo” (Pp. 39). Sergio Cobo-Durán no dejará indiferente al lector con su análisis sobre Rebeca, en el que trata el síndrome de la lesbiana muerta con Mrs. Danvers. En la explicación de tres actos diferentes, Cobo-Durán trata cómo la relación entre esta peculiar ama de llaves y Rebeca trasciende la amistad, y cómo la pasión que siente Danvers la lleva hasta el suicidio. El autor se detiene a explicar cómo los personajes con esta condición sexual se les suele dar un final trágico, convirtiéndose la culpa, el castigo y la muerte en “la única salida para el personaje” (Pp. 57-58).

Laura Pacheco-Jiménez aporta el análisis exhaustivo de El halcón maltés. Película donde se puede vislumbrar una atracción sexual de Joel Cairo hacia Sam Spade, no sin soslayar que estos detalles se fraguan gracias a estereotipos como la unión entre el gusto por el teatro o el uso de objetos perfumados con la homosexualidad. La soga, tal y como explica Francisco Javier López Rodríguez, es una adaptación cinematográfica de una obra teatral. En la obra de teatro original la relación homosexual de los asesinos existente en la narrativa se da de forma explícita, mientras que la adaptación/versión cinematográfica que realiza Hitchcock, provoca que lo implícito gane terreno. El autor del capítulo trata la temática de la homofobia, afirmando que Hitchcock no quería llevar la homosexualidad a la gran pantalla, sino que lo que lo que le generaba atención era que ambos fuesen asesinos.

El género western no se queda atrás en Rompiendo el código, y Miguel Ángel Pérez-Gómez lo aborda con Río Rojo. Una película que cuenta con un personaje, Matthew, que no encaja con los valores que suelen caracterizar a los hombres en este tipo de género cinematográfico, sino que se envuelve de valores diferentes. Destaca el riguroso análisis del autor de una escena de dicha película, la cual “permite visualizar otras sexualidades alejadas de la masculinidad canónica del oeste” (Pp. 95). Estrella Fernández Jiménez explica cómo durante la vigencia del Código Hays: “la línea entre la evidencia y la insinuación era tan fina que incluso podía quedar diluida” (Pp. 107). La autora destaca la figura de Evelyn Harper, la celadora jefa de Sin remisión, pues se puede identificar la atracción hacia las chicas de la prisión. Atracción que acaba por orientarse hacia el abuso de poder y el control de las reclusas. El trompetista es analizada por Antonio Checa Godoy, el cual destaca cómo Amy North termina abandonando a Rick Martin por irse con su amiga, una pintora, pues le ha prometido ayudarla a retomar su afición a la pintura. Checa Godoy explica: “el lesbianismo de la esposa aparece suave, pero claro, en el tramo final del largometraje” (pp. 120).

Inmaculada Gordillo, de nuevo, se adentra en un western pero, esta vez, con la figura de Emma Small en Johnny Guitar. La autora destaca que esta obra ha sido considerada por el propio colectivo LGTBI como un icono cinematográfico, pues se trata de un drama en la que Emma desarrolla celos de Vienna, a tal nivel que prefiere asesinar a su amor antes que entregarla a otra persona. Otro final trágico para personajes del colectivo LGTBI. Rebelde sin causa, de la mano de María Toscano Alonso, tiene un personaje muy interesante para esta obra John “Platón” Crawford, pues durante sus apariciones en la película se pueden detectar dobles lecturas en sus acciones y diálogos que llevan a una relación sexual y afectiva con Jim, y su alejada caracterización dentro de la masculinidad hegemónica.

Té y simpatía también aparece en Rompiendo el código. Manuel A. Broullón-Lozano explica como Tom Lee, personaje de dicha película, cuestiona “los códigos semióticos de la masculinidad” (Pp. 152) y cómo, incluso, al desarrollarse la trama en una universidad, el personaje se forma entorno a su contexto y sus compañeros que llegan a apodarle sister boy (damisela). A pesar de este desafío aparente, al final del filme, como explica el autor, se deduce que no es homosexual: “al caer el telón o tras el último fundido a negro, todo ha sido un malentendido y las aguas vuelven a su cauce ‘natural’”. Valeriano Durán Manso presenta a Brick Pollit en La gata sobre el tejado de zinc, un personaje atormentado por no aceptar su homosexualidad y gracias al cual el espectador puede vislumbrar la pasión y la tragedia que supone para él la desaparición de su amigo Skypper.

Manuel J. Cartes-Barroso trae al análisis Ben-Hur, película en la que escondidos tras insinuaciones: gestos y diálogos, se puede reconocer más allá de una amistad entre Judá Ben-Hur y Messala. La complicidad entre los personajes es indudable. En Espartaco, el director da a entender la bisexualidad de Craso, no sin que se ilustren sobre él características como el vicio o la crueldad, como explican sus autoras: Inmaculada Casas-Delgado y Cristina Algaba.

La calumnia también se presta a aparecer en Rompiendo el Código pues, como explica Inmaculada Sánchez-Labella Martín, trata el tema de la homosexualidad dentro de un internado femenino, pues una de las profesoras, Martha Dorbie acaba confesándole a su amiga sus sentimientos hacia ella. Personaje que, como otros ya comentados, también acude al suicidio como única salida. Brigham Anderson, en Tempestad sobre Washington, comienza a recibir amenazas por, según él, “un error del pasado”, tal y como explica Sergio Toledo Aral en el capítulo. Este “error” es haber tenido acercamientos con Ray, achacados por el protagonista a la soledad y al agotamiento de la guerra en la que participaron juntos.

Irene Libera Vayá trae a La gata negra, donde Jo Courtney es la dueña de un prostíbulo que siente preferencia por una de las chicas, una relación que llena los diálogos de ambigüedades. De hecho, como apunta la autora “el filme presenta una de las primeras relaciones lésbicas manifiestas de Hollywood” (Pp. 232). El último capítulo, de Valeriano Durán Manso, analiza Reflejos de un ojo dorado. El autor explica cómo a través de la figura de Weldon Penderton, se “trata por primera vez el deseo reprimido y la homosexualidad en el ámbito militar” (pp. 247).

En definitiva, Rompiendo el Código. Personales y sexualidades latentes en el Hollywood clásico, es un libro que hace visible lo que parecía no existir. A través de los minuciosos análisis que hacen los autores se vislumbran gestos, diálogos, construcciones de personajes, etc. que llevan a hacer pensar que en el cine clásico de Hollywood, a pesar del Código Hays, existían personajes de diferentes orientaciones sexuales. No obstante, y como gran apuesta por esta obra, todos los autores realizan una mirada crítica al cómo se representaban, pues, como se expone en numerosas ocasiones en los capítulos: “Personajes (in)visibles que cuando son visibilizados es para señalarlos como culpables, villanos y otras atrocidades que han sido asociados históricamente a personajes no heterosexuales”. De hecho, destacan los autores el final trágico que suele llevar a estos personajes por la culpa y el tormento que padecen.

Esta obra no es solo recomendable a nivel académico, sino que tiene un carácter divulgativo que permite que sea un instrumento de gran valor para el público en general y, en especial, para aquellos estudiantes del audiovisual. Este libro evidencia la visibilidad de personajes de diferentes orientaciones sexuales en el cine clásico a pesar de las presiones sufridas por instituciones y personas externas y, sobre todo, cómo el cine está plagado de diferentes lecturas, y recursos audiovisuales, haciendo que una misma obra tenga diferentes visiones a cada cual más enriquecedora y profunda.