Call For Papers para el nº 34- 2027: Abrir imágenes, encontrar el paisaje
Abrir imágenes, encontrar el paisaje
En la cultura europea y americana el paisaje es una invención reciente dentro de la tradición de la pintura y el arte visual. No ocurre así en oriente, donde su importancia es clave desde milenos. Régis Debray, a modo de fábula, cita cómo un emperador chino mandó borrar las pinturas de cascadas que decoraban su palacio porque el ruido constante del agua le impedía dormir. La imagen del paisaje se apoderaba del espacio real. El geógrafo John Wylie ha identificado una tensión recurrente en los estudios del paisaje dentro de la geografía cultural: “Se trata de una tensión entre la proximidad y la distancia, entre el cuerpo y la mente, entre la inmersión sensorial y la observación distanciada. ¿Es el paisaje el mundo en el que habitamos, o una escena que contemplamos desde la lejanía?” (2007, 1).
El paisaje ha estado presente en la fotografía y el cine desde sus orígenes. Los primeros fotógrafos escogían temas paisajísticos para evitar el movimiento, casi inevitable, de los seres vivos. Por el contrario, en los inicios del cine, donde el movimiento era el principal atractivo, la naturaleza y el espacio parecía más secundario. Sin embargo, pronto cobrarán una importancia radical y hasta surgirán géneros que apelen al paisaje en su propio nombre: el western (Foucher, 1977). El joven Steven Spielberg escuchó del anciano John Ford que ser director de cine era tan solo escoger donde situar la línea del horizonte en un plano. El cine, como sostienen Agustín Gámir Orueta y Carlos Manuel Valdés, democratizaba el espacio y el paisaje hasta ser un objeto de consumo masivo (2007, 160).
En la imagen fotográfica la búsqueda del paisaje salvaje ha sido una constante en autores de casi todas las generaciones: Anselm Adams, Franco Fontana, Lynn Davis o, el recientemente fallecido, Sebastião Salgado, sus imágenes de las minas en Serra Pelada, como explicó Wim Wenders, condicionaron el modo de entender lo natural a toda una generación. También en el cine el territorio puede ampliar y hasta modificar la narración de una obra como sucede, por ejemplo, con las Marismas que Alberto Rodríguez retrata en La isla mínima o el río que atrapa a los personajes del filme de Elena López Riera, El agua.
En la poética de muchos cineastas el paisaje evocado resulta clave. Acontece con los largometrajes de Andrei Tarkovsky, empeñado en esculpir el tiempo y descubrir espacios nuevos al espectador o con las películas de Terence Malick donde los personajes parecen perdidos en escenarios infinitos. Pero también el espacio sugerido resulta clave en otros creadores como Lucrecia Martel, que nos habla de una ciénaga que no está completamente presente, en la obra de Víctor Erice que nos evoca desde un pueblo del norte de España un sur imaginario, o el cine de Joaquim Pedro de Andrade que muestra y sugiere un Brasil que existe y no existe al mismo tiempo.
Sin duda, uno de los temas claves, y actuales, del paisaje es lo rural. Desde una perspectiva española, la obra de tres mujeres parece simbólicamente atrapada en él. La poética documental de Mercedes Álvarez en torno a las aldeas que desaparecen, el pueblo real e imaginario de Alcarràs de Carla Simón o la búsqueda de la fotógrafa Cristina García Rodero en busca de lo originario. El fotolibro español también ha mirado a lo rural con el trabajo, por ejemplo, Paloma al aire de Ricardo Cases. En un texto sobre este, Marta Martín Núñez conceptualiza el fotolibro con una definición que bien valdría para entender la idea del paisaje: “espacio donde las imágenes se interrelacionan entre ellas y con los demás elementos expresivos, narrativos y físicos del libro, creando una experiencia de lectura íntima y única con cada lector” (2024, 622).
Con frecuencia, como dice Agustín Gómez, en el paisaje se “aúna lo natural, lo histórico-cultural, la relación con sus habitantes y la manera de representarlo. La clave está en la representación. Ninguna imagen reproduce un paisaje —como dice Michael Jakob para referirse al jardín, pero perfectamente extrapolable al paisaje— lo interpreta, lo cual implica necesariamente una exégesis, una lectura crítica (Jakob, 2010, 14). El artista toma la decisión de la representación, porque hasta ese momento el paisaje no existe. Da igual que sea in verba o in imago, porque hasta que no se aprehende, el paisaje no se crea” (Gómez, 2017, 72). Hay una condición cultural del paisaje que, como dice Eduardo Martínez de Pisón, hace que no sea solo escenario sino también parte del drama, no solo objeto de contemplación sino también el lugar de la acción (2009). Se trata, como acertadamente indica Lefebvre, de un paisaje autónomo con capacidad –o no– de interferir en la trama fílmica (2011).
Por último, pero no menos relevante animamos a la reflexión sobre cine, fotografía y paisaje desde una perspectiva de cambio climático. En realidad, preferimos el concepto de emergencia climática ya que refleja con más rotundidad este problema que afecta de forma clara al territorio, al paisaje y a la humanidad misma.
En este monográfico proponemos una reflexión del efecto de la naturaleza y el territorio en la imagen. Agnés Varda, en la primera secuencia de Les plages d' Agnès (2008) confiesa que “Si abres a la gente en dos, encuentras un paisaje. Si me abro a mí, encuentro una playa”. Así invitamos al análisis de imágenes —fotográficas y cinematográficas— para encontrar el paisaje que articula y da fuerza a dichas narraciones.
A modo de sugerencia, planteamos estos posibles caminos para investigar y estudiar el paisaje en la fotografía y el cine:
- El paisaje y la naturaleza en la narración fílmica.
- Acercamiento a lo rural.
- Feminismo y paisaje.
- Naturaleza, territorio y emergencia climática.
- Estética del paisaje fotográfico y cinematográfico.
- El espacio en el fotolibro y la fotografía actual.
- La narratividad del paisaje.
- Evolución histórica, géneros cinematográficos y paisaje.
- …
Referencias
Debray, Régis (2010). Vida y muerte de la imagen. Historia de la mirada en Occidente. Paidós Comunicación.
Foucher, M. (1977). Du désert, paysage du western. Hérodote, nº 7, 130-147.
Gonzalez Hurtado, A., & Paz-Mackay, M. S. (2023). Introducción a “Redescubriendo el paisaje en el cine del siglo XXI: identidades, espacios y reconfiguraciones”. Cuadernos Del CILHA, (39), 1–9. https://revistas.uncu.edu.ar/ojs3/index.php/cilha/article/view/7196
Gámir Orueta, A., & Manuel Valdés, C. (2007). Cine y geografía: espacio geográfico, paisaje y territorio en las producciones cinematográficas. Boletín de la A.G.E. N.º 45, págs. 157-190. https://bage.age-geografia.es/ojs/index.php/bage/article/view/643/597
Gómez Gómez, A. (2017). El paisaje en el documental científico del marqués de Villa Alcázar. En Emilio Ortega Arjonilla (ed.), De cultura rural y documentales en España (1934-1966): la obra cinematográfica del Marqués de Villa-Alcázar (pp. 71-108). Comares.
Jakob, M. (2010). El jardín y la representación. Pintura, cine y fotografía. Ediciones Siruela.
Lefebvre, M. (2011). On Landscape in Narrative Cinema. Canadian Journal of Film Studies 20.1: 61-78. https://doi.org/10.3138/cjfs.20.1.61
Martínez de Pisón, E. (2009). Miradas sobre el paisaje. Biblioteca Nueva.
Martín Núñez, M. (2024). Leer un fotolibro: Una propuesta metodológica. Estudio de Paloma al aire (2011) de Ricardo Cases. Signa: Revista de la Asociación Española de Semiótica, (33), 621-648. https://doi.org/10.5944/signa.vol33.2024.36671
Varda, A. (2008). Les plages d' Agnès.
Wylie, J. (2007). Landscape. New York, Routledge.
Abrir imagens, revelar a paisagem
Na cultura europeia e americana, a paisagem é uma invenção relativamente recente nas tradições da pintura e das artes visuais de forma geral. Não é o caso das culturas orientais, nas quais a paisagem possui um significado profundo há milênios. Régis Debray, por exemplo, relata uma fábula em que um imperador chinês ordena a remoção de todas as cachoeiras das pinturas que decoram as paredes de seu palácio, pois o som constante da água o impedia de dormir. Aqui, a imagem da paisagem se impõe ao espaço real. De forma semelhante, o geógrafo John Wylie identifica uma tensão recorrente nos estudos sobre paisagem dentro da geografia cultural: “É uma tensão entre proximidade e distância, entre corpo e mente, entre imersão sensorial e observação distanciada. A paisagem é o mundo em que vivemos ou uma cena que observamos de longe?” (2007, 1).
A paisagem está presente na fotografia e no cinema desde seus primórdios. As primeiras fotografias retratavam paisagens para evitar o movimento quase inevitável dos seres vivos. Em contraste, no início do cinema, quando o movimento era a principal atração, a natureza e o espaço eram aspectos secundários. No entanto, rapidamente a paisagem passou a desempenhar um papel crucial no cinema, a ponto de alguns gêneros — o western, por exemplo (Foucher, 1977) — evocarem um tipo de paisagem já no próprio nome. O jovem Steven Spielberg ouviu de seu ídolo, John Ford, que ser diretor de cinema é, basicamente, saber onde colocar o horizonte no enquadramento. Como afirmam Agustín Gámir Orueta e Carlos Manuel Valdés, o cinema democratiza o espaço e a paisagem, transformando-os em objetos de consumo de massas (2007, 160).
Na fotografia, a busca por paisagens selvagens tem sido uma constante para criadores de diferentes gerações. Podemos citar Anselm Adams, Franco Fontana, Lynn Davis e o recentemente falecido Sebastião Salgado, cujas imagens das minas de Serra Pelada, como observa Wim Wenders, moldaram a maneira como uma geração inteira passou a entender a natureza. Também no cinema, a paisagem pode expandir ou mesmo modificar a narrativa de uma obra, como é o caso dos pântanos em La Isla Mínima de Alberto Rodríguez (lançado no Brasil como Pecados Antigos, Longas Sombras) ou do rio que aprisiona os personagens em El Agua, de Elena López Riera, ou ainda nos filmes de Glauber Rocha — especialmente em Deus e o Diabo na Terra do Sol e O Dragão da Maldade contra o Santo Guerreiro — nos quais Glauber insere a paisagem como uma expressão concreta das contradições sociais, históricas e existenciais do Brasil, especialmente nas regiões nordestinas.
Para muitos cineastas, a poesia de seus filmes está sustentada nas paisagens que evocam. Esse é o caso, por exemplo, dos longas-metragens de Andrei Tarkovsky, que buscam esculpir o tempo e revelar novos espaços, ou dos filmes de Terrence Malick, nos quais os personagens parecem perdidos em ambientes infinitos. O conceito de espaço sugerido também é chave na obra de autoras como Lucrecia Martel, que nos fala de um pântano não inteiramente presente, ou nas de Víctor Erice, que desde uma aldeia do norte da Espanha invoca um sul imaginário, ou ainda no cinema de Joaquim Pedro de Andrade, que mostra — ou sugere — um Brasil ao mesmo tempo existente e inexistente.
Sem dúvida, um dos temas contemporâneos mais relevantes ligados à paisagem é a ruralidade. A partir de uma perspectiva espanhola, o trabalho de três mulheres parece simbolicamente entrelaçado com esse conceito: a poesia documental de Mercedes Álvarez sobre vilarejos em desaparecimento; Alcarràs, de Carla Simón, uma aldeia ao mesmo tempo real e imaginária; e a busca pela originalidade da fotógrafa Cristina García Rodero. Os fotolivros espanhóis também exploram o rural, como em Paloma al aire de Ricardo Cases. Ao tratar do tema, Marta Martín Núñez conceitualiza o fotolivro em termos que também se aplicam à paisagem: “[o fotolivro é um] espaço onde as imagens se relacionam entre si e com os demais elementos expressivos, narrativos e físicos do livro, criando uma experiência de leitura íntima e única para cada leitor” (2024, 622).
Como observa Agustín Gómez, a paisagem “une o natural, o histórico-cultural, sua relação com os habitantes e as formas de representá-la. A chave está na representação. Nenhuma imagem pode reproduzir uma paisagem — como diz Michael Jakob ao se referir aos jardins, mas perfeitamente aplicável à paisagem — ela interpreta, o que necessariamente implica uma exegese, uma leitura crítica” (Jakob, 2010, 14). O artista precisa decidir representar, pois até esse momento a paisagem não existe. Não importa se é in verba ou in imago, porque até ser capturada, a paisagem não é criada” (Gómez, 2017, 72). A paisagem encerra uma condição cultural que, como comenta Eduardo Martínez de Pisón, faz com que ela seja mais do que cenário: é parte do drama; não é apenas objeto de contemplação, mas também um lugar de ação (2009). Ou, como resume corretamente Lefebvre, trata-se de paisagens autônomas, com (ou sem) a capacidade de interagir com a narrativa de um filme (2011).
Por fim, mas não menos importante, é preciso refletir sobre o cinema, a fotografia e a paisagem no contexto das mudanças climáticas. Na verdade, preferimos o termo emergência climática, pois abarca de forma mais completa um problema cujos efeitos são evidentes sobre a terra, a paisagem e a própria humanidade.
Neste monográfico, propomos uma análise dos efeitos da natureza e do território nas imagens que produzimos. Na primeira sequência de Les plages d’Agnès (2008), Agnès Varda confessa: “Se você cortar uma pessoa ao meio, encontrará paisagem. Se eu me abrir, encontro uma praia”. Assim, convidamos à análise de imagens — fotográficas e cinematográficas — que revelem paisagens que sustentam e articulam essas narrativas.
Como sugestão, propomos as seguintes linhas de investigação para o estudo da paisagem na fotografia e no cinema:
Paisagem e natureza na narrativa fílmica.
Abordagens da ruralidade.
Feminismo e paisagem.
Natureza, território e emergência climática.
Estética da paisagem na fotografia e no cinema.
Espaço: tendências atuais nos fotolivros e na fotografia.
A narrativa da paisagem.
Desenvolvimento histórico, gêneros cinematográficos e paisagem.







13.png)


