LA
VIDA A TRAVÉS DE LA PANTALLA:
CUANDO EL MEME SE CONVIERTE EN TRADICIÓN
LIFE THROUGH THE SCREEN:
WHEN MEME BECOMES TRADITION
Agnés García Oltra (agarol@alumni.uv.es)
Investigador
independiente
Recibido: 18 de junio de 2024 / Aceptado: 25 de septiembre de
2024
Resumen: En la inmensidad de nuestra pantalla se encuentra un mundo nuevo, una sociedad sin barreras, diversa y en constante evolución, en la que la comunidad comparte todo tipo de imágenes; la convivencia interactiva es tan amplia que abarca incluso diferentes culturas y tradiciones. Por ello, el presente artículo pretende enfocar el interés en la cultura virtual a través de su folclore digital, utilizando elementos propios de esta disciplina, así como de la semiótica, argumentadas cual principales herramientas metodológicas. Nuestro objeto de estudio serán las imágenes humorísticas, específicamente los llamados memes de internet, y su papel como ‘iconos culturales’ en el folclore digital contemporáneo. Analizaremos su desarrollo en el contexto de la web 2.0, con especial atención al caso del meme de Sam Va Lentín en España. Este motivo ha marcado, año tras año, la fecha del 14 de febrero en el panorama virtual nacional, transformándose en un día donde el humor, la parodia, la sátira y la ironía asumen un papel protagonista. Este rito digital, enmarcado dentro del concepto de screenlore, ha dado lugar a variantes novedosas y originales, estableciéndose así en la memoria colectiva. Además, el estudio de los memes de internet, y en particular del citado, nos permite entender mejor la dinámica de la cultura digital y su impacto en la sociedad. A través de este análisis, esperamos contribuir a una comprensión más profunda de cómo este tipo de recursos iconográficos se integran y evolucionan dentro de las coordenadas del ciberespacio.
Palabras clave: Screenlore; Cultura Visual; Humor; Web 2.0; folclore
digital;
Abstract: In the immensity of our screen we find a new
world, a society without barriers, diverse and in constant evolution, in which
the community shares all kinds of images; the interactive coexistence is so
broad that it even encompasses different cultures and traditions. For this
reason, this article aims to focus on virtual culture through its digital
folklore, using elements of this discipline, as well as semiotics, which are
argued to be the main methodological tools. Our object of study will be
humorous images, specifically the so-called internet memes, and their role as
‘cultural icons’ in contemporary digital folklore. We will analyse
their development in the context of web 2.0, with special attention to the case
of the Sam Va Lentin meme in Spain. This motif has
marked, year after year, the date of 14 February in the national virtual
panorama, transforming it into a day where humour,
parody, satire and irony take on a leading role. This digital rite, framed
within the concept of screenlore, has given rise to
novel and original variants, thus establishing itself in the collective memory.
Furthermore, the study of internet memes, and in particular the one mentioned
above, allows us to better understand the dynamics of digital culture and its
impact on society. Through this analysis, we hope to contribute to a deeper
understanding of how these types of iconographic resources are integrated and
evolve within the coordinates of cyberspace.
Keywords: Screenlore; Visual Culture;
Humor; Web 2.0; Digital Folklore;
Cómo citar este artículo:
García Oltra, A. (2023).
La vida a través de la pantalla: cuando
el meme se convierte en tradición. Revista
Eviterna, (16), 1-17 / https://doi.org/10.24310/re.16.2024.20151
1. Érase una vez en una
pantalla
Cuando
Alicia –protagonista de la conocida novela de Lewis Carroll (Alice’s Adventures in Worderland, 1865)– cae por la madriguera del conejo motivada
por su curiosidad, no espera encontrarse inmersa en una realidad totalmente
diferente a la suya. Necesita abrirse camino ante lo desconocido desde su
propia perspectiva, haciendo uso de su cultura, folclore, tradiciones y de
aquellas normas que domina. Algo parecido nos sucede hoy en día, cuando esa
madriguera se convierte en una pantalla y son nuestros los que encarnan a
aquella joven que se enfrenta a un universo proceloso. Por eso mismo, en el
momento en que ponemos el punto de vista en el soporte electrónico –ordenador,
tableta, teléfono inteligente, etcétera– caemos en un mundo digital de
concepción similar al real, pero virtual. A partir de aquí, ambas dimensiones
se desvirtúan y con ello, también, nuestra percepción, dando paso a un medio de
exploración sensorial de nuestro entorno.
Por tanto, la pantalla sustituye nuestra mirada,
modificándose la visión que podemos tener del mundo en un proceso expansivo sin
límite aparente. Como bien dicen Lipovetsky y Serroy,
«hemos
presenciado una auténtica revolución copernicana que ha dado la vuelta incluso
a la forma de estar en el mundo»
(2009, p. 270). Ahora leemos libros a través de una pantalla, disfrutamos del
ocio visionando películas y series, nos comunicamos con otras personas a través
de ella e incluso suele usarse cual medio de trabajo. El dispositivo en sí, por
lo tanto, está configurando una nueva realidad, una cultura digital.
Entendemos este concepto como una representación
antropológica que pone en manifiesto un conjunto de resultados de índole social.
Como bien expresan Testa & al., se podría entender que es un conjunto de «manifestaciones
de los hábitos, costumbres, tradiciones sociales de una comunidad, dando una
gran importancia a la comunicación de esas costumbres y tradiciones sociales» (2015,
pp. 63-64). La cultura digital, por tanto, será el resultado de la convivencia
en comunidad de los usuarios de internet a través de la web 2.0; un medio que
es también conocido como web colaborativa.
Este instrumento constituye el mayor pilar para la
conformación de la cultura digital y su folclore, pues, a través de este, se
comparte y difunde información mediante la colaboración e interrelación entre
usuarios. Martín Prada precisa que se trata de un modelo económico que extrae
beneficios por medio de la colaboración voluntaria y «de sus potenciales para
la recopilación y puesta en circulación pública de los datos»
(2007, p. 6); con lo cual, el usuario-consumidor sería vendido al producto y no
al revés. Es decir, normalmente en un modelo económico básico, se vendería el
producto al consumidor. Sin embargo, con la web 2.0 sucede que el consumidor es
vendido al producto gracias a los datos que particulares que ha facilitado. Esta
lógica determina las características de de este medio
que, conceptualizado más allá de su posibilidad comercial, incorpora diseños atractivos
y hace uso de aspectos tecnológicos múltiples –como los blogs, micro-blogs, podcasts, etcétera–. Esta
heterogeneidad no diside de la intención de interrelación y de servir de
plataforma de información. No en vano, gracias a eso, se configura cual sistema
que permite a cada usuario aprender de otro, compartiendo hábitos, costumbres,
gustos y tradiciones.
Por eso mismo, el presente artículo pretende centrarse en la
participación del público en el folclore digital a través del consumo de
imágenes dedicadas al humor. Por ello se analizará como caso principal la
festividad del 14 de febrero, dedicada a san Valentín y, cómo a través de representaciones
icónicas, se ha adaptado a la era tecnológica actual fomentando nuevas
perspectivas de participación. Tal es el caso de Sam Va Lentín,
difundido a través de la red social X –anteriormente denominada Twitter–, en la
que el humor, lo viral y la experiencia propia de cada participante activo condiciona
la mirada desde el entorno virtual.
2.
Marco teórico y objetivos
La conocida cita de «A fin de cuentas todo es un chiste» atribuida a Charles Chaplin
–comediante y cineasta de renombre internacional–, nos sirve de punto de
arranque. No en vano, el humor es parte del ser humano y, por tanto, una
constante propia de la cultura desde tiempos inmemoriales.
Ha sido representado de múltiples maneras. Es una
sensación de felicidad y abstracción, igual que la risa misma. Pero ¿qué
podemos decir de los estudios respecto a las artes plásticas? Aunque existen
referencias visuales desde la Antigüedad, donde más notable se palpa esa
participación cultural es durante el medievo. En ese periodo de tiempo, la
sátira ha formado parte del gusto público potenciada por las artes gráficas a
través de grabados y estampas, elementos participantes de la política del
momento. Fernando Galván Freile, académico que estudió esta vertiente, advierte
no obstante de la carencia de estudios cuando se pretende indagar en el humor a
través desde el punto de vista iconográfico. Por ello, los estudios visuales sobre
este concepto se han basado en gran medida en la literatura –desde tiempos
pretéritos a los actuales–, donde su análisis ha sido más significativo (2004,
p. 39).
A partir del siglo XIX se empezará a dar más
importancia a la visualidad y a la expresión humorística gráfica. Sin embargo,
no fue hasta la siguiente centuria cuando se asientan las bases del humor
visual. Hoy en día, sería difícil imaginar un mundo sin este ya que estamos
rodeados diariamente de imágenes humorísticas de todo tipo. Esta cuestión se
abordará a lo largo del presente artículo, destacando la importancia de estos
elementos de consumo masivo.
Por eso mismo se deben resaltar los estudios
concretos sobre la sátira, como el realizado por Matthew Hodgart
(1969), recogiendo la cultura derivada de su aplicación a lo largo de la
historia. También hay otras aportaciones que parten desde lo literario, analizando
posibles imágenes humorísticas presentes en la Antigüedad, como subraya Carlos
de Miguel Mora (2003). Por otro lado, un pilar fundamental para entender el
humor actual surge de la comprobación de cómo distintas tipologías históricas
mantienen la vigencia de su mensaje a partir de fuentes visuales, como destaca
Mercedes Etreros (1983).
Es desde esa vertiente contemporánea desde la que
partiremos, teniendo presente que el humor gráfico es objeto de estudio a
través de la prensa: uno de los medios más importantes para la difusión de
imágenes humorísticas hasta la llegada de la era de internet. En este sentido, Vicente
Pla Vivas (2010) ayuda a comprender y configurar la imagen ilustrada desde una
perspectiva transgresora. También es importante citar el compendio editado por Vicente
Enric Bordería, Francesc-Andreu Martínez y Josep
Lluís Gómez (2015), centrado en el uso del humor como herramienta crítica
frente al poder establecido en un tiempo marcado por los cambios históricos.
El humor en la era de internet a través de los
memes es uno de los aspectos centrales de nuestro estudio. En este sentido
descuellan estudios recientes que recogen ese impacto cultural, al tiempo que
los convierte en herederos de la tradición humorística. A nivel internacional,
sirven de referentes los textos firmados por Patrick Davison (2012), Shifman (2013), Jaron Rowan
(2015), Ryan Milner (2017) o José Manuel Ruiz
Martínez (2018). En cualquier caso, tenemos que ser conscientes que, al ser un
campo de estudio actual, se está en constante actualización, publicándose en la
actualidad propuestas novedosas.
A pesar de todas estas aportaciones que engloban un
entendimiento hermenéutico del concepto de humor en la cultura visual, existen
dos pilares fundamentales para la investigación y estudio de campo que deben
conocerse: por un lado, la teoría del humor, conceptualizada desde los apuntes
de Sigmund Freud (1905 [1969]); y, por otro, el contagio de ideas a través del
humor como hilo conductal de la comunicación, tal y
como lo asevera Richard Dawkins (1993), convergiendo en vía deductiva adecuada
para la comprensión de los actuales memes de internet.
Este artículo tiene como objetivo principal el análisis
del papel de las imágenes humorísticas, específicamente los memes, su génesis y
entronque en el folclore digital. Con tal propósito, examinaremos la tradición como
hilo conductor heurístico dentro del ámbito de la cultura visual, además de
explorar la proyección que las nuevas tecnologías han operado tendentes a la
conversión de un mundo virtual de notable complejidad.
La metodología adoptada en este artículo integrará,
por un lado, un enfoque historiográfico desde la historia del arte, lo que nos
permitirá desentrañar aspectos fundamentales para el entendimiento de las
imágenes en tanto iconos culturales y su proceso de conversión en un recurrente
catálogo de tradición virtual. Por otro, se emplearán criterios propios de los
estudios visuales para deconstruir el poder de las imágenes en la configuración
social actual a través de su impacto mediático. En definitiva, realizaremos una
revisión bibliográfica multidisciplinar en la que también tendrán cabida
aspectos relevantes del campo de la comunicación y la antropología,
proporcionando, en suma, una compresión holística más profunda del fenómeno de
estudio.
3.
Caer en la madriguera 2.0: cuando la imagen se convierte en protagonista
Es ambiguo creer que cuando nos dejamos
llevar por la pantalla y observamos el nuevo mundo que se nos plantea
simplemente caemos en que lo virtual no es real. Pero no es así; entre muchas
cosas nos enredamos a una cultura alternativa, propia de una sociedad cibernética
que es tan real como la vida misma. Incluso desde la concepción de la web 2.0
se podría hablar ya de cultura digital en la que se desarrolla un folclore
propio, incluso recurrente, que abarcaría tradiciones y celebraciones.
Cuando hablamos de tradición podemos entenderla desde
diversos puntos de vista. El más común, el concebido desde la antropología, que
lo equipara a la noción de cultura. Esto implicaría una reinterpretación de las
prácticas, conocimientos y valores a lo largo del tiempo; es decir, las
tradiciones no solo se heredarían, sino que están en constante recreación para
adaptarse a nuevos contextos. Además, presentan ciertas características
importantes para que se puedan catalogar como tradiciones, tales como las
prácticas fijas de repetición y su ritualidad o función simbólica, adquiridas
inclusive de forma accidental (Hobsbawm, 1983, pp. 7-9).
Desde la historia del arte podemos ver que la tradición ha
devenido en un concepto más bien social, de herencia generacional. No nos
equivocamos si acudimos a la etimología del término, proveniente del latín traditio. El primer significado más global y preciso
es una «transmisión
de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc.,
hecha de generación en generación»
(RAE, 2024). Pero ¿se mantiene ese conocimiento y costumbres intactas?
Javier Marcos Arévalo afirma que la «tradición, de hecho, actualiza y
renueva el pasado desde el presente» (2004, p. 926). Estamos, por tanto,
ante un concepto que parte de lo sociocultural y que es transtemporal.
Este último carácter nos acerca a una definición más imprecisa
aún que convidarían a las expresiones culturales que forman parte de la
herencia tradicional a una relación abierta e infinita como vía para la
interpretación heurística en la actualidad. Este proceder evoca de forma
parcial al método de investigación propuesto por Aby Warburg.
El historiador del arte alemán, a través de su Atlas Mnemosyne
(2010), incorpora el concepto de anacronismo para explicar cómo ciertos
símbolos o gestos propios de las expresiones culturales podían conectarse entre
sí de manera anacrónica, revelando a lo largo del tiempo continuidades y transformaciones
en la memoria. De esa misma manera, la tradición como expresión cultural, más
allá de cada época, se conectaría con el presente de forma anacrónica a través
de la memoria colectiva.
En la actual era digital, la tradición perpetúa tal
constante warburgiana pues la cultura desarrollada a
través de internet es todo un fenómeno de naturaleza social. Su origen está en
la década de 1990 con el desarrollo de weblogs,
caracterizados por ser un instrumento de interacción comunicativa que pronto
comenzaría a formar parte de la vida cotidiana. Hoy, esa forma de comunicación
prevalece en menor medida, pues las redes sociales han tomado el testigo de
aquellas mediante una versión que podríamos denominar microblogging; estas
presencias inundan plataformas populares como X, Instagram e, incluso, Tiktok. El cambio también conlleva una curiosa variedad
paradigmática: se ha pasado de la comunicación textual original a una
transmisión mucho más visual, convirtiéndose la imagen en un medio comunicativo
más rápido y eficaz.
No ponemos en duda que toda la web 2.0, de carácter
plenamente social, ha devenido en una sociedad virtual y, por tanto, ha
configurado la cultura digital en la actualidad. Por eso mismo, como veremos en
el caso de Sam Va Lentín, esta imagen
participa en todo ese carácter digital, alimentando la cultura y tradición
popular a través del valor de la imagen, convertida en papel protagonista.
Ese
rol ha cobrado más importancia que nunca. Mitchell ya teorizó sobre la
intención de ellas y el impacto actual reafirma mucho más su teoría en cuanto al
«intento de diagnosticar el ‘giro
pictorial’ en la cultura contemporánea, [en el] que
las imágenes visuales habían reemplazado a las palabras como modo de expresión
dominante»
(2017, p. 27),
sosteniendo además que las imágenes poseen su propia capacidad de comunicación.
La teoría planteada pretende demostrar por qué cada vez más tenemos una cultura
en la que las imágenes son el resultado holístico de la comunicación y
transmisión de significados culturales. No solo nos comunicamos cada vez con
menos palabras, sino que, además, las imágenes son más que suficientes para
expresar aquello que podría recoger un texto. También las redes sociales han
potenciado que se preste tales atenciones: ahora se comparten imágenes de forma
constante, ya sean estáticas o dinámicas, como los gifs[1] o los vídeos.
Sin
lugar a duda, las imágenes están más vivas que nunca, se conforman entre
pixeles y se mueven a través por el ciberespacio. Esto se debe a la democratización
de la producción y el consumo de estas, facilitando que cualquier persona en el
mundo pueda las uses mediante un dispositivo inteligente. Es esa comunicación y
reacción la que recae en cada persona, pues al final es nuestra mirada –condicionada por la
particular percepción cultural, tradicional y costumbrista– la que reacciona
ante el visionado en diversos sentidos, haciéndolas, por ejemplo, perdurables y
anacrónicas. Por eso mismo, Mitchell ya lo argumenta: «la doble consciencia en torno a las
imágenes es una profunda y perdurable característica de la reacción humana a la
representación» (2017, p. 31) Es decir, las imágenes no
es que tengan un papel importante porque sí, sino que son poderosas ante
nuestros ojos por la actitud perceptiva que desarrollamos hacia ellas, así como
por su uso, consumo y transmisión.
Por
tanto, podemos decir que esta situación entre el lenguaje y la imagen ya no
representan la realidad, como señalaban los académicos de la Ilustración y
suelen recordar de continuo diversas autorías contemporáneas. Ahora, la imagen
transciende su contexto para adquirir nuevos significados, profundos y
reconocibles. Por eso, denominamos icono a las imágenes que no solo representan
la realidad, sino que están cargadas de significados culturales y sociales. Por
tanto, para Mitchell, por ejemplo, esta definición se aplica a aquel un objeto
cultural que influye en la percepción e interpretación de la realidad gracias a
la mediación de su significado. Este teórico llega a esta conclusión a raíz de
sus estudios al ir más allá de la base de la semiótica y aplicar un enfoque
analítico multidisciplinar. De ahí la contundencia de la siguiente afirmación: «las imágenes tienen en nuestro mundo un
poder con el que los idólatras antiguos ni soñaron» (Mitchell, 2016, p.30).
Umberto
Eco, precedente del anterior autor, partiendo de una base semiótica, habla
directamente de signos. Para él, los iconos contienen un vínculo arbitrario y
coextendido cultural, reflejando al objeto que representa. En el caso de las
imágenes, se entienden como signos icónicos aquellos que muestran una analogía de
la realidad representada por sí mismas y que han sido codificadas desde una
perspectiva cultural (2000, pp. 287-288).
Por
lo tanto, las imágenes que analizaremos se pueden entender como iconos porque
son un trasunto de la realidad circundante que, con un comportamiento semiótico,
quedan configurados por el contexto al que pertenecen y denotan una clara
intención representativa. La importancia de su viralidad[2] radica en que esos signos
codificados pueden ser descodificados y comprendidos por un público amplio
dentro de unas claves contextuales igualmente extensas. Por ende, es esencial
entender cómo el contenido digital participa de la difusión y adquisición de
significados de un mundo interconectado, confluyendo en la gestación de una tradición
digital incluida, a su vez, en el marco del folclore virtual en el que se
desarrolla.
4.
A través de la risa: humor y memes
Entendemos que muchas de
las imágenes virales de internet pueden llegar a ser iconos culturales; entre
ellas, los propios memes. Como decíamos en el punto anterior y aplicando
criterios de contemporaneidad al icono, presentan significados culturales y
sociales. No en vano, sin un contexto ad
hoc, no se entenderían, quedarían codificadas o reducidas a una
manifestación visual sin más.
Ahondando en tal premisa, seleccionamos un
meme [Fig.1]: una obra de arte de Toulouse Lautrec titulada Marcelle Lender Dancing the Bolero in ‘Chilpéric’ (1895-1896). Estamos ante un icono de su
tiempo, configurado a semejanza de la realidad de la que surge y entendible
desde esa óptica temporal. Al añadirse en la parte superior el lema ‘UNA CHICA YEYÉ’ –en alusión a la canción populariza por Concha
Velasco a partir de 1965–, se redefine por completo,
recontextualizándose para convertirse en un icono nuevo, más actual. ¿Por qué
un óleo del siglo XIX sigue estando presente en la sociedad de hoy? La
respuesta está en que se 'memetiza'
y acaba formando parte del folclore digital, a modo de referencia
contemporánea. Esto se debe a que el concepto de icono cultural tiene la capacidad
de evocar situaciones, emociones que, estando ancladas en el pasado, resuenan
con fuerza en el presente.
Fig.1: Elartepop. Una chica yeyé (2023).
Imagen extraída de: https://www.instagram.com/p/C0WO5QVKBcE/?igsh=ZDZkbnFwYmoydTJ6
¿Y qué son los memes realmente, además de iconos? ¿Cómo han
llegado a ser imágenes de suma importancia en la comunicación actual? ¿Cómo
surgen? Acudimos a la opinión de Francesca Bonazzoli
y Michele Robecchi cuando afirman que:
Un icono llega a convertirse en tal, pues, porque resiste a su
manipulación cuando pasa de un autor a otro, trátese de un artista, un
publicista o un dibujante de cómics. La fuerza de una imagen se revela,
precisamente, en el ir y venir de sus múltiples interpretaciones (2013, p. 18).
¿Cómo
nacen realmente los memes? Para ello, nos situamos en 2007-2008. Los primeros ejemplos
considerados como tales son unas imágenes creadas por usuarios de internet –en su gran mayoría bajo
anonimato– a
partir del programa MS Paint, con la intención de realizar historietas
de cómic humorísticas basadas en situaciones cotidianas. Se llamaron en un
principio Rage Comic y llegaron al auge en 2009, constituyendo en cierto
modo el origen de los actuales.
No
obstante, ¿qué son realmente estas imágenes que llamamos memes? Para tal
definición, existe un consenso general en diversos campos del conocimiento que
señalan a Richard Dawkins, quien acuñó el término en referencia a su estudio de
los genes: una unidad de información que se transmite a través de la imitación (1993,
p. 217). De ahí la importancia de la mimética de los memes, cuyas
características, al igual que la de los genes, se basan en la variación,
competencia, selección y retención. Todo esto lo veremos en el caso de Sam
Va Lentín donde se presentan todas ellas,
haciéndose efectivo y perdurable gracias a su pertenencia al folclore digital.
Una derivación conceptual mayor la aporta Limor Shifman, quien desarrolla
hasta tres acepciones:
(a)
A group of digital items sharing common characteristics of content, form,
and/or stance, which; (b) were created with awareness of each other; and (c)
were circulated, imitated, and/or transformed via the Internet by many users» (2014, p. 41).
Francisco
Javier Cortázar Rodríguez afirma que los memes son parte de la comunicación
actual y un rasgo característico de la posmodernidad. En su mayoría son
imágenes ancladas «en los recursos de la cultura popular, donde se mezcla el
ingenio, la burla y la ironía, por lo que resultan ser satíricos al exagerar
hechos de la realidad que desatan la risa cómplice del público» (2014, p.
205).
En
definitiva, es un hecho aceptado que los memes son imágenes comprendidas como
nuevas formas de transmisión cultural, de producción digital y de difusión en
línea que están en constante movimiento. La importancia de este tipo de imágenes y su contenido recae
en la forma a través de la que se presentan: el humor. No en vano, se tratan de
recursos visuales, novedosos y originales, que buscan la complicidad empática
de quien lo recibe desde una hilarante cordialidad.
No
puede olvidarse que humor es una característica inherente al ser humano y que,
para ser comprendido, obliga a adoptar una actitud: la de «contemplar el mundo con una mezcla de
risa e indignación» (Hodgart, 1969, p. 11). Se conoce
que sus primeras manifestaciones tuvieron que ser orales para, una vez
alcanzado un desarrollo madurativo, plasmarse en ejercicios de diversa
genealogía. La predominancia lingüista de los discursos con aire satírico y
mordaz que caracterizan al teatro griego, 'congelados' en representaciones
visibles en ánforas o cerámicas, constituyen un primer registro histórico. En
la Edad Media, siguiendo la línea del género satírico asentado desde tiempo
atrás, se ahonda en discursos políticos de transmisión oral por parte de los
trovadores; de ello dan fe las miniaturas en manuscritos y panfletos de
divulgación anticlerical. Es precisamente esa imagen humorística la que perdura
gracias a los grabados y a la imprenta, facilitando la divulgación de estampas
y panfletos que impactan fuertemente en la memoria colectiva. Es a partir del
siglo XIX con el auge de las artes gráficas –con la prensa y revistas
satíricas a la cabeza, a la que más tarde se añadirían la fotografía y el cine–, cuando la expresión
cómica se ha captura de manera más efectiva.
Sigmund
Freud habla en El chiste y su relación con el inconsciente (1905 [1969]) de la forma en la que es
funciona para que sea efectivo. Aunque su reflexión se basa en la oralidad, se
puede trasladar perfectamente a cualquier medio, incluso los memes. En primer
lugar, afirma que para logar tal propósito se deben obtener dos resultados: que
el pensamiento explicitado a través del medio –frase, imagen, o incluso,
video– provoque
la atención y que la propia expresión privativa conduzca a la risa. Por lo
tanto, si la gracia y el humor no son encontrados en la intención misma habrá
que buscarla en la expresividad.
Ya
decían estudios como el de Bergson que, siendo el pensamiento una
característica humana diferenciadora de los animales, fuera de ese terreno no
hay nada cómico. Una afirmación reforzada a través de la siguiente comparativa:
«un
paisaje podrá ser bello, sublime, insignificante o feo, pero nunca ridículo. Si
reímos a la vista de un animal, será por haber sorprendido en él una actitud o
una expresión humana» (1947 p. 12).
En
definitiva, para que esa estructura funcione, Freud indica que se precisan de tres
sujetos: el creador, la víctima y el creador de la risa (1905 [1969], p. 89).
El primero es quien utilice un medio –en caso de los memes, la imagen–; el segundo, a quien va
dirigida la acción, que no tiene por qué ser tangible: la enfatización de un
hecho a través de la sátira, la parodia o la ironía, tan ligada a la crítica
política; y, el tercero, cualquiera que vea la imagen y se ría.
5.
El caso de Sam Va Lentín
Un 14 febrero de 2013
nació un meme para quedarse. Se trataba la famosa imagen humorística de Sam
Va Lentín. Creado por CesitarSource
para conmemorar la festividad del santo de referencia, pretendía argumentar un
juego de palabras de forma humorística [Fig.2]. Este recurso se le
conoce como calambur y consiste:
en
el encuentro o la asociación de dos (o más) series homófonas de las cuales, una
constituida de al menos dos palabras en relación de contigüidad, simula ser la
forma descompuesta de la otra, constituida por una única palabra, de modo tal
que esta vendría a ser la suma o combinación de dos o más significantes que, en
el mismo orden lineal y de modo inmediato, se suceden en el discurso. Se trata,
pues, de una suerte de homofonía […] (García-Page, 2006, p. 172).
La
imagen recreaba una escena del film del Señor de los Anillos: La comunidad
del anillo (Peter Jackson, 2001);
en ella aparecen dos de los personajes principales: Sam caminando tras de Frodo,
pidiéndole a este que lo espere. El meme se hizo tan viral que llegó a tener un
alcance indiscutible con más de 1.300 retweets[3].
Tal fue su impacto que a partir de ese momento se comenzó a celebrar el citado día
como el dedicado a Sam Va Lentín en España. En
esta fecha, las redes sociales se llenan de imágenes muy originales y humorísticas,
representando la escena de la película o jugando con la expresividad de las
palabras. Gracias al proceso de imitación, el meme varió a veces de forma y,
otras, en contenido, quedando en la retentiva de la memoria aquellos más
populares e impactantes. De este modo, se configura cual icono cultural en la
actualidad.
Fig.2: CesitarSource. SAM VA LENTIN (2013). Imagen extraída la web Your Know Meme: https://knowyourmeme.com/memes/sam-va-lentin
El hecho de que se convierta en icono
cultural y se inscriba dentro del folclore digital actual en España se debe al screenlore[4].
Este término recoge los elementos que se integran en una tradición «alimentada por temáticas populares y
puestas en escena por las industrias culturales» (Cortázar Rodríguez, 2014, p. 193). El
caso de Sam Va Lentín, cuya imagen del meme es
de origen audiovisual, ha sido resignificada, 'memeficada' y viralizada, entra a formar parte
del catálogo folclórico gracias a la remisión a una temática festiva muy
conocida, ligada a la fecha en cuestión. Esto nos permite asomarnos al
imaginario colectivo de la cultura participativa del meme.
Como la gran mayoría de lo que se
inscribe en el screenlore, el meme es de
participación social. Los usuarios interactúan basándose en el humor para hacer
circular este tipo de recursos aprovechando la festividad con la intención de ironizar,
satirizar o simplemente divertirse. Esta ritualización de la conducta logra establecer
patrones de comportamiento y comunicación en la esfera digital alrededor de
dicho meme.
Su factor cultural no solo recoge la
fecha y la temática popular de san Valentín, sino que, también, abarca una
tradición cinematográfica. El contenido base del meme proviene de una escena de
la película citada, considerada per se como parte significativa
de la cultura audiovisual del género fantástico en la contemporaneidad. El
anacronismo que condiciona la tradición popular recae en el hecho de que, pasados
10 años de su aparición, se siga 'celebrando' mediante la creación de memes
ingeniosos basados en el original. La gestualidad inherente a esta imagen se ha
reproducido incluso en la elección premeditada de otras escenas del mismo film,
contribuyendo a su persistencia y relevancia cultural. [Fig.3].
Fig.3: Anónimo. Espéreme
Señor Nieve (2020). Imagen extraída la web: https://www.tuexperto.com/2020/02/14/sam-va-lentin-mejores-memes-san-valentin-2020/
El hecho de que el actor que encarnaba el personaje de Sam,
Sean Astin, también participara y diera soporte en Twitter
con el meme, compartiendo con la comunidad no solo a nivel de España sino en
toda comunidad hispanohablante, refuerza tal sentido. Su propia opinion, escrita en 2021 en sus redes, así lo confirma: «For
the Spanish and for everyone who wants to know, Mr. Frodo Will live in my heart
forever!».
Esto solo ayuda a consolidar la tradición virtual de Sam Va
Lentín, donde la réplica memética de la que
Dawkins hablaba hace que cada año aparezcan diferentes memes cada vez más
originales [Fig.4], sin dejar de lado el primero y más original. Así, la
popular festividad, reconvertida por la comunidad cibernética, relanza su
significado social hacia una faceta en la que el humor es protagonista.
Fig.4: Anónimo. Samba Lenín (2020). Imagen extraída la web: https://www.tuexperto.com/2020/02/14/sam-va-lentin-mejores-memes-san-valentin-2020/
Aprovechando esa populosa hiperconectividad,
pusimos en práctica en 2022 un experimento a través del perfil propio en
Twitter: un meme 'conmemorativo' de la efeméride, creado ex profeso, en el que el aludido juego de palabras quedase unido a
otro conocido meme, el del autobús [Fig.5]. Pretendíamos de esta manera
contribuir desde el humor a la festividad distinguiendo entre quienes
participan de la celebración tradicional y quienes, por el contrario, lo hacen
de la generada en el folclore digital.
Tuvo tanto éxito ese mismo año que se hizo viral con unos 1.805
retweets y más de 17.500 'me gusta', por lo que la
función del chiste visual se cumplió a partir de esa triple conjunción actoral
que apuntaba Freud. Esta alternativa
jocosa se ha consolidado con el paso de los años, convirtiéndose en un recurso anual
marcado por una dosis constante de humor y originalidad.
Fig.5: VeuTrencada. Feliz Sam Va Lentín (2022). Imagen
extraída de: https://x.com/VeuTrencada/status/1493106607957458946/photo/1
5.
Conclusiones
El
análisis de este caso, Sam Va Lentín, desde los
estudios visuales y la historia del arte, permite la conceptualización de los
memes como iconos culturales y humorísticos nacidos al amparo de la web 2.0. Una
cuestión que ayuda a comprender cómo el uso de estas imágenes se ha asimilado por
los medios propios de la comunicación contemporánea al ser parte indisoluble de
la cultura desarrollada en Internet.
Su carga cultural e icónica quedan reforzadas por las
comentadas teorías de Eco y Mitchell, quienes ponen el acento en su significado
simbólico y en su funcionamiento dentro de un amplio contexto dotado de
connotaciones semióticas y sígnicas. En este sentido, no solo son reflejo del
contexto social, sino, también, de los rasgos culturales más característicos del
momento en el que surgen. Como podido comprobar en las páginas precedentes, el
meme no solo se ha convertido es un fenómeno en sí mismo, sino que forma parte
del ecosistema folclórico digital, renovando tradiciones anteriores y reforzando
su función humorística. Además, también podemos observar que, en el proceso de
creación y difusión, se pone de relieve una de sus características principales:
de la rápida transmisión y adaptabilidad gracias a las conexiones establecidas a
través de la risa y la ironía con una amplia gama de usuarios.
Sam Va Lentín ha sido un caso de estudio notable,
primero por sus orígenes, descrito en los párrafos anteriores; y, segundo, por
su perdurabilidad en el tiempo ya que, año tras año, ha quedado marcado cual
elemento tradicional propio de la era tecnológica actual. Es fácil rastrear su
nacimiento hace 10 años debido a su rápida difusión y gran repercusión. Además,
al ser parte de la sociedad virtual, la participación directa ha facilitado
observar su función y el efecto del humor en las imágenes. Por su inscripción
en el panorama del screenlore, el público juega
un papel crucial, no solo por su reacción ante el meme sino por la libre
participación. Esto ha permitido que su presentación visual sea original y
novedoso cada año, adaptándose y reinterpretándose de forma constante. En
consecuencia, este meme destaca como reflejo de la sociedad contemporánea, a la
que le aporta dosis culturales y valores sociales.
Por ello, y a través de este estudio, nos ha parecido
importante destacar cómo una imagen humorística, un meme, experimenta un
proceso de conversión icónico para, de esta manera, terminar convertido en
recurso acostumbrado. De igual manera, es relevante la importancia que este
tipo de ejercicios plásticos tienen en relación con la iconografía moderna de
la era digital. Como resultado, su aparición, consolidación y múltiples
versiones abren nuevas puertas para futuros estudios, desde su análisis en la viralidad hasta la gestualidad, así como por mantener un funcionamiento
similar al de sus más inmediatos antecesores históricos: los chistes gráficos. Un
punto de vista desde el que se pueden seguir ampliando estudios sobre el humor,
considerados menores en algunso ámbitos o que carentes
de seriedad. Al igual que ocurre con cualquier tema de estudio, el humor es un género
con muchos caminos a explorar; e, insertos en dicha clave, los memes muestran
un potencial analítico del que se podrá seguir sacando conclusiones a futuro.
6.
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[1] El GIF (Graphic Interchange Format) propiedad de
Compuserve, tiene la característica de tener una profundidad de color de 8 bits, lo que nos da una gama de 256
colores. Por eso mismo, es muy eficiente cuando se trata de imágenes de colores
planos o de líneas definidas, lo que, además, permite la creación de
animaciones y de banners
publicitarios. Este formato presenta un sistema de compresión sin pérdida LZW
(Lemple Zif Wellch) que facilita su reproducción en la web cuando se trata de
imágenes con características adecuadas, ya que, presenta inconvenientes cuando
se trata de degradados por su escasa calidad. Véase Redondo García (2009, p. 15).
[2] El término
proviene de las analogías de la biología con los sistemas de comunicación.
«Puede entenderse como una entidad que porta información, se filtra en unidades
más densas de significación para alterar su código y hacerlas funcionar según
las instrucciones del invasor» (González, G. & Rivera Magos, S.., 2020, pp.
32-33). Desde la vertiente etimológica se entiende como «dicho de un mensaje o
de un contenido: Que se difunde con gran rapidez en las redes sociales a través
de internet» (RAE, 2024) https://dle.rae.es/viral (Consulta 3/6/2024).
[3] Retweets
o retuits, es el nombre que se le daba a la acción de compartir una publicación
en la red social de Twitter. De esta manera queda inserto en tu muro personal,
a la vista del resto de seguidores que, a su vez, pueden volver a compartir. Se
trata de forma potente de difusión, caracterizada por su eficacia y rapidez.
[4] Con el empleo de este término se hace
referencia a «un moderno folclore popular mediado por las industrias culturales
a través de las pantallas de las tecnologías de la comunicación e información»
(Cortázar Rodríguez, 2014, p. 193)