INTERIOR
BERLANGA
1 de marzo al 2 de junio de 2024
CaixaForum de València
Comisariada por Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas
Juan Agustín Mancebo Roca (Universidad de Castilla-La Mancha)
Recibido: 10 de junio de 2024 / Aceptado: 20 de septiembre de
2024
El cine de Luis García Berlanga
(1921-2010) constituye una de las miradas arquetípicas de la España del siglo
XX. El cineasta valenciano dirigió y escribió películas que forman parte del
imaginario colectivo en las que taquigrafió las características esenciales de
la siempre difusa y compleja identidad patria. Su obra comprende una parte
determinante de nuestra historia reciente, donde retrató sutilmente a los
humildes que pugnaban por salir adelante en 1950-1960 a los protegidos del
franquismo que buscaban perpetuar sus privilegios, sin olvidar la cultura del
enriquecimiento ilícito y la corrupción de la democracia en la última fase de
su carrera. «Librepensador, anticlerical y enemigo de morales represoras»
(Villena, 2021, p. 283), sus filmes estuvieron determinados por la ironía, la
amargura y por una visión preclara para pergeñar nuestras contradicciones. En
su origen levantino se encuentra gran parte de las claves de su cine que
definió como «fallero y pirotécnico» como refrendó Pérez Perucha:
«su manera de rodar es como si se tratase de una carcasa de fuegos
artificiales» (Gómez Rufo, 1990, p. 227). Manuel Vicent, que rememoró al
director en Ava en la noche (2020),
mantiene que «es valenciano y aprovecha lo más creativo que tiene Valencia, que
es el caos» (Villena, 2021, p. 281).
La muestra Interior Berlanga plantea
un recorrido por la figura del cineasta a partir de su faceta más personal. Las
más de trescientas piezas expuestas que incluyen proyecciones, objetos y
material gráfico provienen de la catalogación y digitalización de su archivo
tras su adquisición por el Ministerio de Cultura en diciembre de 2022. Manuel
Hidalgo y Juan Hernández Les lo recordaban a finales de la década de 1970 «en
grandes cajas anaranjadas fabricadas por él mismo, ocupa toda una pared del
despacho. Nunca supimos lo que contiene: es posible que ni el propio Berlanga
lo sepa» (2020, p. 13). El archivo definitivo estaba compuesto por setenta y
cuatro cajas que custodiaban documentación personal y familiar, proyectos de
trabajo, correspondencia, obra creativa propia y ajena, galardones, recuerdos
personales, documentación gráfica, revistas –por las que sentía predilección– y recortes
de prensa.
El proyecto expositivo comisariado por Sol
Carnicero y Bernardo Sánchez Salas se concibe como un gran plano secuencia, el
favorito del director, a través de una introducción y siete secciones que
rememoran el papel de los sueños asociados al cine. El montaje de Carles Berga
incide en la intimidad y el interior sobre el que se despliega la escenografía
de su memoria. Tras la introducción, que alude a los contenedores del archivo
junto a una fotografía del joven cineasta realizada por Oriol Maspons, la muestra se distribuye en siete núcleos
temáticos: «Gabinete. Refugio, vivienda y familia», «La escuela de la historia. Episodios nacionales», «Mal preparado para este mundo del cine. La vida de las películas», «El tour del austrohúngaro. Recuerdos de aquí y de allí», «Eros y miedos. Fetiches», «Inventario y cremá. La
falla» y «Lo berlanguiano. Sesión académica» [Fig. 1].
Fig.
1: Interior
Berlanga. El montaje a las cajas del archivo con una fotografía de Oriol Maspons.
Fotografía: autor
A finales de la década de 1970 su amigo Francisco Umbral
escribía:
Me
gusta mucho la casa de Luis, porque está llena de cosas antiguas y alegres,
modernas y no modernosas, y porque hay en ella como
un rumor secreto de vida y trabajo que anda por las alturas abuhardilladas de
los hijos o
por los declives del jardín, donde el niño de la familia pilota algún
juguete a motor atómico» (Hidalgo y Hdez. Les, 2020, p. 10).
La mirada escrutadora al mundo articula «Gabinete. Refugio,
vivienda y familia», un depósito de la memoria que reproduce la habitación en
su casa de Somosaguas donde el cineasta pensaba, escribía y moldeaba sus
proyectos. Un espacio de meditación que se proyectaba a través del inventario
de objetos de su vida cotidiana. Además, se muestran proyectos que reflejan su
interés por la arquitectura, profesión a la que quería que se dedicara su
madre, a través de los dibujos para sus residencias madrileñas, primero en su
piso de Alonso Cano 31 y, posteriormente, para su finca de Avutarda 2, proyecto
que firmó Fernando Chueca Goitia. Destacan también las bolsas de
documentos envueltos en papel kraft,
receptáculos de partes de su vida, así como la correspondencia –especialmente las felicitaciones navideñas– y otros elementos esenciales que muestran la
intimidad de un Berlanga fuera de foco. Este apartado incluye una serie de
proyecciones tituladas La barraca del cine que recrean fragmentos de las
películas que el futuro cineasta vio en su juventud y se convirtieron en
referencias en su carrera.
El colegio, presencia
permanente y metáfora del aprendizaje, se articula sobre el galdosiano título «La escuela de la historia. Episodios nacionales», que trae a colación
el comentario que hizo el dictador Francisco Franco sobre su figura:
«Berlanga no es comunista, es mucho peor que eso, es un mal español» (Villena,
2021, p. 89). A través de la construcción de una escuela rural en cuya pizarra
se proyectan fragmentos de sus filmes, se alude a la intrahistoria de España
desde finales del XIX a principios del XXI a través de su mirada lúcida,
descreída, mordaz y compasiva. La importancia de la escuela queda patente en su
último cortometraje, El sueño de la maestra (2002), secuencia censurada
de Bienvenido Mister Marshall (1953) rodada
cincuenta años después para conmemorar aquella película (VV. AA, 2021, p. 151).
En este ambiente
escolar se recrea su infancia y juventud determinadas por la Guerra Civil y la
Segunda Guerra Mundial. La primera supuso para Berlanga unas largas vacaciones,
mientras que participó sin convicción en la segunda como atestigua la impagable
muestra de objetos, epístolas y documentos relacionados con la División Azul,
en la que estuvo enrolado sin pegar un solo tiro entre 1941 y 1942; su
desempeño era «malcomer, ir a la maldita letrina y poco más» (Franco, 2005, p.
27). [Fig. 2]
Fig. 2: La muestra reconstruye una de las escuelas que
aparecen, entre otras, en Bienvenido Mister Marshall, Novio
a la vista o Calabuch. Fotografía: autor
Las dificultades
asociadas a la creación cinematografía en un contexto industrial y cultural
raquítico como lo había definido Juan Antonio Bardem articulan la sección «Mal
preparado para el mundo del cine. La vida de las películas», que muestra
elementos como storyboards, hojas de reparto, localizaciones y
fotografías de los rodajes. A través de la fotografía y la hoja de la agente de
Brigitte Bardot, se recuerda que el director contó con la actriz francesa
cuando era una desconocida para protagonizar Novio a la vista (1955),
colaboración que no se produjo por la impaciencia del productor Benito Perojo
(Castro y Zunzunegui, 2021, p. 198). Asimismo, recoge los carteles originales
de sus películas que son, a la vez, parte de la historia de las artes y el
diseño español contemporáneo como demuestran los affiches
de Jano (Francisco Fernández- Zarza), José Peris Aragó,
Jaime Olcina Rodilla, Manuel Summers, Mac (Macario
Gómez Quibus) y José María Cruz Novillo. También se expone material promocional en el que el
humor es el protagonista, como los dólares de Bienvenido Mister
Marshall con las efigies de Lolita Sevilla, Pepe Isbert y Manolo Morán. La sección recuerda su colaboración con Rafael
Azcona, con quien firmó diez guiones, desde Plácido (1961) hasta Moros
y cristianos (1987), en los que reconoce que la amargura se coló en su cine
(Hidalgo y Hdez. Les,
2020: 32). Del mismo modo recuerda a su elenco de actores habituales, la repercusión
internacional de su cine, lo que deseaba filmar y lo que realmente rodaba, así
como proyectos que nunca se concretaron [Fig. 3].
Fig.
3: Panorámica
de los carteles de las películas de Luis García Berlanga. Fotografía:
autor
Al igual que Alfred
Hitchcock con sus cameos cinematográficos, en la práctica totalidad de las
películas de Berlanga se hace referencia al Impero austrohúngaro. Como recuerda
el director «Al llegar a una película, la cuarta mía, comprobé que en mis dos películas anteriores, por un azar o lo que
sea, había metido la palabra ‘austrohúngaro’, que ya de por sí es una palabra
muy rara, y había salido de una manera lúcida en esas películas» (Gómez Rufo,
1990, p. 378). Esta palabra clave es una coletilla y una llamada de atención a
un pasado extinto, una boutade que se cita con cierta melancolía y se
convierte en otro rasgo de su cine como recrea la sección «El tour del austrohúngaro. Recuerdos de aquí y de allí».
Berlanga cultivó una
imagen de erotómano para mitigar su indefensión ante a la mujer, la soledad y
la muerte. La exposición dedica una habitación aparte, una salita que nos
introduce en «Eros y miedos. Fetiches»,
que muestra dibujos, objetos, libros y otros elementos que el director utilizó
en sus películas y otros de su colección privada. En este sentido, son
importantes las imágenes del Pierre Molinier que,
según Antonio Gómez Rufo, sirvieron para inspirar la muñeca de Tamaño
natural (1974), filme representado con dos fotografías. Del mismo modo, se
hace referencia a la colección ‘La Sonrisa Vertical’, que Berlanga fundó con
Beatriz de Moura para Tusquets en 1977, haciendo pública la pátina intelectual
de su afición por el erotismo.
Los orígenes
valencianos de Berlanga fueron determinantes en su obra, por lo que la
penúltima sección se dedica a las fallas. El futuro cineasta las observó desde
las privilegiadas vistas del Hotel Londres en la plaza del Ayuntamiento que era
propiedad de su familia, así como por los distintos barrios del centro de la
ciudad. En su madurez, su efigie se convirtió en ninot y fue distinguido
como Fallero mayor. El montaje de la sala recrea una falla concebida por Carles
Berga en la que se amalgaman algunos objetos arquetípicos de sus películas: la
bicicleta, la barca, las banderitas norteamericanas y un ataúd dispuesto sobre
el motocarro de Plácido. La instalación se completa con la proyección de
una cremá y una fiesta pirotécnica. Además, se
exponen dos objetos emblemáticos para el director: una caja de cerillas de la
División Azul y un fósforo que guardó de una exposición de Zaj
en la década de 1960. El montaje de la sala combina tradición y vanguardia en
estado puro.
El adjetivo ’berlanguiano’
define unas condiciones extraídas del particular universo fílmico del director,
un término que es parte del habla española. Diversas personalidades del mundo
de la cultura y de la farándula debaten en una instalación audiovisual sobre este
y se acercan a su figura y su obra. Quizá es la sección más discutible, ya que
algunos de los intervinientes tienen poco o nada que decir, aparte de refrendar
su participación en la esfera mediática española; apariciones que, por otra
parte, revalidan lo berlanguiano en todo su esplendor: «Aquí la cultura –afirmaba
el director en 2000– no es un arte, ni un comercio, ni una industria. No es
nada» (Gómez Rufo, 2000, p. 97).
Interior Berlanga muestra algunas de las
facetas desconocidas que el director preservó celosamente a través de la
construcción de su personaje público. El montaje, que combina lo popular y lo
erudito, muestra una parte destacable pero ínfima de los miles de objetos que
atesoró en su vida y que seguramente se podrán consultar en línea en unos
meses. El cineasta se jactó de no haber tirado nunca un papel, convencido
probablemente de la relevancia de su carrera cinematográfica. Creador incómodo
que irritaba a todos, la muestra incide en sus problemas con la censura y la
autocensura para no desafiarla como resume su frase «me censuro a mí mismo
hasta lograr no escribir nada». La exposición establece una panorámica vital y
creativa en la que queda claro su espíritu anárquico, desligado de cualquier
ideología que no fuera la fidelidad a sí mismo. Mantuvo que, desde sus inicios
de ‘hacedor de películas’, había buscado filmar historias que fueran el reflejo
de nuestras contradicciones sin ser dogmático. Eso es, probablemente, lo que lo
hizo único.
Referencias bibliográficas
Castro de Paz, J. L. y
Zunzunegui, S. (2021). Furia española. Vida, obra y opiniones de Luis García
Berlanga (1921-2010), cineasta. Vol. II. Generalitad
Valenciana, Filmoteca Española.
Gómez
Rufo, A, (2000). Berlanga. Confidencias de un cineasta. Madrid: JC.
Gómez
Rufo, A. (1990). Berlanga, contra el poder y la gloria. Temas de Hoy.
Franco,
J. (2005). Bienvenido Mister Cagada. Memorias
caóticas de Luis García Berlanga. Aguilar.
Hidalgo, M. y Hernández Les, J. (2020). El
último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga. Alianza. Edición de
Kindle. www.amazon.com.
Losada,
M. (ed.). (2011). Los cuadernos inéditos de Berlanga. Sial Pigmalión.
Perales,
F. (2011). Luis García Berlanga. Cátedra.
Vicent,
M. (2020). Ava en la noche. Alfaguara.
Villena, M. A. (2021). Berlanga. Vida
y cine de un creador irreverente. Tusquets.
VV.
AA. (2021). El universo de Luis García Berlanga. Notorius.
Cómo citar este artículo:
Mancebo Roca,
J. (2023). Interior Berlanga. 1
de marzo al 2 de junio de 2024 CaixaForum de València.
Comisariada por Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas. Revista Eviterna, (16), 120-125
/ https://doi.org/10.24310/re.16.2024.20117