SCREENING OXFORD
CIUDAD, UNIVERSIDAD Y CINE
SCREENING OXFORD
CITY, UNIVERSITY AND CINEMA
Domingo Sola Antequera (Universidad de La Laguna)
Recibido: 20 de enero 2022 / Aceptado: 04 de marzo 2022
Resumen: Oxford se ha transformado en una localización bastante habitual en la gran pantalla. En general, la imagen de las ciudades en el Séptimo Arte no son otra cosa que nuestra proyección de las mismas, una singular metáfora de cómo entendemos nuestra vida en ellas. Las urbes son a la vez lugar de encuentro y encrucijada de múltiples intereses que no le son ajenos y que tienen que ver con sus paisajes humanos, con la política, con el desarrollo urbano o con los conflictos sociales. La que nos ocupa es el paradigma de ciudad universitaria que aun referenciada continuamente apenas ha tenido presencia como tal en el mundo audiovisual. Los filmes rodados en ella han sido numerosos, tanto los que se han interesado por la vida dentro y fuera de las aulas, como los que se han preocupado por la obra de sus más reconocidos profesores. No toda la producción ha sido británica, aunque si mayoritariamente, pues de hecho el cine fantástico del otro lado del Atlántico ha recurrido a la capital de Oxfordshire y a su campiña con relativa frecuencia en los últimos años. Sea como fuere, nuestro interés se centrará en entender las razones de su uso como escenario, aunque rara vez como personaje.
Palabras clave: Cinema; Ciudad Universitaria; Filmación; Oxfordshire.
Abstract: Oxford has been an important location for many filmmakers. On the whole, screening cities reveals how we deal with our own idea of metropolis and the way of living in it. They all are meeting places and crossroads of different cultures, social issues, disturbing urban projects and from now on the natural place for the development of human landscapes. In this case we are focusing on the University city par excellence. A large number of movies has been shot there, many of them interested in the college life and many others that have been concerned with the works of its most renowned teachers. Not all the production has been British, in fact, fantastic cinema from the other side of the Atlantic has focused to the capital of Oxfordshire and its countryside with relative frequency in recent years. Definitely, the city has been very well portraited as a film set but almost never as a film character. To deepen the study of this issue is our purpose.
Keywords: Cinema; University Campus; Film making; Oxfordshire.
Como citar este artículo:
Sola Antequera, D. (2022). Screening Oxford. Ciudad, universidad y cine. Revista Eviterna, (11), 213-228 / https://doi.org/ 10.24310/Eviternare.vi11.14147
1. Introducción y objetivos
Los trabajos que han intentado profundizar en cómo el cine ha retratado a las urbes más icónicas de todo el planeta han sido recurrentes en los últimos años, aunque siempre interpelando a aquellas más emblemáticas cinematográficamente hablando, caso de París, Roma, Nueva York, Londres o Berlín, por citar solo las más obvias. Todas ellas han permitido no solo mostrar la belleza de sus escenarios, sino que se reflexione en ellos sobre las preocupaciones del hombre contemporáneo.
Hablar de ciudades es también hacerlo de muchas otras cosas que suceden en ellas, desde los conflictos sociales hasta los inconvenientes del desarrollo urbano. Sin duda, todas ellas tendrán mayor interés cuanto más complejo y diverso resulte su paisaje humano, especialmente en aquellas convertidas a lo largo del último siglo en importantes polos de atracción migratoria. Por otra parte, como decía Eduardo Subirats Rüggeberg, (1985), las ciudades son los símbolos históricos de la cultura que lleva su nombre: la civilización, el orden y el cúmulo de experiencias que las recorren.
Estos procesos han permitido que cuando han sido retratadas por el Séptimo Arte hayan transitado de meros escenarios hasta convertirse en otro protagonista más de los relatos. Oxford, la pequeña ciudad universitaria capital del condado de Oxfordshire, en el sudeste de Inglaterra, tantas veces utilizada por el cine y la televisión, parece que no ha vivido esta transformación. Su bellísima arquitectura, sus pintorescas calles y su campiña se han limitado a ser repetidamente el escenario en el que acontece la vida universitaria en la ciudad que la representa por excelencia.
En cualquier caso, el Oxford de la pantalla será el reinterpretado por los realizadores, producto de su mirada sobre la urbe, de sus propias experiencias y de cómo se aferran al relato de referencia con el que trabajan. Con todo ello, lo que al final percibimos durante la proyección es una utopía construida a partir de pequeños fragmentos narrativos o, lo que es lo mismo, la versión personal de cada uno de ellos.
Como expresa Miguel Á. Chaves: «estas representaciones de la ciudad no son únicamente imágenes de una realidad cartografiada por urbanistas y arquitectos desde la frialdad y la objetividad del proyecto, sino también y, sobre todo, los paisajes y las formas imaginadas, recreadas e interpretadas subjetivamente por la mirada de pintores, escultores, fotógrafos, grabadores o cineastas» (Chaves, 2018, p. 40).
2. La ciudad
Oxford siempre ha sido un lugar especialmente inspirador. No solo hablamos de que lo haya sido para la industria del entretenimiento, sino que también para la literatura. Recordemos la importancia que esta tuvo para los escritores que conformaron el Inklings, especialmente para J.R.R. Tolkien o C.S. Lewis, que solían reunirse en el Pub Eagle and Child, también para Carroll cuando imaginaba las aventuras de Alice in Wonderland en algunos de los más singulares rincones de la ciudad o, más tardíamente, para Philip Pullman, cuya trilogía His Dark Materials transcurre parcialmente en uno de sus college.
Estos conforman el más reconocible de los paisajes urbanos de la ciudad junto con las agujas o spires, que apuntan al cielo en el retratadísimo skyline oxoniense. Son treinta y ocho los que se diseminan por toda la urbe, incluyendo múltiples edificios o bibliotecas tan emblemáticas como la Bodleian, una de las más antiguas de Europa, fundada a principios del siglo XVII por sir Thomas Bodley, diplomático y miembro del Merton College.
Curiosamente y a diferencia de muchos otros centros universitarios, la de Oxford carece de campus. Este concepto es el que es sustituido por el de college, término elegido para denominar una institución educativa y el lugar donde los alumnos se reúnen con su profesorado y otros colegas para estudiar y debatir sobre las materias que experimentan. Cada uno de ellos, además, posee lugares de reunión comunal, así como comedores, bibliotecas, centros para actividades deportivas o las residencias para los estudiantes. Es muy característico, además, que de forma individual y diferenciadora, cada uno posea una reputación que le preceda, marcada por la excelencia de sus egresados, por la proyección de sus notables o la orientación política de sus miembros más reconocidos e, incluso, por la propia idiosincrasia de la educación recibida en alguno de ellos. De esta forma, aún habiendo estudiado en esta prestigiosa universidad, no es lo mismo haber salido de las aulas del St. John’s College que del Wadham o del Keble. Es por ello que en los filmes que realmente se centran en la vida académica suele apreciarse la lealtad al college donde se ha estudiado y no se habla de la universidad como un ente único.
Cualquiera de ellos tendrá una serie de espacios absolutamente icónicos que son los que aparecen en pantalla: los magníficos comedores, dinning halls, llenos de retratos en las paredes de antiguos alumnos y miembros del staff académico del centro, los grandes claustros y las capillas, algunas tan antiguas como la del Merton, fundada hacia mitad del siglo XIII, aunque reconstruida con posterioridad.
Junto a estas edificaciones, otro de los iconos más característicos del mundo universitario oxoniense será el Teatro Sheldonian, obra de Sir Christopher Wright, pues en él se realiza una ceremonia anual especial con los nuevos matriculados en la que estos, tras firmar, se convierten en miembros de pleno derecho. Uno de los primeros filmes que mostró este espacio en la gran pantalla fue La puerta del cielo (Heaven’s gate), obra magna de Michel Cimino, estrenada en 1980 [Fig. 1]. La película tenía que haberse rodado en Harvard, pero habían declinado la petición de los productores por lo que decidieron transformar Oxford en la universidad estadounidense y el Sheldonian en un hall ceremonial donde vemos graduarse al alumnado de la harvadiana al comienzo de la cinta. Esta transformación de la ciudad británica en otros escenarios de otros tantos lugares, reales o imaginarios, va a ser constante.
Fig. 1: Teatro Sheldonian en La puerta del cielo (Michael Cimino, 1980).
Pero la arquitectura monumental no suele ser el único objeto de la cámara cuando retrata la vida universitaria. Los alrededores, lo que los británicos denominan como los meadows, acomodan otros tantos sets cinematográficos con un pintoresquismo y atractivo únicos, que parecen haberse quedados congelados en el tiempo desde hace siglos en el condado de Oxfordshire. De hecho, muchas de las panorámicas que nos muestran parte su skyline están tomadas desde campiña que circunda el Christ Church o el Merton College.
Diariamente es habitual encontrarse allí a cientos de estudiantes, bien tomándose algún descanso o, lo que es más común, practicando desde deportes típicamente británicos, como el cricket o el lacrosse a universales, como el frisbee o de ficción, como el quiddicth popularizado por los filmes de Harry Potter y obviamente adaptado a la imposibilidad de elevarse sobre los campos. A su vez, los canales que conectan la ciudad con el Támesis han sido ampliamente popularizados, aunque en ellos no se realice el tradicional enfrentamiento en traineras contra Cambridge. En realidad, la regata en la modalidad de 8 sin timonel se realiza anualmente en el río a su paso por Londres, entre Motrlake y Putney; mientras que lo que se lleva a cabo en Oxford, en el Iffley Road Sports Complex son los entrenamientos físicos para la competición, mientras que los acuáticos se efectúan en la Fleming Boathouse, a unas 13 millas al sur de la ciudad.
Todos estos elementos compondrán su carácter, lo que Pavés y García Gómez (2014, p. 11) denominan, `personalidad identitaria’, lo primero que identificamos al pensar en la ciudad e identificar su perfil y su esencia icónica.
Más allá de la vida en las aulas, el protagonismo lo adquieren los pubs que se diseminan por la ciudad, llegando en ocasiones a cobrar mayor entidad que los propios espacios para la enseñanza. Sin duda, cumplen con una mayor función dramática, dentro y fuera de la pantalla, pues suele ser donde transcurre la animada vida nocturna de la ciudad y donde acontecen muchas de las historias que transitan las novelas y las salas de cine. Ya hemos apuntado en el que se reunían los Inklings, pero hay muchos otros famosos por diferentes razones: el Turf Tavern es el más cinematográfico y reputado por haber ocultado los amoríos entre Elizabeth Taylor y Richard Burton, y por las visitas de los protagonistas de Harry Potter mientras filmaban en la ciudad; The Crown, solía ser frecuentado por William Shakespeare cuando iba a Londres desde Stratford o The Trout Inn, el preferido por estudiantes y profesores de la universidad, mencionado en diversas ocasiones por escritores como Philip Pullman o Lewis Carroll.
Ciertamente, la ciudad tiene otros muchos encantos, pero apenas han tenido presencia en las pantallas, como el cerca de un centenar de bibliotecas, el jardín botánico más antiguo de Reino Unido o el Mueso Ashmolean, entre otros tantos.
3. La vida universitaria
Si bien muchos filmes han usado el Oxford icónico y monumental son bastantes menoslos que han focalizado su interés en retratar desde dentro la vida en los colleges. Es cierto que contadas películas abordan el interés de los jóvenes británicos por conseguir una plaza en la prestigiosa universidad, como sucede con el personaje de Carey Mulligan en An Education (Lone Scherfig, 2009), o un poco más tarde con el de Emma Stone en The Amazing Spiderman (Mark Webb, 2012) o, en tono de comedia, con los chicos de The History Boys (Nicholas Hytner, 2006). En cualquier caso, todas ellas se quedan en ese primer momento en el cual se solicita una plaza y se espera la aceptación. Solamente en Oxford Blues (Robert Boris, 1984) se presenta una de las escenas de matriculación, en este caso una ceremonia en el Sheldonian. Sea como fuere, ninguna explora más allá en el devenir de la vida en los college ni en las sutilezas y diferencias entre los estudiantes de cada uno de ellos.
Obviamente, podemos entender que las escenas de la franquicia de Harry Potter rodadas en los estudios de la Warner en Leaevesden, en el singular set del Gran Hall de Hogwarts, recrean la imagen del comedor del Chrsit Church[1] y la vida de los alumnos de las cuatro casas -Gryffyndor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin- tienen un lejano parecido con los estudiantes oxionanos, al menos en aspecto y en ciertos clichés y comportamientos, o en ceremonias como las de la exquisita formalidad que se desprende siempre de las cenas oficiales, aunque evidentemente estos filmes no son ningún referente de la experiencia estudiantil en Oxford.
Lone Scherfig volvería unos años después de en An Education a interesarse por recrear la vida de un grupo de alumnos de la élite oxoniana reunidos en torno a un círculo denominado el `Riot Club’, nombre que adopta también la película. En realidad, la obra es una adaptación de una novela firmada por la dramaturga Laura Wade, “Posh” (Wade, 2010). La historia relata unos días en las actividades transgresoras y gamberras de los miembros de una peculiar sociedad de estudiantes de élite que está preparando una noche salvaje de libertinaje, decadencia académica y terrorismo social. El filme sigue con cuidado los actos de este conjunto de jóvenes ricos y de dudosa moral, dejando claro que son solamente un grupúsculo entre tantos otros cuyo interés realmente es la excelencia académica. Si bien el filme utiliza diversas localizaciones de la ciudad, casi todas ellas son exteriores, como las tomas en Catte y High Street, Radcliffe Square o los interiores de la biblioteca Duke Humfrey’s; aunque será el Winchester College, de la ciudad homónima, donde se ruede el origen del Riot Club y algunas de las escenas posteriores de las actividades dentro de los espacios de la universidad.
Obviamente, existen otras tantas películas que reflejan algunos aspectos de la vida de los estudiantes y profesores tanto dentro como fuera de Oxford, si bien prácticamente en ningún caso se centran en los avatares de la vida en esos años. Parecen interesar mucho más los conflictos laborales, los problemas a la hora de aplicar o conseguir una plaza, las relaciones externas, la graduación, los problemas de pareja o situaciones similares. También es cierto que cualquier filme ambientado en Oxford, en Yale, en Harvard o en Cambridge, pero especialmente en los centros británicos, subrayan continuamente algunos de los clichés más extendidos de estas instituciones, hablamos de su elitismo, de la extravagancia de algunos de sus ceremoniales, sus extrañas tradiciones, sus sociedades privadas y sus ropajes de otra época.
Filmes como La teoría del todo (The Theory of Everyting, James Marsh, 2014), Como locos (One Day, Lone Scherfig, 2011), Siempre el mismo día (Like Crazy, Drake Doremus, 2011) o X-men. Primera generación (X-men First Class, Matthew Vaughn, 2011) serían algunos ejemplos de ello, aunque no todas ocurran en los college oxonianos y referencien otros tantos centros educativos.
Al comienzo de Mamma mía: una y otra vez (Mamma mía: Here we Go Again!, Ol Parjker, 2018), la precuela del clásico de Phyllida Lloyd [Fig. 2], se captura el ambiente pintoresco y animado de las calles de la ciudad con parte del cast más joven del filme en bicicleta en la escena en la que una joven Donna, interpretada en este caso por Lily James, aparece por primera vez en pantalla. No es una escena específicamente universitaria, pero si muestra el ambiente de los jóvenes estudiantes de la ciudad vestidos con las tradicionales togas.
Fig. 2: Calles de Oxford en Mamma mía: una y otra vez (2018).
A pesar de todas las referencias anteriores, la revista The Oxford Student considera, en un trabajo realizado por Miranda Reilly (2016), que Un chico listo (Starter for 10, Tom Vaughn 2006) es la mejor obra que aborda desde el punto de vista ácido el entorno vital de los universitarios británicos, con la característica y peculiar cultura de las islas.
4. Oxford no es siempre Oxford
En un buen número de filmes rodados en la localidad esta es solo un set que sirve para recrear otros tantos lugares que necesiten el escenario de una ciudad monumental, típicamente británica, o bien los college de una universidad de prestigio, como sucedía en la ya citada La puerta del cielo.
Desde hace unos veinte años para atraer rodajes al condado viene funcionando la Oxford Film, una Charity dedicada a los media que apoya a creadores y realizadores a través de programas de formación así como facilitando screenings, rodajes e implementando la exhibición. Esta asociación trabaja conjuntamente con el Oxfordshire County Council, que facilita las application forms para filmar en todo el condado (filming@oxfordshire.gov.uk). Gracias a ambas asociaciones es mucho menos complicado acceder a cualquiera de los espacios icónicos de la ciudad cámara en ristre.
Entre informaciones relativas a los costes, requerimientos y obtención de permisos aportan también otras para quienes quieran rodar en algunos de los espacios de la universidad, especialmente sobre las localizaciones disponibles y la coordinación de todos los elementos necesarios. Para ello la propia universidad dispone del Film and Television Coordinator, Educational Media Services:
The ‘Oxford University Media Production Unit’ runs a filming coordinating service which acts as a starting point for film companies wishing to use the University as a location and provides advice and support for those parts of the University which receive requests to act as location for commercial filming.
Es muy probable que la serie de los filmes sobre la franquicia de J.K. Rowling, Harry Potter, sean las películas contemporáneas más reconocidas de todas las rodadas en Oxford simulando ser otro lugar. Ya hablamos del Gran Hall de Hogwarts inspirado directamente en el del Christ Church, al igual que su gran escalera, que ha sido usada en varios de los filmes. Pero además, durante el rodaje de Harry Potter y el Cáliz de fuego (Harry Potter and the Goblet of Fire, Mike Newell, 2005) se utilizaron los claustros del New College y la Bodleian para simular la enfermería del colegio.
A lo largo de las siete películas otros emblemáticos lugares han sido ampliamente convertidos en sets. El Divinity Hall de la biblioteca anterior se transforma en salón para las clases de baile de la profesora McGonagall en el Cáliz de fuego y también en el lugar donde se reúnen los estudiantes maltrechos tras el enfrentamiento final en el último filme de la saga, Harry Potter y las reliquias de la muerte: parte II (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part II, David Yates, 2011). En el mismo lugar se recreó la antigua biblioteca de Hogwarts, en la denominada Duke Humfrey’s Library, un área con una de las colecciones más antiguas de libros medievales que aparecerá nuevamente en el Cáliz de Fuego y con anterioridad en Harry Potter y la Cámara de los secretos (Harry Potter and the Chamber of Secrets, Chris Columbus, 2002). Todos estos espacios encajaban perfectamente con el diseño historicista, de filiación neogótica y de estilo Tudor, de la gran mayoría de los utilizados para recrear Hogwarts porque como decía Stuart Craig encargado del diseño de producción en las adaptaciones de las obras de Rowling, «el mundo mágico tiene una escala de tiempo diferente» (McCabe, 2011, p. 372). Estas referencias tan propias de la idiosincrasia británica consiguen dotar, según l. Marcos (2016, p. 114), «al universo icónico de los filmes de Potter de una credibilidad que apuntala lo que vemos en la pantalla más allá́ de los simples referentes fantásticos, habituales en productos de similar factura e intenciones».
Los claustros del New College fueron utilizados en el `Torneo de los tres magos’ o el lago cercano al Blenheim Palace, a pocas millas al norte de Oxford, serviría para que transcurra parte de la acción en la séptima película. Independientemente de estas localizaciones la propia Rowling afirmaba[2] haberse inspirado para la creación de algunos de los artefactos que aparecerán en las novelas y filmes en los del Pitt Rivers Museum, un centro con una gran colección etnográfica que incluye algunas cabezas reducidas que se copiarían en el bus fantasma de Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Harry Potter and the Prisonerof Azkaban, Alfonso Cuarón, 2004), así como algunos objetos de attrezzo que aparecerían en el Callejón Diagón.
Obviamente las inspiradoras arquitecturas oxonianas han aparecido en muchos otros filmes que no las referencian y que, por tanto, carecen del sentido dramático necesario para que experimentar la ciudad y su pulso vital. Es así que el Blenheim ha aparecido recientemente en Cenicienta (Cinderella, Kenneth Branagh 2015), Misión imposible: Nación secreta (Mission Impossible: Rogue Nation, Christopher McQuarrie, 2015) o en Transformers: el último caballero (Transformers: The Last Knight, Michael Bay, 2017), pero en ningún caso sabemos exactamente dónde estamos ni que la belleza atemporal de esta impresionante residencia de los duques de Marlborough se encuentre a las afueras de Oxford y haya aparecido constantemente en la gran pantalla.
Estas residencias de la campiña, algunas con un evidente estilo Tudor, sirvieron para el rodaje de series como Wolf Hall (2005), dirigida por Peter Kominsky, o filmes como La locura del rey Jorge (The Madness of King George, Nicholas Hytner 1994) y Shakespeare in Love, la polémica cinta de John Madden de 1998, todos ellos rodados en el Broughton Castle. En otras ocasiones espacios oxonianos han servido para recrear lugares muy distantes. Es así cómo Anna Karenina, filmada por Joe Wright en 2012, utilizaría el Didcot Railway Centre para convertirlo en la estación ferroviaria de San Petersburgo [Fig. 3].
Fig. 3. Didcot Railway Centre en Anna Karenina (2012).
En otros casos, como el de La favorita (The Favouttite, Yorgos Lanthimos, 2018), Olivia Colman que interpreta a la reina Ana Estuardo, preside la Cámara de los Comunes celebrando el final de la guerra y de nuevo el set escogido sería el de la Biblioteca Bodleian, aunque más allá del carácter historicista de la primera apenas tengan coincidencias en el diseño arquitectónico.
En ocasiones, edificios que hoy han sido totalmente transformados normalmente en espacios museísticos aparecen con su antiguo uso. El ejemplo más reconocible es del Castillo y prisión de Oxford, fortaleza en el centro de la ciudad levantada originariamente en el siglo XII en claro estilo normando, transformada hasta el siglo XIX y cerrada definitivamente en 1996. Hoy es una mezcla de centro comercial, museo y pequeño hotel. Esta icónica edificación ha aparecido en 102 Dálmatas (102 Dalmatians, Kevin Lima, 2000) y en Un pez llamado Wanda (A Fish Called Wanda, Charles Crichton, 1988). En ambos casos reproducen antiguas cárceles y se filma en los exteriores, cuando alguno de los personajes es liberado de prisión. En el primero de los filmes, Cruella de Vil, interpretada en la cinta por Glenn Close [Fig. 4], supuestamente reformada y en libertad condicional parece comenzar una nueva vida después de pasar tres años encerrada, sin que se nos especifique dónde.
Fig. 4. Frente al Castillo de Oxford en 102 Dálmatas (2002)
Por el contrario, filmes que debieran haberse filmado en la ciudad británica y que suponemos estar viendo en la pantalla, nunca estuvieron allí. El caso más flagrante es el de Tolkien, dirigida por Dome Karukoski en 2019, un biopic no autorizado sobre los años de formación del reconocido escritor de fantasía británico, que transcurrieron parcialmente en Oxford antes de licenciarse en 1915 en el Exeter College y unirse al ejército, al servicio de los Fusileros de Lancashire durante la Primera Guerra Mundial.
La película recrea algunos de los lugares que transitaba de joven, especialmente los pubs en los que desarrollaba su afición a las tertulias con sus compañeros del Inklings, especialmente con Lewis, pero casi todos los interiores fueron construidos en los Tatton Studios en Cheshire, así como los exteriores en el St. George’s Hall, el ayuntamiento de esta ciudad y los Stanley Dock de Liverpool, así como en el ayuntamiento de Manchester y las bibliotecas Chetham y John Rylands.
El jefe de los estudios de Cheshire explicaba algunas de las razones de la elección, entre ellas que poseían todos los recursos necesarios para llevar adelante la producción:
Set construction spanned several weeks and involved about a hundred people and then we had an additional 300 crew and a hundred extras for the actual shoot. The Tolkien team also needed production office space and facilities for wardrobe and make-up -and we’ve got it-. The other specific advantages of the Tatton Estate is that there are more than 6,000 acres – including a rookery, woodland, an orchard and various outbuildings – that are all under the same ownership (Geisinger, 2019).
5. Oxford en la pantalla
En las páginas anteriores hemos visto cómo el cine se ha interesado por la vida universitaria oxoniana y cómo se han utilizado muchos de sus edificios más emblemáticos para dar vida a otros tantos espacios que nada tienen que ver los de la ciudad y que sirvieron, tanto para arquitecturas historicistas de fantasía, como para convertirse eventualmente en la Cámara de los Comunes.
Hablemos ahora de los filmes rodados en Oxford y sus alrededores en historias que transcurren realmente allí. Independientemente de la selección que hemos realizado y dejando de lado las diferentes series cuya trama acontece total o parcialmente en la ciudad, caso de la reciente His Dark Materials de la HBO (J. Thorne,, 2019); A Discovery of Witches (Sara Walker, Alice Troughton y Juan C. Medina, 2018), en español titulada El descubrimiento de las brujas y producida por Bad Wolf.; Inspector Morse (John Madden, Peter Hammond, Herbert Wise, Adrian Shergold, Alastair Red y Danny Boyle, 1987), de Carlton Uk Productions; o la imperecedera Downton Abbey (Julian Fellowes, 2010), de Carnival Films & Television, las películas han encontrado en sus tradicionales arquitecturas y pintorescas calles espacios donde contar múltiples historias que poco o nada nos hablan sobre la ciudad.
Es cierto que este siempre ha sido el hándicap del Oxford cinematográfico, nada sabemos de él ni de sus conflictos reales, sus edificios no han sido más que espacios transidos de historias que no consiguen traspasar sus muros. Da igual que hablemos de los biopic de algunos de sus más prestigiosos profesores o lo hagamos de cualquier película de ficción sin mayor trascendencia que Oxford seguirá siendo solo un gran escenario, un lugar absolutamente atemporal, nunca se convierte en un personaje, no consigue tener la función dramática que ello requeriría. Es así que la ciudad jamás vive ningún tipo de conflicto social que la convierta en campo de cultivo para la reflexión intelectual.
La vida de C.S. Lewis, autor de la saga de Narnia, especialmente aquellos episodios que le empujaron hacia sus férreos posicionamientos cristianos o su matrimonio con la poetisa estadounidense Joy Gresham y los pocos años que pudieron compartir debido a su temprano fallecimiento, sirvieron de fuente de inspiración a diferentes creadores.
Esta historia se cuenta en Tierras de penumbra (Shadowlands, 1981), obra del británico Richard Attenborough que se había basado en la novela homónima de William Nicholson. El relato es emocionante en su forma de afrontar esta crepuscular historia de amor entre el académico del Magdalen College, absolutamente aislado del mundo real en su ascética vida, y su joven admiradora, quien le descubre una nueva manera de alcanzar la felicidad y lo coloca al límite de sus creencias personales y religiosas.
El filme arranca en la capilla del Magdalen mientras Lewis imparte docencia, para de ahí pasar a uno de esos almuerzos de cierta etiqueta en el Dinning Hall del mismo college, con lo que la voluntad de la película no era solamente biográfica, sino que intentaba ser verista en su puesta en escena. Junto a estos lugares relacionados con la docencia de Lewis, aparece también el Sheldonian, mientras que la casa de los hermanos Lewis, donde transcurre gran parte del metraje, la encontraron cerca de Surrey. Otra localización usada por Attenborough fue el Randolph Hotel, en Beaumont Street, desde cuyas cristaleras se puede ver el Ashmolean. Allí se encuentran por primera vez los protagonistas. En cambio, para las escenas en la estación de ferrocarril oxoniano se decidió filmar en Loughborough, Leicestershire, pues las transformaciones sufridas por la primera en las últimas décadas imposibilitaban su uso. La cámara retrata también muchos otros espacios del college mientras Lewis junto a Joy pasean por los claustros y edificios del centro.
Obviamente, la fidelidad de la obra a las localizaciones resulta notable, pero la manera de fotografiarlas no consigue subrayar el cinismo de los compañeros de Lewis frente a su docencia y ni siquiera reflejan la soledad del autor ante el mundo antes de conocer a la persona que lo cambiaría todo en su vida.
En 2021 se estrenaría The Most Reluctant Convert: The Untold Story of C.S. Lewis, dirigida por Norman Stone, que se ocuparía, con espíritu de docudrama, de los años en los cuales el escritor abrazaba profundamente el cristianismo, lo que marcaría con extrema claridad toda su obra posterior, diferenciándolo de gran parte de sus coetáneos y ganándole el escepticismo de sus colegas [Fig. 5] La cinta, producción americana hecha para televisión y orientada a los círculos cristianos en Estados Unidos, mantiene abierta una página en Fellowship For Performing Arts (https://fellowshipforperformingarts.vhx.tv) donde se aporta información de todos los avatares del rodaje, así como sobre las localizaciones en Oxford, comenzando por el Magdalen, aunque al estar basada en una aclamada obra de teatro asume el espíritu de esta y vuelca el drama en los interiores que acompañan las confesiones de Lewis a la cámara.
Fig. 5. El Hotel Randolpph en Tierras de penumbra (1981) y Max McLean en la biblioteca del Magdalen College, en The Most Reluctant Convert: The Untold Story of C.S. Lewis, (2021)
Curiosamente las adaptaciones de los libros de Narnia no pasaron por Oxford, filmándose en lugares tan dispares como Praga, Londres, Nueva Zelanda o en el Severn Valley Railway. Aún así, es muy probable que Lewis se inspirara en muchos de los lugares que transitaba en sus años como docente. Probablemente las imágenes de animales talladas en algunos de los claustros del college (Tuplin, 2018, p. 28) pudieron inspirar a los de las esculturas de la Bruja Blanca, Tilda Swinton en el primero de los filmes [Fig. 6], Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (The Chronicles of Narnia: The Liom, The Witch and the Wardrobe, Andrew Adamson, 2005) e incluso también a las figuras del ajedrez del primero de los filmes de la franquicia de la Warner, Harry Potter y la piedra filosofal (Harry Potter and the Philosopher’s Stone, Chris Columbus, 2001).
Fig. 6. Animales y seres en el Magdalen, (Meraj Chhaya y Adrian Scottow), en Las crónicas de Narnia (2005) y en el ajedrez de Harry Potter y la piedra filosofal (2001)
Otro autor de fantasía que también ha situado parte de la acción de sus novelas en los college de Oxford es Philip Pullman. Su obra más conocida es la trilogía basada en las aventuras de Lyra Belacqua, titulada La materia oscura/His Dark Materials y compuesta por tres libros: Luces del norte (1995), La Daga (1997) y El catalejo Lacado (2000), bastante controvertidas por sus posicionamientos religioso/filosóficos que chocaron frontalmente con algunos grupos cristianos, especialmente con la `Liga Católica’ estadounidense, que ha pedido la cancelación de la serie que la HBO está llevando a cabo sobre ellos y que también boicoteó la única película que New Line Cinema adaptó en 2007.
La primera novela se denominó en EE.UU. The Golden Compass [Fig. 7] y ese es el título del filme al que nos referimos, que en nuestro país se tradujo literalmente como La brújula dorada (The Golden Compass, Chris Weltz, 2007), con Nicole Kidman como mayor reclamo artístico. Fue uno de los mayores fracasos del cine de fantasía contemporáneo, por lo que la productora abandono el proyecto.
Tanto la serie de la HBO como la película comienzan con Lyra, la niña protagonista, jugando por las calles de Oxford y los claustros del Jordan College con los gyptians -gitanos en la traducción al español-. En esos juegos la cámara nos muestra los exteriores del Queens College y los alrededores del Christ Church, donde sube al zeppelín de la señora Coulter, aunque para el rodaje en interiores el equipo artístico decidiese utilizar el Exeter College. También en los primeros minutos se filma el Radcliffe Camera, una biblioteca de comienzos del XVIII, que se retrata con una iluminación fluctuante que parece emanar de ella simulando el concepto de universos paralelos que plantea la historia. A pesar de ello y como ya hemos visto en otros filmes, algunos espacios oxonianos se recrearon en otras ubicaciones, caso del comedor del Jordan que se filmaría en el Greenwich College de la ciudad homónima.
Es uno de los Oxford más bellamente retratado que, además, aporta la magia que requiere la historia de Lyra antes de que comience a complicarse tras subirse al dirigible. En este caso la ciudad natal de la protagonista solo aparecerá en el arranque de la historia y no como en la serie de la HBO donde en ocasiones se vuelve a ella para aportar nuevas informaciones.
Fig. 7. El skyline de Oxford y el Christ Church en La brújula dorada (2007).
La dramaturgia británica también ha tenido su presencia en el audiovisual rodado en el condado de Oxfordshire, especialmente en los palacetes y villas señoriales que salpican su campiña. Citábamos anteriormente Downton Abbey, la serie, pero me gustaría centrarme en dos filmes de una factura impecable: Retorno a Brideshead (Brideshead Revisited, Julian Jarrold, 2008) y Regreso a Howards End (Howards End, James Ivory, 1992).
La segunda de ellas está basada en una novela de Edward M. Foster, como muchos de los trabajos de Ivory, en una reflexión fría y distanciada sobre la prepotencia de la aristocracia británica y el peso de la justicia universal, con las maravillosas interpretaciones de Vanessa Redgrave, Anthony Hopkins y Emma Thompson. La historia transcurre entre Londres y las afueras de la capital, donde se encuentra la mansión en disputa que da título al filme. Las únicas escenas rodadas en Oxford son las que tienen que ver con Tibby Schlegel, el hermano menor de las protagonistas, que estudia en el Magdalen College, al que vemos paseando por el mismo y por las afueras del Clarendon Building, un edificio de comienzos del XVIII de clara inspiración neoclásica.
Más interesante para el tema que nos ocupa es la versión cinematográfica de Retorno a Brideshead, basada en la novela de mismo título de Evelyn Waugh que se había publicado originalmente en 1945. La historia de nuevo se focaliza en la aristocracia de las Islas a través de un romance que por momentos parece resultar imposible y que retrata el derrumbe de los Marchmain a través del propio declive de su palacio familiar.
La película transita a través de Charles Ryder, el protagonista, al que vemos estudiando en Oxford, donde conocerá a su amigo y ocasional amante Sebastian Marchmain, con quien se encuentra por primera vez en el Radcliffe Camera. Con él compartirá vivencias en el Magdalen, sin duda el college más retratado de todos los de la universidad oxoniana, aunque Sebastian realmente estudie en el Christ Church, probablemente uno de los más elitistas, mientras que Charles lo haga en el mucho más modesto Merton. Curiosamente, en la cinta ambos fueron filmados en el Lincoln College por cuestiones de permisos de rodaje, mientras que el palacio que da nombre al filme se rodó en Yorkshire, en el Castle Howard.
Sin duda, es el filme en el que los espacios cobran un mayor protagonismo, ahogando a quien en ellos transita, extendiendo su sombra como una tela de araña que resulta especular al derrumbe familiar en una historia que expone una máxima universal: solo buscamos que nos quieran y no siempre encontramos quien. Al fin y al cabo, es la historia de un fracaso e, insólitamente, encuentra un equilibro entre la intensidad emocional del relato y la puesta en escena.
Obviamente, otras novelas han buscado también las calles de Oxford como parte de su ambientación. Nos gustaría, por la significación de su autora, hablar de las memorias de Vera Brittain, empoderada feminista y pacifista de la primera mitad el siglo pasado, que publicadas en 1933 fueron llevadas a la gran pantalla en 2014 bajo el título de Testamento de juventud (Testament of Youth), siendo dirigidas por James Kent. Interpretada por Alicia Vikander, fueron parcialmente rodadas en el Merton College, viéndose el famoso Mob Quad, donde Tolkien estuvo quedándose mientras impartió docencia en el centro. Es otra adaptación bastante emocionante de la historia personal de Brittain, con ese preciosismo y perfección formal típicos del cine británico de época, donde realmente conmueve el drama personal mientras que los escenarios solo son el telón de fondo del sufrimiento humano.
En cuanto a nuestra cinematografía, merece la pena destacar el thriller de Alex de la Iglesia, Los crímenes de Oxford. Rodado en 2008 es una adaptación de la novela de Guillermo Martínez titulada Crímenes imperceptibles. Realmente en el filme la ciudad, donde fueron rodado la mayor parte de los exteriores, no adquiere en ningún momento el sentido asfixiante, frio y matemático de la historia, por mucho que la puesta en escena haga un esfuerzo evidente. En cambio, se decidieron usar, de manera mucho más acertada, visto los resultados finales, el Victoria y Albert Museum, así como el Kings College de Londres y el Old Royal Naval College de Oxford, que encajaban mucho más en sus arquitecturas con el opresivo relato de los crímenes.
5. Conclusiones
En definitiva, Oxford ha sido y seguirá siendo el escenario frio y ausente de múltiples realizaciones que sucumben ante la belleza que emana de su monumental perfil aristocrático y su elitista mundo universitario. No nos olvidamos en esta reflexión de otros filmes rodados en ella: Dr. Strange (Scott Derrickson, 2016), La momia (The Mummy, Alex Kurtzman, 2017) protagonizada por Tom Cruise, Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, Tim Burton, 2010), Octopussy (John Glenn, 1983) o Belle (Amma Asante, 2013), entre tantos otros, pero ninguno de ellos aporta nada sustancialmente diferente a los argumentos ya expuestos.
Sin lugar a dudas, como ya hemos mostrado a lo largo del texto, la ausencia de significativos conflictos sociales sufridos por la misma, así como la escasa importancia de la que ha gozado como urbe contemporánea, la han condenado a ser el bello, noble y ausente escenario que siempre ha sido, sin poder nunca atravesar el espacio liminar que con frecuencia representa. Aún así, la ciudad sigue siendo una de las más inspiradoras y mágicas que uno recuerda, mientras que el cine sigue buscando los entresijos de su alma.
6. Referencias bibliográficas
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