ROMA, LA PIÙ BELLA CITTÀ DEL MONDO

LAUDATIO DEL PROFESOR JUAN MARÍA MONTIJANO GARCÍA

 

ROMA, LA PIÙ BELLA CITTÀ DEL MONDO

LAUDATIO OF PROFESSOR JUAN MARÍA MONTIJANO GARCÍA

 

Sergio Ramírez González

(Universidad de Málaga, España) srg@uma.es

 

 

Tan conocida y popular locución ha sido elegida por el equipo editorial de la revista Eviterna de cara a encabezar el homenaje y reconocimiento al fallecido profesor Juan María Montijano García. Y, desde luego, no puede ser más acertada conforme a la verdadera fascinación que sentía nuestro compañero por aquella ciudad y por toda Italia en general. Difícil es recordarlo, tanto en su faceta personal como formativa, sin que atisbemos en nuestra retina la fastuosidad de algunos de sus edificios más significativos, a partir de las explicaciones más ortodoxas y las curiosidades, e incluso anécdotas, que recibimos por su parte durante años.

Cierto es que su trayectoria profesional y académica transcurrió por completo en la Universidad de Málaga, en el departamento de Historia del Arte; si bien, venía precedida ya de una estancia en la Real Academia de España en Roma y del inicio de varios proyectos de investigación en la península italiana. Algo que le marcaría de por vida y que le hizo volver constantemente en cada hueco del calendario y períodos vacacionales de los que disfrutaba.

Juan María Montijano estuvo adscrito a la UMA durante 24 años, en los que le tocó abrirse paso con denodado esfuerzo a través de buena parte de las figuras contractuales de la carrera universitaria; esto es, desde becario FPI del Ministerio de Educación y Ciencia a profesor asociado y, finalmente, titular. Disfrutaba de la docencia conforme a una manera muy particular de impartirla, volcado en la libertad de cátedra que llevaba al último extremo. En otras palabras, abogó siempre por clases magistrales, sin ataduras; un ‘caos perfecto’ donde el tiempo se paraba en pos de ‘saborear’ las múltiples pinceladas que ofrecen las manifestaciones artísticas.

            Esa vocación docente se vio reflejada en asignaturas ‘muy suyas’, propias de su especialidad y que dominaba al completo. Son las relacionadas con los temas de la arquitectura de la Edad Moderna, la historia del urbanismo o las fuentes y teoría del arte. Las sesiones le servían para acercarse a un alumnado entusiasmado con su carisma y su manera positiva de ver la vida. Y, en especial, con aquellas aspiraciones de pisar suelo italiano para, de su mano y según sus doctas explicaciones, realizar una estancia de investigación o estudio, una tesis doctoral o simplemente visitar los rincones más bellos de Roma. En este sentido, quedará siempre en la memoria de numerosos alumnos el curso oficial sobre arquitectura que, desde 2011 y con carácter anual, llevaba a cabo in situ en la capital de Italia bajo el auspicio de la Universidad de Málaga. Desde luego, todo un acontecimiento del que participaban jóvenes y mayores, hombres y mujeres.

            Con esto ratificamos una vez más el lado humano de Montijano, siempre dispuesto a ayudar a quien a él se acercase. Y, en todo momento, demostrando un carácter combativo, negociador y reivindicativo, que quedó patente en las labores de gestión desempeñadas en el departamento de Historia del Arte. Algo que no solo benefició a estudiantes, sino también a profesores y compañeros, entre los cuales me incluyo, a quienes apoyó en la difícil empresa de buscar la estabilidad laboral y promocionar dentro de la carrera universitaria. Fueron siete años -de 2003 a 2009- de una briosa tarea como secretario y director del departamento, amén de miembro del claustro de la Universidad, junta de la facultad y sindicatos.

Quién le iba a decir a él que, en su lucha constante y particular con las nuevas tecnologías, sería el encargado de acometer la modernización y digitalización de las gestiones burocráticas o la adaptación docente al Espacio Europeo de Educación Superior. No me cabe la menor duda de que tanto esfuerzo acabó perjudicando de manera seria a su salud.

Y qué decir de la internacionalización institucional, implementada y desarrollada de manera satisfactoria en virtud de los vínculos creados con universidades italianas, tanto en el campo de las estancias Erasmus como en los seminarios de doctorado establecidos a través de la Seconda Università degli Studi di Napoli. Desde luego, iniciativas ideales con vistas a impulsar los intercambios de alumnado y profesorado.

En el campo de la investigación, se movió entre los ámbitos geográficos de Italia y España. Temas relacionados con la arquitectura del Renacimiento y Barroco, las edificaciones populares, el urbanismo, el arte mudéjar y la estética artística acapararon buena parte de su producción a través de numerosas monografías, capítulos de libros, artículos para revistas científicas y ensayos. Sin obviar, en su función más divulgativa, las diversas guías turísticas sobre ciudades italianas (Límite Visual) y españolas (UMA) que siempre resultan un componente útil para cualquier visitante.

Era una persona tenaz y escrupulosa en su quehacer investigador, un verdadero ratón de bibliotecas y archivos que no dejaba demasiado margen de continuidad en los temas que tocaba. Como ocurre con buena parte del profesorado universitario, Montijano se valió también de su pertenencia a diferentes proyectos impulsados por la administración pública y de otros fomentados por entes menores para sufragar algunos de los gastos ocasionados por los viajes y estancias de investigación. Cabe reseñar especialmente el I+D titulado Fondos documentales de San Carlino alle Quattro Fontane de Roma. Inventario y digitalización, capitaneado durante seis años y en el que tuvimos la suerte de participar tanto varios profesores malagueños como otros procedentes de distintas universidades.

Un proyecto este que se convirtió en el eje de articulación y resultado final de unas tareas que venía desempeñando desde al menos 1993: la catalogación de la biblioteca y archivo del célebre convento de trinitarios españoles de san Carlino alle Quattro Fontane. Se trata de su obra magna, sin duda, el mejor legado que nos ha podido dejar; de hecho, fue inaugurada con enorme repercusión mediática el 5 de diciembre de 2012, dispuesta, desde entonces, para poder ser visitada y consultada. El convento de san Carlino, su biblioteca y la orden trinitaria acapararon por completo los desvelos y estudios del profesor Montijano, junto al autor de tan célebre obra, el arquitecto Francesco Borromini. Fruto de tantos años de investigación vieron la luz numerosas publicaciones al respecto, pudiendo destacarse las relacionadas con el Libro de la Fábrica, principalmente el monográfico (1999) San Carlo alle Quattro Fontane di Francesco Borromini nella «Relatione della fabrica» di fra Juan de San Buenaventura. Il Polifilo.

Junto a Borromini, sería el pintor y teórico Giorgio Vasari el otro gran personaje sobre el que volcó buena parte de sus estudios. En efecto, acometió el análisis de su faceta como escritor en torno a la magna obra sobre las biografías de artistas. Tanto es así que le dedicó su tesis doctoral, centrada en la labor de conferir una nueva perspectiva de su vocabulario artístico, participando en la edición en español para Tecnos/Alianza. No puede obviarse, en ningún momento, el monográfico sobre la historia de la Academia de España en Roma (1998) y los diferentes escritos acerca del antiguo convento franciscano de san Pietro in Montorio y el emblemático templete ideado por Donato Bramante que se alza en su patio interior, así como la edición (1995) de la Vita Nicolai V Summi Pontificis de Giannozzo Manetti.

Tan destacados méritos y sus constantes aportaciones le valieron para recibir en 2006 la condecoración de cavaliere a través de la Croce dell’Ordine della Stella della Solidarietà, concedida por la República italiana. Un honor que pone de manifiesto el reconocimiento social a un trabajo arduo, meticuloso y pleno en aportaciones novedosas.

Mucho más podría aportarse acerca de la faceta académica del profesor Montijano, si bien un escrito de este tipo requiere siempre de una gran capacidad de síntesis y una moderación que no haga entender quien la lee que se trata de un elogio desmesurado. Entre otras cuestiones porque él mismo fue muy crítico en vida con la altivez de algunos docentes universitarios, así como de la pompa y ambiente un tanto artificial que se vivían en ciertos actos plagados de un excesivo protocolo. De ahí que, de todas las alabanzas hacia su persona que se puedan pronunciar, los que llegamos a conocerlo más directamente nos quedamos con su cercanía, su sencillez y su alegría.

Nadie como el célebre escritor especializado en literatura de viajes, Javier Reverte, para conformar una breve radiografía de su personalidad, actitud vital y pasiones artísticas. Lo conoció en Roma, en 2013, mientras preparaba el libro Un otoño romano (2014), un viaje personal del autor por los lugares más bellos de la ciudad. Al describirlo, cuenta que era «un hombre de carácter amable, delicado en el trato, muy culto y con una fuerza de espíritu encomiable: ha solventado con ánimo terco una operación de corazón y tiene un cáncer de pulmón del que va sobreviviendo a fuerza de quimioterapia, de férrea voluntad y ganas de vivir. Sospecho que mira la vida con cierta ironía, quizá porque sabe bien, como toda persona inteligente, que la vida es cualquier cosa menos justa»   

Para el presente homenaje al profesor Montijano, incluido como dosier autónomo en el número 10 de la revista Eviterna, contamos con diez textos escritos por personas que compartieron con él experiencias académicas, pero que, sobre todo, llegaron a apreciarlo en lo personal. También, con otros noveles investigadores que, siguiendo el espíritu fundacional de esta revista, han querido sumarse a la convocatoria aportando sus particulares visiones sobre diversas cuestiones de interés. Más allá de la aportación científica, tales trabajos en su conjunto entrañan un carácter afectivo que termina confiriéndoles un mayor valor si cabe. Sin olvidar, también, a quienes mostraron su intención de participar y que por diversas vicisitudes personales no han podido hacerlo finalmente.

Cuando hicimos el llamamiento a la participación en el dosier, marcamos una serie de vías de investigación estrechamente relacionadas con la trayectoria del profesor malagueño. Estas circulaban alrededor de temas tales como ‘Roma, centro del mundo artístico’, ‘Arquitectura italiana del Renacimiento y el Barroco’, ‘Pintura y escultura en el ámbito italiano de la Edad Moderna’, ‘Literatura artística: fuentes y aplicación práctica’ y ‘Estudios sobre cultura visual’. Una vez comprobado los resultados, podemos afirmar que se han cubierto con creces casi todas estas líneas, ofreciendo además una gran extensión de miras y transversalidad debido a la deriva adquirida por algunos de los contenidos. Es decir, que las directrices marcadas en un primer momento por el equipo editorial y este coordinador encuentran matices y ramificaciones que le confieren una enorme riqueza.

Claro está, Italia, Roma y su patrimonio histórico-artístico constituyen el eje capital. Por ejemplo, en el ámbito cronológico de la Edad Moderna, la profesora y arquitecta Rosa Maria Giusto profundiza en el papel desempeñado por dos hospitales para incurables de enorme relevancia dentro del sistema sanitario, urbano y arquitectónico de la Roma y Nápoles del momento: el de san Giacomo in Augusta y el de santa Maria del Popolo. Aunque hoy están ambos en estado ruinoso, rezuman aún los ecos de un esplendor edilicio e institucional resultante del constante apoyo dado por la nobleza de aquella época.

Para la Edad Contemporánea, la poblana Montserrat Andrea Báez Hernández profundiza en el constante tráfico de reliquias humanas de origen paleocristiano que, extraídas de las catacumbas romanas, se trasladaron a Francia y México a mediados del siglo XIX. Un artículo didáctico en el que se realiza un recorrido por el origen de tales movimientos, su particular función cultual y los actores involucrados, imbuido todo por un contexto político determinado en el que el componente artístico deviene de la recomposición ceroplástica de los cuerpos santos.

Reconocidos artistas de las distintas modalidades tienen cabida asimismo en este dosier. Cabe señalar al español Diego Velázquez, a quien los profesores de la Universidad de Barcelona, Rosa María Subirana y Joan Ramon Triadó, dedican un particular ensayo que indaga en las experiencias vividas en Roma y otras ciudades italianas. Y, además, lo patentizan emprendiendo paralelismos con la trayectoria del profesor homenajeado, hasta el punto de que, si a Velázquez le sirvió para cambiar su manera de crear, a Montijano le condicionó en todas sus facetas en virtud de lo que los autores denominan como ‘interferencias culturales’.

El otro gran referente pictórico español en la vertiente contemporánea, Pablo Ruiz Picasso, se convierte en protagonista de otro estudio de la mano de Pablo Salazar Jiménez, con un trasfondo similar al anterior. En otras palabras, se vuelve a incidir en su estancia en Roma en 1917, de cara a trabajar en los decorados del ballet Parade. El conocimiento de destacadas obras artísticas en esta y otras ciudades -como Nápoles-, acabaron influyendo en su estética pictórica e, incluso, en la temática e iconografía más utilizada. El doctorando Matteo Sanfilippo significa, sin embargo, el papel del escultor Pietro Consagra, encargado junto a otros arquitectos y artistas de reconstruir la población siciliana de Gibellina tras el terremoto de 1968. En aquella localidad puso en práctica sus teorías sobre la ciudad frontal, contraria a la arquitectura funcionalista-angulosa y tendente a la concreción de espacios públicos dispuestos al servicio de la sociedad.

Montijano se convierte, de nuevo, en el trabajo de Anna Gallo y Sergio León Guerrero, en el hilo conductor entre lo teórico y lo práctico; esto es, entre la reflexión de conceptos como patrimonio cultural, la espiritualidad de lo inmaterial y la concepción filosófica del diseño, unidos a través del proyecto de restauración y catalogación de la biblioteca de san Carlino alle Quattro Fontane. El legado no podía ser otro que convertir este histórico repositorio en un bien accesible, ordenado y puesto a disposición de la investigación.  

Pero lejos de cerrar aquí la proyección italiana, el conjunto de estudios se diversifica y adquiere mayor razón de ser en conexión con la trayectoria de Montijano, conectándose Roma y Málaga a través de los miembros de la familia Torres. Las encargadas de dar forma a esta investigación no son otras que las propias maestras del homenajeado, las profesoras Rosario Camacho Martínez y Aurora Miró Domínguez. Más allá de su destacada posición social y religiosa como arzobispos y cardenales, los homónimos Luis de Torres I, II y III desempeñaron una estimable labor benefactora y de promoción institucional y artística, materializada en la fundación de capillas y conventos tanto en Málaga como en Roma y Sicilia.

Málaga seguirá siendo objetivo de otros trabajos como el del catedrático Carlos Sambricio, al profundizar en la repercusión arquitectónica que tuvo en esta ciudad la arquitectura de la Ley Salmón de 1935. En realidad, un movimiento contrario al practicado durante la II República, tendente a la construcción de viviendas de alquiler destinadas clases medias imbuidas de un gesto de modernidad superficial y poco adaptado a Europa. Por su parte, la profesora Carmen González Román se mueve entre Málaga y Jaén con vistas a aproximarse a la écfrasis arquitectónica barroca, dentro de una de sus especialidades; es decir, el estudio de la literatura lírica, simbólica e interpretativa publicada sobre inmuebles tan emblemáticos como son sus respectivas catedrales. Todo ello, de la mano de los poetas Gaspar de Tovar y Juan Núñez de Sotomayor.

No dejan de ser interesantes, curiosas y pintorescas las muestras de arquitectura colonial española en Marruecos que desgrana el profesor Antonio Bravo Nieto. Para ello, nos traslada a la época del protectorado, en la primera mitad del siglo XX, para analizar bajo condicionantes políticos muy concretos algunos de los proyectos urbanos y arquitectónicos más llamativos, supeditados todos a una reconocible impronta estética que alude de manera directa a planteamientos manieristas y barrocos.

No son todos los que están, ni están todos los que son. Aun así, este grupo de compañeros, profesores e historiadores ha querido honrar con tales aportaciones científicas la memoria de un enamorado de Italia, de su historia y sus monumentos, de un verdadero enamorado de la vida. En definitiva, un buen y fiel amigo cuya alma volará para siempre entre los rincones luminosos de san Carlino [Fig. 1].    

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Fig. 1. Roma, 2006. Terraza de la iglesia de san Carlino alle Quattro Fontane con vistas hacia la basílica de santa María la Mayor. Uno de los rincones favoritos de Juan María Montijano en el complejo conventual. Fotografía: Juan María Montijano García.