INSPIRACIÓN CLÁSICA EN LA ARQUITECTURA COLONIAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XX EN MARRUECOS:

LA INFLUENCIA HERRERIANA Y BARROCA

 

CLASSICAL INSPIRATION IN THE SPANISH COLONIAL ARCHITECTURE OF THE TWENTIETH CENTURY IN MOROCCO:

THE HERRERIAN AND BAROQUE INFLUENCE

 

Antonio Bravo Nieto (UNED) anieto4@hotmail.com

 

 

Recibido: 9 julio 2021 / Aceptado: 11 agosto 2021

 


Resumen: El norte de Marruecos, territorio que durante la primera mitad del siglo XX estuvo bajo la administración española en forma de protectorado, fue una zona en la que se realizaron interesantes proyectos urbanos y arquitectónicos. En este artículo estudiaremos el intento por implantar un modelo de arquitectura colonial a lo largo de los años cuarenta, basado en formas clásicas que se inspiraban en los estilos herreriano y barroco. En el fondo, se pretendía crear un nuevo estilo basado en el rechazo de los modelos cosmopolitas y en la búsqueda de las raíces más clásicas y castizas de la arquitectura española. Un nuevo equipo de arquitectos dirigido por Pedro Muguruza acometió este proyecto, que cuenta con importantes realizaciones tanto en el campo del urbanismo como de la construcción arquitectónica, y que se desarrolla en las capitales de Tetuán, Larache, Alcazarquivir, Tánger o Nador.

Palabras clave: arquitectura colonial, Marruecos, clasicismo, Pedro Muguruza, Tetuán.

Abstract: Northern Morocco, a territory that during the first half of the 20th century was under Spanish administration as a protectorate, was a region where interesting urban and architectural projects were developed. In this article we will highlight the attempt during the 1940s to implement a model of colonial architecture, based on the most classical models of the Spanish architecture, rooted in the herrerian and baroque styles. This clearly shows the will of the Spaniards to implement something different from the local culture, along with the rejection of cosmopolitan models. A new team of architects, led by Pedro Muguruza, carried out these projects, with important achievements both in the field of urban planning (city projects) and architectural construction, mainly in the cities of Tetuan, Larache, Alcazarquivir, Tangier and Nador.

Keywords: colonial architecture, Morocco, classicism, Pedro Muguruza, Tetuan.

Cómo citar este artículo: 

Bravo Nieto, A. (2021). Inspiración clásica en la arquitectura colonial española del siglo xx en marruecos: la influencia herreriana y barroca. Revista Eviterna 10, 25-37 /

DOI: https://doi.org/10.24310/Eviternare.vi10.12971

 

1. Introducción

Es oportuno comenzar este trabajo[1] matizando un término tan ambiguo como puede ser el de arquitectura colonial o, al menos, precisar el uso que hacemos de él. En este caso, lo utilizaremos para referirnos a la arquitectura realizada en un país como Marruecos que, durante buena parte de la primera mitad del siglo XX, estuvo bajo el control de un protectorado ejercido por la administración española. También precisaremos que el estudio se centra sobre actuaciones y obras realizadas por técnicos españoles y que, por tanto, no dejaban de ser un ejemplo de exportación de formas y de ideas hacia un contexto en el que estas resultaban totalmente inéditas y con poca relación con las tradiciones locales.

            Es obvio que, en estos contextos extraeuropeos y sobre todo en relación con el tema que nos ocupa, pesaron mucho las cuestiones ideológicas y que son precisamente estas las que van a estar detrás de algunas elecciones formales o estilísticas (Beguin, 1983). En ocasiones, calificamos como colonial a un tipo de arquitectura que no es sino una simple repetición de lo que se hacía en esos momentos en la metrópoli. Pero, en otros casos, se implantaron estilos conscientemente, con pautas y directrices encaminadas a su promoción y siempre en atención a consideraciones políticas determinadas (Minnaert, 2005). De todas formas, tanto en uno como en otro caso, no se nos puede escapar que el último objetivo era justificar la superioridad de los repertorios formales y de las técnicas europeas frente a las tradiciones del país donde se desarrollaban.

            Con respecto al norte de Marruecos, podemos asegurar que no existió inicialmente por parte de la administración española un plan por determinar o imponer un estilo colonial concreto, al menos a rasgos generales (Bravo, 2000). Por esa razón, desde los inicios de este protectorado en 1913, vamos a encontrar una gran diversidad de formas y modelos en las arquitecturas que se edifican en sus ciudades. En las primeras actuaciones, encontramos opciones que van desde el eclecticismo hasta un neoárabe muy convencional, que evolucionan en la década de los veinte hacia soluciones más desornamentadas. A lo largo de los años treinta se produce una fuerte eclosión del art déco, en sus diferentes tendencias, tanto en las propiamente aerodinámicas como en las vinculadas a las formas zigzagueantes, que además se vieron ampliamente reflejadas en las artesanías vinculadas con la construcción.

            El déco, con su simplificación ornamental y atrevidas líneas, parecía actuar como el camino natural hacia una nueva arquitectura, que supuestamente confluiría en una concepción más moderna y cosmopolita, vinculada a las novedosas tendencias que se desarrollaban en Europa. Sin embargo, la Guerra civil española y el régimen político que salió triunfante de la contienda, alterarían drásticamente esta previsión.

2. La Guerra civil y el nuevo régimen

La dictadura que se implanta en España después de la Guerra civil intentó impulsar una política de intervención sobre la arquitectura y el urbanismo del país. Ligada en lo práctico a la necesidad de reconstruir y reorganizar muchas ciudades, en lo ideológico traducía la posibilidad de encontrar un estilo que reflejara un verdadero sentir español que, ligado a la tradición histórica y a un supuesto ideal de pureza, se pensaba encontrar en las formas vernáculas. A pesar del desigual resultado de la materialización de estas ideas en España, hay que destacar su importante repercusión en la zona de protectorado del norte de Marruecos que, en cierto modo, se convirtió en un privilegiado campo de actuación de esta política intervencionista.

            En la base de este fenómeno estuvieron distintas instituciones, comenzando por la Dirección General de Arquitectura de España, a cuyo frente figuraba el arquitecto Pedro Muguruza Otaño y, en Marruecos, la Delegación de Obras Públicas y Arquitectura de la Alta Comisaría.

            Muguruza va a dirigir todo este proyecto y diseñó un complejo programa para dotar a todas las ciudades del Marruecos español de planes de urbanismo que pudieran corregir sus desequilibrios y encauzar su crecimiento. A la vez, se proponían actuaciones concretas que permitieran poner en práctica las propuestas urbanas y que favorecerían la implantación de nuevas tendencias estéticas.

            La base de todas estas actuaciones, planificadas entre 1943 y 1944, fue la intervención sobre el trazado y la organización de las ciudades, pudiendo decirse que serían las capitales del protectorado las primeras que contaron en España con un programa coordinado de planes urbanos. Muguruza entendía la necesidad de renovar las diferentes herramientas de gestión y actuación para poder llevar a cabo sus propuestas, cuestionando los anteriores modelos de crecimiento urbanístico a la vez que su incapacidad para prever expansiones futuras. Por ello planeó una cierta especialización funcional de los sectores de la ciudad y se crearon nuevas barriadas que funcionarían como núcleos satélites, con dotación de plazas y equipamientos públicos que siempre contaban con mercados, escuelas o incluso iglesias; entre otros casos destacaremos la barriada de Sidi Talha de Tetuán -Tewan- o el llamado Barrio Nuevo en Larache -Leɛrayech-.

            En cuanto a la actuación sobre la ciudad ya construida, una de las propuestas más contundentes fue la de generar porticados con soportales en algunas de las calles y zonas más relevantes, como los que se llegaron a iniciar en Tetuán, en la avenida Mohamed V y en la plaza Muley el Mehdi. Lo que se pretendía era generar espacios a resguardo de las inclemencias climáticas y propiciar nuevas actividades económicas vinculadas a ellos. Los soportales implicaban una actuación muy agresiva sobre los edificios ya existentes, puesto que exigían modificaciones importantes de las fachadas y también refuerzos estructurales. Esto generó problemas financieros y oposiciones notables, como por ejemplo la propia dimisión por desacuerdo del entonces arquitecto jefe del servicio de Tetuán, Francisco Hernanz.

            Ciudades como Tetuán, Xauen –Shifshawen- o Alcazarquivir -Al-Qar Al-Kabīr- vieron levantarse estos soportales porticados, aunque también los encontramos en algunas actuaciones urbanas de estos años, realizadas en Ceuta y en Melilla.

3. Las revistas de arquitectura como medio propagandístico

Todas estas ideas contaron con un medio realmente poderoso de difusión, al verse reflejadas en varias revistas profesionales y técnicas. Ello supuso un gran impacto al recoger las diferentes propuestas y presentarlas ampliamente a un público cualificado, aunque también encontramos referencias en publicaciones de ámbito más general, algunas de ellas ligadas al mundo colonial español.

            La Revista Nacional de Arquitectura dedicó varios números monográficos a los planes de urbanismo y actuaciones que se querían acometer en Marruecos[2]. En sus páginas encontramos una amplísima exposición de los planes de reforma y su defensa por Pedro Muguruza (1944 a, pp. 53-58). El mismo arquitecto también publicó varios artículos en la revista África (1944 b, pp. 4-9) (1946 b, pp. 2-3) y en el Instituto de Estudios de la Administración Local (1946 a), al igual que Juan Arrate Celaya (1952, pp. 535-554).

            Sin embargo, resulta curioso que, posteriormente, no fuese esta revista la que explicitara y diera publicidad a los proyectos arquitectónicos que se iban a realizar, o a los arquitectos que los llevaron a cabo. Tenemos que acudir a Cortijos y Rascacielos entre 1945 y 1948 para encontrar esta información y poder localizar las propuestas de Juan Arrate Celaya (1948, pp. 32-36), Cruz López Muller (1946, pp. 14-15), Ramiro Moya (1945, p. 30), José María Tejero Benito (1945, pp. 28-29) y Vicente Baztán Huerta (1945 a, p. 26) (1945 b p. 27); e incluso una visión general sobre el plan de ordenación publicado en el número 29 de la misma publicación (1945). Resulta significativo que una reseña laudatoria sobre el arquitecto Francisco Hernanz, que se marchó de Marruecos por manifestar desacuerdos con estas actuaciones, fuera firmado con un evidente seudónimo, Filiberto (1945, pp. 32-36), lo que refleja el sutil equilibrio que por entonces podía desarrollarse contra los dictámenes procedentes de las instituciones del régimen, ya vinieran de Madrid o de Tetuán.

            También hay que señalar que desde otras revistas de arquitectura se publicitaban otras opciones formales, por lo que no puede afirmarse en absoluto que existiera unanimidad de criterio. El caso más evidente es el desarrollado por la ya citada Cortijos y Rascacielos que manifestaba su interés por la obra de Casto Fernández Shaw en Marruecos, que poco tenía que ver con los modelos clasicistas y barrocos planteados por el equipo de Muguruza (Fernández Shaw, 1945, pp. 18-22) (Bravo, 1999, pp. 233-243).

            Tampoco podemos olvidar el efecto propagandístico que las cuestiones arquitectónicas y urbanas del Marruecos español tuvieron en otras publicaciones que ejercían de altavoz de las directrices oficiales, caso de la revista África, en la que destacarían los artículos sobre urbanismo del que fuera delegado de obras públicas Vicente Martorell Otzet (1951, pp. 16-20) (1958, pp. 307-309) (1959, pp. 10-12) o sobre cuestiones arquitectónicas como un artículo de J. M. Tejero Benito (1934, p. 143-146).

            También encontramos referencias a estos aspectos en revistas como Mauritania (1943), Mundo Ilustrado (1947) o Mundo (1948). Y, por último, señalaremos la que fue la gran obra justificativa de todo este periodo titulada Acción de España en África, una publicación de lujo en forma de libro realizada bajo el amparo institucional por Vicente Martorell y Tomás García Figueras (1948-1949). Es una obra de tono oficial, llena de fotografías, en la que se reproducían proyectos y planos urbanos y donde se relacionaban gran parte de las obras de la década de los años cuarenta.

4. Cambio de ideas, cambio de arquitectos

Este proceso corre paralelo a una profunda renovación en el grupo de arquitectos que trabajaban en el protectorado. Buena parte de los profesionales activos en Marruecos en los años treinta se habían titulado en la Escuela de Arquitectura de Madrid en la década anterior. Durante la Guerra civil y en los años siguientes, estos arquitectos continuaron realizando una obra que podemos encuadrar dentro del art déco. Los principales fueron José Miguel de la Quadra Salcedo -titulado en 1921-, José Larrucea Garma -1923-, Manuel Latorre Pastor -1924-, o, en opciones más vinculadas con el racionalismo, Francisco Hernanz Martínez -1923-pero pronto se produciría un abrupto cambio. Hacia la mitad de la década de los cuarenta todos, salvo Manuel Latorre, dejan Tetuán. Significativamente, este último ofrece un caso singular al evolucionar a las nuevas formas clasicistas a partir de su ruptura con el déco.

            El cambio llevó aparejado una renovación casi completa de los arquitectos activos en Marruecos, hecho que no fue una casualidad y donde la influencia de Pedro Muguruza es innegable. Sin embargo, destacaremos que no existieron razones de purga política en este proceso, puesto que todos los afectados estaban vinculados ideológicamente con el régimen o no se habían posicionado con ningún grupo político durante la II República.

            Al producirse en 1943 el cese de Hernanz al frente de la Jefatura de Arquitectura en Marruecos, fue nombrado en su puesto Juan Arrate Celaya y con él también aparecen los arquitectos Cruz López Muller, Delfín Ruiz[3] y otros como Vicente Baztán, José María Tejero, Ramiro Moya y Manuel Muñoz Monasterio. Circunstancialmente también proyectaron importantes trabajos Luis Martínez Feduchi y Juan de Zabala Lafora. Y por último participaría inicialmente en este programa de reelaboración de formas clásicas el arquitecto José María Bustinduy, aunque su obra supera rápidamente este periodo y evolucionaría hacia el racionalismo más internacional.

5. Una cuestión de estilo

La reflexión o el convencimiento que llevó a Pedro Muguruza a descartar los estilos arquitectónicos que se habían desarrollado en Marruecos hasta ese momento y proponer
–o imponer– las formas clásicas, se basaba fundamentalmente en su percepción del carácter histórico de la arquitectura y en pensar que la práctica edilicia debía ser dirigida desde una perspectiva de estilo.

            Frente al cosmopolitismo de los años treinta se imponía el casticismo de los cuarenta, dando lugar a un sinfín de arcadas, frontones, columnas y ornamentos pétreos sobre fondos encalados de blanco. [Fig. 1]

Fig. 1: Detalle de los soportales del edificio de Obras Públicas de Tetuán. Fotografía: archivo del autor.

            Y tal vez, lo más novedoso de este cambio fue precisamente que sería consecuencia de la imposición, promovido a partir de directrices procedentes de la Dirección General de Arquitectura de Madrid. No se trató de un cambio de gusto por parte de la sociedad, en ese permanente proceso de búsqueda, consumo, agotamiento y sustitución de imágenes, sino la aplicación de un programa previamente planificado. Y podemos decir que en Marruecos se consiguió en gran medida imponer estas ideas durante unos años, admitiendo que fue más difícil llevarlas a cabo en la propia España o, al menos, con tanta intensidad.

            Finalmente, las formas herrerianas fueron las que dieron vida a una nueva arquitectura, que por su destino marroquí toma la consideración de colonial en virtud de consideraciones ideológicas. La visión que consideraba un determinado estilo como adecuado a un pueblo o a un país, o incluso conferirle cierta capacidad para transformar la sociedad, no es un fenómeno nuevo. Incluso en Marruecos no podemos olvidar que por esas fechas también se estaba imponiendo en la región del Rif la llamada arquitectura rifeña, insólita propuesta impulsada por Emilio Blanco Izaga y que pretendía también claros objetivos políticos (Bravo Nieto, 1994, pp. 167-182).

            Ya hemos señalado que elegir el herreriano como estilo llevaba implícito un rechazo por las vertientes más cosmopolitas de la arquitectura, por supuesto todas la vinculadas con el art déco, con las modulaciones aerodinámicas y con la arquitectura racionalista. El arquitecto Juan Arrate el 9 de junio de 1944 ya daba instrucciones al respecto, muy ilustrativas de la situación:

La arquitectura deberá ser colonial española, huyendo de toda influencia extranjera, incluso de la hispanomarroquí hasta ahora tan usada, debiendo inspirarse toda construcción que no sea musulmana en la tradicional española, y principalmente en la andaluza pues dada la semejanza de esta región con el norte de África en cuanto al clima, luminosidad y mutua influencia arquitectónica, es la que ofrece más garantías de éxito en la zona de nuestro Protectorado (Bravo, 2000, p. 256).

            Por ello se popularizó el uso de la cal, la teja roja en cubiertas y cornisas, los detalles ornamentales clásicos en sobreventanas, con frontones rectos o curvos, el uso de la piedra en recercados y detalles, pináculos, etc. La nueva arquitectura suponía no solo aplicar modelos formales distintos, sino que preconizaba un cambio radical en el color de las fachadas, desplazando de forma drástica los tonos propios de la arquitectura ecléctica y los más atrevidos del art déco, que fueron sustituidos por el blanco en los paramentos, combinado con la piedra donde la hubiere.

            El traslado de esta opción a las normas urbanas de varias ciudades marroquíes, como Tetuán o Larache, significó el obligado repintado de todas sus fachadas, que ha continuado hasta nuestros días ya transformado en una falsa seña de identidad que caracterizaría a estas ciudades blancas, aunque nunca lo fueron, producto de las ideas de un arquitecto que las soñó de esa forma al vincularlas con la supuesta autenticidad de lo tradicional. [Fig. 2] Las ideas que en los años cuarenta se barajaron en torno a conceptos como el casticismo o la búsqueda de una arquitectura nacional y que tuvieron amplio reflejo en distintas publicaciones como la Revista Nacional de Arquitectura o Reconstrucción, no estaban muy lejos de esta visión que Muguruza y su equipo habían pensado para Marruecos.

 

Fig. 2: Antiguo edificio del Banco de España de Larache. Fotografía: archivo del autor.

            Curiosamente, la ciudad de Xauen fue interpretada de forma diferente al ser una población cuya imagen se asimilaría a la de algunos pueblos de las Alpujarras. Por ello, las propuestas para esta localidad intentaron expresar ese supuesto espíritu o modelo granadino, que tuvo como consecuencia la potenciación de una imagen idealizada. Al respecto resulta muy esclarecedora la afirmación de Pedro Muguruza (1944 b, p. 292), que creía ver en la arquitectura tradicional de Xauen elementos propios del ‘estilo Plateresco español’, integrando con ello dos capítulos de la historia de la arquitectura española. Por ello fue Francisco Prieto Moreno Pardo, arquitecto conservador de la Alhambra, quien supervisó la propuesta de plan para esta ciudad, y sobre todo la intervención en sus plazas y jardines.

            Podemos interpretar la percepción dual de estas dos capitales, como una Tetuán que asumía el papel de la gran capital y, de Xauen, que expresaría una pureza y autenticidad más ligada a lo rural y a lo vernáculo, pero ambas como las dos caras de una misma moneda.

6. Las realizaciones

Ya hemos comentado que los soportales sobre pilares, a veces con arcadas de medio punto y otras adintelados, fueron una de las señas de identidad de estas propuestas y su uso caracteriza a varias de las principales arquitecturas que se levantaron a lo largo de estos años. En unos casos se actuaba sobre edificios ya construidos –como podemos ver en un tramo de la calle Mohamed V de Tetuán– y su ejecución normalmente exigía una dura intervención en las fachadas y en las estructuras que debían reforzarse. En otras ocasiones, los soportales se incluían en proyectos de nueva construcción, como en los dos edificios gemelos de la plaza Muley el Mehdi de la misma capital, que se levantaron entre 1947 y 1949. Las fachadas se disponen de una forma muy clásica, regida por el orden y la jerarquización de los vanos, estructurada por potentes líneas de imposta y cornisamento siempre trabajados en piedra, que refuerzan la horizontalidad. Estos elementos pétreos contrastan y destacan sobre blancas fachadas, en las que se insertan dos portadas pétreas para potenciar, compositivamente, sendos ejes verticales. [Fig. 3]

Fig. 3: Edificio de Correos y actual Consulado de España, Tetuán. Fotografía: archivo del autor.

            Las formas herrerianas se van a desarrollar ampliamente en la capital del protectorado, en proyectos de gran potencia visual. Juan Arrate realiza junto a Delfín Ruiz el edificio de Obras Públicas (1945), un macizo conjunto rematado por torreones en sus esquinas, con soportales y arcadas de medio punto, y ornamentación más barroquizante en la zona baja. [Fig. 4]

Fig. 4: Edificio de Obras Públicas, Tetuán. Fotografía: archivo del autor.

            Otras construcciones de iniciativa pública que siguieron estas formas en la llamada capital jalifiana fueron varios cuarteles, destacando los de Caballería y Mehaznía, así como la nueva cárcel. Pero un campo donde se produjeron importantes actuaciones fue en la construcción de grupos de viviendas; entre estas destacan los llamados Pabellones Varela, un conjunto macizo articulado en varios bloques para 120 familias proyectado por Arrate y que pese a su carácter compacto se abre en su interior en un gran patio público. [Fig. 5] Otras realizaciones de esta naturaleza son los grupos Orgaz y los que se realizan en Sidi Talha, con 72 viviendas, donde los detalles ornamentales clásicos no pueden competir con el carácter propio de las casas sociales.

Fig. 5: Bloques de viviendas general Varela, patio interior, Tetuán. Fotografía: archivo del autor.

            Estas características formales también podemos identificarlas en algunos edificios residenciales construidos en el ensanche o en los barrios de esta ciudad. Así las encontramos en algunas de las primeras obras de Alfonso de Sierra Ochoa, como la situada en la calle Yusef Ben Tachfine, en la que repite los característicos pináculos. También destacaremos el exterior de la manzana formada por el Cine Avenida –proyecto del arquitecto Quadra Salcedo–, el garaje Habus Kivir –realizado por Manuel Latorre– o el palacete de la princesa Lal-La Amina.

            En otras ciudades marroquíes volvemos a encontrar estos edificios, casi siempre vinculados a iniciativas institucionales. En Larache destaca el antiguo Banco de España, obra del arquitecto Juan de Zabala Lafora, que también realiza el edificio de la misma entidad en Tánger -anğa-En esta última ciudad existen varias construcciones de esta época, entre los que destacan la sede del Diario España o el edificio Corvasa, aunque las obras más significativas son el Hospital Español y la sede del consulado de España, obra ésta última del arquitecto Luis Martínez Feduchi. [Fig. 6]

            Tal vez sea en Tánger donde podamos encontrar algunas de las principales contradicciones de este programa constructivo, porque varios de los proyectos más relevantes que se pensaron durante estos años y cuyas formas seguían las pautas y modelos clásicos, fueron desechados –caso del edificio de Correos– o ejecutados en otro estilo
–como ocurrió significativamente con la catedral católica–.

Fig. 6: Consulado de España, Tánger. Fotografía: archivo del autor.

            El fenómeno también se despliega en otras poblaciones, caso de las sedes de Correos de Nador –Nador– y Xauen, que destacan habitualmente por la sobriedad de su diseño, aunque sin descartar alguna obra singular como la entrada del zoco de Castillejos –Fnideq–, que presenta una delirante portada con columnas salomónicas pareadas.

            Finalmente reseñaremos un edificio singular, la iglesia de Río Martín –Martil–, la que fue primera obra del arquitecto José María Bustinduy en Marruecos. Sus formas nos trasladan sorprendentemente al barroco americano, aunque parte de su interés se justifica en una atrevida estructura donde destacan las bóvedas y cúpula. Su realización en 1952 cierra en cierto modo este fenómeno estilístico, superado precisamente por la obra de este arquitecto que es el verdadero introductor de la arquitectura moderna en Tetuán. [Fig. 7]

Fig. 7: Iglesia de Río Martín. Postal de época.

7. Conclusiones

Los intentos por encontrar en España una supuesta arquitectura nacional durante el primer decenio del régimen franquista, tuvieron una especial trascendencia en Marruecos gracias al programa desplegado desde la Dirección General de Arquitectura. Ello determinó una serie de importantes realizaciones en varias de las principales capitales del protectorado.

            Las formas herrerianas e incluso las barrocas se convirtieron en un lenguaje que, siendo profundamente español, se consideraba el más adecuado para representar esa idea general de país protector. El grupo de arquitectos que desarrolla este programa constructivo realizó algunas obras notables que forman parte actualmente de la arquitectura de sus ciudades y ha pasado a ser, por tanto, patrimonio de Marruecos. Su estudio y valoración debe representar un mayor conocimiento de un capítulo importante de la arquitectura española en ese país, ligado a la exportación de formas vinculadas a periodos tan relevantes en la historia de la arquitectura como el Renacimiento y el Barroco.

8. Referencias bibliográficas

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[1] Este artículo de investigación se enmarca en el marco del proyecto I+D+i PID2020-113380GB-I00 / AEI / 10.13039/501100011033.

[2] Los trabajos publicados en la Revista Nacional de Arquitectura (RNA) fueron: Plan General de Ordenación de Tetuán (1944). RNA nº 26, 100 p. Proyecto de ordenación parcial de Tetuán (1944). RNA nº 26, pp. 90-100. Plan general de ordenación de Xauen (1944), RNA nº 32, pp. 271-294. Proyecto de ordenación parcial de Xauen (1944). RNA nº 32, pp. 296-309. Río Martín (1944). RNA nº 26, pp. 99-100.

[3] Juan Arrate, Cruz López y Delfín Ruiz llegan a Marruecos a partir de 1943, y su permanencia en el país se prolonga hasta los primeros años cincuenta, entre 1951 y 1956.