Consumo de pantallas, percepción y mediación familiar durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19
Screen consumption, perception and family mediation during confinement due to the Covid-19 pandemic
Yaritza García-Ortiz1, Evelyn Fernández-Castillo2, Yurianely Machado-Machado1, Delia-Maria Santiesteban-Pineda1, Anna Hernández-García1, Omar Cruz-Martin1
1Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara
2Universidad Central Martha Abreu de Las Villas
RESUMEN
En el actual contexto multipantalla es importante estudiar la forma en que los padres median, gestionan y regulan los vínculos de sus hijos con las pantallas. El presente estudio tiene como objetivo describir el consumo de pantallas en escolares de primaria de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por Covid-19, así como la percepción y la mediación familiar ante dicho consumo. Se realizó un estudio exploratorio en línea utilizando una encuesta en la plataforma GoogleForms en el período de abril a junio de 2021. La muestra estuvo compuesta por 127 padres de niños en edad escolar residentes en Santa Clara, Cuba. Los resultados mostraron que la televisión, seguida de los celulares y las computadoras, fueron las pantallas más empleadas en el grupo encuestado, y el consumo diario osciló en los rangos de entre 3-4 horas y entre 5-6 horas. Además, el 54.3% de los padres percibió efectos negativos en sus hijos como consecuencia del consumo. En respuesta a este incremento en el consumo de las pantallas, los padres emplearon, principalmente, la mediación restrictiva, seguida de la compartida. Se encontró una relación significativa entre la percepción de los padres sobre la cantidad del consumo con la frecuencia del consumo y la percepción de efectos negativos por las pantallas. Los datos obtenidos sugieren que aun cuando los padres perciben efectos negativos como consecuencia del consumo de las pantallas y realizan restricciones para controlar el consumo de sus hijos, la frecuencia y cantidad de horas empleadas resultan elevadas.
Palabras clave: pantallas, mediación familiar, confinamiento
ABSTRACT
In the current multi-screen context, it is important to study the way in which parents mediate, manage and regulate their children’s links with screens. The objective of this study is to describe the consumption of screens in primary schools in the city of Santa Clara during the confinement due to Covid-19, as well as the perception and family mediation regarding said consumption. An exploratory online study was carried out using a survey on the GoogleForms platform in the period from April to June 2021. The sample was composed of 127 parents of school-age children residing in Santa Clara, Cuba. The results showed that television, followed by cell phones and computers, were the most used screens in the surveyed group, and daily consumption ranged from 3-4 hours to 5-6 hours. Furthermore, 54.3% of parents perceived negative effects on their children as a consequence of consumption. In response to this increase in screen consumption, parents mainly used restrictive mediation, followed by shared mediation. A significant relationship was found between parents’ perception of the amount of consumption with the frequency of consumption and the perception of negative effects from screens. The data obtained suggest that even when parents perceive negative effects as a consequence of screen consumption and restrictions are made to control their children’s consumption, the frequency and number of hours spent are high.
Keywords: screens, family mediation, confinement
Cómo citar: García-Ortiz, Y., Fernández-Castillo, E., Machado-Machado, Y., Santiesteban-Pineda, D. M., Hernández-García, A., & Cruz-Martin, O. (2024). Consumo de pantallas, percepción y mediación familiar durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19. Escritos de Psicología – Psychological Writings, 17(2), 53-64. https://doi.org/10.24310/escpsi.17.2.2024.17220
Autor de correspondencia: Yaritza García-Ortiz. Avda. Manuel Ruiz 162 e/t C y D. Reparto Villa Josefa, Santa Clara, Villa Clara. Cuba. E-mail: yaritzago@infomed.sld.cu
Editado por:
Diana López-Barroso. Universidad de Málaga. España
Revisado por:
Carolina Duek. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Argentina
María José Torres-Prioris. Universidad de Málaga. España
INTRODUCCIÓN
Desde hace unos años, las pantallas de los más diversos dispositivos electrónicos han ocupado un lugar central en la vida de las personas, incluidos los niños. Según Torrecillas, Vázquez, Suárez & Fernández (2020), en este contexto multipantalla en el que se desenvuelven los menores, resulta necesario estudiar el papel de los padres como filtro mediador de este consumo. Para estos autores, los padres son los primeros responsables de la introducción de los menores en la vida digital, ya que las primeras experiencias de uso se producen en el contexto familiar, con pantallas de los padres.
Según Padilla (2015), los padres son los responsables de diseñar el ambiente tecnológico en el que crecen los hijos, así como de supervisar, mediar y establecer los valores, pautas o metas en el programa educativo de sus hijos. En este sentido, dentro de las prácticas de maternidad y paternidad se han vuelto centrales las actividades de mediación parental digital, esto es, las formas en las cuales los padres y las madres median, gestionan y regulan los vínculos de sus hijos con las tecnologías digitales (Mascheroni et al., 2018, citado por Duek & Moguillansky, 2021).
Los estudios de Bartau, Aierbe y Oregui (2018) y Torrecillas, Morales de Vega y Vázquez (2017) ponen de manifiesto la importancia de la mediación parental ante el uso de internet. Sin embargo, en los comienzos del desarrollo de la noción de mediación parental, la literatura se orientó hacia las actividades que los padres realizaban para regular el consumo de televisión de sus hijos. En ese contexto, se propuso una escala para medir diferentes estilos de mediación, entre los que se encontraban la mediación instructiva, la restrictiva y la co-visualizadora. La mediación instructiva se refiere al diálogo entre padres/madres e hijos; la mediación restrictiva implica el establecimiento de reglas explícitas, así como el control de su cumplimiento; y la co-visualización asume que padres, madres e hijos comparten el visionado de medios (Duek & Moguillansky, 2021). En el actual contexto multipantallas, la investigación sobre mediación parental debería extenderse al uso de todas las pantallas (dispositivos móviles como Tablet o IPod, computadora, consola de videojuegos, celulares); como es el objetivo de la presente investigación.
Durante la reciente pandemia causada por el virus SARS-CoV-2, el confinamiento y el cierre de comercios y escuelas se convirtieron en medidas frecuentes en casi todo el mundo. Según Koury y Moguillansky (2021), la pandemia y las cuarentenas prolongadas trastocaron las rutinas familiares, las modalidades de educación, el entretenimiento y la sociabilidad. La reclusión exigida por la pandemia obligó a las familias a permanecer en casa, eliminando opciones viables de actividades al aire libre para los menores y, como consecuencia, se documentó un aumento considerable del uso de las pantallas por parte de los escolares.
En el estudio cualitativo realizado por Duek y Moguillansky (2021), que involucró a 20 padres/madres de niños y niñas de seis a nueve años de edad que asistían a escuelas públicas y privadas en el área metropolitana de Buenos Aires, se encontró que, al comienzo del aislamiento, al no contar las madres y los padres con otras opciones para entretener a sus hijos, flexibilizaron los límites en el uso de las pantallas. La percepción predominante entre los padres y las madres entrevistados fue que en los primeros meses de la cuarentena en sus hogares se experimentó cierto “descontrol”, “caos” y “desorden” en relación a sus hijos y al uso de aparatos electrónicos. Esto permitió concluir a los autores que “durante la pandemia se observó un uso más intensivo, frecuente y diversificado de las pantallas por parte de los niños y las niñas”, recurriendo a los dispositivos como una suerte de niñera virtual.
Mondejar y Ballesta-Págan (2020) señalan también que, durante el confinamiento, mientras que los padres teletrabajaban o estaban ocupados realizando tareas del hogar, la televisión sustituyó las relaciones sociales de los niños que antes tenían lugar en las escuelas, calles y jardines, lo que resultó en un uso incrementado debido al mayor tiempo libre y la permanencia en casa.
En cuanto al tiempo frente a pantalla, no existe un punto de corte preciso sobre el tiempo que los escolares pueden pasar frente ellas. En este sentido, la revisión realizada por Cartanyá-Hueso, Lidón-Moyano y Martínez-Sánchez (2021) de las guías propuestas por 5 instituciones sanitarias [la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España (MSSSI), la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Sociedad Canadiense de Pediatría (SCP) y el Gobierno de Australia (GA)] reveló que solo dos de estas instituciones (el MSSSI y el GA) sugieren un tiempo de pantalla concreto para niños y adolescentes de entre 5 y 17 años, que consiste en no superar las dos horas de pantalla diarias dedicadas a fines recreativos.
Durante la edad escolar, el uso recreativo de estos medios se entremezcla con su empleo en actividades escolares. Algunos autores destacan que estas tecnologías de la información y las comunicaciones se convierten en una gran ayuda para el rendimiento académico, una fuente de información y un avance para la comunicación. (Canadian Paediatric Society, 2019). A pesar de estos beneficios, el tema de los riesgos sigue latente. Por ejemplo, se ha observado un aumento en la incidencia de la obesidad debido al sedentarismo asociado al uso de dispositivos electrónicos, así como una reducción en la capacidad de concentración, un menor desarrollo de aptitudes socio-emocionales, trastornos del sueño, problemas de adicción, la exposición a contenidos violentos e inadecuados, y un incremento de pensamientos agresivos (Sánchez, 2021) (Paniagua-Repetto, 2018).
En cuanto al impacto negativo del uso excesivo de las pantallas, pueden citarse dos estudios en el contexto cubano. El primero de ellos (Fernández, Concepción & Herrera, 2022), ejecutado por investigadores pertenecientes al Centro de Bienestar Universitario de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, encontraron que tras la irrupción del SarsCov-2 y el confinamiento impuesto, los adolescentes objeto de estudio aumentaron considerablemente el uso de internet, las redes sociales y los videojuegos y que aquellos que mostraron mayores puntuaciones en el uso de los videojuegos presentaron menor empatía, respeto, sociabilidad y capacidad de liderazgo. El otro estudio (Cumbá, et al., 2011), ejecutado en Centro Habana, y con un diseño de casos y controles en 2755 niños de primaria y 556 adolescentes, reportó una asociación entre el comportamiento violento y las dificultades en las relaciones interpersonales con el uso de los videojuegos.
En otra investigación desarrollada en la propia ciudad de Santa Clara centrada en padres de niños entre 30 y 36 meses de edad, se encontró que el 71,3% considera “normal” el tiempo promedio de exposición de sus hijos a las pantallas, que varía desde menos de 1 hora hasta más de 6 horas. Un considerable número de padres afirmó que las pantallas “casi nunca” o “nunca” producen efectos negativos en el desarrollo de los niños (García et al., 2015). Esta investigación ofrece algunas consideraciones sobre la baja percepción de riesgo que poseen los padres ante el uso desmedido de las pantallas y constituye un antecedente para continuar abordando este particular en padres cuyos hijos se encuentran en la edad escolar.
A pesar de las sugerencias de muchos profesionales e investigadores para limitar el uso de pantallas en niños y adolescentes, los padres, por diversas razones, a menudo hacen caso omiso a estas recomendaciones. La situación de confinamiento que ha “encerrado” a la familia en casa, impidiendo actividades de recreo al aire libre, y el actual contexto multipantallas en el que se desenvuelven los menores constituyen el punto de partida de esta investigación. En este contexto, el presente estudio exploratorio tiene como objetivos: 1) describir el consumo de pantallas en escolares de primaria de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por Covid-19, 2) explorar la percepción de los padres sobre el uso de las pantallas por parte de sus hijos en términos de consumo, ventajas y efectos negativos y 3) explorar las estrategias de mediación familiar que emplean los padres ante el consumo de pantallas de sus hijos.
MÉTODO
Participantes
La investigación se realizó de abril a junio de 2021 y la muestra estuvo compuesta por 127 padres de niños en edad escolar residentes en la ciudad de Santa Clara, Villa Clara, Cuba. Del total de la muestra, el 72,1% de la muestra fueron mujeres y 27,9% hombres, con una edad media de 36,4 años (DE = 12,3). Se obtuvo el consentimiento en línea de los participantes. Para un tamaño de efecto grande, la potencia estadística de la prueba empleada fue de 0.86.
Diseño
Se realizó un estudio transversal, exploratorio en línea utilizando una encuesta en la plataforma GoogleForms.
Instrumentos
La encuesta aplicada fue diseñada por los autores de este estudio (ver anexo). La encuesta consta de 11 preguntas cerradas con varias alternativas de respuesta. En su diseño se tuvo en cuenta que las preguntas fueran claras y comprensibles, que no indujeran respuestas y que no incomodaran a los sujetos encuestados. Una vez elaborado la encuesta, se consultó a expertos, se realizaron ajustes de la primera versión y se llevó a cabo una prueba piloto a partir de la cual se realizaron ligeros ajustes. Las variables evaluadas fueron: consumo, percepción de los padres sobre dicho consumo y mediación familiar.
Para evaluar el consumo, se midieron los siguientes indicadores:
En torno a la mediación familiar se valoraron los siguientes indicadores:
Análisis de datos
Los datos obtenidos en la encuesta fueron procesados con el programa SPSS versión 20.0, obteniéndose distribuciones de frecuencias para cada indicador. Se utilizó un análisis de correlación con la Tau_b de Kendall para analizar la asociación entre las diferentes variables.
RESULTADOS
Para analizar el consumo de pantallas en escolares de primaria de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por Covid-19 se hará referencia, primeramente, a dos elementos del consumo que se obtuvieron de la distribución de frecuencia de la pregunta 1: cantidad de pantallas que utilizan los niños en el hogar y la cantidad de usuarios por equipo. Estos aspectos se muestran en la Tabla 1 y puede observarse que el mayor número de escolares consume 3 pantallas (52 para un 40.9%), seguidos de los que consumen 4 pantallas (35 menores para un 27.6%). Al analizar la cantidad de usuarios por equipos, se encontró que la televisión fue la pantalla más usada con un 94.5% de usuarios, seguida de los celulares y las computadoras, que son consumidos por el 77.2% y el 65.4% de los escolares, respectivamente.
Al explorar la frecuencia en el consumo de las pantallas (Tabla 1) se encontró que el 92.9% de los escolares lo hace diariamente. Partiendo del contexto multipantallas en el que se desenvuelve la sociedad actual, no es de extrañar que estos escolares visualicen al menos una de las mencionadas pantallas diariamente. Sin embargo, la cantidad de horas de consumo diario podría ser lo preocupante. Los mayores porcentajes están en los rangos siguientes: de 3 a 4 horas el 32.3% de los escolares; y entre 5 y 6 horas el 29.1%. Se observa también que el 13.4% de los escolares consume diariamente entre 7 y 10 horas, y el 3.9% de los escolares visualiza pantallas durante más de 10 horas. En cuanto a las consideraciones de los padres sobre el consumo de pantallas tras el confinamiento, el 41.7% plantea que este ha aumentado un poco, y el 48% considera que ha aumentado considerablemente.
Tabla 1
Consumo de pantallas en escolares de primaria de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por Covid-19
Al analizar la percepción que tienen los padres encuestados sobre el uso de las pantallas (Tabla 2), se encontró que el 99.2% considera que estas pantallas provocan efectos negativos; sin embargo, el 30.7% considera que estos efectos negativos no aparecen en sus hijos. El resto de los padres, 69.3%, describieron algunas manifestaciones clínicas de afectación, la mayoría de ellos marcó entre 1 y 3 síntomas. Los síntomas más mencionados fueron: intranquilidad, dificultad para cumplir órdenes, dificultad para conciliar sueño e impulsividad (Figura 1).
En cuanto a la percepción sobre los beneficios o ventajas del uso de estas pantallas los padres otorgaron un mayor valor a aspectos de orden cognitivo (desarrolla procesos cognitivos), académico (desarrolla habilidades académicas) y de competencia tecnológica (desarrolla habilidades en el dominio de estas tecnologías). Solo el 8.6% de los padres consideró que las pantallas favorecían la socialización, y el 24.4% consideró que el uso de las pantallas por parte de sus hijos resultó favorable para ellos en su papel de padres, ya que les brindaba tiempo libre para realizar otras tareas. La percepción de que estas pantallas constituyen un entretenimiento “seguro”, solo fue considerada por el 44.8% de los padres.
Tabla 2
Percepción que tienen los padres encuestados sobre el uso de las pantallas
Figura 1
Efectos negativos que los padres encuestados consideran que tienen sus hijos por el uso de pantallas
La Tabla 3 muestra los indicadores evaluados para caracterizar la mediación parental que ejercieron los padres encuestados durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19 ante el tiempo frente a pantallas de sus hijos. Como resultado relevante del estudio, se encontró que el 70.9% de los padres se preocupa, como parte de su función educativa, por los contenidos que visualiza su hijo; el 22.8% confiesa hacerlo casi siempre, y solo el 6.3% de los padres muestran despreocupación (en ocasiones y casi nunca) en este sentido.
En el presente estudio, se indagó sobre aquellas otras actividades lúdicas que los padres realizaron o incitaron para disminuir el tiempo frente a pantalla de sus hijos. Esto, aunque no se considera un tipo de mediación, contribuye a disminuir la sobrexposición a las pantallas. Durante el confinamiento se observó que las actividades lúdicas alternativas a las que más recurrieron los padres fueron: dibujar y colorear (72.4%) lectura de libros (54.3%), manualidades (51.1%) y juegos de reglas (50.3%).
En cuanto al tipo de mediación ejercida (Tabla 3), resulta positivo que solo 2.4% de los padres ejerzan una mediación desfocalizada. La mayoría de los padres ejercieron una mediación restrictiva en cuanto a horas (57.1%), contenidos (57.5%), y el establecimiento de prerrequisitos (59.1%). También se encontró que el 50.4% de los padres realizan una mediación compartida, y un 42.5% acompañan e instruyen a sus hijos sobre los contenidos que visualizan.
Tabla 3
Mediación parental que realizan los padres encuestados ante el uso de pantallas de sus hijos
Nota. En los indicadores “Realización de otras actividades lúcidas” y “Tipo de mediaciones” los padres podían seleccionar varias alternativas de respuesta.
En la Tabla 4 se muestra el coeficiente de correlación Tau_b de Kendall para todas las variables del estudio y el nivel de significación. A partir de este análisis, se halló que la percepción de los padres sobre la variación del consumo antes y después del confinamiento (variable 4) tiene una correlación significativa tanto con las horas diarias frente a pantalla (variable 3), como con la cantidad de pantallas que consumen sus hijos (variable 1). Además, la percepción sobre la cantidad del consumo (variable 6) correlacionó de forma positiva con la frecuencia del consumo (variable 2) y con la percepción de efectos negativos por las pantallas (variable 5). Esto sugiere que cuando los niños consumen muchas pantallas sus padres también perciben que el consumo es elevado y que aparecen efectos negativos asociados a este consumo. Ahora bien, esta misma variable correlacionó significativamente, pero en sentido inverso, con la cantidad de equipos que consume (variable 1), horas diarias frente a pantallas (variable 3), y el consumo antes y después del confinamiento (variable 4). Estos resultados pueden estar relacionados con una percepción de los padres sobre el consumo de pantallas mayoritariamente determinada por la frecuencia del consumo y no por la cantidad de equipos a las que el niño se expone diariamente o las horas diarias frente a pantalla. Aunque también pudiera indicar una percepción inadecuada de los padres sobre el consumo de pantallas en sus hijos.
Tabla 4
Correlaciones obtenidas entre las variables
Nota: Coef. = Coeficiente de correlación Tau_b de Kendall; Sig. = Nivel de Significación * p < .05; ** p < .01.
Para profundizar en ello, se muestra una tabla de contingencia entre estas dos variables (Tabla 5) donde puede observarse cómo el 32.4% de los padres valoran como normal que sus hijos pasen 5 o 6 horas diarias frente a pantallas, e incluso uno considera normal que pase entre 7 u 8 horas frente a pantallas. También se observan padres que valoran alto el consumo de sus hijos cuando apenas tienen 2 o menos horas de consumo.
Tabla 5
Percepción de los padres sobre el consumo de pantallas en sus hijos vs la cantidad de horas diarias que consumen
También se encontró una correlación negativa entre la percepción de efectos negativos (variable 5) y las horas diarias frente a pantallas de los niños (variable 3); y entre la percepción de efectos negativos (variable 5) y el consumo antes y después del confinamiento (variable 4). Estas asociaciones sugieren que los padres perciben efectos negativos en sus hijos por el uso de estas pantallas; aun cuando las horas diarias en que las utilizan no resultan elevadas. Por lo tanto, los padres reconocen efectos negativos aún en niños con bajo consumo. Es preciso aclarar que dichos efectos negativos parten de la percepción de un padre y no de un profesional, y que muchos de estos “efectos negativos” pueden ser causados por disímiles factores relativos a la educación y a la situación de confinamiento.
En cuanto a las correlaciones con la variable de mediación, los resultados obtenidos muestran que las variables mediación instructiva (variable 9) y desfocalizada (variable 10) correlacionaron con los mismos indicadores, pero variando el sentido de la correlación. Así, se observa que a medida que aumenta el grado de preocupación de los padres por los contenidos que visualizan sus hijos (variable 7), aumenta la mediación instructiva (variable 9), y a medida que disminuye este grado de preocupación, aumenta la mediación desfocalizada (variable 10). De igual manera, ambas variables correlacionaron con la percepción sobre la cantidad del consumo (variable 6): la mediación instructiva, en sentido negativo; y la mediación desfocalizada, en sentido positivo. Este último análisis sugiere que a medida que aumenta la percepción sobre el consumo, disminuye el empleo de la mediación instructiva y aumenta la mediación desfocalizada. Este hallazgo podría explicar que a medida que el consumo es mayor, los padres no optan por una mediación instructiva sino restrictiva o desfocalizada.
La mediación restrictiva por el número de horas (variable 11), correlacionó positivamente con las horas diarias frente a pantallas (variable 3), y negativamente con la frecuencia del consumo (variable 2). La mediación restrictiva por contenidos (variable 12), correlacionó positivamente con la mediación restrictiva por el número de horas (variable 11) y negativamente con la medicación desfocalizada (variable 10). Además, la mediación restrictiva que se realiza a partir del establecimiento de prerrequisitos (variable 13), correlacionó positivamente con la percepción sobre la cantidad del consumo (variable 6) y con la mediación restrictiva por contenidos (variable 12); y negativamente con la cantidad de equipos que consume (variable 1) y con el consumo antes y después del confinamiento (variable 4).
DISCUSIÓN
En el presente estudio, se observó que la pantalla más consumida por los niños de edad escolar de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por Covid-19 fue el televisor, seguido de los teléfonos móviles. Es interesante resaltar que estudios realizados en diferentes países han encontrado otros patrones de resultados. Por ejemplo, Marcos-Ramos et al (2020) hallaron que, en los niños entre 7 y 12 años de edad, el teléfono móvil es el dispositivo más usado seguido de la tablet o iPad.
Se encontró, además, que durante la situación de confinamiento se produjo un aumento considerable del uso de las pantallas. Este resultado era esperado ya que el confinamiento por la pandemia de Covid-19 impidió que los niños asistieran a los centros escolares y participaran en sus actividades de recreo, juego y diversión en barrios y parques de la comunidad. Este resultado va en la misma línea de los resultados reportados por una encuesta realizada por el equipo CPS del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires durante el aislamiento social preventivo y obligatorio por la pandemia por Covid-19, que reportó que el 62% de los padres encuestados reconoció que en este período permitió que sus hijos utilizaran los dispositivos tecnológicos durante más tiempo del habitual. De ese 62%, un 44% indicó que la utilización era “un poco mayor” y el 18.5% la consideró “mucho mayor”.
Respecto a los efectos negativos que los padres encuestados consideraron que mostraban sus hijos debido al uso de pantallas, según el presente estudio los síntomas más mencionados fueron: intranquilidad, dificultad para cumplir órdenes, dificultad para conciliar el sueño e impulsividad. Estos resultados son similares a los obtenidos en el estudio de García-Soidán et al., (2020), donde el ítem “hiperactividad” obtuvo la peor puntuación entre las 5 variables de salud mental evaluadas por el Strengths and Difficulties Questionnaire. El estudio de referencia detectó en niños y niñas españoles, una asociación entre las horas diarias frente a pantallas y peores resultados en variables relacionadas con la salud mental y los hábitos de actividad física.
Dentro de las “supuestas” ventajas que los padres encuestados consideraron que tiene el empleo de las pantallas por sus hijos, resulta significativo el valor que le otorgan al desarrollo de habilidades en el dominio de estas tecnologías (70.8%) y para su desempeño escolar (55.9%). Una investigación desarrollada por Condeza, Herrada-Hidalgo y Barros-Friz (2019) en Chile encontró que el 59.6% de los padres consideraba que el uso de la tecnología influye positivamente en el desempeño escolar de sus hijos, frente al 22.8% que consideraba que no influye, y un 17.6% que reportó que lo hace en sentido negativo. Según los padres encuestados en la investigación mencionada, el uso de internet influye positivamente en la habilidad académica de buscar información (94.4%), analizar información (93.9%), seleccionar información (85.2%) y generar nueva información (79.8%).
De acuerdo con el punto de vista de los padres de ambas investigaciones, no se puede demeritar que el uso de pantallas y en particular el acceso a internet que estas tecnologías proporcionan, constituyen, como plantea la Sociedad Canadiense de Pediatría (2019): “una gran ayuda para el rendimiento académico, una fuente de información y un avance para la comunicación”. Esto, por supuesto, está asociado al uso que se les dé, ya sea para buscar información en aras de realizar tareas escolares o para diversión y entretenimiento. Incluso cuando se usan para buscar información, sería importante revisar si, posterior a ello, se analiza dicha información y se genera nuevo conocimiento, lo cual sería lo ideal para favorecer los procesos del pensamiento y el desempeño académico.
El estudio chileno de referencia también encontró resultados similares a los del presente estudio en cuanto a la opinión de los padres sobre uso de estas tecnologías y la socialización. En ambas investigaciones, los padres consideraron que las pantallas y las tecnologías digitales no favorecen las relaciones sociales de sus hijos. En cuanto a las ventajas que ofrecen estos medios tecnológicos para ofrecer un tiempo libre a los padres, ambas investigaciones revelaron la posición de algunos padres de facilitar el uso de pantallas en sus hijos en situaciones en las que necesitan tiempo para ellos mismos (Condeza, Herrada-Hidalgo y Barros-Friz; 2019).
Resulta significativo mencionar que en el presente estudio se investigó sobre algunas actividades lúdicas que favorecían las interacciones entre padres e hijos durante la pandemia. Quizás, debido al elevado uso de las pantallas por parte de los menores, muchas de estas actividades apenas sobrepasaban su realización por el 50% de la muestra. Este hecho constituye un foco de atención, ya que los padres están cediendo terreno a las pantallas por encima de otras actividades lúdicas que favorecen procesos cognitivos y afectivos en los menores, así como la socialización.
En cuanto a la mediación familiar, resulta positivo que en el presente estudio solo tres padres reportaron que ejercían una mediación desfocalizada. Sin embargo, consideramos que la cifra podría ser mayor debido a que los convencionalismos sociales a veces llevan a las personas a responder según lo que se espera socialmente y no necesariamente refleja la realidad.
En el estudio se encontró que todas las modalidades de mediación coexistieron en los hogares durante la situación de pandemia, coincidiendo con lo señalado por Duek y Mogillansky (2021). Esto indica que no prevalece una forma única de mediación parental en las dinámicas familiares, sino que todas las variantes suelen estar presentes con diferentes intensidades y gradaciones. En el contexto evaluado, se observó que la mediación restrictiva en sus diferentes variantes fue más empleada por los padres que la compartida y la instructiva. Sin embargo, esto podría conllevar ciertas desventajas cuando la restricción es impuesta sin buscar una concienciación del menor sobre los peligros del uso excesivo de las pantallas y los “riesgos” en la red.
Finalmente, entre las correlaciones encontradas, resulta significativa la relación entre la percepción de los padres sobre la cantidad del consumo con la frecuencia del consumo y la percepción de efectos negativos por las pantallas. Esto sugiere que cuando los niños consumen muchas pantallas, sus padres también perciben que el consumo es elevado y que aparecen efectos negativos.
En conclusión, el presente estudio encontró que el consumo de pantallas en escolares de primaria de la ciudad de Santa Clara durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19 aumentó considerablemente durante este período. La televisión, seguida de los celulares y las computadoras, fueron las pantallas más empleadas en el grupo encuestado y el consumo diario osciló en los rangos de 3 a 4 horas y entre 5 y 6 horas. En cuanto a la percepción de los padres sobre el consumo de pantallas en sus hijos, reconocieron algunas ventajas en el uso de estos dispositivos, pero también efectos negativos. Se encontró que todas las modalidades de mediación exceptuando la desfocalizada coexistieron en estos hogares, predominando la restrictiva. En las correlaciones se encontró una relación significativa entre la percepción de los padres sobre la cantidad del consumo con la frecuencia del consumo y la percepción de efectos negativos por las pantallas. Los datos obtenidos sugieren que, aun cuando los padres perciben efectos negativos en sus hijos como consecuencia del consumo de las pantallas y aplican restricciones en el uso de estos dispositivos, la frecuencia y la cantidad de horas empleadas por los menores resulta elevada. Futuros estudios podrían orientarse a profundizar en la relación entre estas variables en muestras más amplias y a partir de diseños longitudinales que permitan investigar las características de la mediación familiar y su repercusión en el uso de las pantallas en escolares después del impacto de la Covid-19.
Notas de Autor:
Financiación: Este estudio no tuvo financiación.
Conflicto de interés: Los autores no declaran conflictos de interés.
REFERENCIAS
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RECIBIDO: 13 de julio de 2023
MODIFICADO: 1 de julio de 2024
ACEPTADO: 1 de julio de 2024
Anexo
Cuestionario sobre hábitos, percepción y mediación familiar ante el uso de pantallas.
El presente estudio explora algunos aspectos relacionados con la exposición a pantallas en niños cubanos entre 6 y 11 años durante el confinamiento por Covid-19. Su opinión es muy valiosa. Gracias por su colaboración.
Doy mi consentimiento para participar en esta investigación y publicar los resultados respetando el anonimato de los datos: ___ Sí ___ No
1. De las siguientes pantallas ¿cuál utiliza el niño o niña en el hogar?:
___ Televisión
___ Celulares
___ Computadora
___ Consola de videojuegos
___ Dispositivos móviles (Tablet, IPad)
2. La frecuencia del consumo de estas pantallas es:
___ Todos los días
___ De 5 a 6 días
___ De 3 a 4 días
___ Solo 1 o 2 veces a la semana
3. Estime la cantidad de tiempo que permanece frente a las pantallas en cada exposición:
___ Menos de 1 hora
___ Entre 1 y 2 horas
___ Entre 3 y 4 horas
___ Entre 5 y 6 horas
___ Entre 7 y 8 horas
___ Entre 9 y 10 horas
___ Más de 10 horas
4. Durante esta etapa de confinamiento, el tiempo de consumo de las pantallas por parte de su hijo/a:
___ Ha disminuido considerablemente
___ Ha disminuido un poco
___ Se ha mantenido igual
___ Ha aumentado un poco
___ Ha aumentado considerablemente
5. Considera que el uso excesivo de las pantallas puede generar afectaciones en los niños:
___ Sí
___ Solo en niños pequeños
___ No
6. ¿Ha notado si su hijo experimenta, como consecuencia del consumo de pantallas, algunos de estas problemáticas?:
___ Pesadillas
___ Dificultades para conciliar el sueño
___ Intranquilidad marcada
___ Pérdida o disminución del apetito
___ Pobre socialización (no asociada al confinamiento)
___ Dificultad para cumplir órdenes
___ Impulsividad
___ Agresividad
7. Considera que el uso de las pantallas en su/s hijo/s es:
___ Muy alto ___ Alto ___ Normal ___ Poco ___ Muy poco
8. Marque las ventajas que considera tiene el uso de las pantallas en su hijo/a. Puede escoger más de una opción:
___ Desarrolla procesos cognitivos tales como memoria, pensamiento, imaginación y lenguaje
___ Me ayuda a tener un tiempo libre para mí o para cumplir con responsabilidades hogareñas y del trabajo
___ Constituye un entretenimiento seguro que lo aleja de peligros y accidentes en el vecindario o el hogar
___ Desarrolla habilidades en el dominio de estas tecnologías
___ Favorece la comunicación y la socialización con otras personas
___ Desarrolla habilidades académicas como buscar, analizar, seleccionar y generar información
9. He estado pendiente durante el confinamiento, de los contenidos que ve mi hijo en estas pantallas
___ Siempre ___ Casi siempre ___ En ocasiones ___ Casi nunca ___ Nunca
10. Para evitar el consumo de las pantallas he promovido, durante el confinamiento, otras actividades y/o juegos tales como:
___ Manualidades
___ Labores domésticas
___ Juego de roles (asumen distintos roles durante el juego -padres/madres, maestras/maestros, enfermeras/enfermeros, doctora/doctor, policía, etc.)
___ Juego de reglas (juegos de mesa y/o activos)
___ Dibujar y/o colorear
___ Lectura de libros
___ Actividades deportivas
___ Otras ¿Cuáles?__________________
11. Algunas de las conductas que he puesto en práctica ante el consumo de pantallas de mi hijo son:
___ Lo acompaño y, en ocasiones, comento con él algunos contenidos que pueden ser objeto de debate
___ Lo acompaño y lo instruyo sobre los contenidos que visualiza
___ Dejo que mi hijo consuma lo que desee
___ Controlo o regulo el número de horas que puede permanecer frente a las pantallas
___ Controlo o regulo los programas, juegos o contenidos que puede visualizar
___ Establezco prerrequisitos o condiciones para consumir las pantallas tales como: cumplir con ciertas tareas hogareñas o tareas escolares antes.