Pedro de Mena (1628-1688). Un singular escultor andaluz del pleno barroco español

Gila Medina, Lázaro y SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio

Editorial de la Universidad de Granada, Granada, 2024

ISBN: 978-84-338-7426-9

Licht! Mehr licht! –¡Luz, más luz!– exclamaba Goethe (1749-1832) en su lecho de muerte. Palabras que cobran sentido en las páginas de la última monografía dedicada al escultor Pedro de Mena. Publicación escrita por Lázaro Gila Medina y Juan Antonio Sánchez López, catedráticos de la Universidad de Granada y Málaga, respectivamente.

En líneas generales, la monografía teje un tapiz biográfico que ilumina, convocando un amplio repertorio temático, la polifacética biografía personal y artística de Pedro de Mena. El profesor Lázaro Gila actualiza un argumento que inició en la primavera del 2007 al amparo de la editorial madrileña Arco Libros: Pedro de Mena escultor, 1628-1688.Un trabajo que buscaba construir una imagen fidedigna del artista, tomando como punto de partida la única monografía existente hasta entonces: la de Ricardo de Orueta (1914), y que desató un leve despertar historiográfico. Su primera obra buscaba rescatar de la tiniebla la denostada imagen del escultor basada en ideas preconcebidas y lecturas poco rigurosas. Por consiguiente, este último volumen se suma a la trayectoria del profesor jiennense, ahora con colaboración del citado docente malagueño. Apoyados en nuevos documentos, que corrigen o aportan nuevos datos sobre el escultor granadino de nacimiento y malagueño de adopción, convirtiéndose en la referencia más actualizada. Especialmente, teniendo en cuenta el torrente de publicaciones que estudian la actividad del escultor hasta la fecha.

Un prólogo del Dr. D. José Luis Romero de Torres, investigador y comisario de la última exposición monográfica (2019) sobre Mena en el Palacio Episcopal de Málaga, presenta al lector los argumentos y autores de este trabajo. A modo de arranque, se inicia con dos capítulos de L. Gila: un análisis historiográfico seguido de una aproximación al contexto escultórico granadino. Un marco idóneo para contextualizar y entender su obra como fruto de su tiempo. O, visto de otro modo, la exposición del repertorio estético que heredaba de maestros precedentes, entre ellos, su padre Alonso de Mena (1587-1646). Consecuentemente, este primer bloque temático concluye con un tercer apartado dedicado a su compleja biografía. Una carrera que, marcada por dos etapas entre Granada (1628-1658) y Málaga (1658-1688), fue crucial. En Málaga, a pesar de los sucesos extraordinarios como su desplazamiento a la Corte, logró consolidar su prestigio personal y profesional y verse afectado por la peste de 1679.

En relación esta ciudad, el profesor Sánchez López aborda el motivo del traslado de Mena a dicha ciudad en 1658: el completar la iconografía de la sillería del coro de la Catedral. Relato que construye al completo, desde su significación ritual a los motivos del encargo y lectura iconográfica. La obra revela de manera notable cómo Mena y su equipo subordinaron el protagonismo de la arquitectura a la escultura, culminando en una de las obras maestras de la escultura hispana.

Lázaro Gila introduce un cambio significativo en el quinto capítulo. Centra su análisis en la iconografía de la obra de Mena. Metodología más atractiva e intuitiva tanto para especialistas como para el gran público. El análisis sigue un orden cronológico y examina cada obra en profundidad, proponiendo nuevas lecturas sobre su autoría y distinguiendo entre la obra de Mena, taller, sus seguidores «menoides» y desecha atribuciones erróneas. Evidencia que, en la individualización de los diferentes temas iconográficos, residió parte de su fama. Por consiguiente, bajo el título de «Mena a través de sus temas iconográficos» abre este apartado con su tema mariano por excelencia: la Inmaculada. Imágenes cuyo estilo y recogimiento parten del vocabulario artístico de Alonso Cano sobre el cual evolucionó fraguando un estilo absolutamente personal. Sobresalientes las conservadas en la colección malagueña de Hdo. Pérez Díaz o la del convento de Santa Teresa de Madrid.

Continúa con un sexto capítulo dedicado a la iconografía de la Sagrada Familia. De amplio cotejo pues expone al lector a cada miembro de dicha iconografía de forma aislada desde el San Juanito a los «Niño Jesús», San José y el Niño (itinerantes o en brazos del padre) o la Virgen de Belén entre otros. Todas ellas, al amparo de su maestría, revelaban una dulce conmoción fruto de la nueva sensibilidad barroca. Motivo por el cual se difundieron por todo el territorio peninsular como el corazón bombea la sangre a cada parte del organismo.

La iconografía de la Sagrada Familia es el tema central del sexto capítulo. Análisis cuyos temas fundamentales abarcan de forma detallada desde el San Juanito o el Niño Jesús, para llegar a San José (con o sin el Niño) y la Virgen de Belén, entre otros. La maestría de Mena se refleja nuevamente en la dulce conmoción que trasmiten estas imágenes. Fruto de la nueva sensibilidad barroca clave para entender la fama de estas imágenes a lo largo de la península.

La Pasión de Cristo ocupa el octavo punto. Capítulo no muy extenso y que, en pocas palabras, el autor sitúa de manera inteligente con anterioridad y casi como prólogo al segundo gran apogeo de Mena: los bustos de Ecce Homo y la Dolorosa. Como si de una disección anatómica se tratara, cada pareja de bustos o imagen se describen con gran detalle. El estudio se abre con un contexto sobre las ideas tridentinas, iluminando sus raíces iconográficas. Factor que permite conocer sus antecedentes iconográficos, variaciones y aportes estéticos personales culminando con un inventario detallado basado en: formato, forma, ubicación y tipología.

Finaliza el volumen con dos apartados singulares en su producción escultórica. Por un lado, el complejo y extenso santoral cuya cima es su Magdalena penitente. Y en otro orden, un espacio singular a las dos versiones de los orantes Reyes Católicos. Así como en un muy completo corpus bibliográfico.

Por último, parte del interés que posee esta magnífica monografía reside en su maquetación y aparato fotográfico. En pocas ocasiones se cita la relevancia de estos aspectos. La labor de D. José Carlos Madero es encomiable en ambos apartados. Contribuye a crear un universo de conocimiento y color apoyado en magníficas fotografías sin cuya referencia el valor del conjunto se vería mermado. En resumen, el lector encontrará bajo la coordinación del profesor Lázaro Gila lo mismo que Dante Alighieri vio en la profundidad de la luz eterna (Paraíso, XXXIII, 86-87): cosido con amor en un volumen, todo lo que despliega el universo.

Manuel López de Torres

Universidad de Granada