«Penelope»

Foro Romano y Palatino, Roma

Del 19 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025

«Penelope» es la primera muestra de una trilogía de exposiciones dedicadas a tres mujeres de la Antigüedad, Penélope, Antígona y Safo, comisariada por los historiadores del arte, Alessandra Sarchi y Claudio Franzoni, que tiene lugar del 19 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025 dentro del Parco Arqueologico del Colosseo, específicamente en el Templo de Rómulo y las Pajareras Farnesianas –Foro Romano y Palatino respectivamente–. La muestra busca revalorizar y revisar la figura mítica de Penélope en la tradición literaria y cómo esta ha desarrollado una imagen iconográfica particular dentro de los relatos artísticos. De este modo, a través de una selección de en torno a 50 obras que incluyen cerámica, esculturas, dibujos, xilografías y pinturas de diversos períodos, la exposición establece un puente entre la Penélope de la Odisea de Homero y la interpretación cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos, no solo en las artes plásticas sino también en el ámbito audiovisual. Con la misma intención de realizar conexiones y tender lazos entre la idea mítica de Penélope y la contemporaneidad, la exposición vincula la labor tejedora de la reina de Ítaca con el característico lenguaje de la artista Maria Lai (1919-2013), quien centra su creación en el trabajo de los textiles. La celebración de esta exposición ha sido, además, acompañada por un programa de seis encuentros en los cuales se reflexionaba en torno a la idea del tejido, de la acción de tejer y de la figura femenina en relación con ambas partiendo de los ejemplos de Penélope y de Maria Lai.

En «Penelope», Sarchi y Franzoni proponen un amplio abanico de piezas que van desde la Antigüedad –como un skyphos ático del siglo V a. C. considerada una de las primeras representaciones de Penélope– hasta la época contemporánea, lo cual permite que las personas visitantes puedan observar no solo la manera en la que las representaciones de Penélope evolucionan y qué elementos se incorporan, desaparecen o se mantienen en ellas a lo largo de la historia, sino también, reseñar la pervivencia de este personaje a pesar de haber sido concebido tantos milenios atrás. Así, para adentrarnos por tanto en la iconografía de la reina de Ítaca, los comisarios proponen que el discurso expositivo se centre, como no podría ser de otra manera, en la imagen de Penélope y en los elementos, gestos y/o personajes que se le relacionan y que permiten identificarla siendo estos los siguientes: el velo, el llanto gesto nostálgico de la mano derecha sobre el rostro–, el telar y la tela, y el sueño. Estos cuatro aspectos resultan el hilo conductor que va hilvanando el diálogo entre los carteles informativos, las piezas expuestas y los visitantes y es a través de ellos que se desarrolla el recorrido que, como apuntábamos, se divide espacialmente en dos lugares: el Templo de Rómulo y las Pajareras Farnesianas.

La primera sección, ubicada en el templo de Rómulo, introduce al visitante a la figura de Penélope contextualizando su procedencia desde el texto homérico y otras obras clásicas, así como al origen de su iconografía. Es por tanto en este espacio donde comienzan a exponerse los atributos que acompañan las representaciones de esta mujer odiseica, donde «encontramos una Penélope fijada en gestos característicos que el público podría reconocer con facilidad» (Sarchi, 2024: 16) y donde se hallan las obras más antiguas como, además del skyphos que antes referimos, un altorrelieve de Penélope doliente del siglo I a. C. (basado en un prototipo del siglo V a. C.) [1]; un relieve Campana de Penélope doliente entre sus criadas del mismo siglo; algunos frescos pompeyanos; una copia romana de Cabeza de Penélope del 450 a. C., una placa de bronce del siglo XV que representa a Penélope y algunos pretendientes, etc. Estableciendo conexiones con ellas y enfatizando la labor principal que se le atribuye a Penélope, además, se expone la reconstrucción de un telar antiguo realizado en el año 2005 por Andreas Willmy, Ellen Harlizius-Klück, Simone Klück y Susanne Pfisterer-Hass. Contando el Templo de Rómulo con una planta ovalada, la muestra se organiza en torno a un núcleo central en el cual se sitúa la citada reconstrucción del telar, junto con dos piezas destacadas: el skyphos y el altorrelieve del siglo I a. C.. De manera envolvente, una pasarela curva [2] se despliega en derredor de estas obras, guiando al espectador de forma fluida a lo largo del recorrido y facilitando su inmersión en el universo literario e iconográfico de Penélope.

La segunda sección, por su parte, se extiende en las dos pequeñas salas que conforman las Pajareras Farnesianas. En la primera de estas, la exposición se centra con mayor fuerza en cómo «la estancia del telar es también símbolo de la mente astuta y determinada de la heroína homérica» y en las representaciones que revelan a la reina de Ítaca realizando dicha acción, mostrándola, por tanto, como un sujeto activo y ligando el acto de tejer con la agudeza intelectual de la reina, distando esto con la manera en la que la habíamos visto en las iconografías de la primera parte de la muestra. El discurso expositivo enfatiza con mayor precisión la idea de Penélope como una mujer sagaz destacando sus dos ardides principales: el de tejer y destejer para evitar desposarse con algún pretendiente y la prueba del arco que hace revelar la identidad de Ulises una vez regresa a Ítaca. Para esta idea, pues, se exhiben principalmente pinturas, aguafuertes, grabados y dibujos entre los que se encuentran Penélope desenreda la tela (finales del siglo XV) de Leandro Bassano o Penélope llorando sobre el arco de Ulises (1779) de Angelika Kauffmann. En la segunda de las salas, el recorrido continúa con representaciones de Penélope, pero esta vez constituyendo una conexión con las obras de Maria Lai. La exposición establece una interesante relación entre Penélope y la obra textil de Lai, al abordar la relación entre el telar y el universo femenino. Ambas, desde sus respectivos –y distantes– contextos, reivindican de algún modo el trabajo del tejido como una práctica profundamente vinculada a la identidad y al poder de las mujeres. Mientras Penélope deshace y rehace su tela y «transforma el papel que le designa el orden masculino» (Bürguer y Bürguer, 2001: 25), la artista emplea el tejido en sus piezas para transformar conceptos y activar nuevas narrativas. Esta convergencia no solo resalta el simbolismo del telar como herramienta de resistencia y memoria, sino que también subraya el valor cultural y social de la labor textil, a menudo relegada pero fundamental en la construcción de historias personales y comunitarias.

En ambas secciones, el diseño del espacio expositivo se caracteriza por una cuidada y delicada disposición, donde cada vitrina y soporte que alberga las piezas y los carteles informativos está en sintonía con la temática de la muestra. A través de la disposición de listones de madera y telas cortadas [3], así como el uso de lienzo para los textos explicativos y las cartelas, se crea una atmósfera visualmente evocadora que recuerda a la estructura de un telar, reforzando la conexión simbólica con el proceso textil que resulta vehicular a lo largo de toda la exposición. Es importante señalar también en este punto lo fundamental que resulta que una figura femenina como la de Penélope sea presentada, del modo en el que se hace, en el corazón de la civilización latina: el foro romano. Y es que, uno de los logros de «Penelope» es el enfoque que de este personaje femenino de la Odisea ofrece. Solo tomándola como elemento principal sobre el cual elaborar todo un discurso –cuando durante siglos se ha entendido como una mera figura secundaria–, este proyecto ya rompe con el estereotipo tradicional de la mujer pasiva y enfatiza la idea de mujer comprometida y resolutiva –no solo en sus asuntos personales sino también para con su reino y sus bienes (Estrada, 2021: 61)–. No obstante, este emplazamiento de tan alto valor simbólico puede llegar a resultar poco propicio para una plena apreciación del recorrido expositivo. Considerando que el foro acoge a un número considerable de visitantes a diario y que, aunque los espacios son adecuados, no se distinguen particularmente por su amplitud, el desplazamiento libre por la muestra y la contemplación pausada de las piezas expuestas se ve considerablemente restringido. Del mismo modo, la elección de dividir la exposición en dos sedes, aunque puede considerarse una estrategia positiva, también presenta ciertos inconvenientes. El foro, como espacio con múltiples puntos de acceso y recorrido libre, permite que los visitantes elijan su itinerario según sus preferencias, lo que podría potenciar la dispersión del público entre las dos ubicaciones. Este hecho puede entenderse como favorable, si pensamos en que permitiría una mayor cobertura del espacio, incrementando las posibilidades de que los visitantes se acerquen a la figura de Penélope en al menos una de las sedes. No obstante, esta misma distribución espacial puede afectar negativamente a la coherencia del discurso expositivo, debido a que la fragmentación de la exposición entre dos lugares distantes puede dificultar una experiencia de visita más fluida y lineal, propiciando que el recorrido se perciba de manera desarticulada. Esta situación podría llevar a alterar el contexto y la relación de las piezas entre sí. Prescindiendo de este inconveniente, y presuponiendo que los visitantes puedan adentrarse en la muestra siguiendo el recorrido correcto, la exposición se despliega de manera inteligente, articulando un discurso expositivo perfectamente adecuado y cuidadosamente estructurado. El diálogo entre los textos informativos y las obras se establece con una coherencia notable, lo que facilita enormemente la comprensión de los contenidos. Así, el visitante puede seguir con fluidez el hilo conductor propuesto, sin esfuerzo, lo que propicia una experiencia enriquecedora y accesible, a pesar de las limitaciones espaciales.

Con todo, resulta evidente que «Penelope» es una propuesta necesaria que pone en el punto de mira a una figura literaria clásica y nos muestra, con una adecuada pluralidad de obras la perdurabilidad de esta mujer odiseica a lo largo de la historia y cómo las diferentes épocas proyectan en ella su propia idiosincrasia. Lo hace, además, desafiando y rompiendo con los estereotipos de pasividad y subordinación que tradicionalmente han rodeado a la protagonista femenina de la segunda épica homérica. En España, la lucha feminista se abandera de unos versos atribuidos a la escritora y actriz Carmen Losa que dicen: «Sal de Ítaca Penélope. El mar también es tuyo», y es posible que la Penélope homérica no pueda salir de su lugar en Ítaca, pero en acciones como las de este proyecto, Penélope trasciende esos límites, ocupando todos los espacios y alcanzando una dimensión internacional a través de la diversidad de visitantes que se acercan a su figura.

Joana Rodríguez Pérez

Universidad de La Laguna

Bibliografía

BÜRGER, Christa y BÜRGER, Peter (2001), La desaparición del sujeto. Una historia de la subjetividad de Montaigne a Blanchot, Akal, Madrid.

ESTRADA, Carmen (2021), Odiseicas. Las mujeres en la Odisea, Seix Barral, Barcelona.

SARCHI, Alessandra y FRANZONI, Claudio (2024), Penelope, Electa, Milano.