Cuerpos fuera de sí. Figuras de la inclinación en las artes vivas
y las protestas sociales*

PÉREZ ROYO, Victoria

DocumentA/Escénicas Ediciones, Córdoba, 2022

ISBN: 978-987-4445-27-8

Pensar el cuerpo como una entidad fija y contenida en sus propios límites ha sido una de las ficciones más persistentes de la modernidad. Pero ¿qué sucede si lo concebimos como abierto y como fenómeno de intercambio continuo con otros cuerpos, imágenes y gestos? Esta perspectiva, que desestabiliza la condición estructural tradicional, permite trazar nuevas geografías para el cuerpo como territorio de desbordamiento y mutación. Desde esta premisa, Victoria Pérez Royo nos invita a reconsiderar el arquetipo postural más allá de su autonomía autocontenida, para entenderlo como una entidad porosa y en expansión.

La autora se inscribe en una corriente crítica que entiende la corporalidad como una construcción relacional más que esencial. Su ensayo se erige, así, como una propuesta clave para los estudios de la performatividad y el pensamiento contemporáneo sobre la figura en las artes vivas, donde se exploran las potencias políticas de la vulnerabilidad y la disposición relacional. En este marco, Pérez Royo se apoya en ejemplos de prácticas escénicas provenientes de diferentes contextos sociopolíticos para evidenciar cómo esta presencia física en apertura permite la aparición de formas de acción diversas. Esta lógica se vincula con su propia experiencia como espectadora, aportando un enfoque situado y comprometido:

Este fuera de sí me desapropia del lugar en el que me sitúo como investigadora, de (in)comunicación y movilidad entre diferentes marcos y formas de pensar, tales como la teoría de la danza, la teoría teatral, la filosofía, la teoría política, la teoría social o la teoría de la imagen, entre otros varios (2022: 28).

El concepto se amplía para abarcar experiencias que exceden los límites de la subjetividad tradicional. Este desplazamiento del yo, que se expande continuamente, conecta con las artes de la escena, donde la relación con el cuerpo ajeno transforma la vivencia del propio ser. La práctica de ser acompañado por otres y reconstruir la propia identidad a partir de esa interacción se presenta como una forma de repensar la performatividad del individuo desde la receptividad. Este enfoque «fuera de sí» plantea que la corporalidad no se agota en sí misma, ni se limita a la imagen de descontrol o extravío; sino que se desborda más allá de sus límites, generando nuevas formas de acción colectiva hacia una subjetividad más ética.

El sujeto inclinado se presenta como una figura de resistencia que desafía la hegemonía de la verticalidad. La verticalización, según Adriana Cavarero en Inclinations. A Critique of Rectitude (2016), es una herramienta de control histórico que asocia la rectitud con la masculinidad y la normatividad. En contraposición, la inclinación, lo torcido o lo tumbado, se asocia con la feminidad y la desviación. Pérez Royo adopta esta idea y sugiere que las artes vivas, con sus cuerpos inclinados o dispuestos a inclinarse, permiten una orientación del yo, al nosotros, facilitando nuevas prácticas colectivas.

El enfoque de Pérez Royo se entrelaza de forma significativa con la Teoría de la Mujer Enferma de Johanna Hedva, que propone una reconfiguración de la acción político-social desde la potencia de lo autobiográfico. La pregunta «¿Cómo avientas un ladrillo a través de la ventana de un banco si no puedes salir de la cama?» (2016: 23) desvela las nociones tradicionales de protesta para dar lugar a posibilidades alternativas de revolución. Hedva propone valorar la acción política que puede surgir desde la cama, desde la enfermedad crónica o la incapacidad, para comprender que no todos los sujetos tienen la posibilidad de acceder y permanecer en la revuelta del espacio público. La convergencia de las propuestas de Hedva y Pérez Royo radica en la desestabilización de la normalidad corporal impuesta por las lógicas neoliberales de control, autonomía y productividad.

Desde esta perspectiva, la horizontalidad del cuerpo pasa a convertirse en una posición de resistencia. Esta visión conecta el ensayo de Pérez Royo con los estudios críticos de la discapacidad y la teoría crip, a pesar de no referirse de manera directa a experiencias vinculadas a la enfermedad o la diversidad funcional, como sí ocurre en el manifiesto de Hedva.

Los ejemplos sobre los que Pérez Royo articula su ensayo desestabilizan la normalidad del cuerpo moderno-colonial, de modo que la vulnerabilidad no se presenta como una deficiencia, sino como una potencia. Estas prácticas, analizadas desde su propia vivencia como espectadora reclinada hacia el lugar donde sucede la acción, proponen al público una interdependencia que va más allá del espacio creativo, donde la apertura, la fragilidad y la relación con otres son los pilares de formas alternativas de movilización. La mirada radicalmente inclusiva del cuerpo expande las posibilidades de la acción política más allá de los límites tradicionales de la acción colectiva.

Los territorios de creación y representación artística, especialmente aquellos vinculados a las artes vivas y su relación con el cuerpo, se consolidan como escenarios donde la realidad de la vida se refleja y se cuestiona. A través de ellos, surge la posibilidad de visibilizar formas de revolución que provienen de identidades invisibilizadas y oprimidas por el capacitismo, generando entornos de revueltas alternativas y posibles.

«El cuerpo vulnerable, asociado al impoder» (Pérez Royo, 2022: 15) se convierte en fuerza política, invitando a repensar la acción colectiva desde una performatividad que hile relación con cuidado. Desde la dimensión escénica, la autora presenta una invitación a desafiar las lógicas neoliberales proponiendo la figura «fuera de sí» como un dispositivo de apertura hacia otras formas de memoria colectiva y de hacer en relación.

En última instancia, su análisis invita a desplazarnos del yo hacia el nosotros colectivo, haciendo del cuerpo un espacio de resistencia y de transformación. Pensar y activar estas formas inclinadas del arte implica desbordar la figuración postural, superando la lógica de la autonomía corporal para abrazar la heterogeneidad de cruces, aperturas y desplazamientos. Así, Pérez Royo invita a concebir las artes vivas como una vía para afrontar los desafíos contemporáneos: no solo como un espacio de experimentación escénica, sino como un laboratorio de prácticas corporales donde exceder los límites de la subjetividad y reconfigurar las formas de estar y de hacer en el mundo.

Irene Mahugo Amaro

Universidad de Castilla-La Mancha

Notas

* Este comentario bibliográfico se ha realizado gracias a un contrato predoctoral de Plan Propio de I+D+i de la Universidad de Castilla-La Mancha, cofinanciado por el FSE+.