«Cuando la tinta es arte. Grabados del ciclo de Navidad en la colección LAMBRA»
Espacio Cultural de La Palma, Fundación Caja Canarias, Santa Cruz de la Palma
Del 28 de noviembre de 2024 al 28 de febrero de 2025
El título elegido hace referencia al contenido: la exhibición de obra gráfica perteneciente en su totalidad a una colección particular, dedicada a recolectar materiales relativos a la Navidad para su estudio como fenómeno, tanto religioso como antropológico y social.
Constituye todo un reto proponer un proyecto basado en una mayoría de obras creadas a partir de un solo color, fundamentalmente el negro de la tinta, y apostar por la presencia de un tipo de visitante no especializado, como es el que acude a la oferta de las actividades navideñas. Además, los pequeños tamaños de gran parte de los grabados antiguos, y cierta uniformidad, consecuencia de la reiteración de obras monocromáticas, pueden saturar la atención de un público no demasiado predispuesto.
Si a esto se une el deficiente conocimiento, y por tanto la apreciación del papel del grabado como elemento artístico con calidad propia, solo admitido en lo respecta al grabado contemporáneo y algunos nombres conocidos como Durero, Rembrandt o Goya, es obvio que han de diseñarse las estrategias adecuadas.
Frente a estos inconvenientes, también existen ventajas, como en este caso, gracias a la temática elegida: el ciclo de la Navidad, que se inserta en las actividades propias de la temporada, algo reiterativas, ofreciendo un enfoque original que, sin duda, atrae al espectador curioso.
El grabado, además, dado que se trata de una obra múltiple, de realización colectiva, donde los artistas responsables de cada proceso pueden ser diferentes, se enfrenta al concepto usual de obra unitaria, de ejemplar único, y reclama un espacio propio en su valoración como obra de arte, por lo que cualquier exposición dedicada al tema es bienvenida.
Los comisarios responsables de la muestra son Benito Rodríguez y Letizia Arbeteta, ambos doctores en Historia del Arte. Rodríguez conoce bien el mundo del grabado, al igual que el de la numismática, parte importante de su tesis sobre las exequias de Felipe IV en los territorios de la Monarquía Hispánica, donde coteja la arquitectura efímera, la literatura panegírica e imágenes alegóricas, muchas de ellas grabadas o conocidas a través de este medio, concluyendo que denotan una unidad conceptual entre territorios muy alejados geográficamente. Catalogador de obras de arte y profesor, ha publicado diversos trabajos en los que destaca la importancia del grabado, habiendo comisariado también una exposición relacionada con la difusión de los modelos del nacimiento tradicional y sus figuras.
En cuanto a Letizia Arbeteta, conservadora de museos, ha comisariado numerosas exposiciones de obras de arte, entre ellas las dos mayores celebradas hasta la fecha dedicadas a la Navidad y los belenes, nacimientos o pesebres, desde sus inicios a la actualidad. Fue directora, entre otros cargos, de la Fundación Lázaro Galdiano. Ha sido asimismo co-directora científica para la musealización de las nuevas salas del Tesoro del Delfín en el Museo del Prado. También es autora de varios libros y más de un centenar de publicaciones científicas, y otras tantas divulgativas.
La selección de imágenes realizada por ambos incluye ejemplares que informan sobre las distintas perspectivas y usos del grabado, lo que incluye tanto estampas sueltas como ilustraciones de libros y el inicio de la prensa periódica, abarcando todo ello un período que va desde las postrimerías del siglo XV a las del siglo XIX.
Con la misma intención didáctica se han incorporado algunos ejemplos del arte popular al lado de creaciones de artistas de primer rango, agrupándose las obras según representaciones que siguen la narración evangélica de Mateo y Lucas acerca de la primera infancia de Jesús, y continúan con las tradiciones apócrifas y otros aspectos, un campo en el que, además de mostrar la construcción de un discurso visual, se pretende destacar la inventiva de los grabadores y los artistas que, en su caso, les han inspirado.
En lo que respecta a su presentación, las salas del Espacio Cultural parecen especialmente diseñadas para exposiciones de carácter intimista, con agradables techos bajos de viguería y suelos de esa excelente madera de tea que es el orgullo de la carpintería canaria, ampliamente desarrollada en el vestíbulo, con su impresionante escalera, como corresponde a la casa Massieu, levantada entre 1779 y 1785 sobre el solar de la antigua residencia del Adelantado Alonso Fernández de Lugo.
Por ello, los comisarios decidieron despejar visualmente el espacio, eligiendo el blanco como fondo, con algún toque gris en los planos finales, listones de madera vista para los marcos y paspartús blancos, de forma que cada grabado tuviera aire y luz alrededor. La altura de todos ellos se ha centrado en la mirada de un espectador hipotético, de forma que sean contemplados cómodamente con independencia de su tamaño o el del marco [1].
La monotonía que pudiera suponer una hilera de cuadros, iluminados a baja intensidad, que revisten completamente el vestíbulo, las salas de la planta baja y de la planta alta, es decir, el espacio en su totalidad, queda rota por las cartelas informativas, amenizadas por ampliaciones de algunas de las obras expuestas, algunas de carácter virtuosista, cuya destreza queda patente al aumentar su visibilidad. Los paneles contienen información genérica sobre el grabado, su función y alguna de sus técnicas, junto a comentarios específicos sobre obras concretas, proyectos y autores, que se completan con los datos que vienen detallados en cada cartela individual.
Divididos por sectores temáticos, se incorporan también fragmentos literales de la narración de los Evangelios, de forma que esta actúa como unificadora del recorrido expositivo, a modo de texto adicional que permite al visitante contemplar las diferentes versiones de un mismo tema, en una secuencia continua, que marca el recorrido y justifica el ascenso a la planta alta. El espacio se divide en dos ámbitos fundamentales: el vestíbulo y las salas. El primero se dedica a la presentación general y los episodios anteriores al nacimiento de Jesús (la Anunciación y la Visitación a Santa Isabel), añadiendo, además, un apartado sobre la Inmaculada que, en la tradición hispánica, abre, anticipándose a la liturgia, el tiempo de la Navidad. Las salas se reservan para al nacimiento y primera infancia de Jesús, de forma que el conjunto muestra un programa completo y cerrado.
En cuanto al contenido, se exponen 104 obras originales y tres libros, representativos de tres periodos del arte de la ilustración editorial, que recuerdan el papel del grabado tanto en la difusión de la cultura y las ideas como –más concretamente– en la construcción de una iconografía navideña a través de las estampas, algo familiar que asumimos de forma natural sin interrogarnos sobre sus orígenes y su evolución. Por ello, y como un guiño al público más joven, se incluye un código QR que captura una proyección 3D de un belén, obra actual del conocido artista José Luis Mayo Lebrija, recientemente homenajeado.
El visitante tiene ocasión de contemplar obras de numerosos artistas, tanto los maestros que sirvieron de modelo como los que crearon los dibujos preparatorios, los que abrieron las planchas o tallaron los tacos xilográficos y los que estamparon y editaron las consiguientes tiradas.
La nómina es muy amplia pues hay representantes de las principales escuelas europeas: francesa, española, neerlandesa, flamenca, alemana, inglesa e italiana. Esta última con versiones de obras de Raffaello Sanzio, Sassoferrato, Bernardino Luini, Albani, Andrea del Sarto, los Carracci, Garofalo, Barocci y Ventura Salimbeni, entre otros. También forman parte de la muestra otros dibujantes, grabadores y editores como Bernardino Passeri, Johannes Statius, Michel Natalis, Giovanni Petrini, Gaetano Zanconi, Nicola Sangiorgi y Raffaello Morghen.
De la escuela francesa destacan obras de Philippe de Champaigne [2], Simon Vouet, Nicolas Poussin, Jean Cousin le Jeune, Fragonard, Michel Lasne, Van Loo, Nicolas Pitau, Jollain, Thomassin y de las casas parisinas de producción semi industrial del siglo XIX.
Las escuelas flamenca, holandesa y alemana están representadas por artistas como Hans von Aachen, Hendrick Goltzius, Maarten de Vos, Rubens, Paolo Fiammingo, Brueghel el Viejo, Mengs y otros. No faltan grandes sagas de grabadores como los Wierix [3], que, en palabras del comisario Rodríguez, «son parte fundamental en la construcción del imaginario visual de la Reforma», al igual que otras dinastías familiares de grabadores/editores como los Sadeler, los Galle, los Collaert, los Leclerc o los Klauber. Se completa el recorrido con obras de Virgil Solis, Lucas Kilian, Jan Baptist Barbé, Gysbert Van Veen, Dominicus Custos, Herman Weyen, Abraham van Merlen, J. G. Remmele, Tobías Lobeck y Von Prenner.
En España trabajan Ramón y Francisco Bayeu, Blas Ametller, Ignacio Valls, Vallespir, Montaner y Cladera. Hay también grabadores ingleses, como William Holl o Robert Staines.
Pueden verse grabados que reproducen obras de los grandes gabinetes y colecciones del Barroco, al igual que las de museos como el efímero Musée Napoléon, que mezcló las colecciones francesas con las requisas de las campañas militares, o las colecciones reales de España.
En cuanto a las biblias ilustradas y los proyectos visuales relacionados con la vida de Jesús, no faltan los más representativos, como las Evangelicae historiae imagines, ilustraciones de la Biblia Natalis, idea del jesuita mallorquín Jerónimo Nadal, que fue difundida hasta extremo Oriente. Se han podido reunir los grabados correspondientes al ciclo de la Navidad y la infancia de Jesús, donde destacan, por su calidad, algunos firmados por Hieronymus Wierix.
Asimismo, se han recogido ejemplos de las más conocidas biblias ilustradas, católicas, como la Biblia Ectypa, proyecto visual de Christoph Weigel, o protestantes, como la Biblia neerlándica, ilustrada por Romeyn de Hooghe, incluyendo también la llamada Biblia de Port-Royal, de inspiración jansenista, la Biblia inglesa de las familias de Matthew Henry y otras. Se exhibe un ejemplar, censurado en 1555 en Salamanca, de una Biblia de 1542 editada en Lyon, ilustrada con cientos de xilografías de las más antiguas, algunas de recuperación, otras atribuidas a Hans Springinklee, colaborador de Durero.
Con motivo de la exposición se publicará un estudio de las obras exhibidas, con catálogo razonado de cada una de ellas. En el momento de la catalogación las sorpresas han sido abundantes, por lo que se ofrecen primicias que se incorporan a la historia del grabado, como la atribución de obras, hasta ahora inéditas, a distintos maestros, al tiempo que se presentan grabados que son, por sí solos un enigma, como una escena de Salimbeli, fechada en 1590, con firma de Johannes Statius, o el grabado de San Juanito basado en un modelo de Hendrick Goltzius. Por el contrario, es notable la presencia de los hermanos Wierix, tan escasa en nuestras instituciones, pese a su popularidad, lo que se justifica por la temática, al igual que la obra de los Galle o la de Stradanus. Destaca también una prueba de estado firmada por Cornelis Schutz, que perteneció al gran coleccionista Giuseppe Storck.
El campo, tan denostado a veces, de la reproducción o copia fidedigna de una obra, por lo general pictórica, muestra versiones que van desde lo mimético, a veces producto de una gran destreza técnica, a la versión personal inspiradora. Sirvan de ejemplo de lo primero los equipos de grabadores franceses del siglo XIX, especializados unos en el aguafuerte y otros en el buril, mientras que artistas más libres crean sus versiones del tema a copiar.
Además de la Biblia citada, pueden verse otros dos libros: uno, para meditación y ejercicios espirituales, escrito por el capellán y confesor de Álvaro de Bazán, ilustrado por los mejores grabadores del momento; y otro, francés, con grabados de Gustavo Doré.
Los grabados, además de visualizar la narración de la infancia de Jesús, se han agrupado en apartados dedicados a los personajes del relato, la tradición del belén o aspectos ya olvidados como los elementos pasionales que antaño convivieron con la Navidad. En definitiva, es una exposición para aprender y pensar, mientras se contemplan imágenes arraigadas en nuestras tradiciones, algunas de indudable belleza.
Elvira González Gozalo
Reial Acadèmia Mallorquina d’Estudis Històrics