Nuevos dibujos de Juan del Ribero Rada

Juan Escorial Esgueva

Universidad de Valladolid

juan.escorial@uva.es

En el complejo panorama de la arquitectura castellana de la segunda mitad del siglo XVI, la figura de Juan del Ribero Rada ocupa una posición destacada gracias a la calidad de sus propuestas, que constituyen la apuesta más decidida e innovadora en la adopción de los modelos clasicistas en la Meseta Norte. Las importantes actuaciones que llevó a cabo en las actuales provincias de León, Salamanca, Valladolid y Zamora tuvieron una gran influencia en el desarrollo arquitectónico de las décadas finales del quinientos en toda la región y su éxito le llevó hasta otros ámbitos como Asturias, Ávila, Burgos, Cáceres o Madrid, donde también dejó una notable muestra de su trabajo (Bustamante García, 1983: 88-101; Muñoz Jiménez, 1993: 24-62; Campos Sánchez-Bordona, 1996: 127-166).

La realización de este gran volumen de obras fue posible gracias al desarrollo de un sistema profesional que, si bien ya había sido puesto en práctica por Rodrigo Gil de Hontañón en las décadas precedentes (Hoag, 1985: 53-56), Ribero lo terminaría consolidando. Este se fundamentaba en la definición del papel del arquitecto desde un plano intelectual, capaz de desarrollar proyectos complejos a través de la ejecución de diseños que, posteriormente, serían materializados por otros profesionales –en muchos casos, eran colaboradores habituales– logrando, de este modo, simultanear obras de gran envergadura. Esta nueva concepción del arquitecto y, por consiguiente, de la arquitectura, se observa con claridad en el nuevo enfoque que el dibujo arquitectónico tiene tanto en la concepción del proyecto como en su posterior ejecución (Martín González, 1986: 21-32). De este modo, las trazas planteadas por Ribero son producto de una profunda reflexión en la que se evidencia, tanto su amplia formación como su experiencia en el oficio, y revelan su amplio bagaje intelectual (Campos Sánchez-Bordona, 2002: 311-332).

El mejor testimonio de esta nueva dimensión la ofrecen los diferentes planos que Ribero ejecutó a finales de la década de 1570 para el monasterio benedictino de San Benito de Valladolid. El arquitecto ejecutó una «traza universal» del edificio en pergamino, a la que se sumarían los alzados del claustro, realizados en el mismo material, y un amplio conjunto de dibujos de la zona de la portería y el patio de la hospedería, que representan las diferentes plantas, alzado y sección de este sector del conjunto en el que empezarían las obras (García Chico, 1958: 14-16; Rivera, 1990: 111-131; Bustamante García, 1990: 133-148)1. Otras muestras de sus diseños serían los planos que llevó a cabo junto a Baltasar Gutiérrez para el traslado del panteón de San Isidoro de León, conservados en Simancas, el proyecto de reparación del puente de Palencia, de la Chancillería de Valladolid, o algunos diseños relativos a proyectos no ejecutados en la catedral de León, custodiados en el Archivo Catedralicio (Martín González, 1950: 157-166; Barrio Loza, 1982: 163-170; Rivera, 1993: 62-66; Campos Sánchez-Bordona, 2004: 55-84).

A estos dibujos se suman ahora otras cuatro nuevas trazas, pertenecientes a una colección particular2. Se trata de cuatro dibujos sobre papel, que presentan dimensiones similares y cuya conservación se ha debido al hecho de que fueron reutilizados en la encuadernación de libros. Esta circunstancia provocó el recorte de los mismos con el fin de adaptarse al tamaño de las guardas, de tal modo que no se conservan íntegros.

El dibujo más antiguo de este conjunto corresponde a una planta del Ayuntamiento de León, que fue proyectado por el arquitecto en 1584. Gracias a la documentación publicada por Rivera sabemos que la traza y condiciones fueron presentadas en julio de ese año al regimiento leonés, iniciándose las obras poco después (Rivera, 1982: 216). El dibujo conservado muestra el sector septentrional del edificio, aunque ha sido recortado, perdiéndose la parte izquierda del mismo. De hecho, solo se muestran cinco de las siete arcadas con las que contaba la fachada principal del inmueble (Rivera, 1982: 223). Sin embargo, ofrece un gran interés al indicar la distribución del edificio con la función a la que estaba destinada cada una de las estancias ubicadas tanto en el nivel inferior como en la planta principal3, a través de letras mayúsculas, similares a las que presenta el proyecto del puente de Palencia o algunos de los dibujos de San Benito de Valladolid. Las obras se iniciaron a mediados de 1584 y parece que el desarrollo de su construcción fue rápido, pues en septiembre de 1586 ya estaba terminado (Rivera, 1982: 216-222) [1].

Del año 1590 data el segundo de los dibujos leoneses de Ribero. Se trata de una planta parcial de la colegiata de San Isidoro de León. Como en el caso anterior falta parte del dibujo en, al menos, tres de sus lados. Sin embargo –y a diferencia de aquel– está lleno de acotaciones que señalan las dimensiones de cada una de las partes del edificio. Estas indicaciones y las diferentes correcciones que muestra el dibujo parecen sugerir su uso como paso previo en la elaboración de un plano definitivo. Las similitudes que ofrece este rasguño con el dibujo elaborado por Ribero y Baltasar Gutiérrez en relación a la reforma que se pretendía llevar a cabo en el antiguo panteón real, conservado en el Archivo General de Simancas, parece avalar que se trataría de un tanteo preliminar para la ejecución de este diseño (Martín González, 1950: 157-166; Campos Sánchez-Bordona, 2004: 55-84; Campos Sánchez-Bordona y García Nistal, 2019: 681-683) [2].

En esos mismos años Ribero fue nombrado maestro mayor de la catedral de Salamanca, trasladándose a la ciudad del Tormes donde residirá hasta su fallecimiento en 1600 (Rodríguez G. de Ceballos y Casaseca Casaseca, 1986: 95-109). En esta última década de su vida, en la que desarrolló una intensa actividad constructiva, debe situarse otro de los dibujos conservados, correspondiente a una sección de la planta del Colegio del Rey de esta ciudad. El edificio había sido trazado por Rodrigo Gil de Hontañón, quien inició las obras en 1566 (Tovar Martín, 1976: 420-421; Casaseca Casaseca, 1988: 254-257). El devenir de su construcción a partir de la muerte del maestro en 1577 debió ser lento y, desde 1588, las referencias que se tienen sobre su marcha son escuetas, sin que haya podido precisarse el avance del proyecto durante este periodo (Tovar Martín, 1976, 422-423). En la documentación analizada por Virginia Tovar no se hace mención a la intervención de Ribero en las obras, aunque cabe la posibilidad de que, al igual que ocurre con otros proyectos de Rodrigo Gil de Hontañón, le sucediera en la dirección del mismo (Rodríguez G. de Ceballos, 1987: 44-45).

En este caso se representa un ángulo del edificio, que debe corresponderse con su sector meridional, ya que se hace mención a la puerta de San Juan de la cerca salmantina, que se levantaba en sus proximidades4. El dibujo presenta las características habituales de los dibujos de Ribero, con un cuidadoso tratamiento de los muros, macizados con líneas oblicuas dispuestas de forma paralela. Al igual que sucede en los otros dibujos, se incorporan explicaciones sobre el uso de algunos de los espacios reflejados en la planta5 [3].

El último de los dibujos debió realizarse en el mismo periodo que el plano anterior pues comparte con este sus mismas características. Aunque aparece identificado a lápiz como un proyecto para la iglesia de San Marcelo de León no se corresponde con este templo, al no compartir con el mismo ningún elemento común (Rivera, 1982: 147-158; Vasallo Toranzo, 2008: 113-128). Representa una iglesia de planta de cruz latina, aunque el recorte del dibujo impide conocer la extensión completa del edificio que, por otro lado, parece corresponder con un pequeño templo monástico, quizá perteneciente a la orden benedictina para la que Ribero trabajó en numerosas ocasiones (Campos Sánchez-Bordona, 2012: 19-44), si bien por el momento no ha podido asociarse a un edificio en concreto [4].

Este último dibujo aparece firmado por Ribero Rada en su ángulo inferior derecho, siendo el único del conjunto que recoge la rúbrica del arquitecto, aunque las características formales de los dibujos y la caligrafía de los mismos permiten aseverar que todos ellos fueron realizados por la misma mano. Estos, además, muestran algunas anotaciones manuscritas que permiten estudiar el uso posterior de los mismos. De este modo, la planta del Ayuntamiento de León recoge varias referencias a pagos realizados a «Alvarados», que, posiblemente, pueda identificarse con profesionales de este apellido relacionados con Ribero, como Juan o Felipe de Alvarado, que trabajaron con el arquitecto en diferentes obras (Rodríguez G. de Ceballos y Casaseca Casaseca, 1986: 101 y 105; Campos Sánchez-Bordona, 2012: 34). Por su parte, el reverso del dibujo de San Isidoro de León presenta numerosas anotaciones de distintas manos y cronología. Además, en el de la planta de la iglesia sin identificar, se recogen nombres de algunos de los descendientes de Ribero como Clara y Juan Antonio del Ribero Rada. Este último escribió, en 1651, que era «bisnieto de Juan del Rivero Rada, el que trazó esta traça de atrás».

La presencia de estas indicaciones permite observar que los dibujos permanecieron en poder de la familia hasta, al menos, mediados del siglo XVII, y que, con total probabilidad, se encontraban entre las «muchas trazas» que se recogen en el inventario realizado a la muerte del arquitecto entre sus instrumentos de dibujo y su copiosa biblioteca (Rodríguez G. de Ceballos, 1986: 150). Al margen de su interés intrínseco y de su aporte a la historia constructiva de los edificios representados, estos dibujos permiten constatar que Ribero conservó hasta el final de sus días testimonios de sus principales proyectos. La relevancia de estas actuaciones –algunas de las más representativas de su amplia trayectoria, y el hecho de que se realizaran en diferentes momentos de su carrera profesional– revelan su concepción, no solo como un mero instrumento de carácter utilitario, sino dotado de un valor intelectivo, en línea con la nueva consideración que el dibujo arquitectónico había alcanzado en las décadas finales del quinientos (Cabezas, 2008: 141-153).

Notas

1 Existe disparidad de opiniones sobre la autoría de algunos de estos dibujos, conservados en el Archivo Histórico Nacional (AHN). Aparte de la llamada «traza universal» (AHN, Clero, MPD, 76) y los dos alzados del claustro realizados en pergamino (AHN, Clero, MPD, 74 y 75), creemos que sólo pueden atribuirse a Ribero el juego de dibujos del sector sureste del complejo monástico, compuesto por tres plantas (AHN, Clero, MPD, 96, 97 y 98), alzado (AHN, Clero, MPD, 80) y sección (AHN, Clero, MPD, 102). El resto de dibujos relacionados con esta intervención que se custodian en el mismo archivo y que, en ocasiones, también se han vinculado a Ribero, debieron ser realizados por otros profesionales que trabajaron en las obras, pues no presentan características afines a los diseños de este arquitecto.

2 El conjunto salió a la luz, por primera vez, en abril de 2019, cuando se subastaron en la Sala El Remate, de Madrid (Subasta n.º 192, lote 488).

3 Se puede leer las siguientes indicaciones: «…e Ayuntamiento en lo vaxo y en lo alto con s[u] chiminea […] de XL pies de largo y XX pi[es] de ancho», «pieçavaxa y alta para guarda de armas XX pies en toda cuadra», «archivo y en […] …amara XIV […] P», «patio XVI pies», «corredor VIII», «escalera», «auditorio y en lo alto sala de plazer y mirador» y «en lo vaxo zaguán y en lo alto pieça para dormir los presos».

4 En el dibujo se indica: «Buelta que da el muro de la ciudad donde viene la puerta del alcáçar de San Juan».

5 Aparecen las siguientes inscripciones: «Pieça que sirve de despensa acabada de alto avajo, es de prestado, 30 P», «estas dos pieças sirben de cavalleriças en baxo de tierra y en lo alto pajar y pieças de moços».

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