Juan Carrete, imprescindible
A comienzos de junio de este año perdimos al profesor, historiador y gestor cultural Juan Carrete Parrondo (Madrid, 1944-2023), máximo experto de la estampa en España, maestro de varias generaciones de especialistas en la historia del grabado. A algunos con plena consciencia y a muchos más sin saberlo, Juan Carrete nos cambió la vida, porque en amplia medida el reconocimiento que disfruta en la actualidad el arte gráfico se debe a sus muchas, afortunadas y exitosas iniciativas.
Alentó en sus discípulos la urgencia de pensar con distancia crítica y a utilizar la reflexión como herramienta contra la imposición doctrinal. Durante más de tres décadas, desde 1980, fue profesor tutor de Historia del Arte en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En sentido estricto, encarnó la condición de maestro, de mentor con aptitud de enseñar, también de aprender.
Desde ese horizonte vocacional, con su perspicaz intuición hacia las posibilidades que brindaban planes emprendedores como el entonces germinal programa de Escuelas Taller, entre 1988 y 1996 dirigió desde la Calcografía Nacional tres proyectos formativos teórico-prácticos de jóvenes profesionales: «Tratamiento y conservación del arte gráfico», «Arte: diseño editorial y montaje de exposiciones» y «Gestión y didáctica de la obra de arte».
Desde 1975, como secretario de la revista Goya editada por la Fundación Lázaro Galdiano, se había ocupado de transformar sus contenidos, edición literaria y alcance científico. La enseñanza de Juan Carrete se ha propagado en más de doscientas publicaciones, tanto libros como artículos de revistas especializadas o capítulos de monografías, en particular sobre la historia y el vocabulario del arte gráfico, su especialidad, pero también acerca de otros temas culturales de diversa índole. Una fortuna historiográfica de notable influencia, pues sus investigaciones sobre la estampa, con escasos antecedentes, abrieron líneas de estudio inéditas. En su prolífica producción algunos títulos de su primera época son referencias ineludibles, entre muchos otros, El grabado calcográfico en la España ilustrada (1978), Estampas, cinco siglos de imagen impresa (1981), La estampa como medio de comunicación en la sociedad española (1985), los dos volúmenes del Catálogo del gabinete de estampas del Museo Municipal de Madrid (1985), Catálogo general de la Calcografía Nacional (1987, revisado y ampliado en 2004), la dirección de los números XXXI y XXXII de la colección Summa Artis dedicados respectivamente a El grabado en España, siglos XV a XVIII (1987) y El grabado en España, siglos XIX y XX (1988), Difusión de la ciencia en la España ilustrada: estampas de la Real Calcografía (1989), la síntesis de su tesis doctoral El grabado a buril, Manuel Salvador Carmona (1989), Goya en la Calcografía Nacional (1990), Goya grabador (1992), Grabado y creación gráfica (1993) o Catálogo del gabinete de estampas de la Colección Focus (1996).
Durante el presente siglo, Juan Carrete diversificó sus investigaciones ampliando los campos de estudio, aunque siempre mantuvo actualizado su interés por Picasso y, sobre todo, Goya, como ponen de manifiesto sus dieciséis publicaciones acerca del artista malagueño y las treinta y ocho sobre el maestro aragonés. Supo ver, con la curiosidad del erudito, el poder de evocación de las series gráficas de Goya, la profundidad semántica de unas imágenes que dejan al desnudo la conciencia. Y como buen pedagogo compartió lo que vio.
Generador de ideas, excelentes ideas, sorprendentes en ocasiones por su seductora inspiración, no fue un soñador, aunque sí un conductor pragmático con capacidad creativa para disolver las fronteras de la utopía. Íntegro, no desde un posicionamiento dogmático sino desde un ejercicio más difícil, el de mantener una conducta consecuente con sus principios, entregar generosamente sus conocimientos y prestar su apoyo desprendido y atenciones a las más diversas causas. Acudió a la llamada de numerosos colectivos, foros, universidades, centros de cultura, fábricas de pensamiento… siempre disponible, como cuando hace apenas tres años, con las fuerzas ya disminuidas, fue invitado a participar en el proyecto I+D+i Orbis Imagines. Tres siglos de arte del grabado (XVI-XVIII): estampa y cultura visual en Andalucía y su impacto en el Nuevo Mundo. Nuevos enfoques de la Universidad de Málaga.
Coherente con esa entrega generosa, cediendo su enorme talento para idear, tuvo una participación directa y decisiva en la constitución de algunas importantes entidades en los fértiles años noventa, como la Escuela de Grabado y Diseño Gráfico de la Casa de la Moneda de Madrid, la feria Estampa, el Museo de Grabado de Fuendetodos con la serie Disparates de Fuendetodos o el Museo del Grabado a la Estampa Digital en la aldea coruñesa de Artes (Ribeira).
Sin duda, su más importante legado fue el renacimiento de la Calcografía Nacional. Durante quince años, desde 1985 hasta 2000, Juan Carrete condujo a la Calcografía a la etapa más brillante de su historia, con una gestión enfocada en recuperar su identidad, estudiar y difundir sus ricas colecciones, estimular la valoración de la estampa y fomentar la práctica del arte gráfico.
A comienzos de los años setenta, un detallado informe del entonces director de la Calcografía describía la dotación de un taller de galvanoplastia, necesario para recubrir las láminas de cobre, de modo que pudieran aguantar el mayor número posible de estampaciones. Apenas una década y media más tarde, Juan Carrete impondría un giro radical en el uso y función de las matrices históricas. Consciente de la singularidad y riqueza patrimonial de una de las mayores y mejores colecciones de planchas calcográficas del mundo, su reivindicación como objetos de interés artístico y no simples medios para la obtención de estampas supuso un cambio crucial en la conservación de este patrimonio y en las actividades hasta entonces desarrolladas por la Calcografía. De acuerdo con dicha reorientación, la apertura del Gabinete Francisco de Goya en 1990 para exponer con carácter permanente una selección de las planchas del maestro –el mayor tesoro de la Calcografía y uno de los más valiosos testimonios del grabado universal– instauró un hito en la museografía de las matrices de grabado.
Admirable fue también la incorporación a la Calcografía, gracias a la actuación de Juan Carrete, de dos importantes colecciones: la biblioteca de trabajo del historiador Enrique Lafuente Ferrari en 1997, con cerca de quince mil unidades bibliográficas, y la extraordinaria colección de Antonio Correa en 1999, la mejor recopilación privada de grabado español, formada por un número superior a las dieciséis mil estampas de los siglos XVI a comienzos del XX.
La programación expositiva y la actividad editorial de la Calcografía durante los años en los que fue dirigida por Juan Carrete dieron como fruto rigurosos proyectos sobre arte gráfico y un repertorio de publicaciones ya clásicas sobre la enseñanza artística, la historia del libro y la imagen impresa: La formación del artista, de Leonardo a Picasso (1989), Arte y devoción (1990), La década de los Caprichos (1992), Verso e imagen (1993), Fernando Selma (1993), Jovellanos, lector y educador (1994), Mísera humanidad, la culpa es tuya: estampas de la Guerra de la Independencia (1996), Disparates: tres visiones (1996), John Flaxman (1996), Antonio de Sancha (1997), William Hogarth (1998), Ricardo Baroja (1999)… Tan considerable actividad se extendió hacia otras sedes del país, así como a museos y centros culturales de otros países de Europa, América Latina, Asia y norte de África. Resultado de la colaboración internacional impulsada por Juan Carrete fue el asesoramiento para la constitución en Ecuador en 1998 de la Estampería Quiteña, centro dinamizador del arte gráfico en la región.
Si bien es cierto que la investigación sobre la estampa histórica constituyó uno de sus ejes intelectuales y de los principios rectores de la Calcografía, no fue menos influyente la promoción institucional de la creación contemporánea. Desde esa perspectiva, Juan Carrete creó en 1993 el Premio Nacional de Arte Gráfico, vigente en la actualidad, en 1995 puso en marcha la Trienal de Arte Gráfico y en 1996 instituyó el Certamen de Arte Gráfico para Jóvenes Creadores, con la finalidad de promocionar a los centros docentes, a los artistas noveles y a las tendencias actuales en el arte de la estampa, construyendo una plataforma privilegiada para la identificación de jóvenes valores.
Su interés ilustrado por la historia, lo que perfilaba la figura instruida de un lector del pasado, junto con una capacidad proyectiva muy adelantada a su tiempo, lo que desvelaba un espíritu visionario de intérprete del futuro, mantuvo en un curioso equilibrio, siempre alerta, a una de las personalidades culturales más rica, polivalente e intelectualmente inconformista del país. No es casual que reflexionara sobre el concepto de gráfica expandida, que analizara la crisis de los parámetros que hasta finales del siglo XX definían una estampa y que implantara en la Calcografía en 1998 un centro pionero en investigación sobre la imagen digital, un espacio experimental de convergencia entre los métodos tradicionales de estampación y avanzados sistemas de creación electrónica en intervenciones innovadoras desarrolladas por artistas.
De hecho, la apuesta de Juan Carrete por la tecnología digital y los proyectos colaborativos, anticipándose a estrategias actuales en las prácticas productivas y en los hábitos de consumo de imágenes, ha sido una de sus aportaciones más significativas de las últimas décadas. Su llegada a la dirección del Centro Cultural Conde Duque en el año 2000 supuso el primer eslabón para ensayar la potencialidad de los recursos públicos como espacios de debate y encuentro de acciones transversales. Entre 2006 y 2012 diseñó y gestionó Intermediae-Matadero y Medialab-Prado dos territorios activistas de cultura contemporánea dependientes orgánicamente del Ayuntamiento de Madrid, en los que afianzó sus ideas sobre los mecanismos de participación colaborativa mediante plataformas en red, utilizando para la comunicación de contenidos la mediación de los sistemas electrónicos. Dos de sus logros más destacados para romper las barreras del acceso selectivo a la alta cultura a través de internet son los site Arte procomún y Diccionario interactivo de Ceán Bermúdez.
Juan Carrete fue un ejemplo infrecuente de sabiduría, no tanto o no sólo por su sutil inteligencia o sus amplias inquietudes culturales, sino por su generoso comportamiento, honradez intelectual y modesta discreción. Su actitud vital fue la antítesis del envanecimiento y del hábito generalizado del chisme, el prejuicio, la estéril confrontación y la difamación gratuita. Un hombre sencillo, con méritos sobrados para no haberlo sido. Aun sin pretenderlo, recibió reconocimientos como el título de académico correspondiente de la Academia de San Fernando, el premio Juan Andrés de Ensayo e Investigación en Ciencias Humanas o la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes. Pero no tenía el ego educado para que los fuegos de artificio le afectaran. Rehuía el ruido de un televisor y se refugiaba en el silencio de la lectura o en la contemplación de una estampa de Goya, silente, más escuchador que hablador, hay que reconocer que era un ser humano instalado en la excepción, excepcional si se prefiere. Carismático a su modo, también a su manera divertido, con un fino humor, ingenioso y refinado, que moldeaba de ternura su sobria apariencia.
A muchos nos dio la oportunidad de sentirnos respetados desde la más ingenua juventud. Nos dejó espacio, aunque ni siquiera lo necesitáramos entonces, en la edad de los primeros pasos. Confió, sin más y, con su gesto, condicionó nuestro porvenir. Son contadas las personas capaces de alterar para bien tantos destinos…
En el transcurso de la vida hay encrucijadas que ponen a prueba los valores y la altura moral. Sin embargo, nada tiene la trascendencia de la despedida, por lo que preservar en ese momento trascendente la virtud de un espíritu libre es un acto de suprema dignidad.
Javier Blas
Calcografía Nacional
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando