Reflexiones sobre museología crítica, dentro y fuera de los museos

LORENTE, Jesús Pedro

TREA, Gijón, 2022

ISBN: 978-84-18932-97-7

La museología crítica ha devenido una corriente de pensamiento y una forma de praxis museológica ubicua e imprescindible, no exenta de controversia y discusión. Identificada con el cuestionamiento, la desarticulación de las certezas establecidas, la autorreflexión y la interpelación de los públicos como estrategia pedagógica medular, todavía hoy, discurridos más de treinta años desde la publicación de K. L. Davis y J. L. Gibbm, «Unpuzzling the Past: Critical Thinking in History Museums» (Museums Studies Journal, vol. 3, 2, 1988), la museología crítica conforma un territorio de debate y problematización, tanto desde el punto de vista terminológico (así lo atestiguan las diferentes revisiones denominativas que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo), como desde el punto de vista conceptual (así lo prueban las numerosas propuestas teóricas que han tratado de sistematizar sus características esenciales y definitorias). Empero, y esta es, a mi juicio, la tesis fundamental del nuevo ensayo que nos ofrece Jesús Pedro Lorente, este devenir cambiante, diverso y (a veces) intrincado de una materia que nunca llega a fijar de una vez por todas sus límites discursivos y praxeológicos, constituye la esencia misma (si es que de «esencias» podemos hablar todavía en el siglo XXI) de una museología que se vertebra en torno a la crítica como forma de pensamiento y acción. Consciente de esta circunstancia, y en coherencia con ella, Jesús Pedro Lorente aborda la tarea de ofrecernos una síntesis de los desarrollos críticos en los museos y en la museología desde una perspectiva personal «situada» que huye de dogmatismos, afanes sistematizadores, definiciones normativas o aspiraciones globalizantes. Reflexiones sobre museología crítica, dentro y fuera de los museos nos confronta, como su propio título indica, con las reflexiones personales de un historiador del arte y museólogo cosechadas a lo largo de una amplísima trayectoria investigadora.

La perspectiva personal situada, que el propio autor hace explícita en la introducción del libro, deriva (naturalmente) de la honestidad y coherencia que siempre han guiado los trabajos de Jesús Pedro Lorente, pero también es (según la modesta consideración de quien escribe estas líneas) la mejor de las perspectivas posibles, dado el caudal de conocimientos, teóricos y empíricos, que el autor atesora. Así, las reflexiones que se desgranan a través de las páginas de este ensayo quedan sustentadas en una revisión exhaustiva de las contribuciones más notables que en relación con la museología crítica se han producido en los últimos años y en un conocimiento museológico erudito formado a partir de un constante y continuado «trabajo de campo». De este modo, el lector interesado en la museología crítica encontrará en este libro, además de las fuentes y textos de referencia, numerosos ejemplos de intervenciones museológico-museográficas que abundan en la diversidad de manifestaciones y propuestas en las que esta corriente museológica se ha ido instanciando a lo largo del tiempo. Lástima que las fotografías que ilustran estas intervenciones se hayan publicado en blanco y negro, pues su versión en color habría contribuido a reforzar el papel nuclear que desempeñan en la argumentación del autor.

No se espere el lector, sin embargo, un simple trabajo de síntesis o de revisión bibliográfica. Reflexiones sobre museología crítica, dentro y fuera de los museos propone ideas clave y tesis bien argumentadas que amplifican al mismo tiempo que aclaran qué pueda ser una museología crítica en estos –todavía– albores del tercer milenio. Y utilizo conscientemente el verbo «pueda», pues es en el terreno de las posibilidades y no de los axiomatismos en los que se sitúa el autor.

Tres ideas clave, que emanan directamente de su personal concepción museológica, atraviesan todo el libro y subyacen a su propio planteamiento. En primer lugar, si la historia nos ha enseñado que los cuestionamientos y las desarticulaciones (y la museología crítica es, ante todo, duda y cuestionamiento) suelen acabar institucionalizándose y construyendo un nuevo canon, lo que necesariamente se impone es un autocuestionamiento o una metacrítica de la propia museología crítica, de ahí que este libro discurra en ciertos momentos por los ámbitos del metadiscurso y la metarreflexión y que, en ocasiones, el autor utilice los adjetivos «reflexiva» o «autorreflexiva» como sinónimo de «crítica». En segundo lugar, si pensamiento y praxis museológica constituyen una unidad indivisible, la interacción entre teoría y práctica es base (o debe ser la base) de la museología crítica. En tercer lugar, si el museo ha devenido hoy objeto y sujeto de la museología, toda reflexión museológica debe abarcar lo que ocurre en el interior y en el exterior del museo. Es decir, es imprescindible conectar el hacer museológico que tiene lugar en el museo con el pensamiento museológico que se despliega en la esfera pública y en la academia.

Por su parte, los cuatro capítulos que conforman este libro articulan las tesis principales que en él se exponen, perfectamente indexadas en sus epígrafes.

El primer capítulo (Ecos académicos del apelativo «museología crítica» y sus referentes) construye una mirada dual, retrospectiva y prospectiva, que atiende a la clásica premisa: comprender de dónde venimos para saber hacia dónde vamos (o queremos/debemos ir). Esta reconsideración de la evolución disciplinar marca una diferencia importante respecto de las aspiraciones adanistas de la nueva museología. Con todo, Jesús Pedro Lorente argumenta la imposibilidad de entender la museología crítica sin ahondar en el origen, objetivos y propuestas de la nueva museología, con la que mantiene una relación ambivalente basada en derivaciones y transferencias, pero también en intentos de desconexión y diferenciación. Como el autor muestra, ambas participan de mismo momento epocal preocupado por amplificar la representación y las voces del museo más allá de la oficialidad establecida, pero la museología crítica, hija directa del giro crítico que se produjo a finales del siglo XX (y que también afectó a otras disciplinas), no puede soslayar su vocación autorreflexiva y cuestionadora, que es menos evidente en la nueva museología. Sea como fuere, el desplazamiento que a veces sugieren expresiones del tipo «de la nueva museología a la museología crítica», muy habituales, no se puede entender de manera ni directa ni lineal, y hay que tener en cuenta, además, que presupuestos de la nueva museología siguen perviviendo, bien en el seno de la museología crítica, bien en otras propuestas museológicas que han dado un especial valor a los conceptos de comunidad y participación social. En la actualidad, la museología crítica se nos presenta como una zona de contacto entre disciplinas diversas que parece ir transformándose (y esta cuestión me resulta especialmente interesante) en un campo expandido que incluye el patrimonio cultural en el más amplio sentido del término. Estudios recientes atestiguan que una patrimoniología crítica, que excede el ámbito de los museos y de las exposiciones propiamente dichas, se abre paso como campo de actuación de la museología crítica.

El segundo capítulo (Museos en cuestión, museos autocuestionadores) reflexiona sobre el modo en que el ejercicio de la crítica ha modelado la práctica y el pensamiento museológico. En primer lugar, se revisa la relación entre la crítica institucional, la curaduría crítico-pedagógica (en su intersección con la curaduría como práctica artística) y el papel autocuestionador del museo, objetivo fundamental de la museología crítica. Pese a su relación (a veces) problemática, para el autor resulta claro que las intervenciones de crítica exógena han terminado calando en una crítica que se ejerce desde dentro del museo. Partiendo de esta premisa, la segunda parte de este capítulo está centrada en explorar las huellas de ese pensamiento crítico en la praxis museográfica mediante la revisión de las formas del cuestionamiento y el autocuestionamiento que han adoptado los museos. El autor profundiza en los modos de la interrogación, de la interpelación y la duda que han puesto en funcionamiento los distintos museos para desarticular las certezas asumidas, pero también advierte de que los temas controvertidos han de mostrarse de forma igualmente controvertida, exponiendo sin tapujos los conflictos. En este sentido, cuestiona la (a veces, frecuente) celebración encomiástica de identidades nacionales o indígenas que encontramos en algunas propuestas museísticas, desplegadas a través de narrativas que obliteran las contradicciones, conflictos o problemáticas que también le son inherentes. De lo que se trata, afirma el autor, es de potenciar debates más que de propiciar un reforzamiento de identidades, por ello reclama una «memoria histórica crítica que proyecte cuestionamientos al presente».

El tercer capítulo (Pluralismo y subjetividad en el discurso espacial e interpretativo) indaga sobre la constitución del museo, en concreto, su tránsito de templo (primero) a foro (después), para acabar deviniendo, en el marco de la museología crítica, en «ágora de interacción dialéctica», una transición que se ha visto acompañada por la transformación paralela del público, ahora más proactivo y autoconsciente de los procesos de interpretación. Entre templo y foro, la museología crítica «reformula el museo como un escenario público donde la sociedad reconsidera día a día sus valores». Esta reformulación se ha materializado en la propia configuración espacial de los museos, cada vez más alejados de la idea esencialista y repristinada del cubo blanco, pero también en la incorporación de voces personales, interpelaciones metadiscursivas y estrategias de comunicación participativa.

El cuarto capítulo (Re-presentaciones de legados históricos en tiempos de museología autorreflexiva) se centra en el giro autorreflexivo de la museología crítica que hace del propio museo, de su praxis, discurso e historia el objeto mismo de la reflexión y de la práctica museológico-curatorial. Pareciera este el corolario lógico de una museología que se articula en torno al cuestionamiento, la discusión y la interpelación, pero Jesús Pedro Lorente nos invita a una reflexión más profunda sobre el estatuto que adquiere la memoria del museo como patrimonio en sí misma; una memoria que, más que preservar sin más con recreaciones contemporáneas, habría que problematizar para entender cómo se ha construido a lo largo del tiempo nuestra manera de mirar, comprender y relacionarnos con la herencia material e inmaterial legada por nuestros antecesores. Por eso, el autor se pregunta si las iniciativas llevadas a cabo por determinados museos que muestran su propia historia pueden constituir, en realidad, verdaderas autobiografías críticas.

El libro se cierra con unas con unas consideraciones finales autocríticas en las que se señalan algunos vacíos de la argumentación y se insinúan líneas futuras de desarrollo.

En definitiva, Reflexiones sobre museología crítica, dentro y fuera de los museos constituye un texto esencial para situar, críticamente, una de las formas de pensamiento y acción museológicas más influyentes de las últimas décadas y que tendrá mucho que decir en los años venideros.

Nuria Rodríguez Ortega

Universidad de Málaga