Arte, ciudad y culturas nobiliarias en España (siglos XV-XIX)

SAZATORNIL RUIZ, Luis y URQUÍZAR HERRERA, Antonio (eds.)

Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2019

ISBN: 978-84-00-10548-8

Arte, ciudad y culturas nobiliarias en España (siglos XV-XIX) es el último volumen de la prestigiosa serie Biblioteca de Historia del Arte de la editorial CSIC, dirigida por Wifredo Rincón García. Los editores son Luis Sazatornil Ruiz, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Cantabria y Antonio Urquízar Herrera, catedrático de Historia del Arte en la UNED, ambos investigadores consolidados con sendas trayectorias marcadas por una perspectiva internacional a la vez que reflexiva sobre la propia disciplina. Este libro reúne las ponencias presentadas en el seminario celebrado en Madrid (Archivo Histórico Nacional y Museo Cerralbo) en febrero de 2018, en el que se abordaron diferentes aspectos de la construcción cultural de la ciudad y el papel de la nobleza en este proceso, con tres ejes vertebradores: los usos de las residencias nobiliarias y su impacto en la configuración urbana; las narrativas nobiliarias sobre el palacio y la ciudad; y el protagonismo de la nobleza en la fiesta, las ceremonias y la socialización urbana. Un total de treinta y tres estudios ordenados cronológicamente, que aporta un rico panorama sobre las prácticas representativas y de ocio de la nobleza española en el contexto urbano en las edades Moderna y Contemporánea y que contribuye ampliamente y con gran fortuna a explicar el funcionamiento de las «culturas nobiliarias». Se publica In memoriam del profesor Fernando Villaseñor Sebastián (Madrid, 1979-Santander, 2019).

La calidad, rigor y profundidad de los artículos reunidos en este volumen son fruto del trabajo de investigación desarrollado en el marco de proyectos de carácter interdisciplinar, con equipos formados por investigadores de diverso bagaje, procedencia e intereses que permiten el análisis de un mismo fenómeno desde varias perspectivas. Los textos se enmarcan o están relacionados con los proyectos: «Culturas urbanas en la España Moderna: Policía, Gobernanza e Imaginarios (siglos XVI-XIX)» (Julio J. Polo Sánchez, Yayoi Kawamura, Javier González Santos, Vidal de la Madrid Álvarez, Tomás Pérez Vejo, Luis Sazatornil Ruiz, Vanesa Rodríguez Galindo y Marie-Linda Ortega Kuntscher); «Políticas en tránsito para la legitimación nobiliaria: memoria e historia en el coleccionismo y las escenografías domésticas de la nobleza española (1788-1931)» (Cristina Agüero Carnerero, José Antonio Vigara Zafra, Antonio Urquízar Herrera, Eva Ramos Frendo y Élodie Baillot); «El dibujante ingeniero al servicio de la monarquía hispánica. Siglos XVI a XVIII. Ciudad e ingeniería en el Mediterráneo» (Margarita Ana Vázquez Manassero, Alicia Cámara Muñoz, Álvaro Molina Martín, Juan Miguel Muñoz Corbalán y Sergio Ramírez González); «Poder y representaciones culturales en la época moderna: agentes diplomáticos como mediadores culturales de la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII)» (Ida Mauro y Diana Carrió-Invernizzi); e «Identidad y Construcción Cultural de Andalucía: Arte y Turismo (1839-1939)» (Ester Prieto Ustio, Rocío Plaza Orellana, Luis Méndez Rodríguez, Ángel Justo-Estebaranz y Manuel Rodríguez Díaz).

Una de las líneas de investigación principales de este libro son las relaciones entre arte y poder. Comenzando con el primer bloque de estudios, Margarita A. Vázquez (UAM-UNED) establece una relación muy convincente entre los principios teóricos que regían el ejercicio del poder en el siglo XVII y la formación de la biblioteca del III marqués de Caracena. Julio J. Polo (U. Cantabria) analiza por su parte los comportamientos de la nobleza en el ejercicio del patronato de iglesias conventuales del norte de España. Vidal de la Madrid (U. Oviedo) contribuye a esclarecer el proceso de afianzamiento de los principales linajes de Avilés, desde el siglo XVI, con la creación de mayorazgos, la patrimonialización de las instituciones y la culminación del proceso con la renovación y extensión de sus residencias. Yayoi Kawamura (U. Oviedo) realiza un estudio en detalle en el mismo sentido, a través de la figura de Gutierre Bernaldo de Quirós, I marqués de Camposagrado. Es preciso señalar cómo muchos de estos personajes se enriquecieron, entre otros medios, gracias a la obtención de cargos públicos o a actividades económicas desarrolladas en América. Las relaciones entre España y los territorios ultramarinos tuvieron también otro tipo de implicaciones, como la del desarrollo del coleccionismo de piezas exóticas, tal y como documenta Ester Prieto (U. Sevilla) en su estudio sobre la colección de Luis de Velasco y Castilla (1539-1617). En el libro se ofrece una perspectiva muy rica en matices de las relaciones entre España y América. T. Pérez Vejo (INAH, México) contribuye con un análisis sobre los retratos de las élites urbanas criollas del siglo XVIII en Nueva España que ahonda en la concepción del retrato como medio de representación simbólica. A partir del siglo XIX surge una cuestión vital que es el papel de la nobleza en la definición de la identidad nacional. Antonio Urquízar (UNED) plantea un sugerente campo de investigación en torno a la apertura al público de las colecciones nobiliarias; de cómo aprovecha la nobleza el nacimiento de la opinión pública y del consumo artístico para su propia legitimación como transmisora de la historia y del arte nacionales. Miguel A. Chaves (U. Complutense) pone de manifiesto esa misma voluntad a través de la figura de Juan de Contreras, IX marqués de Lozoya. Los textos de Luis Sazatornil (U. Cantabria), Wifredo Rincón (Instituto de Historia-CSIC), Eva Ramos (U. Málaga) y Manuel Rodríguez (U. Sevilla) confluyen en el análisis del importante papel de los palacios de la aristocracia en la consolidación de una imagen de prestigio en el siglo XIX. Sazatornil muestra cómo los nobles de nuevo cuño adoptan las costumbres de la vieja nobleza a través de su estudio sobre los casos paradigmáticos de los marqueses de Manzanedo, en Madrid, y de Comillas, en Barcelona, ambos de origen indiano. Lo mismo sucede con los condes de Santamarca en Madrid y las familias Heredia-Loring y Larios en Málaga. El caso del Real Palacio de San Telmo de Sevilla tiene la particularidad de constituirse en una corte regia a pequeña escala a través de la que los duques de Montpensier forjaron una imagen de sí mismos como posibles sucesores al trono.

La perspectiva de la historia cultural es evidente a lo largo de todo el volumen. Fernando Villaseñor (U. Cantabria), Luis Méndez (U. Sevilla) y Cristina Agüero (UNED) analizan los criterios personales que marcaron la formación de colecciones, atendiendo a cuestiones de prestigio social, intelectual y de gusto artístico. En el texto sobre la biblioteca del marqués de Santillana (1398-1458) se explica el uso que hacía el marqués de sus libros, cómo había formado la colección y el especial valor que le concedía, lo que determinó que se incluyera entre los bienes inalienables del mayorazgo. Cristina Agüero nos introduce a través de numerosas fuentes escritas en la Huerta de los Almirantes del Prado de los Recoletos de Madrid, donde se exponía la extraordinaria colección del X Almirante de Castilla (1625-1691). En el trabajo de Luis Méndez sobre las colecciones gaditanas de pinturas de desnudos y de libros prohibidos del último cuarto del siglo XVIII, se analiza el gusto de una clase social muy concreta y las tensiones que existían entre los sectores más conservadores de la ciudad y los defensores de la libertad individual. A estos artículos se unen otros estudios sobre el ocio de la nobleza y sus aficiones artísticas e intelectuales. Consuelo Gómez (UNED), aborda la introducción de máquinas y autómatas en jardines y escenografías durante los siglos XVI y XVII, que se explica como una redefinición de los hábitos de ocio nobiliarios. En el siglo XIX e inicios del XX nacieron nuevas formas de ocio y sociabilidad, como el patinaje (V. Rodríguez Galindo, Florida Int. Univ.), las carreras de caballos (M.-L. Ortega Kuntscher, U. Paris 3) o el golf (Gerardo Rebanal, Gob. Principado de Asturias), vinculadas simbólicamente al prestigio de las clases dominantes, como así ha quedado reflejado en la prensa, y que a la vez marcaron la transformación urbanística y la modernización arquitectónica de las ciudades españolas.

A lo largo del volumen asoma una cuestión importante como es el estudio de la percepción de la obra de arte. En este sentido se puede citar la alusión en repetidas ocasiones a las descripciones y relatos de los viajeros, pero no como mera fuente de información, sino como discursos construidos en un contexto específico, teniendo en cuenta su subjetividad o condicionamientos, como hace Ángel J. Estebaranz (U. Sevilla) en relación con los viajeros americanos del periodo 1850-1930. Muy interesante es la llamada de atención de Antonio Urquízar y Manuel Rodríguez al uso de la prensa y la fotografía en los discursos de las clases altas, nobleza y burguesía. Álvaro Molina (UNED) explica cómo los libros de viajes ilustrados y las colecciones de vistas de la ciudad de Madrid del siglo XVIII únicamente concedían protagonismo a los palacios que contribuían, a su entender, al embellecimiento de la ciudad. Las fuentes documentales y literarias son analizadas en relación a aspectos de carácter social, económico, político y cultural que condicionan su naturaleza y que es necesario tener en cuenta. Así, Alicia Cámara (UNED), en el estudio sobre el papel de la nobleza durante las dobles bodas reales de Valencia de 1599, señala la complementariedad así como la contraposición de lo que se puede leer en la documentación de archivo y los textos literarios, que están condicionados por las relaciones de los escritores con sus patronos o protectores. Además, se observa, lógicamente, un interés muy marcado por el estudio de los inventarios de bienes como medio para el análisis de prácticas culturales como el coleccionismo y el mecenazgo. En cuanto a la importancia de los estudios visuales, se ha de señalar el texto de J. González Santos (U. Oviedo) sobre la iconografía de Gijón, que se enmarca dentro del interés por la construcción de la imagen de las ciudades a través de las descripciones y representaciones de los libros ilustrados de la Edad Moderna y Contemporánea. José A. Vigara (UNED) aporta un estudio sobre la imagen como instrumento de promoción nobiliaria a través del ejemplo del VI conde de Fernán Núñez (1742-1795), aristócrata ilustrado que construye una imagen de prestigio de sí mismo a través de la descripción de su villa solariega en El Atlante Español de Bernardo de Espinalt García, 1787.

Entre la diversidad de temas que aborda este volumen se puede señalar la investigación de la fiesta y de las ceremonias, no solo desde un punto de vista visual, sino en su más amplia totalidad, incluyendo aspectos protocolarios, políticos, sociales, de género e ideológicos (Alicia Cámara y Diana Carrió-Invernizzi, UNED). En esta línea se estudian materias tradicionalmente menos exploradas, como la arquitectura efímera (Álvaro Molina, UNED) o los carruajes (Germán Rueda, U. Cantabria). Rocío Plaza (U. Sevilla) analiza las tensiones que surgen durante el siglo XVIII en el marco de las prácticas de las cofradías de la Semana Santa de Sevilla entre un nuevo grupo de poder formado por comerciantes frente a la antigua aristocracia y la jerarquía eclesiástica.

Es reseñable la atención que prestan algunos autores a aspectos espaciales o topográficos. Por ejemplo, la ubicación de la biblioteca del marqués de Santillana permite a Fernando Villaseñor entender el papel que tuvo esta en relación con sus aficiones e intereses. Ida Mauro (U. Barcelona) analiza el impacto que tiene sobre la configuración de la ciudad de Tarragona durante el siglo XVI el hallazgo de restos romanos, de los que se apropian las élites de la ciudad levantando sus palacios sobre aquellos y desarrollando una cultura anticuaria compartida. Juan M. Muñoz (U. Barcelona) documenta la participación de los ingenieros militares en la planificación urbanística de la segunda mitad del siglo XVIII, estudiando el caso concreto de Barcelona y su transformación. Sergio Ramírez (U. Málaga) escribe sobre la oportunidad que aprovecha la Real Maestranza de Caballería de Ronda para conseguir un espacio preferente en el ensanche de la ciudad en el siglo XVIII. Esther Alegre (UNED) reflexiona sobre la apropiación del espacio público por parte de las élites de Pastrana. Finalmente, Élodie Baillot (U. Paris 1) indica muy oportunamente la influencia de la situación de las residencias madrileñas de los Condes de Valencia de Don Juan en el desarrollo de una sociabilidad nobiliaria y artística.

Por último, a lo largo de todo el volumen se insiste en la importancia de analizar las relaciones internacionales: los flujos de las obras de arte, los viajes de los artistas y de los comitentes o la influencia de la diplomacia sobre la evolución del gusto artístico. Se demuestra cómo el movimiento de obras de arte y de artistas se produce en una realidad compleja y de gran riqueza de matices, como vienen a demostrar los textos de Fernando Villaseñor, Ida Mauro y Diana Carrió-Invernizzi. El último artículo, sobre el proyecto para la residencia campestre de los II duques de Santoña del arquitecto inglés Edwin Lutyens, de Íñigo Basarrate (U. Edinburgh), no solo es ilustrativo de la anglofilia de las élites españolas en el cambio del siglo XIX al XX, sino que muestra la voluntad de distinción de una parte de la nobleza con respecto a prácticas precedentes.

En conclusión, se trata de un libro de gran calado que contribuye al desarrollo de la historia del arte en España con la apertura de numerosas y muy variadas perspectivas de estudio sobre un tema que necesita de mayor atención, como es el papel de la nobleza en la construcción de la realidad contemporánea.

Isabel María Rodríguez Marco

Conservadora en Patrimonio Nacional
Dirección de Colecciones Reales