EDICIÓN ESPECIAL. II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Criminología. ARTÍCULO 9/2020_EJIC (N.º 205)
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Title: “The role of music in the juvenile delin- quency; an exploratory study”
Abstract: Although the music has been in humans’ life since early childhood, few piec- es of criminological research have studied its role during adolescence. This present study explores the relationship between the preference for a specific musical genre and the levels of delinquency in a sample of adolescents (14-18 years old). Applying a non-probabilistic sampling, we used a self-reported questionnaire with 381 stu- dents of Spanish public high schools. Our results suggest that the participants that lis- ten to trap, reggaeton and rap music show significantly higher levels of delinquency in comparison to those who prefer pop and rock music. Throughout the study of life- time prevalence and incidence, it cannot be established causality between the studied variables. Regarding future research a se- ries of improvements are proposed oriented towards the employment of an alternative design.
Keywords: antisocial behavior; criminal behavior; music genre; adolescence.
Resumen: La música está presente en la vida de los seres humanos desde la pronta infancia. Aun así, pocas investigaciones criminológicas se han focalizado en el rol de la música durante la adolescencia. Esta investigación explora la relación entre la preferencia por un género mu- sical y la delincuencia en adolescentes. Se ha utilizado un cuestionario de autoinforme aplicado, a través de un muestreo no-probabilístico, a 381 jóvenes de 14 a 18 años, alumnos de institutos públicos españoles. Los resultados sugieren que las personas que escuchan música trap, reggaetón o rap presentan niveles significativamente más elevados de delincuencia en comparación a los que prefieren la música pop y rock. Sin embargo, mediante el estudio de la prevalencia e incidencia vida, no se puede establecer relación de causalidad entre las variables estudia- das. Se proponen, para futuras investigaciones, una serie de mejoras orientadas al empleo de un diseño de estudio alternativo.
EDITA: Sección de Málaga del IAIC Edificio Institutos de Investigación, Universidad de Málaga.
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DIRECTORA: DEBORAH GARCÍA MAGNA COORDINADORA: ARACELI AGUILAR CONDE
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4.2. Instrumento. 4.3. Procedimiento. 4.4. Variables. 4.5. Análisis de datos.
4.6. Descripción de la muestra. 5. Resultados. 5.1. Prevalencia e incidencia de las conductas antisociales y las delictivas. 5.2. Relación entre las variables sociodemográficas y las conductas antisociales y/o delictivas. 5.2.1. Sexo y conductas. 5.2.2. Edad y conductas. 5.3. Interpretación de canciones. 5.4. La relación entre el género musical preferido y la delincuencia juvenil. 5.4.1. La relación entre el género musical y la conducta antisocial. 5.4.2. La relación entre el género musical y la conducta delictiva. 5.4.2.1. La relación entre el género musical y los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. 6. Discusión y conclusiones. 7. Bibliografía.
A lo largo de las últimas décadas se ha intensificado el uso de los medios de comunica- ción de masas y las tecnologías para la difusión de la cultura, situándose en su máximo auge la utilización del servicio de streaming para el consumo de música, permitiendo acceder a la población a los distintos contenidos musicales de forma digital (Buil & Hormigos, 2016). De entre todos los sectores de la población, los jóvenes fueron aquellos que puntuaron más alto respecto a la frecuencia del consumo de música online según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España 2018-2019 (N = 16.520) (Ministerio de Cultura y Deporte, 2019).
En la misma línea, Rivera y Carriço (2015) mencionan que las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han hecho posible que la música sea omnipresente en la vida de los jóvenes. Además, estos autores afirman que “la música es el elemento social más expresivo de las culturas juveniles actuales” (Rivera & Carriço, 2015, p. 185). A este respecto, al manifestar abiertamente que escuchamos un determinado género musical, podemos dejar entrever nuestras “preferencias, gustos, creencias, valores, ade- más de muchos otros aspectos relacionados con la cultura en la que hemos crecido o las experiencias vividas” (Peñalba, 2017, p. 118). De esta forma, la música puede ser vista como un agente de transmisión social, ya que en base a ella se construyen identidades y estilos tanto culturales como individuales, creándose así un espacio social compartido de significados (Buil & Hormigos, 2016).
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Aproximándonos al contexto social en España respecto a los géneros musicales predominantes, en primer lugar, los autores Megías y Rodríguez (2003), a través de una investigación cuantitativa sobre una muestra de 1900 españoles de 15 a 24 años, encontraron que los jóvenes se decantaban por escuchar música pop o pop-rock, dan- ce, latina, salsa, cantautores, electrónica, baladistas y melódica. Actualmente, según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), en su Informe Music Listening 2019 sobre la “Panorámica sobre el uso de la música grabada en España”, los géneros favoritos son, por orden: pop, rock, latino, bandas sonoras, dance/electrónica, cantautores, flamenco, clásica, reggaetón y melódica. Asimismo, especifica que el rap es popular entre los jóvenes a nivel mundial.
Centrándonos en las canciones que forman las listas de reproducción de música actuales en España1, a modo de concreción, hicimos un recorrido longitudinal de los últimos diez años (2008-2018) y observamos que, en primer lugar, la lista “Top 50 canciones anual 2008” está compuesta básicamente por los géneros pop y flamenco, incluyendo una sola canción de reggaetón. En segundo lugar, en la lista del año 2013, “Top 50 canciones anual 2013”, se aprecia cómo se incorporan los géneros reggaetón y electro-house, sin dejar de lado al pop en su mayoría. Finalmente, en el año 2018, la lista “Top 100 Canciones+Streaming anual 2018”, se compone en un 65% por canciones de los géneros reggaetón y trap y el 35% restante por pop e indie. Por otra parte, en los últimos años en el panorama español se ha fraguado un debate controvertido acerca de las letras que incorporan algunas de las canciones del género trap, reggaetón y rap, las cuales son tildadas de contenido machista (para el debate, ver Borraz & Ferreira, 2019; Fernández, 2018; Un Tío Blanco Hetero, 2019).
Finalmente, el incremento en el consumo de música reggaetón y música trap fue uno de los detonantes principales para abordar una investigación que incluyera, por un lado, la comisión de conductas antisociales y delictivas y, por otro, la música, debido al contenido expreso que presentan las canciones pertenecientes a estos géneros, en las cuales se hacen algunas alusiones a contenido sexual, sexismo, violencia y consumo de alcohol o drogas, entre otros. Asimismo, se amplió a otros géneros como el rap, el
Elaboradas por GfK (una fuente de investigación de mercados) para la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (AGEDI) y los Productores de Música de España (PROMUSICAE).
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pop y el rock, con el fin de encontrar diferencias y por ser considerados géneros que también se escuchan entre la población adolescente, a pesar de no aparecer todos ellos en las listas de reproducción actuales.
Contexto general: delincuencia juvenil y factores de riesgo
En los países europeos continentales, el término delincuencia aboga únicamente por las conductas que tipifica la ley penal. Sin embargo, en el desarrollo de esta investigación se emplea un sentido más amplio, recurriendo a la definición inglesa delinquency, donde se in- cluyen tanto los comportamientos ilícitos como los antisociales o desviados (Aebi, 2009).
La delincuencia juvenil, por su parte, es un constructo sociocultural en cuya concep- tualización se ven involucrados factores de ámbito psicológico y legal (Peña & Graña, 2006). En primer lugar, se encuentra vinculada a una carencia de vínculos sociales, a un escaso desarrollo de la personalidad y a la ausencia de autocontrol (Vásquez, 2003). Además, la conducta violenta puede ser entendida como un instrumento interioriza- do dirigido a recomponer el concepto que tiene el adolescente de sí mismo, así como medio útil para resolver sus problemas, no considerando las consecuencias que derivan de sus acciones (Boers et al., 2013).
En segundo lugar, de acuerdo con la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, Reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores (LORPM), los menores infractores son aquellos que poseen entre 14 y 18 años que realizan una o varias conductas tipificadas (delitos) en el Código Penal Español. Al amparo de esta misma ley, los menores de 14 años, a pesar de haber cometido alguna acción típica, son considerados inimputables (Luzón & Domínguez, 2014).
A lo largo de la adolescencia se produce una relación parabólica considerando pe- riodos de mayor y menor prevalencia delictiva (Loeber et al., 2011), situándose el índice de delincuencia más alto entre los 15 y 19 años (Farrington, 2017; Piquero et al., 2012). En estudios que han utilizado encuestas de autoinforme, las edades de 16-17 años muestran más comportamientos antisociales y delictivos (Fernández et al., 2009; Rechea, 2008; Sanabria & Uribe, 2009).
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Los factores de riesgo, en este contexto, son los rasgos o características que aumen- tan la probabilidad de que una persona lleve a cabo actos delictivos, distinguiéndose los siguientes tipos: (1) individuales o personales; (2) familiares; (3) escolares o edu- cativos y (4) sociales o comunitarios (Cuadrado et al., 2013; Negrón-Cartagena, 2014; Sanmartín et al., 2011). Dentro de los factores sociales o comunitarios se incluyen los medios de comunicación; los cuales pueden influir en el usuario por medio del con- tenido violento y la agresión que exponen (Cuadrado et al., 2013). A su vez, existen académicos que incluyen a la música dentro de este subgrupo, en tanto que es capaz de atribuir el poder de ser un medio para crear identidades, facilitar la creación de gru- pos diferenciados en base a la cultura, ser un medio para comunicar emociones y ser equiparado al lenguaje (Darias de las Heras, 2018). En contraposición, Penalva (2002) afirma que los medios de comunicación ayudan en la representación ideológica de la violencia y, por ende, a su justificación a través de su trivialización. Además, insiste en que las correlaciones positivas establecidas entre la agresión y la exposición a los mass media han de interpretarse de manera probabilística, no implicando una relación de causalidad, incidiendo en que los medios no son la causa de la violencia.
Al no existir consenso académico sobre si se da una causalidad entre los medios de comunicación y la violencia, se siguen manteniendo distintas posiciones en el horizonte: una relación directa (los primeros son la causa de la violencia en la sociedad) y una rela- ción indirecta (los medios reflejan los comportamientos violentos que son producto de la sociedad) (Cabero & Romero, 2001). A estas se podrían añadir dos más: una posible relación causal inversa (ver Leszczensky & Woldbring, 2019), en nuestro caso, las perso- nas más proclives a la delincuencia están incitadas a consumir más violencia, o incluso, una relación recíproca (ver Bartoletti et al., 2015), esto es, que las personas violentas consumen más violencia, provocando, a su vez, un incremento de la delincuencia.
El rol de la música en la delincuencia juvenil
Las investigaciones previas que abordan la relación entre la delincuencia y escuchar uno o varios géneros musicales es escasa. A nivel internacional, Chen et al. (2006) (N = 1.056 jóvenes de 15 a 25 años; Estados Unidos), encontraron el efecto perjudicial que conlleva escuchar música rap, al estar relacionado con la delincuencia, el abuso de drogas y prácticas sexuales de riesgo. Cundiff (2013) realizó un análisis sobre el
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contenido misógino presente en 20 canciones del género rap, para luego relacionarlo con los resultados que obtuvo tras aplicar un cuestionario a 62 jóvenes de entre 19 y 21 años en Estados Unidos; el autor encontró una relación entre tal contenido y presentar comportamientos de objetivación y de violencia contra la mujer. Mulder et al. (2010) (N = 7.234 jóvenes de 12 a 16 años; Países Bajos), obtuvieron que la música electrónica se relacionaba significativamente con el abuso de sustancias estupefacientes. Además, Boers et al. (2013; Alemania), en un estudio longitudinal entre 2000 y 2009 mediante la aplicación de encuestas, hallaron que la música tecno podría “favorecer la delincuen- cia, especialmente por lo que se refiere a los delitos violentos y contra la propiedad” (p. 322) y que la música rap estaba relacionada con pintar grafitis.
Hampton (2009) a través de la presentación de cuestionarios (N = 33), observó que la presencia de la música puede alterar las acciones de los participantes. Por ejemplo, descubrió que el hecho de escuchar música rock, frente a música clásica o a no escuchar nada, conllevaba decisiones más arriesgadas. Lozon y Bensimon (2014), en una revisión sistemática de la literatura (N = 92 estudios), identificaron que los géneros rock, heavy metal, rap, punk y electrónica, llevan aparejada una influencia negativa para los oyentes, así como se asocian al “abuso de sustancias y alcohol, oposición a la autoridad, rebeldía, rasgos impulsivos y antisociales, comportamiento violento y delincuencia” (Lozon & Bensimon, 2014, p. 207). Coyne y Padilla-Walker (2015), mediante el uso de cuestionarios (N = 548; Estados Unidos), encontraron que escuchar música con contenido agresivo sin diferen- ciación de géneros llevaba implícito un aumento de la agresión, así como escuchar música de contenido sexual estaba asociado con un inicio temprano en las prácticas sexuales.
Finalmente, no se ha encontrado evidencia científica sobre estudios en los que la música reggaetón, trap o pop haya sido objeto de estudio en relación con la delincuencia juvenil. Asimismo, esta temática no ha sido todavía explorada en un contexto español, razón de existir de la presente investigación.
El objetivo general del presente artículo es analizar la relación entre la delincuencia juvenil (entendida de manera amplia, incluyendo conductas antisociales y delictivas)
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y la preferencia por un género musical. Más específicamente, buscamos analizar
(1) el género musical escuchado mayoritariamente por la muestra; (2) la frecuencia de comisión de las conductas antisociales y delictivas de la muestra durante toda su vida; (3) la distribución de la muestra que ha delinquido según el sexo y la edad;
(4) el grado de acuerdo de los participantes con el contenido que presentan algunas canciones de los géneros rap y reggaetón; y (5) la relación entre la delincuencia y la preferencia por un género musical determinado.
Participantes
La muestra se compone por 381 adolescentes que tienen una edad comprendida entre 14 y 18 años procedentes de tres institutos públicos españoles de Almería y de la Región de Murcia, cuya selección fue basada en la facilidad de acceso que su- ponían los mismos frente a otros institutos privados o concertados. El tamaño de la muestra se estableció mediante un muestreo no probabilístico típico o intensivo (Hernández et al., 2014).
Instrumento
El cuestionario de autoinforme empleado en esta investigación se compone de:
Instrucciones y recopilación de información sociodemográfica.
Preguntas relativas a la música. Elaboradas ad-hoc, se divide en tres apartados:
Música en general: 20 preguntas sobre qué género musical es predominante en su vida; cómo, dónde, cuándo y por qué escuchan música; qué sensaciones perciben al escucharla, entre otras.
Música específica centrada en los géneros reggaetón, trap, rap, electrónica, heavy metal, pop e indie: 21 preguntas relativas a la manera en la cual escuchan música (solos; acompañados; no escuchan) y 49 concernientes al momento concreto en que escuchan música.
Interpretación de canciones: 20 preguntas que cuestionan el grado de acuerdo de los participan- tes con el contenido de cuatro estrofas (ver Tabla 1); y una pregunta que evalúa el conocimiento
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de las canciones a las que pertenecen las cuatro estrofas con las siguientes opciones de respues- ta: (1) no entiendo lo que dice; (2) su contenido no es adecuado; (3) me da igual su contenido;
(4) me parece bien su contenido y (5) estoy de acuerdo con lo que dice.
Tabla 1. Fragmentos de las cuatro canciones mostradas a los participantes para su evaluación
(1) Diablo, de Costa, en Maldito (2018) (2) Me niego, de Reik, en Ahora (2018) |
Soy el vicio y todas las drogas Es que me niego a perderte, Soy camello y una mula comebolas Jamás nunca verte Soy la celda que te hace contar las horas Me niego aceptar Y esas ganas de matarte Que lo nuestro ya se acabó Cuando te has quedado a solas |
(3) Corazón, de Maluma, en F.A.M.E (2017) (4) Ella quiere beber, de Anuel AA, en Ella quiere beber (2018) |
Ya no me vengas más con esos cuentos, mami Ella quiere beber, ella quiere bailar Si desde el principio siempre estuve pa’ ti Su novio la dejó y lo quiere olvidar Nunca me avisaron cuál era el problema Ella se entregó y el tipo le falló Te gusta estar rodando por camas ajenas Y por eso se va a rumbear Ahora me tocó a mí cambiar el sistema Andar con gatas nuevas, Repartir el corazón sin tanta pena Ahora te digo goodbye; Muito obrigado, pa’ ti ya no hay |
Delincuencia juvenil. 54 ítems acerca de la comisión de conductas antisociales (29 ítems) y delictivas (25 ítems) a lo largo de la vida; dentro de esta última, los ítems han sido agrupados en función del Título con el que se corresponden en el Código Penal Español (ver Tabla 2). Las categorías de respuesta siguen una escala tipo Likert de frecuencia de cinco puntos: cuyas opciones de respuesta son: (1) nunca; (2) una vez; (3) más de una vez; (4) frecuentemente y (5) siempre.
En cuanto a su elaboración, 24 de los ítems han sido realizados ad-hoc para la inves- tigación. Los 31 ítems restantes han sido redactados, conservándose en su totalidad o siendo modificados parcialmente, en base a dos investigaciones: (1) 10 ítems a partir del Cuestionario de Conductas Antisociales-Delictivas (A-D) de Seisdedos (2001) –en los cuales se emplea un trato más directo y personal, cambiando la utilización del infiniti- vo por un tratamiento en primera persona– y (2) 20 ítems a partir de un cuestionario validado por los investigadores Andreu y Peña (2013).
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Tabla 2. Escala de conductas antisociales y escala de conductas delictivas (prevalencia vida)
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En la redacción del cuestionario se ha tenido en consideración la edad de los desti- natarios. Se utilizó un lenguaje personal y directo, obviando las formalidades del trato de “usted”, con el fin de no influir en la comprensión lectora, siguiendo las indicaciones de Padrós et al. (2018). Además, la información aportada respecto a la comisión de conductas se ubica dentro del marco de la cifra negra de la delincuencia, considerando las respuestas obtenidas por los jóvenes como delincuencia autoinformada o autore- velada (Pérez & Benito, 2013).
Procedimiento
Primeramente, se contactó con los Directores, Secretarios y Jefes de Estudios de dis- tintos institutos a los que se les explicaron los objetivos de la investigación y se les solicitó el acceso a su población estudiantil. Posteriormente, de cara a la configuración de la muestra, en base al artículo 7 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, que fija la edad para otorgar el consentimiento libre, se fijó la edad mínima de los participantes en catorce años; implicando que los sujetos eran libres para decidir si querían participar o no en la investigación, siendo su colaboración individual y voluntaria.
Para no influir en sus respuestas y con ello salvaguardar los niveles de sinceridad, se siguieron las indicaciones de Rodríguez et al. (2015), que instan a no conocer la iden- tidad de los participantes y que sean éstos quienes cumplimenten el cuestionario. En base a ello y por motivos de organización con los institutos participantes, se decidió no estar presente en el aula durante la aplicación del cuestionario, siendo aplicado por los tutores de cada grupo.
Los cuestionarios se cumplimentaron mediante la técnica Paper Assisted Personal Interview (PAPI, utilizando bolígrafo y papel), con una duración aproximada de entre 35 y 40 minutos. Su aplicación se llevó a cabo durante los meses de marzo a mayo del año 2019, manteniéndose un seguimiento con cada instituto vía personal, telefónica o telemática, hasta el día de su recogida. Una vez finalizada la investigación, se les hizo llegar una copia de los resultados.
Variables
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Las variables utilizadas en la investigación han sido (1) sexo, (2) edad, (3) el género musical preferido por los participantes, (4) el tiempo dedicado a escuchar música al día,
(4) interpretación de canciones de música rap y reggaetón, (5) conductas antisociales (29 ítems) y delictivas (25 ítems) realizadas a lo largo de su vida.
Análisis de datos
Los datos obtenidos fueron ingresados en una base de datos creada con un software de análisis estadístico de datos. Primeramente, se analizó la fiabilidad de las dos escalas unidimensionales de conductas antisociales y delictivas formadas empleando el coefi- ciente de alfa de Cronbach (α), el cual se sitúa entre los valores 0 y 1 (cuyo rango es aceptable entre 0,7 y 0,9) (Adeniran, 2019) y evalúa “el grado en que los ítems de un instrumento están correlacionados” (González & Pazmiño, 2015, p. 64). Para ambas escalas resultaron valores elevados de alfa de Cronbach: (1) las conductas antisociales obtuvieron una consistencia interna de α = 0,87 y (2) las conductas delictivas de α = 0,86. Asimismo, para cada una de las conductas presentes en cada escala, se muestran en el Anexo 1 (conductas antisociales) y en el Anexo 2 (conductas delictivas) los resulta- dos de la media, desviación típica, el rango de correlación de la escala total corregida y el alfa de Cronbach de la escala total eliminándose los elementos, mostrando la fiabilidad individual que ofrece cada uno de los ítems de manera individualizada.
Respecto a los análisis de datos, se realizó, en primer lugar, un análisis descriptivo en función de la frecuencia manifiesta y la distribución porcentual obtenida respecto a la comisión de cada tipo de conducta. El mismo tipo de análisis se empleó para de- terminar el tipo de música que prefieren los participantes, así como, para describir la distribución porcentual obtenida de la pregunta enfocada a conocer el grado de acuerdo de los participantes con los fragmentos de las canciones presentadas.
Se realizó además un análisis estadístico descriptivo bivariado mediante la prueba Chi-Cuadrado de Pearson (χ2), para comprobar la relación que resulta de la combi- nación de las variables conductas antisociales y delictivas con la variable sexo. Existe
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asociación entre ellas cuando el valor obtenido es menor o igual a 0,05, implicando que la relación es estadísticamente significativa (Suárez et al., 2017). Posteriormente, se empleó el coeficiente V de Cramer (V) para determinar la fuerza e intensidad de las asociaciones establecidas –entre los valores 0 (independencia perfecta) y 1 (asociación perfecta)–; en base a la experiencia, un valor próximo a 0,6 se puede considerar como un valor máximo y 0,3 como intermedio (Suárez et al., 2017).
Para contrastar las conductas antisociales y las delictivas con la variable edad, debido a que no se cumplían los requisitos necesarios para realizar pruebas paramétricas por ser la muestra de libre distribución, se recurrió a la prueba U de Mann-Whitney (U) para contrastar las medianas obtenidas por medio de la combinación de las observaciones y dividiendo por rangos de edad de forma ascendente, como recomiendan Rivas-Ruiz et al. (2013). Se utilizó la técnica de ajuste de Bonferroni para reducir el error, la cual tras aplicar los cálculos pertinentes (McLaughlin & Sainani, 2014) redujo el nivel de significación aceptable a p < 0,01.
Se realizó un análisis univariado o dirigido al análisis de la varianza para un factor (ANOVA) con el fin de determinar la correlación o interacción entre las tipologías de conductas que se han dado con mayor incidencia y el tipo de género musical, puesto que “existe interacción entre dos factores cuando el efecto de uno de ellos sobre la variable dependiente no es el mismo en todos los niveles del otro factor” (Pardo et al., 2007, p. 344). Debido a que este estadístico únicamente informa sobre la existencia de alguna diferencia estadística significativa, se empleó la prueba de homogeneidad de varianzas o estadístico de Levene para comprobar si las varianzas poblacionales son iguales (homocedásticas) o difieren entre sí (heterocedásticas). Tras su aplicación, se emplearon pruebas post-hoc para obtener los promedios donde se ubican las diferencias estadísticamente significativas.
De esta forma, en la relación entre el género musical y la conducta antisocial,
Levene(6,374) = 0,91 y p = 0,49, las varianzas que resultaron de todos los géneros mu- sicales analizados fueron homocedásticas. Como p > 0,05, se acudió a los resultados
obtenidos con el estadístico F del ANOVA, los cuales mostraron la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre los géneros musicales y la incidencia vida de las conductas antisociales (F(6,374) = 9,19, p < 0,001). Posteriormente, se hizo
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la prueba post-hoc de la Diferencia Mínima Significativa (DMS), cuyo nivel de signifi- cación es igual a 0,05 (Frías, 2016).
Por otra parte, en la relación entre el género musical y la conducta delictiva, la prueba de homogeneidad dictaminó que las varianzas fueron heterocedásticas, debido a que Levene(6,374) = 5,86 y p < 0,001, concluyendo que no existe igualdad entre las medias poblacionales comparadas. Al ser p < 0,05, se empleó el estadístico Welch (Frías, 2016), el cual corrobora que existen diferencias estadísticamente significativas entre los gé- neros musicales y la incidencia vida de las conductas delictivas (Welch(6,127.524) = 10,405; p < 0,001). Finalmente se aplicó la prueba post-hoc de Games-Howell.
Además, al agrupar las conductas delictivas en función del Título del Código Penal al que pertenecían se realizaron seis escalas de conductas. De ellas, únicamente existió consistencia interna (α = 0,77) en la compuesta por las conductas del “Título XIII. Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico” (delitos de hurto, de daños y contra la seguridad colectiva). En este caso, como la prueba de homogeneidad
de varianzas también advirtió que eran heterocedásticas (Levene(7,373) = 4,67; p < 0,001) y el estadístico Welch(7,76.94) = 5,08 con p < 0,001, se volvió a administrar la prueba post- hoc de Games-Howell.
Descripción de la muestra
Del total de participantes, el 54,9% (n = 209) eran hombres y el 45,1% (n = 172) mujeres, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años (14 años = 24,1%, 15 años = 36,7%, 16 años = 22,3%, 17 años = 12,5%, y 18 años = 4,2%).
Teniendo en cuenta las respuestas dadas por todos los participantes para cada uno de los ítems que forman ambas escalas de conductas, el análisis descriptivo informa que con una media de 2,75 y una desviación típica de 1,10, la escala de conductas an- tisociales sitúa la media de respuestas, en general, entre haber respondido una vez o más de una vez y que la escala de conductas delictivas, que ofrece una media de 1,81 y desviación típica de 1,02, indica que la media de respuestas se sitúa, en general, entre haber respondido nunca o una vez.
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A nivel general, los estilos musicales preferidos por los encuestados son, en orden descendente: reggaetón (20,7%), pop (19,4%), trap (17,6%), rap (11,3%), opción “in- diferente” (8,4%), rock (5,2%) y la categoría otros (17,3%) –la cual incorpora todos los géneros que individualmente no superan el 5%: electrónica, indie, punk, flamenco, jazz, nasheeds, clásica, k-pop, dancehall, RNB, bandas sonoras originales y parodias: además, en esta categoría se incluyó la opción de no escuchar música, debido a que fue referenciado por tres sujetos (el 0,8%).
Respecto al tiempo destinado a escuchar música al día, el 43,6% de los participantes escuchan entre 0-1 hora por día, 43,6% entre 1-3 horas por día, 18,6% entre 3-6 horas por día y 11,3% más de 6 horas por día.
Prevalencia e incidencia de las conductas antisociales y las delictivas
En la Tabla 3 se observa que el 87,9% de los encuestados cometieron al menos una conducta antisocial a lo largo de su vida, mientras que el 50,4% cometieron al menos un delito a lo largo de su vida. Respecto a la incidencia vida, se puede observar que la mayoría de los encuestados cometieron más de una vez las conductas antisociales, mientras que la mayoría cometieron una sola vez las conductas delictivas a lo largo de la vida. Se refleja una relación inversamente proporcional debido a que conforme aumenta el número de veces en la comisión de una conducta, su realización disminuye de manera global en los participantes de la muestra.
Tabla 3. Incidencia a lo largo de la vida de las conductas antisociales y las delictivas
Escala “cond | ucta antisocial” | Escala “conducta delictiva” | ||
Recuento | % | Recuento % | ||
Nunca | 46 | 12,1 | 189 | 49,6 |
Una vez | 123 | 32,3 | 119 | 31,2 |
Más de una vez | 123 | 32,3 | 41 | 10,8 |
Frecuentemente | 59 | 15,5 | 22 | 5,8 |
Siempre | 30 | 7,9 | 10 | 2,6 |
Total | 381 | 100 | 381 | 100 |
BOLETÍN CRIMINOLÓGICO EDICIÓN ESPECIAL. Artículo 9/2020_EJIC (n.º 205) Pág. 15
Relación entre las variables sociodemográficas y las conductas antisociales y delictivas
Sexo y conductas
Respecto a la prevalencia vida de los comportamientos antisociales, 62,2% de los jóvenes varones y 67,4% de jóvenes mujeres expresaron haber cometido algún acto antisocial a lo largo de su vida. Sin embargo, aunque la prevalencia vida de las con- ductas antisociales sea mayor para las mujeres, más porcentaje de jóvenes varones ha afirmado cometer conductas antisociales de forma frecuente (19,6%) o siempre (10,5%) comparados a las jóvenes mujeres (10,5% y 4,7%, respectivamente).
En relación con las conductas delictivas, 56,5% de los jóvenes varones y 43% de las jóvenes mujeres han afirmado haber cometido al menos un delito a lo largo de sus vidas. De manera similar que para las conductas antisociales, los jóvenes hombres dicen haber cometido más veces delitos, comparados a las jóvenes muje- res (26,7% de los hombres han cometido delitos más de una vez, frecuentemente y siempre mientras que solo el 9,9% de las mujeres dicen haberlos cometido en estas frecuencias).
En este sentido, los jóvenes varones parecen más implicados en las conductas antisociales y delictivas. Esta relación se corrobora con los valores que ofrece el estadístico Chi-Cuadrado de Pearson tras cruzar la variable sexo con la prevalencia vida de las conductas antisociales (χ2 = 17,191; p = 0,002) y las conductas delic-
tivas (χ2 = 17,947; p = 0,001). En ambos casos la significación es inferior a 5%, lo que significa que las variables cruzadas están relacionadas y, por ende, existe una relación de dependencia. De la aplicación del coeficiente V de Cramer se interpreta una fuerza o intensidad moderada entre la relación de las variables, debido a que en ambos su valor se aproxima a 0,3 (conductas antisociales: V = 0,212, p = 0,002; conductas delictivas: V = 0,217, p = 0,001).
Edad y conductas
Los resultados indican que, a medida que los participantes son mayores, más conductas antisociales informan: 14 años (81,5%); 15 (85%); 16 (90,6%); 17 y
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18 (100% en ambos casos). Sin embargo, a pesar de que los jóvenes de 17 y 18 años presenten una mayor prevalencia vida de las conductas antisociales, la ma- yoría de los participantes que afirman cometer conductas antisociales tienen 16 años, ya que representan el 32,9% de los valores “frecuentemente y siempre”, en comparación con el resto de edades: 14 años (7,1%), 15 (25,7%), 17 (29,1%) y
18 años (25%).
En lo que respecta a las conductas delictivas, aproximadamente la mitad de los participantes de cada grupo de edad afirman que nunca han llevado a cabo conductas de este tipo: 14 años (56,5%); 15 (50,7%); 16 (41,2%); 17 (50%) y
18 años (43,8%). De lo contrario, los jóvenes de 16 y 18 años (58,9% y 56,1%, respectivamente) son los que expresan haber cometido un delito o más a lo largo de su vida –seguidos por los de 17 años (50,1%), 15 (49,3%) y 14 años (43,5%)– coincidiendo a su vez con ser aquellos que han cometido delitos más de una vez, frecuentemente y siempre (22,4% y 24,9%, respectivamente). Además, los jóve- nes de 15 años son quienes aglutinan una mayor comisión de delitos de forma frecuente y siempre (12,8%).
Respecto a la incidencia vida de la comisión de conductas, las medias aritméticas en función de la edad (Tabla 4) indican que las respuestas de los jóvenes oscilan en- tre haber cometido las conductas antisociales una vez (2) o de forma frecuente (4), observándose un crecimiento continuo a medida que la edad es mayor. En cambio, respecto a las conductas delictivas, oscilan entre no haberlas cometido (1) y haberlas realizado una vez (2).
Tabla 4. Incidencia en función de la edad
Edad | Frecuencia | M | antisocial1 | M | delictivas2 |
14 | 92 | 2,38 | 1,59 | ||
15 | 140 | 2,74 | 1,86 | ||
16 | 85 | 2,94 | 1,91 | ||
17 | 48 | 2,98 | 1,83 | ||
18 | 16 | 3,25 | 2 |
Nota: Valores en escala 1 = “nunca”; 2 = “una vez”; 3 = “más de una vez”; 4 = “frecuentemente”; 5 = “siempre”.
1 Medias para “conductas antisociales”. 2 Medias para “conductas delictivas”.
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Aplicando el estadístico U de Mann-Whitney junto a la corrección de Bonferroni (p < 0,01), se observan diferencias en las conductas antisociales al comparar participantes cuya edad es de 14 años frente a aquellos de edades de 16 (U = 2821; p = 0,001), 17 (U = 1524,5; p = 0,002) y 18 años (U = 444; p = 0,007),
implicando que los primeros han cometido menos conductas antisociales que los tres últimos.
Interpretación de canciones
Respecto al grado de acuerdo con el contenido de las canciones, cuya distribución porcentual se refleja en la figura 1, los jóvenes presentan una tendencia a responder “me da igual” en las canciones de reggaetón: Corazón (39,2%), Me niego (35%) y Ella quiere beber (36,5%). Sin embargo, para la canción de rap, Diablo, el 42% de los participantes expresaron que no es adecuada. La canción Corazón, refleja que aproximadamente el 35% de los jóvenes cree que es no es adecuado el contenido, frente a un 4,1% que afirma estar de acuerdo con lo que transmite. Por último, en las canciones Me niego y Ella quiere beber, coinciden en que son aquellas que les parece bien el contenido que presentan (33,4% y 26,3%, respectivamente) y, además, están de acuerdo con lo que dicen (19,2% y 17,3%).
Figura 1. Distribución porcentual de la evaluación de los participantes realizada a los fragmentos de cuatro canciones seleccionadas
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La relación entre el género musical preferido y la delincuencia juvenil
La relación entre el género musical y la conducta antisocial
Los participantes cuyo género musical habitual fue el trap, fueron los que cometie- ron más comportamientos antisociales de media (3,4), seguidos por aquellos cuyo género favorito es el rap (3,1), los individuos que escuchan reggaetón (2,8), cualquier tipo de música (indiferente) (2,7) u otro género distinto (2,7). Finalmente, aquellos que escuchan pop (2,2) y rock (2,1) destacan por llevar a cabo el menor número de conductas antisociales.
En la Tabla 5 podemos observar las diferencias estadísticamente significativas encontradas entre la preferencia por un género musical y la realización de conductas antisociales. En este sentido, los seguidores de la música trap son aquellos que más conductas antisociales han llevado a lo largo de su vida, correlacionando con todos los géneros analizados (a excepción del rap): reggaetón (0,561); rock (1,258); pop (1,142); otros (0,676) e indiferente (0,671).
Centrándonos en la música reggaetón, los participantes han informado haber cometido menos conductas antisociales que los que escuchan trap (-0,561) y más que los que se decantan por el rock (0,697) y pop (0,581). Igualmente, aquellos que prefieren la música rap han cometido más conductas antisociales con respecto al rock (0,970) y al pop (0,854).
En la incidencia vida de conductas antisociales de los jóvenes que prefieren la música rock o pop encontramos que son los que menos conductas de este tipo han cometido, en comparación con los adolescentes que prefieren el resto de géneros musicales. En el caso del rock: reggaetón (-0,697); trap (-1,258); rap (-0,970); otros (-0,582) e indiferente (-0,587); y, respectivamente, en el caso del pop: -0,581; -1,142;
-0 ,854; -0,466 y -0,471.
Además, para los encuestados que se decantan por otro tipo de música o indife- rente, las diferencias estadísticamente significativas que existen son respecto a los mismos géneros, puesto que ambos han cometido menos conductas antisociales que los que prefieren el trap (-0,676 y -0,671, respectivamente) y más que los que escuchan rock (0,582 y 0,587) y pop (0,466 y 0,471).
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Tabla 5. Diferencias estadísticamente significativas y significación en conductas antisociales tras la aplicación del procedimiento DMS
Música habitual | Diferencia de | medias | Significación | |
Trap | Reggaetón | ,561 | ,001 | |
Rock | 1,258 | ,000 | ||
Pop | 1,142 | ,000 | ||
Otros | ,676 | ,000 | ||
Indiferente | ,671 | ,003 | ||
Reggaetón | Trap | -,561 | ,001 | |
Rock | ,697 | ,008 | ||
Pop | ,581 | ,001 | ||
Rap | Rock | ,970 | ,001 | |
Pop | ,854 | ,000 | ||
Rock | Reggaetón | -,697 | ,008 | |
Trap | -1,258 | ,000 | ||
Rap | -,970 | ,001 | ||
Otros | -,582 | ,029 | ||
Indiferente | -,587 | ,048 | ||
Pop | Reggaetón | -,581 | ,001 | |
Trap | -1,142 | ,000 | ||
Rap | -,854 | ,000 | ||
Otros | -,466 | ,008 | ||
Indiferente | -,471 | ,032 | ||
Otros | Trap | -,676 | ,000 | |
Rock | ,582 | ,029 | ||
Pop | ,466 | ,008 | ||
Indiferente | Trap | -,671 | ,003 | |
Rock | ,587 | ,048 | ||
Pop | ,471 | ,032 |
La relación entre el género musical y la conducta delictiva
Al igual que en las conductas antisociales, en las conductas delictivas el género trap también destaca por ser el estilo que eligen los jóvenes que más comportamientos de esta índole llevan a cabo de media (2,42), seguido por los que escuchan rap (1,95), otros géneros musicales (1,85) y reggaetón (1,84). Posteriormente se posicionan los que prefieren música indiferente (1,53), pop (1,38) y rock (1,20). Por lo general, la distribución de las medias se agrupa entre no haber cometido nunca alguna de las conductas delictivas referenciadas o haberlas cometido más de una vez.
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En la Tabla 6 observamos la ubicación de las diferencias estadísticamente sig- nificativas entre la preferencia por un género musical y la comisión de conductas delictivas, donde se repite un patrón similar al que ocurre con la incidencia vida de las conductas antisociales. De esta forma, los participantes que prefieren la música trap también son los que más delitos han cometido a lo largo de su vida en compa- ración con el resto de géneros (exceptuando el rap): reggaetón (0,582); rock (1,218); pop (1,040); otros (0,569) e indiferente (0,887).
Tabla 6. Diferencias estadísticamente significativas y significación en las conductas delictivas tras la aplicación del procedimiento Games-Howell
Música habitual | Diferencia de medias | Significación | |
Trap | Reggaetón | ,582 | ,039 |
Rock | 1,218 | ,000 | |
Pop | 1,040 | ,000 | |
Otros | ,569 | ,039 | |
Indiferente | ,887 | ,001 | |
Reggaetón | Trap | -,582 | ,039 |
Rock | ,635 | ,006 | |
Pop | ,457 | ,029 | |
Rap | Rock | ,753 | ,006 |
Pop | ,575 | ,030 | |
Rock | Reggaetón | -,635 | ,006 |
Trap | -1,218 | ,000 | |
Rap | -,753 | ,006 | |
Otros | -,648 | ,003 | |
Pop | Reggaetón | -,457 | ,029 |
Trap | -,1,040 | ,000 | |
Rap | -,575 | ,030 | |
Otros | -,470 | ,015 | |
Otros | Trap | -,569 | ,039 |
Rock | ,648 | ,003 | |
Pop | ,470 | ,015 | |
Indiferente | Trap | -,887 | ,001 |
Aquellos encuestados que prefieren la música reggaetón han cometido menos delitos que los que escuchan trap (-0,582) y más que los que escuchan rock (0,635) y pop (0,457). Asimismo, aquellos que se decantan por el rap también tienen una incidencia vida mayor que el rock y el pop (0,753 y 0,575, respectivamente).
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Respecto a los jóvenes que prefieren el rock o el pop, se da una incidencia vida de conductas delictivas menor en comparación con el resto de opciones analizadas (a excepción de preferir cualquier género –indiferente–), puesto que en el caso del rock se observa: reggaetón (-0,635); trap (-1,218); rap (-0,753) y otros (-0,648); y,
respectivamente, en cuanto al pop: -0,457; -1,040; -0,575 y -0,470.
Aquellos que escuchan otro tipo de música presentan diferencias estadísticamen- te significativas con respecto al género trap (-0,569), por haber cometido menos delitos, y al rock (0,648) y el pop (0,470), por haber cometido más. Por último, los que prefieren música indiferente han cometido menos actos delictivos que los que escuchan trap (-0,887).
La relación entre el género musical y los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico
Las diferencias estadísticamente significativas obtenidas tras la aplicación de la prue- ba post-hoc de Games-Howell entre la preferencia por un género musical y la reali- zación de conductas tipificadas en el “Título XIII. Delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico” del Código Penal Español (conductas 13-22 del cuestiona- rio presentado), indican que los jóvenes que escuchan música trap han cometido a lo largo de su vida más delitos de este calibre que los que escuchan reggaetón (0,587), rock (0,930), pop (0,814), otros estilos (0,500) e indiferente (0,686). Asimismo, los que escuchan otros estilos tienen una mayor incidencia vida en este delito que los que se decantan por el rock (0,430).
A lo largo de este artículo se ha explorado el rol que tiene la música en la delincuencia juvenil. En primer lugar, los géneros preferidos de los encuestados son el reggaetón, pop y trap, los cuales a su vez coinciden con los estilos más usuales presentes en la lista “Top 100 Canciones + Streaming anual 2018” de España. Es posible que esta coincidencia esté influenciada por la labor que ejercen los medios de comunicación y
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el desarrollo de las nuevas tecnologías (Buil & Hormigos, 2016), en tanto la música popular va dirigida en mayor medida a los jóvenes (Rivera & Carriço, 2015). En este sentido, cabe la posibilidad de que estos tres géneros no se hayan tenido en cuenta con anterioridad en el panorama científico, debido a que las investigaciones previas han sido realizadas en un contexto sociocultural no hispanohablante, es decir, en países donde el español no es la lengua oficial, por lo que con su incorporación se abre una nueva línea de investigación.
El cuestionario de autoinforme utilizado nos ha permitido conocer la implicación de los jóvenes en conductas antisociales y delictivas. Así, en relación con la comisión de conductas, en base a los resultados presentados, a nivel general, se concluye que las personas que escuchan música trap parecen estar más implicados tanto en conductas desviadas como en comportamientos ilegales en comparación con los participantes cuyo género musical preferido es diferente a este, sobre todo aquellos que escuchan música pop o rock, los cuales muestran las tasas más bajas de incidencia de toda la mues- tra. Respecto a los resultados obtenidos en la música rock, se encuentra disparidad en los resultados frente a las investigaciones de Hampton (2009) y Lozon y Bensimon (2014), en tanto concluimos que los sujetos que la prefieren no están vinculados con la realización de conductas antisociales y delictivas.
Adicionalmente, esta investigación sugiere también que los participantes cuyo gé- nero favorito es el trap están sobrerrepresentados entre los autores de delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico, con diferencias estadísticamente significativas en comparación con el resto de géneros musicales. En segundo y tercer lugar, los jóvenes cuyo estilo musical preferido es el reggaetón o rap también manifiestan niveles más elevados de comportamientos antisociales y delictivos comparados con el resto de géneros musicales analizados.
Deteniéndonos en el grado de acuerdo de los participantes con el contenido de las canciones, la mayoría de los sujetos refieren que les da igual su significado, no mostrando interés en entender el mensaje transmitido. Además, en cuanto a las can- ciones de reggaetón refieren que el contenido les parece bien o están de acuerdo con él. En contraposición, destaca que para la canción de rap la mayoría de los sujetos no consideran adecuado el mensaje que transmite o no lo entienden; esto último puede
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ser debido a, como menciona Santos (1999), no haber escuchado la letra con el ritmo propio que lo acompaña.
Por otra parte, en relación con la prevalencia vida y la edad, el hecho de que cuanto mayor sea esta, mayor sea el número de conductas antisociales realizadas, puede deber- se a un criterio cronológico, puesto que conforme los sujetos van cumpliendo años es más posible que el número de contextos de naturaleza antisocial con el que establezcan contacto se amplíe, dando lugar al desarrollo de este tipo de comportamientos.
Metodológicamente, es conveniente recordar que al tratarse de un estudio piloto de corte transversal y no poder atribuir una relación de causalidad entre las variables estu- diadas, únicamente se hallan correlaciones entre algunos géneros musicales y la comi- sión de conductas antisociales y delictivas. Puesto que con los resultados obtenidos no es posible saber con certeza si el contenido de la música pueda actuar como catalizador o predisponente de la delincuencia, se plantean tres posibles relaciones de causalidad: directa, ¿se trata de un factor de riesgo que aumenta la participación en la delincuencia? (el joven receptor, sin ser consciente, incorpora en su conducta una serie de pautas o acciones antisociales llegando a desarrollar, con el tiempo, un comportamiento delic- tivo); inversa, ¿es una característica más de los delincuentes juveniles escuchar un tipo de música específico? (los jóvenes más proclives a la delincuencia tienen preferencia por géneros musicales cuyo contenido es similar al descrito anteriormente) y recíproca,
¿existe retroalimentación entre ambas variables? (los jóvenes son consumidores de estos géneros, los cuales, a su vez, influyen en el grado de delincuencia del individuo).
Prosiguiendo con esta cuestión que se queda abierta, es necesario tener en cuenta las limitaciones encontradas, como, por ejemplo, que el estudio se centra en la prevalencia e incidencia vida; para paliar esto se podría medir en futuras investigaciones un periodo de tiempo determinado (p. ej.: último año). Además, proponemos diseñar un estudio experimental y longitudinal, ampliando la muestra (tanto en número, existiendo pro- porción respecto a las edades, como en variabilidad geográfica), ya que los resultados hallados no pueden extrapolarse al conjunto de la población juvenil, debido a que el conjunto analizado es reducido y no-probabilístico. De igual modo, es posible que al- gunos de los participantes hubieren incurrido en el sesgo de la deseabilidad social, por ejemplo, por haber estado el profesor presente durante la aplicación del cuestionario,
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habiendo afectado de manera negativa la tasa de la delincuencia recabada, como subraya Aebi (2009).
Otra propuesta puede ser que, pese a haber incorporado y unificado ítems de dife- rentes cuestionarios y que las escalas de conductas conformadas presenten consistencia interna, para futuras réplicas se apliquen cuestionarios basados en la medición de la delincuencia estandarizados y baremados para la población española.
Para el estudio sobre el contenido de las canciones, se plantea ser exhaustivo en la recogida de datos, delimitando bien las canciones que se presentan, es decir, que no presenten ambigüedades en sus letras, así como ampliando el número de géneros mu- sicales a analizar y comprobando si existen discrepancias entre ellos.
Con todo lo expuesto, esta investigación aporta al conocimiento científico una exploración del contexto español, así como el estudio de la música reggaetón o trap, de los cuales se carecían de datos hasta el momento. Por ello, se espera sentar la base para futuros estudios que se interesen por el desarrollo de la delincuencia, en concreto la juvenil, y a su vez por la posible influencia que pudiera generar el rol de la música y, más específicamente, su contenido lírico.
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Anexos
BOLETÍN CRIMINOLÓGICO EDICIÓN ESPECIAL. Artículo 9/2020_EJIC (n.º 205) Pág. 29
Anexo 1. Estadísticos descriptivos de las conductas antisociales: media (M), desviación típica (DT), Correlación Elemento-Total corregida (CET) y alfa de Cronbach si se elimina el elemento (α; s.e)
Ítem | Conductas antisociales | M | DT | CET | α; s.e |
1 | He llamado a la puerta o timbre de alguien y he salido corriendo | 2,74 | ,943 | ,414 | ,87 |
2 | He roto o he tirado cosas al suelo que son de otra persona | 1,92 | ,97 | ,424 | ,869 |
3 | He llamado por teléfono a alguien y le he gastado una broma pesada | 2,49 | 1,02 | ,402 | ,87 |
4 | He tirado basura al suelo, habiendo cerca una papelera | 2,17 | 1,11 | ,475 | ,868 |
5 | Me he montado en el autobús, tren o tranvía sin pagar | 1,39 | ,865 | ,359 | ,871 |
8 | He entrado sin permiso en el instituto cuando estaba cerrado | 2,02 | 1,238 | ,404 | ,87 |
9 | He salido sin permiso de casa, del colegio o instituto | 2,27 | 1,173 | ,585 | ,865 |
10 | He llegado tarde a clase a propósito | 2,13 | 1,195 | ,575 | ,865 |
11 | He interrumpido cuando otros estaban hablando | 2,77 | ,957 | ,392 | ,87 |
12 | He hecho trampas o me he copiado en un examen | 2,59 | 1,074 | ,416 | ,87 |
13 | Me he negado a hacer la tarea que ha mandado el profesor/a | 2,51 | 1,142 | ,482 | ,868 |
14 | He montado alboroto o silbado en mitad de clase | 2,17 | 1,123 | ,547 | ,866 |
15 | Disfruto jugando con el fuego | 2,13 | 1,272 | ,281 | ,874 |
16 | Habitúo a decir groserías y palabras malsonantes | 3,01 | 1,251 | ,418 | ,87 |
19 | He contestado mal a los/las profesores/as en clase | 1,84 | ,908 | ,505 | ,868 |
20 | He dado puñetazos a las paredes o puertas como manera de liberar la frustración | 2,36 | 1,205 | ,369 | ,871 |
23 | He mirado en la mochila de un compañero/a sin su permiso | 2,02 | ,976 | ,369 | ,871 |
27 | Me he metido con un compañero/a o me he reído de él/ella porque toda la clase lo hacía | 1,74 | ,903 | ,376 | ,87 |
29 | Mi grupo de amigos arma líos o se mete en peleas y/o problemas | 1,7 | ,995 | ,374 | ,871 |
30 | Rompo cosas con el fin de sentirme mejor | 1,38 | ,78 | ,317 | ,872 |
33 | He llegado a estar borracho/a o drogado/a | 2 | 1,18 | ,485 | ,868 |
36 | Quiero saber qué hace mi pareja en todo momento | 1,27 | ,706 | ,263 | ,873 |
37 | Me he puesto en contacto con un compañero/a por Internet, haciéndome pasar por un desconocido, para reírme de él/ella o asustarlo/a | 1,42 | ,772 | ,289 | ,872 |
41 | He tirado objetos (piedras, huevos,...) contra edificios, casas o el instituto | 1,55 | ,913 | ,544 | ,867 |
46 | He consumido cannabis, hachís o porros | 1,55 | 1,062 | ,406 | ,87 |
47 | Quiero saber con quién está mi pareja cuando no está conmigo | 1,33 | ,799 | ,251 | ,873 |
49 | He bebido cerveza, vino, cubatas o chupitos | 2,68 | 1,2 | ,448 | ,869 |
51 | Me he metido con alguien por su aspecto físico o poseer algún tipo de deficiencia | 1,66 | ,879 | ,372 | ,871 |
53 | He tenido problemas con la policía por consumir drogas en un lugar público | 1,14 | ,561 | ,313 | ,872 |
Pág. 30 BOLETÍN CRIMINOLÓGICO EDICIÓN ESPECIAL . Artículo 9/2020_EJIC (n.º 205)
Anexo 2. Estadísticos descriptivos de las conductas delictivas: media (M), desviación típica (DT), Correlación Elemento-Total corregida (CET) y alfa de Cronbach si se elimina el elemento (α; s.e)
Ítem | Conductas Delictivas | M | DT | CET | α; s.e |
6 | He conducido un coche, una moto o motocicleta sin permiso de conducir o sin seguro | 1,66 | 1,053 | ,436 | ,852 |
7 | He golpeado a un desconocido y le he dañado | 1,29 | ,723 | ,528 | ,848 |
17 | He agredido a alguien con una navaja, palo, arma u otro utensilio (cuchillo, tijeras,...) | 1,18 | ,562 | ,521 | ,850 |
18 | He besado a alguien sin su consentimiento | 1,19 | ,625 | ,384 | ,853 |
21 | He tirado objetos (piedras, huevos,…) a alguien con el fin de hacerle daño | 1,43 | ,826 | ,511 | ,848 |
22 | He intentado fabricar o he hecho un artefacto explosivo de manera casera | 1,26 | ,703 | ,475 | ,850 |
24 | He prendido fuego intencionadamente a algo (coche, casa, contenedor de basura o alguna cosa que no me pertenecía) | 1,22 | ,640 | ,472 | ,850 |
25 | He hecho grafitis en muros, autobuses o viviendas | 1,54 | ,892 | ,526 | ,848 |
26 | He vendido hachís, porros u otro tipo de drogas | 1,20 | ,679 | ,419 | ,852 |
28 | He insultado o golpeado a mis padres por no dejarme hacer lo que yo quiero | 1,20 | ,562 | ,244 | ,856 |
31 | He amenazado a alguien con un arma (navaja, palo, cuchillo) o con pegarle para conseguir algo | 1,17 | ,592 | ,593 | ,848 |
32 | He dañado o destruido mobiliario de dominio público (parada de autobús, banco, carteles, ventanas, papeleras, farolas, etc.) | 1,43 | ,790 | ,594 | ,846 |
34 | He entrado sin permiso en una casa, edificio o propiedad privada | 2,08 | 1,027 | ,454 | ,851 |
35 | He robado alguna cartera o bolso | 1,09 | ,413 | ,513 | ,852 |
38 | He robado algo de una tienda, del colegio o de una casa | 1,82 | ,888 | ,409 | ,852 |
39 | He golpeado a algún hermano/a sin que me golpease primero | 2,07 | 1,075 | ,197 | ,863 |
40 | Le inspecciono o miro el móvil a mi pareja sin que lo sepa | 1,12 | ,480 | ,241 | ,856 |
42 | Le he quitado la bicicleta a un desconocido y me he quedado con ella | 1,08 | ,407 | ,532 | ,851 |
43 | Le he quitado las pertenencias en la playa a la gente (toalla, chanclas, gafas de sol, móvil,...) | 1,15 | ,524 | ,446 | ,852 |
44 | Le he tocado el culo a un compañero/a sin su consentimiento | 1,71 | 1,036 | ,321 | ,857 |
45 | He robado dinero de una máquina expendedora | 1,27 | ,642 | ,349 | ,854 |
48 | He gritado o golpeado a un hermano/a para que haga lo que yo quiero | 1,77 | 1,035 | ,238 | ,860 |
50 | He comprado algo que sabía o sospechaba que era robado | 1,26 | ,671 | ,383 | ,853 |
52 | He dañado o destruido mobiliario del colegio o instituto | 1,41 | ,685 | ,426 | ,852 |
54 | He participado en peleas en grupo | 1,49 | ,884 | ,533 | ,847 |