GARCÍA DIEGO, Paulino (2023), El vuelo de Ícaro. Expectativas y fracasos de los primeros años de reinado de Carlos III y el ministerio de Esquilache (1759-1766), Círculo Rojo, 336 págs. ISBN: 978-84-1189-102-8
Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, es un controvertido personaje que ha quedado marcado por los motines de 1766 que recibieron su nombre. García Diego realiza un estudio amplio y multidisciplinar de los años en los que el marqués estuvo al frente de la secretaría de Hacienda, presentando en esta obra una «visión panorámica de la situación en el periodo 1759-1766 de España haciendo patentes los nexos y comparaciones con el resto de Europa» (p. 291), en la que revisa los primeros años del reinado de Carlos III y la actuación del propio Esquilache al que considera «el servidor más eficiente del rey en este periodo» (pp. 296-297).
La obra es una labor de síntesis de investigaciones realizadas en los últimos años sobre los diferentes aspectos del gobierno de Carlos III, especialmente de sus primeros años de reinado, combinadas con estudios de los grandes procesos económicos y políticos del ochocientos. Este período es el principal área de interés del autor al cual ha dedicado diferentes monografías, artículos y colaboraciones en otras obras. Destacan las centradas en Grimaldi y Esquilache. Dedicó su tesis al primero, Jerónimo Grimaldi o El espectador afable: actividad diplomática y política (1739-1784); y una monografía, Jano en Hispania: una aproximación a la figura y obra de Jerónimo Grimaldi (1769-1784). Sobre el segundo ha escrito diferentes artículos y la monografía que aquí se reseña.
El vuelo de Ícaro está dividido en dos partes, una dedicada a la proyección exterior de la Monarquía y la segunda centrada en los asuntos internos. La obra consta de nueve capítulos temáticos, los cinco primeros correspondientes a la primera parte y los tres siguientes a la segunda. Estos capítulos están precedidos de una introducción y tienen como colofón un epílogo (el noveno capítulo) y un último apartado en el que se exponen las conclusiones.
En la Introducción García Diego expone y justifica la estructura de la monografía y realiza un pormenorizado análisis de las fuentes utilizadas. Ha combinado investigaciones históricas generalistas con otras más específicas, con especial atención a las últimas aportaciones en la investigación de la Hacienda y la economía. El autor entronca con la línea historiográfica del fiscal-military state, defendiendo que fueron el esfuerzo bélico y los costes militares en aumento los que impulsaron las reformas del Estado y la economía, en especial en cuanto a la eficacia fiscal y financiera se refiere. En definitiva, la obra ofrece una visión integral de los primeros años de reinado de Carlos III destacando el papel de Esquilache.
Comienza la parte dedicada a la proyección exterior de la Monarquía con un primer capítulo en el que presenta los antecedentes de Esquilache como ministro de Carlos III en Nápoles, donde ya ocupó la secretaría de Hacienda encargándose de reforzar y modernizar la fiscalidad del reino. Destaca la experiencia adquirida en este período y su progresivo acercamiento al monarca que le hizo competir por el favoritismo de Carlos VII con Tanucci, quien finalmente quedará como regente en Nápoles mientras Esquilache parte a España con el monarca en 1759.
El segundo capítulo trata la política exterior de la Monarquía en la Europa del momento. Aborda la situación heredada de la política de neutralidad de Fernando VI que continuó durante los primeros años de reinado de Carlos III. Esto retrasó la participación de España en la Guerra de los Siete Años, conflicto alrededor del cual giró la diplomacia del reino durante el período, hasta la firma del Tercer Pacto de Familia y la participación en la guerra que conllevó el reforzamiento de la alianza con Francia como único freno y escudo contra el expansionismo inglés. Finaliza abordando los últimos tres años de gobierno de Esquilache marcados por el Pacto de Familia, la búsqueda de la estabilidad en Italia y los roces con Inglaterra en Malvinas y con Portugal en la colonia de Sacramento.
El análisis de la Hacienda y del sistema fiscal del reino es el objetivo del tercer capítulo. Profundiza en los diferentes medios de recaudación, las particularidades regionales, etc. Todo el capítulo gira en torno a la idea del Fiscal military state, siendo la obra de J. Glete, War and the State in Early Modern Europe: Spain, the Dutch Republic and Sweden as Fiscal-Military States, su principal referente en este aspecto. Siguiendo esta línea, analiza la situación previa, continúa desgajando algunas de las reformas emprendidas por Esquilache y finaliza comparando la situación española con la de otros estados europeos, sobre todo Francia e Inglaterra.
El cuarto capítulo está dedicado al desempeño militar de la Monarquía en el período señalado. García Diego critica la posición de una parte de la historiografía que considera a Carlos III como un rey belicista que condujo a España a conflictos que no le interesaban. Defiende que el monarca no tuvo una disposición especial hacia la guerra, simplemente no tuvo reparos en usar la fuerza militar cuando fue necesario. Resalta la labor de Esquilache al frente de la Hacienda para financiar el esfuerzo bélico. Repasa los costes de guerra y los métodos de financiación de Austria, Inglaterra, Francia, Prusia y España en la Guerra de Sucesión Austriaca, como antecedente comparativo, y en la Guerra de los Siete Años. Se centra sobre todo en el considerable aumento de los gastos y los diferentes esfuerzos para asumirlos, recurriendo a la recaudación extraordinaria, el aumento de la presión fiscal y la deuda, comparativa en la que concluye que España realizó un buen desempeño en comparación con la mayoría de los estados europeos. El capítulo finaliza con la exposición de los acontecimientos bélicos de la Guerra de los Siete Años en el caso español y con el análisis de las causas de la derrota. También remarca el periodo en el que Esquilache fue secretario de Guerra como un momento de reforma y reforzamiento del ejército.
El siguiente capítulo lo dedica a la economía. Realiza un análisis de los cambios en el pensamiento económico en España y del desempeño económico de los siglos XVI y XVII para continuar con el análisis del siglo XVIII, que comienza deteniéndose sobre el proceso de recuperación de la crisis del siglo XVII que hubo de afrontar la economía castellana durante la primera mitad de siglo. Estructura el análisis en torno a los sectores económicos, realizando comparaciones con el resto de las economías europeas. Dedica especial atención al comercio, que también compara con el de otros países, destacando sus implicaciones diplomáticas, la relevancia del comercio con América, los intentos por promoverlo y el papel de Esquilache en la toma de decisiones para potenciarlo.
A la segunda parte de la obra, en la que examina los asuntos internos de la Monarquía, dedica los tres capítulos siguientes. El primero de ellos (sexto capítulo) lo dedica al análisis de las estructuras de poder de la Monarquía. Comienza exponiendo la situación en el gobierno de Fernando VI, heredado por Carlos III. García Diego defiende que Carlos III fue continuista con este gobierno, cuestionando la tendencia hacia la «extranjerización» que se achacada al monarca en algunas ocasiones. Defiende que Grimaldi y Esquilache fueron utilizados por la facción aristocrática liderada por el duque de Alba para criticar a un gobierno del que se había apartado, en parte, a la alta nobleza. Introduce estas disputas como parte de un proceso más amplio que analiza deteniéndose en el aumento de poder de las secretarías frente a los consejos, el cada vez menor poder de las Cortes, la progresiva centralización, entre otros.
El séptimo capítulo profundiza en las élites gobernadas. Primero analiza la relación de la Iglesia y la nobleza con la Corona, su gobierno y las medidas reformistas impulsadas por este, a las que tanto nobleza como Iglesia se opusieron en muchas ocasiones. García Diego destaca especialmente la oposición de la nobleza a las medidas centralizadoras de la Corona y de la Iglesia a sus posiciones regalistas. Dedica las últimas páginas del capítulo a las clases no privilegiadas, destacando las desigualdades y su precariedad, muy dependientes del resultado de las cosechas.
El octavo, enlazando con el anterior, está destinado al motín de Esquilache y las revueltas que le precedieron y siguieron en los años 1765-1766. El autor se centra en analizar el suceso como parte de una crisis de subsistencia que creó el caldo de cultivo necesario para que se diesen las revueltas. Para el autor, las medidas liberadoras del mercado impulsadas por Esquilache, aunque estaban pensadas para paliar las fluctuaciones en los precios del grano, agravaron la situación, provocando la crisis de subsistencia. El autor señala cómo las protestas generaron una situación de inestabilidad que permitió que las facciones opositoras, con el duque de Alba y el conde de Aranda a la cabeza, aprovechasen la situación para ganar posiciones en el gobierno de la Monarquía. La consecuencia inmediata de estas disputas fue la caída de Esquilache y el ascenso de Aranda como estabilizador del reino. La expulsión de los jesuitas es expuesta como la última consecuencia de los motines.
En el penúltimo capítulo, el Epílogo, se resume lo acaecido en el gobierno y en el plano internacional en los diez años siguientes a la caída de Esquilache, centrándose en la figura de Grimaldi, para finalizar con la salida de este y su sustitución por Floridablanca.
García Diego finaliza la obra con un último capítulo dedicado a sus conclusiones. En ellas resume bastante bien el significado general de su obra, en definitiva, un análisis panorámico y múltiple de la Monarquía española durante los años de secretario de Esquilache (1559-1566). Un lapso que puede aislarse como el primer período definido del gobierno de Carlos III, pues el final de este los motines de 1766 y sus consecuencias marcaron una nueva etapa.
La obra es una revisión y puesta en valor de los primeros años de reinado de Carlos III y de Esquilache como su principal colaborador. García Diego defiende la actuación del monarca y sus esfuerzos por reformar e país en una difícil coyuntura internacional e interna de la Monarquía. Achaca la complicada situación a una nobleza poco dispuesta para el comercio y la industria, una burguesía poco desarrollada, una Iglesia de dimensiones excesivas, una situación económica precaria y una compleja coyuntura internacional. Con estas circunstancias opina que el desempeño del gobierno en Hacienda, Ejército y Marina fue muy positivo y estuvo a la altura de las principales potencias europeas, muy cerca de Francia y muy por detrás sólo de Inglaterra.
Esquilache es en esta obra la figura clave, aunque no la única, de este positivo desempeño de los primeros años de gobierno de Carlos III. Le reconoce errores como su nepotismo, la mano dura que no supo combinar con otras medidas más indulgentes, y su ostentación, pero considera que estos no eran diferentes a los cometidos por otros ministros y fueron utilizados por sus opositores para combinarlos con su condición de extranjero y conseguir así su caída. En cualquier caso, Esquilache es para el autor «el servidor más eficiente del rey en este periodo» (pp. 296-297).
La obra hace una compacta labor de síntesis de las últimas investigaciones sobre los diferentes aspectos tratados en la misma. Es capaz de contextualizar espacialmente, haciendo comparaciones con las principales potencias europeas; y temporalmente, encuadrando los siete años estudiados por el autor en las investigaciones más generalistas de los procesos económicos, políticos e ideológicos del siglo XVIII. Todo ello se consigue, además, siguiendo la trayectoria y el papel que Esquilache tuvo en estos procesos, revalorizando su figura como ministro y como pieza vital para entender el contexto de la Monarquía en los primeros años de reinado de Carlos III.
Ángel García Rubio
Universidad de Málaga