ISSN: 0212-5099
E-ISSN: 2695-7809
DOI: https://doi.org/10.24310/baetica43202316770
REPOBLACIÓN EN LA TAHA DE UGÍJAR:
LAS VISITAS DEL ÚLTIMO CUARTO DEL QUINIENTOS
Manuel Onieva Tarifa*
Universidad de Málaga
Resumen
Este trabajo analiza los componentes demográficos y económicos más relevantes de las visitas a la taha de Ugíjar que fueron realizadas en los años 1574, 1576, 1578 y 1593. El objeto de estudio se suma a una temática consolidada, la repoblación en época de Felipe II, en un horizonte cronológico estacionado en varias décadas cuya coordenada preliminar está constituida por la conclusión de la Guerra de las Alpujarras, la deportación morisca y el inicio de la repoblación. Con el apoyo de fuentes primarias ahondaremos en los elementos poblacionales más significativos en estos años, evaluando el porvenir de la empresa filipina.
Palabras clave: Felipe II, repoblación, visitas, Alpujarras, Ugíjar
Enviado: 10/05/2023 Aceptado: 29/05/2023
* manuel.onieva.tarifa@gmail.com
ISSN: 0212-5099
E-ISSN: 2695-7809
DOI: https://doi.org/10.24310/baetica43202316770
REPOPULATION IN THE TAHA OF UGÍJAR:
THE VISITS OF THE LAST QUARTER OF THE FIVE HUNDRED
Manuel Onieva Tarifa*
Universidad de Málaga
Abstract
This paper analyses the most relevant demographic and economic components of the visits to the Ugíjar’s taha that were made in 1574, 1576, 1578 and 1593. The purpose of this study is added to a consolidated theme, the repopulation during the reign of Philip II, in a chronological horizon that spans several decades whose preliminary coordinates are constituted by the conclusion of the War of the Alpujarras, the Moorish deportation and the beginning of the repopulation. With the support of primary sources, we will delve into the most significant elements of the population during these years, evaluating the future of the Philippine enterprise.
Key words: Philip II, repopulation, visits, Alpujarras, Ugíjar
Send: 10/05/2023 Accepted: 29/05/2023
* manuel.onieva.tarifa@gmail.com
1. INTRODUCCIÓN
Las visitas adscritas al proceso repoblador en época de Felipe II instituyen una temática con solera en el ámbito historiográfico. De facto, la repoblación del antiguo reino de Granada ha gozado de una cobertura vasta y evocadora. Sin embargo, en esta tradición de largo recorrido sigue siendo ineludible que determinadas jurisdicciones sean abordadas en profundidad. Es por ello que el presente estudio nace con una vocación elemental: conferir protagonismo a ciertos lugares y espacios que aún no han sido visibilizados en el general del reino de Granada. En este particular nos centraremos en la taha de Ugíjar.
El objetivo de este trabajo es multidimensional y nace de una hipótesis sustentada en un criterio perfectamente definido: conocemos que el reino de Granada, salvo algunos lugares de excepción, estuvo sometido a un proceso de regresión demográfica en el último tercio del quinientos a raíz de la guerra de las Alpujarras. Como suposición sustancial cabría preguntarse si ¿es semejante el comportamiento que experimentó la taha de Ugíjar? En este sentido, a partir de la primera toma de contacto que acarrea la visita de 1574, podremos evaluar y entrever, dentro del contexto alpujarreño, las consecuencias inmediatas de la expulsión morisca, la ascendencia poblacional o el producto del proceso repoblador en aquellos años inaugurales. Perfilar las características de cada inspección en el intervalo temporal que abarcan, sin duda posibilitará el trazo de una evolución de conjunto en los planos demográficos y económicos, coadyuvado de las indagaciones practicadas en los lugares que conformaron esta antigua taha: Cherín, Darrícal, Laroles, Mairena, Mecina de Alfahar, Nechite, Picena y Ugíjar. La interpretación de las fuentes primarias permitirá cuantificar el proceso repoblador y, por ende, comparar datos y establecer las variaciones que correspondan entre cada visita. Con arreglo a estas premisas, será indispensable arrojar luz sobre la composición media del núcleo familiar, ponderar las ausencias vecinales, así como acreditar posibles transformaciones imbricadas al ganado o a las cosechas. Por lo tanto, es inexcusable conocer el número de moriscos previos al levantamiento, la evolución demográfica, el estado de la población en la década de 1590 o calibrar la situación del año 1593 en relación a su génesis, en definitiva, descubrir las desviaciones derivadas de los rasgos que la forma de la población debía tener de cara a confirmar o refutar la hipótesis de partida.
A nivel metodológico, el estudio que preludiamos hunde sus raíces en el examen de fuentes primarias custodiadas en el Archivo General de Simancas, en específico en los legajos de Cámara de Castilla afiliados a las visitas consumadas a la taha de Ugíjar en los años 1574, 1576, 1578 y 1593. Reunimos este cometido en unas averiguaciones que no son recogidas en idéntica terminología y, por consiguiente, requieren ajustar el enfoque cuantitativo y cualitativo a lo realmente análogo. El sustrato capital no se ciñe en exclusiva a las visitas: a fin de otorgar coherencia y sentido a esta propuesta nos valemos de un corpus documental variado y de indiscutible entidad emplazado, en primer lugar, en el Archivo General de Simancas y, concretamente, en fondos de Cámara de Castilla, Cédulas, Contadurías Generales, Contaduría Mayor de Cuentas 1.ª época, Diversos de Castilla, Libro de Cédulas y Patronato Eclesiástico; en segundo lugar, en el Archivo Histórico Provincial de Granada (Libros de Apeo y Repartimiento); y en tercer lugar, en el Archivo Histórico Nacional (Sección de Consejos). No obstante, debemos advertir al lector que deseamos aunar esfuerzos en las visitas y en las informaciones desprendidas de éstas: no quisiéramos que otro tipo de fuente primaria condicione, socave y desvirtúe los resultados de una investigación que se ensimisma, precisamente, en el curso de las visitas y lo extraído de las mismas. Cosa distinta son aquellos obstáculos impredecibles que entorpecen cualquier obra científica. En un estudio previo chocábamos de lleno con la inusual tesitura de no disponer del libro de apeo y repartimiento de la villa principal, Ugíjar. Ahora, en este marco de diagnóstico, irrumpe una nueva contingencia: no hallar la visita a Ugíjar del año 1593 que era «[...] la cabeça de todas las Alpuxarras [...]»1. Con todo, no supondrá desamparo alguno de cara a la consecución de las metas fijadas a renglón pasado.
Establecidos estos puntos de partida, cabe incidir en el soporte teórico de este estudio a través de unos esbozos elementales: el extrañamiento de la minoría en noviembre de 1570 y la contestación primaria de la Corona se vislumbra en el fenómeno repoblador que atañe al reino de Granada, en cuanto respuesta que formula soluciones con las que contrarrestar la deportación2 y las secuelas que, en términos materiales y humanos, lega la Guerra de las Alpujarras a espacios malacitanos, almerienses y granadinos. Esta empresa, liderada por Felipe II, se sobrepone a poderes intermedios3 y se caracteriza por una minuciosa y esmerada disposición de las líneas de actuación a ejecutar, plasmadas en la constitución de órganos extraordinarios (Junta de Población y Consejo de Población) o en normativa regulatoria4. Es inadmisible, en un marco de análisis introductorio, soslayar la repoblación como fenómeno íntimamente entrelazado a la fiscalidad: la Monarquía requiere generar ingresos extraordinarios en muchas esferas, no sólo para suplir y equilibrar el vacío morisco, es decir, lo que se deja de percibir en requisitos pecuniarios de los neoconversos5, recaudos tales como la farda6.
La situación excepcional de las comarcas Alpujarras, Sierras y Marinas ha sido tratada de manera directa o indirecta por numerosos autores, como es el caso de M. M. Birriel7, pero huelga evidenciar la ambivalencia de estos territorios a ojos de la historiografía: en cuanto lugares expuestos a un mayor dígito de ataques marítimos en adición a los de índole monfí –desafíos externos e internos–, el proceso de la repoblación se erigió en una suerte de desamortización civil y eclesiástica al confiscarse bienes de dispar idiosincrasia y contribuir a los gastos originados por la guerra y, por supuesto, auxiliar a la Hacienda Real8. Esta perspectiva se suma a aquellas visiones de una repoblación que, frente a una pluralidad de inseguridades, contemplaba dos zonas bien delimitadas en el reino de Granada, no sólo por causas meramente defensivas como bien advertía V. Sánchez9, que equiparaba el proceso a una repoblación militar10, sino también por las bondades agrícolas e innatas propias de la tierra. Vegas, Valles y Llanos en oposición a Alpujarras, Sierras y Marinas no compartían geografía física, ni potencial agrícola y tampoco población de cristianos viejos11.
2. LAS VISITAS A LO LARGO DEL TIEMPO
2. 1. Nociones previas
A la terminación de la guerra12 los moriscos debían ser deportados del reino de Granada13. En una coyuntura poliédrica donde confluyen el desgaste económico14 y demográfico con una realidad tangible un tanto desoladora, urge implementar baluartes defensivos; ramificación por la cual la Corona sanciona y decreta una miscelánea de normativas, procedimientos y directrices para repoblar el espacio y, en síntesis, reorganizarlo15. Al hilo de estos designios, junto a la imperiosa necesidad hacendística, nacían instituciones como la Junta de Población y el Consejo de Población. La primera de ellas cuidaba desde la corte de los negocios contenidos en hacienda y población; la segunda, poseía atribuciones equivalentes pero profesadas en suelo granadino. Es en estos primeros tiempos cuando surgen figuras administrativas novedosas encarnadas por personajes como Arévalo de Zuazo o Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado16, que aglutinaron responsabilidades complejas: cabezas colegiadas del ministerio de hacienda y población, y comisarios17 en materia de población18. De entre las actuaciones más distintivas constituidas para la repoblación resaltan las visitas, en cuanto instrumentos de control que dimanan del Consejo de Población; si bien debemos concebirlas como un mecanismo de supervisión, o al menos así lo sugiere este tipo de diligencia que pretende fiscalizar la empresa filipina y escrudiñar sus entresijos. Es decir, resultaba imprescindible someter a escrutinio y compilar información de los lugares despoblados, y más tarde vigilar cómo evolucionaban las acciones ejercidas sobre el terreno –seguir de cerca el desarrollo de la repoblación–19.
Aun cuando no es intención repercutir en componentes abordados con suficiencia por grandes especialistas, antes de proseguir cabría subrayar algunos elementos esenciales de la orden y forma que ha de tener la población o, en otras palabras, las fases del proceso repoblador para aprehender e intuir hacia dónde se encamina esta investigación y la orientación que pretendemos rubricar. En consecuencia, al ordenar el deslinde y amojonamiento de los lugares para seguidamente asentar y concertar los vecinos de cada lugar, son dos los factores que intervienen en esta dinámica: por un lado, que no sean menos de la mitad de los moriscos que solía haber o, en su defecto, las cinco partes de doce; y de otro lado, que todos sean de fuera del reino de Granada. Una vez asentados y dada la posesión de las casas en escritura de censo perpetuo en favor de su majestad (un real por cada año), se delinean las suertes con cada género de hacienda y se reparten entre los pobladores. Repartida y entregada la tierra se obligan a pagar perpetuamente a su majestad de todos los frutos que trabajasen en las tierras y heredades, además del diezmo que han de pagar, una décima parte satisfecha en frutos, a excepción de los morales y olivares que desde el año 1572 y en los 10 años consecutivos debían abonarse un quinto de los mismos, y de allí en adelante un tercio. En caso de traspasar cualquiera de las casas que les hubieran sido repartidas, retribuirán a su majestad «[...] çinquenta uno de lo que les dieren [...]» a razón del reconocimiento y señorío directo que el rey posee sobre los bienes. La elaboración de un libro de concejo por lugar es otro de los adeudos derivados de este proceso, tal como informar al Consejo de Población sobre lo que acontece y dejar constancia de ello en los libros20.
Cuando las haciendas y las propiedades de cristianos viejos y moriscos eran clasificadas, inventariadas y terminaban por incorporarse a los libros de apeo y repartimiento21, eran proveídas y concedidas a los pobladores bajo compromiso de asentamiento. Con premura, y más privativamente desde el año 1571, se impulsaron una serie de pesquisas e inspecciones que abordaban las particularidades y generalidades de lo ideado, o al menos eso pretendían. Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado era el responsable del corregimiento de Granada y Loja; de hecho, cada comisario de la población tenía a su cargo un distrito22. A la muerte de Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado, Arévalo de Zuazo se encargaría de asumir los espacios y jurisdicciones de éste. Admitamos precisar que las visitas más significativas que afectan a nuestros lugares de estudio acontecen en los años 1574, 1576, 1578 y 1593, aún cuando conservan discrepancias en forma y contenido porque se subordinan a unos requerimientos flexibles de acuerdo a los menesteres del Consejo de Población y en especial a los de la Corona23. Acentuando esta última proposición, podríamos ilustrarla en un hecho para nada anecdótico: en la visita de 1578 se confirma por primera vez la reducción de frutos a dinero originada de una instrucción remitida al Consejo de Población24. Ciertamente, de entre las cuatro visitas que hemos examinado en este estudio, las efectuadas en los años 1574 y 1576 podrían equiparse entre sí, o al menos son muy afines. Las dos restantes poseen diferentes cualidades y obedecen a otros intereses como veremos más adelante, sobre todo la última de ellas formalizada por don Jorge Baeza Haro, que alberga mucho más que un salto temporal.
Subrayemos a continuación un ingrediente peculiar de las fuentes primarias utilizadas. En diversos análisis hemos corroborado que se repiten un cúmulo de informaciones en unos y otros documentos, no sin un mínimo
de variaciones eventuales que reproducen oscilaciones no significativas25. Con todo, como desenlace lógico de la acción humana, aquello que se anota no deja de ser una estimación o una aproximación a la realidad que contiene errores de escritura, equívocos en los cálculos, omisiones deliberadas, descuidos al redactar, etc. Nada extraño por otra parte porque muchas de estas fuentes beben en alto grado del testimonio de vecinos, supervivientes y oidores.
Esta inspección, que se desarrolla a lo largo de marzo de 1574, fue dirigida por Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado. Justo como sostenía J. J. Bravo26 era demasiado pronto –quizá– para valorar transformaciones de calado en un periodo de 3 años, aunque esta condición no demerita el atractivo que subyace en la primera fotografía estática de la empresa filipina. Por las informaciones que se presumen de las visitas, incumbe escenificarlas como documentación que, de conformidad a su contenido, aporta conocimiento certero o aproximado, y no del todo preciso sobre las ordenanzas por las que los lugares fueron mandados a poblar, el estado de las iglesias, el número de vecinos moriscos existentes antes del levantamiento, el contingente de vecinos con los que se mandó poblar los lugares, los vecinos presentes a fecha de la visita, las procedencias –no siempre–, la suerte promedio adjudicada a los repobladores y los datos característicos de cada vecino puntualizados en diferentes segmentos27. En las visitas obradas a la taha nunca se definió la cifra de cristianos viejos que habitaban estos lugares antes del levantamiento, dato que tampoco figura en los LAR, empero, en el libro de Nechite aparece una información marginal que insinúa que antes del levantamiento había 67 vecinos moriscos y 5 cristianos viejos28, cantidades éstas que disienten de otras fuentes en las que se fijaban 65 vecinos moriscos para este lugar antes de levantamiento29.
En cuanto al examen de la visita, con objeto de dragar en el meollo de este proyecto, es nuestra obligación dirigir la atención del lector a la tabla 1 y, por extensión, a la tabla 2. En ellas agrupamos la globalidad de los lugares discriminando entre el resumen general obtenido por el comisario y el estructurado con los datos pormenorizados de los colonos en relación al ganado y al armamento. Esgrimida esta revelación, debemos considerar que 471,5 suertes fueron repartidas entre los vecinos30. A la luz de esta visita, la taha se mandó poblar con 379 individuos, pero con la presencia de los pobladores los días de las inspecciones, cosechada mediante transcripción del detalle individual, sabemos que había 350 (apenas distan de los 348 contabilizados por el comisario). Esto implica que hacia el año 1574 el coeficiente promedio de las suertes distribuidas era de 1,34 por vecino. Al igual que en los LAR de la taha de Ugíjar o incluso en otros espacios como El Ejido, el Marquesado del Cenete, Atarfe, Fondón o la taha de Comares31, son mayoritarios aquellos pobladores que ostentan 1 suerte en su haber.
Muy al contrario de lo que cabría deducir, en este tipo de sumario los ausentes eran integrados en la totalidad, pese a que muchos de ellos carecían de anotación (la ausencia no involucraba necesariamente el abandono). Por lo que concierne a la composición del núcleo familiar en base a las 1.043 personas que hemos calculado, frente a las 1.045 resultantes de los resúmenes del comisario, la media de la taha ascendía a 2,98 individuos por hogar. En base a las visitas de 1574, J. J. Bravo32 computó el coeficiente general del reino de Granada, estableciéndolo alrededor de 3,6-3,8 miembros por hogar, superando los 4 en poblaciones suscritas a la actual provincia malagueña. En complementación a este realengo, expongamos el caso del señorío de Órgiva, donde el núcleo familiar de los lugares montaba 3,1833. Estos guarismos no se distancian de los propuestos por B. Vincent 34, que tasaba un coeficiente de 4 personas por hogar antes del levantamiento morisco y de 3 personas para el contexto ulterior de indudable regresión demográfica.
El sembrado, que se expresa en fanegas, guarda cierta correlación con los repartimientos, es decir, es bastante equitativo entre los vecinos, sin embargo, se aprecia a un ínfimo número de ellos que reciben más suertes –normalmente aquellos que participaron en las tareas de la repoblación35– y, por extensión, disfrutan de más fanegas para el cultivo. El recuento efectuado en nuestro estudio, que asciende 1.164 fanegas, difiere mínimamente con lo sobredicho en las averiguaciones (1.129). Los pobladores que poseen ganado son pocos, pero justamente los grandes tenedores de cabezas, sin distinción de la tipología, se corresponden en muchas ocasiones con individuos que disponen de más sembrado36. En este sentido, Mairena destaca por el ganado caprino, Nechite por el ovejuno y Darrícal por el porcuno.
Tabla 1. El ganado en la taha de Ugíjar en la visita de 1574
Resumen que realizan de la visita |
Resumen con el pormenor individual por vecino |
|
Caprino |
1065 |
808 |
Indeterminado |
- |
31 |
Ovejuno |
200 |
200 |
Porcuno |
302 |
263 |
Vacuno |
19 |
19 |
Totales |
1.586 |
1.321 |
Bagajes |
163 |
193 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201. Elaboración propia.
En cuanto a la relación de las armas en la taha, el 53 % de las mismas son arcabuces, evidencia que confirma una vez más los postulados que J. J. Bravo37 sostenía sobre la distribución de las armas por lugares en el reino de Granada. En tierras alpujarreñas de Almería y Granada predominaba sobremanera el arcabuz y en espacios malacitanos la espada. Esta desproporción cuantitativa de los arcabuces es indisociable del origen social de los lugares de repoblación de las Alpujarras –quiénes formaban esos primeros contingentes humanos–, tal y como veremos más adelante.
Tabla 2. Las armas en la taha de Ugíjar en la visita de 1574
Tipología |
Cantidad en el resumen del comisario |
Cantidad con el pormenor individual por vecino |
Alabardas |
- |
1 |
Arcabuces |
173 |
150 |
Ballestas |
13 |
17 |
Escopetas |
18 |
20 |
Espadas |
4 |
79 |
Lanzas |
6 |
8 |
Indeterminadas |
- |
8 |
Totales |
214 |
283 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201. Elaboración propia.
A grandes rasgos no existen disimetrías de relieve entre lo anotado por el escribano, dada la mediación del comisario, y lo calculado por individuo en esta visita. Hemos manifestado alguna inquietud acerca de las faltas y las lagunas que encierran las fuentes al ser confrontadas con otras, inclusive cotejando información de ellas mismas como sucede en este caso; prueba de ello sería el contraste del ganado caprino en el lugar de Mairena38.
2. 3. La visita de 1576
Las visitas a los lugares de la taha de Ugíjar es realizada por Arévalo de Zuazo en los primeros días del mes de junio del año 1576. Este cuerpo documental es comparable al de 1574 porque su carácter es parecido en el detalle de los vecinos, aunque la clasificación de las armas no es de tanta riqueza como en aquella. En general, la reducción del armamento es más que evidente (de 283 en 1574 a 174 en el año 1576), a pesar del alza en 11 unidades (161) que experimentan los arcabuces. Así y todo, las visitas de 1576 son más prolijas al aportar los primeros indicadores evolutivos del estado de las viñas, los morales, los olivos, las acequias, los molinos, las haciendas y las iglesias. Aparte, encontramos apostillas que delatan ausencias, traspasos o mandatos para que algún poblador retorne y resida en la población, y órdenes de reparación39.
Al trazar un balance con la primera visita la taha sufre un aumento en el número de vecinos, de 350 a 378 (356 en el resumen), que no conlleva necesariamente un incremento positivo porque la cuantía de personas revierte de 1.043 a 968 (951 según la recapitulación del inspector). De un coeficiente de 2,98 individuos por hogar se transita a 2,56 miembros por familia. La superficie dedicada al sembrado también sobrelleva un retroceso: 842 fanegas (858 de acuerdo al compendio) cuando en 1574 eran 1.164. El ganado, cuya tenencia persiste en pocos sujetos, es presentado en la tabla 3 y padece un crecimiento leve en comparación a 1574, género en el que se aprecian importantes cambios en el caprino en sentido negativo y en el ovejuno en positivo. No cabe duda que, aunque leve, el aumento del ganado se interrelaciona con la disminución de la superficie de cultivo y la ineptitud para labrar una tierra compleja40.
Tabla 3. El ganado en la taha de Ugíjar en la visita de 1576
Ganado (cabezas) |
Resumen que realizan de la visita |
Resumen con el pormenor individual por vecino |
Caprino |
534 |
453 |
Ovejuno |
640 |
640 |
Porcuno |
83 |
273 |
Vacuno |
23 |
53 |
Totales |
1280 |
1419 |
Bagajes |
168 |
169 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2146. Elaboración propia.
Las cifras que facilitaremos en esta parte no instituyen per se rígidos axiomas o dogmas inflexibles porque la documentación es incongruente en determinados matices41, valgan como ejemplo los traspasos y las ausencias, elementos más clarificados en las visitas de 1578 y 1593. A pesar de ello es de gran interés para nuestro estudio calcular y conocer las variaciones vecinales con respecto a la visita de 157442, cuestión plasmada en la tabla 4. El porcentaje de pervivencia involucra, a su vez, ausencias entre los años 1574 y 1576. Gran parte de éstas, que no dejan de ser fluctuaciones, son subsanadas en 1576 por nuevos individuos pese a que la población general de la taha mengüe. Fuera de esas ausencias que sí son compensadas existen otras que no tienen contraparte. Siguiendo esta pista, dada las anotaciones vertidas en la documentación, hemos contabilizado 28 ausencias genuinas y circunscritas en exclusiva a la visita de 1576, junto a 2 defunciones explícitamente registradas. Cabe recordar, por último, que los vecinos ausentados forman parte del número total de pobladores en los conteos del comisario.
Tabla 4. Vecinos de 1574 que se mantienen hasta 1576
N.º de vecinos en 1574 |
Vecinos que se mantienen en 1576 |
% pervivencia 1576 |
|
Cherín |
13 |
5 |
38,46 |
Darrícal |
33 |
13 |
39,39 |
Laroles |
77 |
49 |
63,63 |
Mairena |
32 |
26 |
81,25 |
Mecina de Alfahar |
25 |
16 |
64 |
Nechite |
24 |
17 |
70,83 |
Picena |
34 |
12 |
35,29 |
Ugíjar |
112 |
84 |
75 |
Taha de Ugíjar |
350 |
222 |
63,42 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2146. Elaboración propia.
2. 4. La visita de 1578
El mes de marzo de 1578 es el elegido para que Arévalo de Zuazo se encargue de las pesquisas con intención de conocer el estado de la población. La visita es exigua en comparación a las otras porque en ella no se suscribe explícitamente el número de vecinos ni se informa de otros agregados como las armas, los bagajes, el ganado o el sembrado. Al efecto se representa de manera nimia un nombre propio no sin confusiones43, así como información secundaria e incidental acerca de sucesiones, defunciones, traspasos de suertes o licencias otorgadas, amén de una mención genérica sobre la condición vigente de las heredades44. La reducción de frutos a dinero, en tanto observación pecuniaria, es la primera vez que se chequea en las visitas. J. J. Bravo45 ya razonaba sobre la exigencia recaudatoria de la Hacienda Real monárquica y cómo este reajuste se traducía en una renta fija e inalterable que los pobladores debían satisfacer al Consejo de Granada tras la disposición aprobada en 1577. Conforme a la orden de su majestad, quedaron concertados y reducidos los frutos a dinero de la manera que sigue expresada en maravedís: 14.200 en Cherín, 24.000 en Darrícal, 84.864 en Laroles, 34.267 en Mairena, 28.560 en Mecina de Alfahar46, 38.250 en Nechite, 38.250 Picena y 77.000 en Ugíjar47.
Las variaciones poblacionales son reunidas en la tabla 5, pero esta vez la operación se torna más compleja: no sólo certificamos si un sujeto en particular del año 1574 se ha mantenido en el tiempo en un mismo lugar hasta 1576 y 1578, sino que en la tabla 6 agregamos las permanencias procedentes de los años 1576 y 1578 acerca de los nuevos pobladores que se introdujeron en 1576, y que en muchos casos compensaban algunas de las ausencias. Pese a lo peculiar de esta visita, en la que desconocemos el número de personas u otros aspectos elementales, nuestros cálculos indican que hay 344 vecinos en la taha (34 menos que en la visita de 1576), 46 ausencias y 7 defunciones. Este acervo de indicios sugiere que la volatilidad vecinal es recurrente.
Tabla 5. Vecinos de 1574 que se mantienen hasta 1578
N.º de vecinos en 1574 |
% pervivencia 1576 |
Vecinos que se mantienen en 1578 |
% pervivencia 1578 |
|
Cherín |
13 |
38,46 |
4 |
30,76 |
Darrícal |
33 |
39,39 |
11 |
33,33 |
Laroles |
77 |
63,63 |
33 |
42,85 |
Mairena |
32 |
81,25 |
13 |
40,62 |
Mecina de Alfahar |
25 |
64 |
9 |
36 |
Nechite |
24 |
70,83 |
14 |
58,33 |
Picena |
34 |
35,29 |
8 |
23,52 |
Ugíjar |
112 |
75 |
71 |
63,39 |
Taha de Ugíjar |
350 |
63,42 |
163 |
46,57 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2146. Elaboración propia. |
Tabla 6. Vecinos nuevos de 1576 que se mantienen hasta 1578
Lugar |
N.º de vecinos en 1576 |
Vecinos nuevos de 1576 que se mantienen hasta 1578 |
% de pervivencia 1578 |
Cherín |
15 |
4 |
26,66 |
Darrícal |
37 |
6 |
16,21 |
Laroles |
76 |
14 |
18,42 |
Mairena |
43 |
12 |
27,9 |
Mecina de Alfahar |
25 |
5 |
20 |
Nechite |
26 |
5 |
19,23 |
Picena |
43 |
23 |
53,48 |
Ugíjar |
113 |
21 |
18,58 |
Taha de Ugíjar |
378 |
90 |
23,8 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2146. Elaboración propia. |
2. 5. La visita de 1593
En palabras de M. Barrios48 no existe visita «[…] tan trascendente para la marcha del proceso repoblador como la de 1593 […]». Esta visita, de riqueza inusitada, acarrea una óptica evolutiva de 15 años en relación a la última del año 1578. Así, entre los meses de agosto y septiembre del año 1593, don Jorge Baeza Haro revisa los lugares concernientes a la taha de Ugíjar. Como advertíamos al principio del trabajo, ha sido imposible localizar en el AGS la visita de 1593 correspondiente a la villa de Ugíjar, ni siquiera remitiéndonos a una suerte de esquema extraído de un memorial del visitador49. En éste la taha de Ugíjar viene estructurada con suma singularidad50, muestra que no supone apreciación alguna de cómo deberían aparecer las visitas en cuanto a la disposición de sus núcleos de población. La ordenación no diacrónica brindada al legajo que contiene las visitas no es simétrica con la alineación del memorial que citábamos, por no hablar de la omisión de la villa de Ugíjar. El trance de no hallar esta visita viciaría un hipotético cuadro con la globalidad de los pormenores calculados de los lugares y los vecinos. Por ello, en la tabla 751, antes de retratar algunas peculiaridades con detenimiento, nos valdremos de unos sumarios realizados por la inspección de los lugares para ilustrar parte de la realidad imperante en la taha.
Tabla 7. Relación sumaria del estado de la población
Lugar |
Censo que pagan (maravedís) |
Vecinos que asisten |
Ganados de arada, cabrío, lanar y cerda |
Bagajes |
Armas |
Cherín |
14.200 |
8 |
33 |
11 |
6 |
Darrícal |
24.000 |
18 |
25 |
12 |
7 |
Laroles |
84.864 |
59 |
103 |
32 |
11 |
Mairena |
34.262 |
39 |
210 |
27 |
- |
Mecina de Alfahar |
28.570 |
19 |
60 |
22 |
6 |
Nechite |
25.500 |
15 |
48 |
10 |
4 |
Picena |
38.250 |
26 |
30 |
21 |
5 |
Ugíjar |
78.000 |
62 |
2.646 |
41 |
20 |
Total |
327.646 |
246 |
3.155 |
176 |
59 |
Fuente: AGS, CC, leg. 2215. Elaboración propia. |
Si en la visita de 1578 ratificamos 344 vecinos, 15 años después los datos proporcionan una suma de 25952 vecinos (85 menos). La visita de 1593, copiosa de por sí, presenta varias contrariedades capitales; a saber: en detrimento del carácter personal, las cabezas de ganado son presentadas en gama de colectividad, de modo que sólo conocemos la integral sin interconexión inmediata a un nombre propio, salvo información subsidiaria en el espacio de los agravios. Los cultivos y las labranzas corren una suerte parecida, es decir, desconocemos por completo las fanegas de sembrado que posee cada poblador. Únicamente disponemos de anotaciones sobre el estado de la tierra con identificación puntual de algún vecino. En general, la tierra está bien labrada en los lugares, siempre de acuerdo a la descripción sintética que proporcionan las visitas53. Respecto a la distribución de las suertes54, de 1,34 suertes por vecino en el año 1574 transitamos a 1,56 en 159355.
En la tabla 8 revelamos la ausencia de vecinos y las suertes disponibles que han sido consumidas. Ello implica que las suertes se concentran en un menor número de tenedores con el paso del tiempo. El consumo de las suertes se produce a través de dos vías: traspaso o herencia, ya sea con orden o sin orden. No sólo eso, en el estudio de las visitas es constante hallar referencias al desmembramiento de las suertes, es decir, a lo largo de los años se vendieron lotes de tierra por dinero sin ningún control y gran parte de los traspasos se practicaron sin supervisión del concejo, incluso contraviniendo las condiciones de la población; es por este precepto que los libros del concejo están desfasados en muchos lugares.
La mayoría de los vecinos, con independencia de cuándo se incorporan, sigue ostentando una suerte o dos, aunque podríamos recalcar los siguientes particulares que no adulteran la tesis anterior: en Cherín el licenciado Francisco López56 disfruta de 3 suertes y 2 ventajas; en Darrícal Alonso Gutiérrez57 posee 3 suertes; en Laroles Antonio de Almenara58 tiene 4 suertes y 3 ventajas, en Mairena nadie destaca sobre los demás; en Mecina de Alfahar Gaspar Félix59 presenta 2 suertes y 6 ventajas; en Nechite Pedro de Curita60 acumula 3 suertes; y en Picena Juan Sánchez cuenta con 3 suertes61.
Tabla 8. Relación de vecinos, ausencias y suertes consumidas
Lugar |
Vecinos con los que se mandó poblar |
Vecinos en 1593 |
Ausencia y consumo de suertes |
Cherín |
13 |
8 |
Faltan 5 vecinos: 1 ausente y las suertes de los 4 restantes consumidas |
Darrícal |
241 |
18 |
Faltan 6 vecinos: 1 ausente y las suertes de los 5 restantes consumidas |
Laroles |
77 |
592 |
Faltan 18 vecinos: 3 ausentes y las suertes de los 15 restantes consumidas |
Mairena |
443 |
39 |
Faltan 5 vecinos4: 3 ausentes y las suertes de los 2 restantes consumidas |
Mecina de Alfahar |
25 |
19 |
Faltan 6 vecinos: todas las suertes consumidas |
Nechite |
26 |
15 |
Faltan 11 vecinos: 4 ausentes y las suertes de los 7 restantes consumidas |
Picena |
42 |
26 |
Faltan 16 vecinos: 1 ausente y las suertes de los 15 restantes consumidas |
Ugíjar |
1105 |
62 |
Faltan 536 vecinos: 9 ausentes y las suertes de los 44 restantes consumidas |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201, leg. 2215 y leg. 2216. Elaboración propia. |
En las tablas 9, 10 y 11 escenificamos la pervivencia de los vecinos a lo largo del tiempo, al margen de la visita y año al que se hayan incorporado a la población. Al hilo de estas averiguaciones, es más que obvio que las alteraciones vecinales de unos años a otros son constantes, erigiéndose la pervivencia de los repobladores en un factor inversamente proporcional al tiempo transcurrido. Los mayores porcentajes de pervivencia se suelen dar en Ugíjar y explicaremos el por qué en un apartado ulterior.
Tabla 9. Vecinos de 1574 que se mantienen hasta 1593
N.º de vecinos en 1574 |
% pervivencia 1576 |
% pervivencia 1578 |
Vecinos que se mantienen en 1593 |
% pervivencia 1593 |
|
Cherín |
13 |
38,46 |
30,76 |
0 |
0 |
Darrícal |
33 |
39,39 |
33,33 |
2 |
6,06 |
Laroles |
77 |
63,63 |
42,85 |
11 |
14,28 |
Mairena |
32 |
81,25 |
40,62 |
13 |
40,62 |
Mecina de Alfahar |
25 |
64 |
36 |
2 |
8 |
Nechite |
24 |
70,83 |
58,33 |
6 |
25 |
Picena |
34 |
35,29 |
23,52 |
3 |
8,82 |
Ugíjar |
112 |
75 |
63,39 |
- |
- |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201, 2146 y 2216. Elaboración propia. |
Tabla 10. Vecinos nuevos de 1576 que se mantienen hasta 1593
Lugar |
N.º de vecinos en 1576 |
Vecinos nuevos de 1576 que se mantienen hasta 1578 |
Vecinos nuevos de 1576 que se mantienen hasta 1593 |
% pervivencia 1593 |
Cherín |
15 |
4 |
0 |
0 |
Darrícal |
37 |
6 |
1 |
16,66 |
Laroles |
76 |
14 |
4 |
28,57 |
Mairena |
43 |
12 |
3 |
25 |
Mecina de Alfahar |
25 |
5 |
0 |
0 |
Nechite |
26 |
5 |
2 |
40 |
Picena |
43 |
23 |
3 |
13,04 |
Ugíjar |
113 |
18,58 |
- |
- |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201, 2146 y 2216. Elaboración propia.
Tabla 11. Vecinos nuevos de 1578 que se mantienen hasta 1593
Lugar |
N.º de vecinos en 1578 |
Vecinos nuevos de 1578 que se mantienen hasta 1593 |
% pervivencia 1593 |
Cherín |
13 |
1 |
7,69 |
Darrícal |
25 |
2 |
8,33 |
Laroles |
68 |
2 |
2,98 |
Mairena |
41 |
2 |
4,44 |
Mecina de Alfahar |
24 |
0 |
0 |
Nechite |
24 |
0 |
0 |
Picena |
41 |
1 |
2,38 |
Ugíjar |
108 |
- |
- |
Fuente: AGS, CC, leg. 2201 y 2216 Elaboración propia.
3. LA CUESTIÓN DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA A LA LUZ DE LAS VISITAS
Junto al valle de Lecrín y algunos espacios almerienses, las Alpujarras fue de las demarcaciones más afectadas por la guerra, ya sea en perjuicios humanos o materiales. La población en esta zona era mayoritariamente morisca y la deportación de estos individuos, de como mínimo los que sobrevivieron al conflicto bélico y no huyeron, acrecentó y recrudeció la situación de por sí grave en estos territorios. Al incidir en la composición previa de estas sociedades, es imposible constatar el número de cristianos viejos antes del levantamiento en el realengo que nos ocupa. Esta cifra nunca es cuantificada en los LAR o en las diferentes visitas a la taha62, salvo alguna acotación residual que no deja de ser anecdótica. Esto no ocurre en otros lugares de repoblación, en los cuales sí encontramos el detalle de los cristianos viejos en documentación referida a la taha de Comares63, en Güevéjar64, Canjáyar65, en la taha de Órgiva66 o, por ejemplo, en los LAR de Atarfe67. Tomando en cuenta esta restricción, en una obra dedicada a los moriscos granadinos, B. Vincent68 confecciona para el año 1560 una clasificación de la población segregada en tres categorías (morisques, chrétiens y mixtes). Si algo destacaba de este recuento es la no presencia de cristianos viejos en las Alpujarras. En otra obra anterior, B. Vincent69 afirmaba que los moriscos en las Alpujarras instituían agrupaciones solidarias y homogéneas, de hecho, curas y sacristanes eran los «[...] únicos cristianos viejos de la mayor parte de la región [...]»; es más, los inquisidores no se aventuraban a inspeccionar estas áreas con regularidad debido al peligro que representaban. La combinación de todos los elementos de discusión expuestos hasta este punto elucida la dificultad de determinar cuántos cristianos viejos había, sin embargo, ello no significa que no existiesen. Disponemos de evidencias de martirios70 que ocurrieron en los lugares de la taha de Ugíjar71, lo que revela que había cristianos viejos viviendo junto a moriscos. Esta constancia se corrobora con la presencia de las viudas de la Alpujarra, como lo demuestra el trabajo de V. Sánchez72 o las múltiples fuentes primarias que acreditan la presencia de viudas en nuestros lugares de estudio73.
Zanjadas las incertidumbres que giran en torno a los cristianos viejos, debemos proseguir con el análisis de las dimensiones demográficas y económicas de la taha. Es de vital importancia afianzar unas impresiones previas con vistas a delimitar estas dinámicas tan cruciales. Si con los datos de la primera vistita hemos estipulado que los lugares se mandaron poblar con 379 vecinos, aunque por esas fechas hubiese sólo 350 pobladores, lo cierto es que, en retrospectiva, hacia finales del siglo XV se cree que la taha de Ugíjar poseía 1.000 vecinos74 en un informe sobre la población de las Alpujarras. Este dato ya fue empleado por M. A. Ladero75 en su relación de vecinos mudéjares de 1490 y por F. Ruiz76 que diseña un cuadro sobre la población de los señoríos de la Alpujarra. Al tiempo, en un estudio sobre hacienda y población de A. Galán y R. G. Peinado77 se establece un total de 842 vecinos en la taha para el año 150478. En una obra posterior, que versa sobre la fiscalidad en el reino de Granada, A. Galán79 aprecia 1.000, 842 y 831 vecinos para los años 1490, 1504 y 1509 respectivamente.
Si trasladamos nuestro foco de atención a la segunda mitad del siglo XVI, hemos de remitirnos nuevamente al trabajo clásico de F. Ruiz80, donde atiende a diferentes padrones locales y censos del reino de Granada, con especial fijación en los años 1552, 1561, 1587 y 1597. El autor ya manifestaba que esta clase de documentación entrañaba omisiones, tales como la exclusión de los lugares de señorío o la de estratos residuales y minoritarios de la población. Pese a estos inconvenientes, F. Ruiz argüía que se podía conocer la asignación de moriscos y cristianos viejos del reino a través de los censos de alcabalas. Empero, como ya sugeríamos en este apartado, no es defendible dicha consideración para determinadas áreas. Según la distribución de las alcabalas es factible aproximarse a la población general de las Alpujarras, pero no a la concreta de la taha. En este sentido, a raíz de los legajos que consulta el autor, en el año 1561 habitan esta demarcación territorial 5.848 vecinos81. Más tarde, en el año 1587, se reducen a 1.81182 y finalmente, hacia el año 1597, la cantidad sigue aminorando hasta los 1.625 vecinos83.
Mientras en las Alpujarras la merma poblacional se sostiene en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVI, la situación en la taha de Ugíjar no difiere en demasía. Para el año 1587, a partir de unos padrones locales, disponemos de dos relaciones en las que se enumeran los vecinos de los distintos lugares84. En este padrón, mediante estimación de F. Ruiz85, se registraron, en primer lugar, 213 vecinos para la taha de Ugíjar y, en segundo término, 311 para la taha junto a Los Ceheles. Aun así, con independencia de trabajos clásicos como el de F. Oriol86 que no será abordado en este estudio, no debemos abrazar estas cifras como concluyentes en tanto muestran oscilaciones severas en un intervalo de tiempo escaso y dimanan de motivaciones e intereses dispares. Bajo este punto de vista, A. Castillo87 ya expresaba recelos sobre las cuantías que arrojan los padrones confesionales y los derivados de los censos de naturaleza impositiva. En su estudio examina una relación de vecindad que sirvió de base para el servicio de millones del año 159188; en dicho documento la taha de Ugíjar fue listada con 415 vecinos.
Dos décadas más tarde, B. Vincent89 amplió los estudios sobre población en el reino de Granada con información que faculta una convergencia más precisa. El autor aporta cifras vecinales en un lapso temporal comprendido entre los años 1490 y 1597, valiéndose para ello de padrones, censos, LAR y visitas. De esta guisa, postula el número de vecinos para los años 1490 (1.000), 1561 (876), 1568 (955), 1571 (377), 1574 (348), 1576 (356), 1587 (220 y 267), 1591 (415) y 1597 (279). Para el año 1568, el autor identifica a los vecinos en calidad de moriscos antes del levantamiento gracias a las visitas de los comisarios en 1574 y 1576; y para el año 1587, difiere de las dos cuantías propuestas por F. Ruiz.
Debemos aclarar en adelante algunas cifras proporcionadas por B. Vincent y ofrecer una contribución para el año 1578, desvalido hasta el momento. Según el autor, habitaban la taha 955 vecinos en 1568. Esta cifra se basa indiscutiblemente en el número de vecinos moriscos que había en estos lugares de acuerdo a las visitas de 1574 y 1576; sin embargo, el montante que propone no coincide con el obtenido al analizar los LAR, que en esa dimensión son un poco más precisos a nuestro juicio. En virtud de ello, el número de vecinos en 1568 ascendería a 1.02290. Asimismo, aprecia 356 vecinos en 1576, pero nuestro recuento indica que eran 378 una vez cotejado el detalle individual por cada vecino. B. Vincent empleaba, claramente, el resumen de la visita de 1576 insertado al final de la del año 1574. Al realizar un examen vecino a vecino de dicha visita podemos alegar que los datos que propone para el año 1576 de los lugares de la taha, y que resultan en la cantidad de 356, difieren de los nuestros por el motivo que impugnamos. En cuanto al año 1578, en un apartado anterior dedicado a esa inspección ya estimamos que eran 344.
En el periodo que interesa a este estudio, el circunscrito a las visitas, se aprecia un claro retroceso demográfico, una regresión que es extrapolable a las Alpujarras y al reino de Granada, salvo alguna excepción (el obispado de Málaga91). En la taha de Ugíjar se exterioriza un deterioro poblacional del 26 % entre los años 1574 y 1593. De 350 vecinos en 1574, la taha transita a 378 en 1576, 344 en 1578 y, finalmente, 259 en el año 1593. Lo que acontece en esta taha no es un fenómeno aislado: existen estudios que avalan la rebaja del número de vecinos en el reino de Granada en el periodo examinado92.
Es imposible disociar los asuntos demográficos de los económicos porque son interdependientes. Veamos el segundo de ellos en relación a la población. A falta de un mayor número de estudios particulares, el impacto de la fiscalidad en el general del reino de Granada durante la repoblación fue estudiado de manera ejemplar por J. Fernández93, autor que en paralelo brinda una retrospectiva del funcionamiento del sistema contributivo durante el siglo XVI. Un flujo económico y constante que afecta a los nuevos vecinos lo forja el diezmo y, desde luego, los seis novenos de éste que le pertenecen al rey94. Las relaciones del contador real Antonio Terradas dan buena cuenta de este tipo de rentas95. Rememoremos ahora, de un lado, que, para atraer a pobladores, los lugares comprendidos en Alpujarras, Sierras y Marinas gozaban de privilegios fiscales en relación al pago de las alcabalas; no obstante, el colono bajo señorío real debía hacer frente a una renta anual en función de la suerte recibida, pese a la exención mencionada. De otro lado, a medida que avanza la década de 1570, las necesidades recaudatorias de la Corona aumentan. Una forma de satisfacer tal exigencia la compone la reducción de frutos a dineros, que se traduce en un ajuste en el régimen del censo que detallamos en la visita de 1578 (emana de la real cédula de 24 de febrero de 157796).
En la década de 1580 el estado de la hacienda no mejora y en 1589 se termina por sancionar el servicio extraordinario de millones, que se recauda desde el año 1591 en adelante; agravante que se unía a la precaria situación que muchos vecinos denunciaban en las visitas de 1593 por el desorden que los justicias y escribanos de Ugíjar perpetraban en estos lugares97. Más aún, disponemos de registros en los que desde la segunda mitad de la década 1580 los pobladores de las Alpujarras solicitan a Felipe II que prorrogue la franqueza de alcabala98. En 1594 los vecinos de estos territorios insisten al monarca, y le avisan de la necesidad y la pobreza de estos lugares: si no son socorridos y ayudados no podrán conservar la población ni pagar el censo que están obligados a sufragar por las haciendas que se les repartieron. Los vecinos requieren que haga gracia y merced de prorrogar la franqueza de la alcabala –de su labranza y crianza– por el tiempo que se había aplazado en un principio99.
Por otro lado, no faltan autores que inciden en la creación de oligarquías locales en tierras del antiguo reino de Granada100. En contraste con lo que ocurre en los lugares satélites de la villa principal, la suerte promedio en Ugíjar era ligeramente superior a 2, en particular 2,02 suertes por vecino, mientras que en el año 1574 partía con 1,28. Además, las cabezas de ganado sufren un incremento significativo al pasar de 259 en 1574 a 2.646 en el año 1593. Estos factores hay que ponerlos en perspectiva con los siguientes elementos para comprender la magnitud de los cambios: Ugíjar se mandó poblar con 110 vecinos y 144 suertes, transitando de 112 vecinos en 1574 a 71 en el año 1593, siendo las permanencias vecinales mayores que en el resto de la taha, al menos hasta cuando tenemos registros documentales101. Es innegable, por un lado, que la villa principal está distorsionando los datos del global de la taha y, de otro, que en tanto núcleo principal como cabeza de las Alpujarras, se erige en un foco de atracción que dota de mayores oportunidades a los pobladores. Por estas razones, no es descabellado sopesar que en esta villa germinó una oligarquía que estaba compuesta, en parte, por aquellos cargos administrativos que realizaban corruptelas de un lado a otro en los territorios bajo la jurisdicción de Ugíjar. Por desgracia, no disponemos de la visita de 1593 para dilucidar esta cuestión como es debido; en cambio, una cosa no quita la otra: los datos apuntan a la constitución de una oligarquía local en Ugíjar.
Con todo, pese a las variaciones demográficas y los trasiegos que acontecen ininterrumpidamente en los lugares de estudio, frente a la multitud de denuncias y demandas que se plantean a raíz de las visitas de 1593 y en documentos más tardíos, en los cuales se manifiesta abiertamente la necesidad y la pobreza que azota a la población de las Alpujarras, frente a ese declive poblacional, lo cierto es que los datos apuntan a otras coordenadas: aumenta el número de vecinos que concentran más suertes en su haber o las cabezas de ganado (1.321 en 1574 y 3.155 en 1593) que sufren un alza del 138,83 %. Sin embargo, es posible que estos indicios estén distorsionados por un único lugar como acabamos de constatar.
4. CONCLUSIONES
¿Desarrollo o regresión? La respuesta razonada a este interrogante nos conduce a aseverar que la repoblación supone un pequeño avance con respecto a ese punto de partida desolador e incierto que impregnaba las tierras granadinas, almerienses y malacitanas; una ligera progresión inundada de escollos y sutilezas. A veces, este tipo de ordenamiento roza con entelequias hilvanadas hasta lo imposible, sobre todo a tenor del volumen de urgencias que la Corona debía atender, y a la luz de las fuentes documentales no cabe duda que materializar una empresa de esta magnitud dista de las exactitudes programadas, en especial cuando los contextos cambian con el curso del tiempo. Por mucho que se planifique son imprevisibles la conducta humana, la calidad de las cosechas condicionadas por la meteorología, el éxito de las políticas nacionales e internacionales, etc.
Culminemos a continuación con uno de los incipientes desafíos que arrojan las fuentes primarias: conocer el número de moriscos antes del levantamiento en nuestro espacio de análisis –por no mencionar el problema que presumiría identificarlos–. A saber, en un trabajo anterior matizábamos que en los LAR de la taha de Ugíjar, a diferencia de lo evaluado en otros lugares de repoblación, no quedaba clarificada la estructura de la propiedad morisca, tal y como sucedía en Canjáyar u Órgiva102. Este hándicap no se limitaba únicamente a imputar nombres y apellidos a una propiedad morisca en los libros. Veamos el siguiente ejemplo: en correspondencia con Felipe II, Juan Vázquez (secretario real) apuntaba uno de los escasos datos, más bien residual, de los que disponemos en relación a los moriscos en Ugíjar. En el escenario que nos ocupa, a fecha de 22 de marzo de 1571, se notifica que habían llegado a la villa unos 50 moriscos para ser deportados. Con esta cifra es imposible esclarecer si alguno de ellos era oriundo o sobreviviente del lugar en tanto no se matiza la procedencia de ningún individuo; más se hace hincapié en que «[...] seria inconveniente de hacer diligençia [...]» a fin de saber el número de moriscos de los lugares circundantes, instándose a agilizar el proceso porque era probable que algunos moriscos retornaran a las sierras o a sus lugares de origen. Estas incertidumbres son apoyadas por esas primeras relaciones de moriscos del reino de Granada elaboradas hacia el año 1571 por mandato del monarca, unos sumarios que eran complementados con una estimación del valor de los bienes raíces que poseían, y donde no aparece mención alguna a la taha de Ugíjar o a los lugares que la conformaban103. Este lance colisiona con las cuantías de moriscos que se desprenden de los LAR o de las visitas. Como ya enunciamos, estos documentos eran elaborados en base a testimonios de oidores, de antiguos vecinos o de supervivientes. Por lo tanto, las cifras que manejamos son relativas y parciales, al menos en parte.
Otro punto a concluir lo instituye la evolución demográfica. Fijemos ahora la atención en un conteo que abarca un breve periodo de tiempo. Hacia febrero del año 1572, en una relación sobre las denominadas Alpujarras, Sierras y Marinas, «[...] dados y señalados a perpetuo conforme a la orden de su majestad [...]»104, los lugares de Ugíjar, Mecina de Alfahar, Turillas y Unqueria estaban señalados a Hernando de Cepeda para que fuesen poblados con cinco partes de doce de los vecinos que solían tener en tiempo de moriscos, es más, debían emplazar a la mitad de ellos a mediados de febrero y a la otra mitad para mediados de marzo del mismo año. Laroles, Onduron y Xoprol fueron dados a Alonso Díaz de Gibraltar para que los poblase con las cinco partes de doce y se le ordena ubicar a la mitad de los pobladores a finales de febrero, y a los restantes antes de finalizar el mes de marzo. En el caso de Nechite, dado a Antón de Mérida y a otros compañeros vecinos de Cañete, debía poblarse en condiciones análogas para el 29 de febrero del año 1572. Ahora bien, meses después, sobre el estado de la población del reino de Granada, y en una relación de Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado fechada a 2 de septiembre de 1572105, aparecen detallados el partido de Málaga, el partido de Granada y el partido correspondiente a Tello de Aguilar. Se trata de una fuente documental en la cual advertimos el incumplimiento con lo concebido: se alude a la población vigente en los lugares de la taha de Ugíjar, y se indica específicamente que en Ugíjar y Unqueiar hay 110 vecinos y que la mayoría de ellos están ahí; Mecina de Alfahar y Turillas han de tener 25 pobladores pero gran parte de los mismos están en Ugíjar; Mairena, El Fez y Almoceta han de tener 35 vecinos pero sólo tienen 20; Laroles, Xoprol y Onduron han de tener 100, si bien presentan más de 40 y se apostan «[...] allí 24 casas de gallegos [...]»; Cherín y Yunqueira están dados a 25 aunque al momento de la relación aún no había llegado ninguno, al igual que en Darrícal y Lucainena, que se valoraba poblarlos con 80 vecinos. Por último, Nechite estaba dado a 32 pobladores, había 15 e iban cada día –se da a entender que todos acudirían en breve–106.
En base a estas relaciones y a otros memoriales del año 1573 que podríamos desgranar, y como hemos demostrado en apartados anteriores, con los datos extraídos de las visitas tampoco se cumple –nunca– con la población deseada al iniciar la planificación, aun cuando es inequívoco que en los primeros años del proceso la repoblación de los lugares es gradual hasta alcanzar una cierta estabilización con los repartimientos, pero no por ello estos espacios experimentan necesariamente un crecimiento positivo: la taha se mandó poblar con 379 vecinos y en el año 1593 sólo contaba con 259, un 31,66 % menos que la expectativa original y un 74,66 % menos de los habitantes previos al levantamiento.
La desviación de la empresa filipina no termina aquí. La procedencia de los vecinos incumple una de las máximas de la orden y forma que ha de tener la población: que todos sean de fuera del reino de Granada. La primera visita es la única que nos permite entrever el lugar de origen de los repobladores, aunque en las de los años 1576, 1578 y 1593 el apellido del vecino es acompañado a veces con un gentilicio. Alrededor del 50 % de los pobladores eran oriundos de regiones cercanas, en concreto, de las actuales Jaén, Córdoba, Sevilla o Málaga107. A su vez, el origen de los pobladores está condicionado por la necesidad de crear una infraestructura en tierras de repoblación. Por ello, no es de extrañar que la raíz social de los lugares, sobre todo en los primeros años del proceso, germinase con la figura de cargos administrativos, eclesiásticos y militares, tal y como describía F. Rodríguez108, por no mencionar los diversos binomios soldado-repoblador y repoblador-soldado, defendidos por autores como V. Sánchez y más tarde por J. J. Bravo109, que formaban parte inherente del contingente repoblador y explicarían el elevado número de arcabuces en lugares de sierras, marinas y montañas a priori peligrosos. Lo cierto es que, al comienzo de la repoblación en las Alpujarras, hacia marzo de 1572, se encontraban 1 cabo y 30 soldados en el presidio de Ugíjar110, en un contexto en el que ya se hace explícito la existencia de pocos enemigos111.
Algo similar se ha documentado para otros lugares: en la repoblación de la taha de Berja el 70,7 % de los individuos eran oriundos de la actual Andalucía, un movimiento poblacional favorecido por mera vecindad geográfica a tierras granadinas112. Este elemento es corroborado por M. Barrios113 que sostenía que Andalucía proporciona el mayor número de pobladores, en especial la actual provincia jiennense. J. J. Bravo también observó dicha tendencia en la taha de Comares114, espacio en el que muchas familias de semejante filiación se reúnen en un mismo destino.
Las variaciones demográficas que hemos documentado, que comportaban el abandono periódico de las heredades asignadas y el traspaso de la propiedad115, responden a un cúmulo de adversidades que se retroalimenta entre sí: en primer lugar, el tamaño y la calidad de las áreas cultivables, la escasez de arreos para trabajar la tierra o la nefasta condición de las casas de morada116 y, en segundo lugar, responden a una sintomatología tan primaria como un traspaso, una ausencia o un simple fallecimiento. El constante movimiento de vecinos no es un fenómeno aislado. Pese a las duras condiciones de vida de las Alpujarras, o la pertinente adaptación a un tipo de cultivo no habitual para los pobladores, queda patente al igual que en otros lugares la predisposición de las familias a mantenerse unidas en un mismo lugar. Este hecho conduce a la consolidación de ciertos grupos familiares117, asunto que no sólo se muestra en las pocas pervivencias de los vecinos que llegaron en el año 1574 y se mantuvieron hasta 1593, sino en aquellos descendientes que durante el transcurso de los años heredan las suertes de sus progenitores y perpetúan el acervo e identidad familiar.
En el campo económico, al no conocer la magnitud de la labranza y los sembrados hacia el año 1593, podría ser plausible una transformación en la taha bajo la interpretación cuantitativa de los datos: si en tiempos de moriscos predominaba la explotación agrícola como actividad económica primordial118, dos décadas después los lugares poseen un fuerte componente ganadero y, por ende, dependen más de esta actividad económica, premisa reforzada por estar al corriente de rasgos cualitativos ya que el cultivo de la viña no prosperó en Picena y Mairena. A decir verdad, son los propios vecinos los que disipan estas dudas y corroboran estas transformaciones en las denuncias de la visita de 1593 y en informes posteriores del año 1595. Sobre lo primero, los vecinos afirman que en esas tierras «[...] es ymposible poder bibir en el no criando ganado porque la tierra es corta y de poca cosecha y el mayor aprovechamiento que se puede tener es el criar ganado [...]»119 y, sobre lo segundo, en un informe dirigido a la Corona se asegura que «[...] an sido causa para que los dichos pobladores ayan vendido sus ganados que es de lo que mas aprovechamiento tenian y pueden tener en aquella tierra por ser estrecha y aspera para sembrar [...]»120.
En último lugar, cabría finalizar admitiendo un interrogante sobre este espacio. Existe un leitmotiv en la visita de 1593 que suscita recelos: los vecinos manifiestan a don Jorge Baeza Haro que si no remedian los agravios que sufren de los justicias y escribanos de la villa de Ugíjar se marcharán de los lugares. Dada la profundidad de la inspección de 1593, gracias a la cual conocemos que por lo común la tierra está bien labrada, resulta extraño que estas vejaciones sean la única causa o motivo que los pobladores aduzcan para abandonar el lugar y buscar fortuna en otra tierra. Se atisban algunas quejas muy residuales acerca del servicio de los millones, pero estos hechos no se corresponden en absoluto con la pobreza y la necesidad que desde la segunda mitad de la década de 1580 se viene denunciando en la taha de Ugíjar y en las Alpujarras, tal y como señalábamos en documentación anterior y posterior a esta visita. Igualmente, la renta que satisfacen al rey es mancomún: si la población decrece como es el caso, proporcionalmente un vecino debe pagar más, y no existen quejas sobre esta situación en la visita. Creemos, sobre todo a partir de 1593, que en este tipo de reclamo subyace una suerte de extorsión con objeto de prorrogar la exención de las alcabalas. Esta hipótesis, que es imposible de corroborar, no exime de que, en efecto, haya vecinos que adolecen penurias y hambre, pobladores que no llegan a prosperar en un territorio –las variaciones demográficas por traspaso dan cuenta de ello– pero es desconcertante que en documentos de moratoria de alcabala posteriores a 1593, se aluda, y no antes, a la imposibilidad de sufragar el censo perpetuo –que corresponde a Felipe II– de las haciendas que se les repartieron en caso de no ser auxiliados, matices que podrían ahondar en la hipótesis del chantaje.
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1. F. Henríquez de Jorquera (1987), 187.
2. M. Barrios enfatizaba en la teoría de «[...] que las primeras deportaciones se produjeron cuando aún la guerra no había concluido, so pretexto de eliminar las ayudas que los moriscos alzados en armas podían recibir de los «de paces»». M. Barrios Aguilera (1996), 13.
3. Las tensiones entre Felipe II y los grandes señores han sido tratadas de manera excelsa en estas obras: A. Muñoz Buendía (1992) y E. Soria Mesa (1995).
4. J. J. Bravo Caro (1995), 30. Fórmulas y métodos como las cesiones enfitéuticas, las ventas directas y los arrendamientos derivados del patrimonio morisco confiscado en virtud de la real provisión, una vez que las acciones de los sublevados son normalizadas como lesae divinae et humanae majestatis, fueron examinados en la siguiente obra: M. Barrios Aguilera y M. M. Birriel Salcedo (1986). Para un mayor acercamiento a la fiscalidad y al despojo de propiedades que sufren los moriscos de paces consúltese: J. J. Bravo Caro (1993).
5. M. L. Campos Daroca (1984-1985), 68.
6. M. L. Campos Daroca (1988), 56.
7. M. M. Birriel Salcedo (1989).
8. A. Muñoz Buendía (1998), 395.
9. V. Sánchez Ramos (1997), 664.
10. V. Sánchez Ramos (1998), 456.
11. J. Fernández Castillo (1993-1994), 66.
12. Más allá de los trabajos clásicos de L. del Mármol, G. Pérez o D. Hurtado —estudiados en profundidad, citados hasta la saciedad y sobradamente conocidos por cualquier especialista—, parece justo reivindicar una obra reciente que aborda la guerra de las Alpujarras en el entorno almeriense. En efecto, abarca de forma ineluctable marcos espaciales asociados a las Alpujarras granadinas y a otros lugares copartícipes del acontecimiento: V. Sánchez Ramos (2020).
13. Existen observaciones y alusiones directas a la conveniencia de la deportación en el Archivo General de Simancas (AGS), Cámara de Castilla (CC), legajo (leg.) 2161.
14. En este aspecto el menoscabo es dual: no sólo se trata de pérdidas económicas en los lugares que fueron escenario bélico, sino que a su vez atañe a la solvencia de la Corona.
15. M. Onieva Tarifa (2020), 136. En nuestra modesta opinión una de las obras más completas a propósito de esta temática es la firmada por M. Barrios Aguilera y M. M. Birriel Salcedo (1986). También cabría consultar información adicional en: M. Onieva Tarifa (2021a) y (2021b).
16. En el año 1574, afligido por calenturas y en un estado de salud delicado, Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado requería a su majestad Felipe II retornar a su ciudad natal (Salamanca) por prescripción médica. AGS, CC, leg. 2176, fols. 98-99. Tiempo después, el comisario fallecía en el año 1576, siendo sustituido por Tello González de Aguilar.
17. El 20 de febrero de 1571 se registró un despacho dirigido al duque de Arcos, quien presidía el Consejo de Población de forma colegiada con Pedro de Deza. En este despacho se acordó asignar un salario mensual de 100 escudos a cada uno de los comisarios: Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado, Arévalo de Zuazo y Tello González de Aguilar, quien fue nombrado pocos meses después. AGS, CC, leg. 2161, fol. 5.
18. M. M. Birriel Salcedo (1988a), 174, 186.
19. J. J. Bravo Caro (1995), 73.
20. AGS, CC, leg. 2172, fol. 20 (6).
21. En adelante: LAR.
22. En calidad de comisarios de la población, podemos delimitar los territorios que competen a Juan Rodríguez de Villafuerte Maldonado, Arévalo de Zuazo o Tello González de Aguilar en AGS, CC, leg. 2201.
23. M. Barrios Aguilera y M. M. Birriel Salcedo (1986), 92.
24. AGS, CC, leg. 2179.
25. Las fluctuaciones afectan a la suerte que cupo a cada lugar, al número de moriscos previos, al número de vecinos con los que se planificó poblar los lugares o al número de suertes repartidas.
26. J. J. Bravo Caro (1995), 74.
27. AGS, CC, leg. 2201.
28. Archivo Histórico Provincial de Granada (AHPG), libro (lib.) 6714, fol. 21v. El tema de los cristianos viejos lo trataremos en un apartado posterior.
29. AGS, CC, leg. 2201.
30. AHPG, libs. 6473, 6697, 6739, 6780, 6714, 6710 y 6734. AGS, CC, leg. 2179.
31. M. Onieva Tarifa (2023). En prensa.
32. J. J. Bravo Caro (1995), 78 y 79.
33. J. L. Puga Barroso (2006), 371.
34. B. Vincent (1995), 38.
35. M. Onieva Tarifa (2023). En prensa.
36. Detentar más fanegas que otro vecino no implica que la tierra sea de mayor calidad.
37. J. J. Bravo Caro (1998), 189.
38. Se resume en 690 cabezas, pero en realidad resultan 490 de lo específico de cada individuo. AGS, CC, leg. 2201.
39. AGS, CC, leg. 2146.
40. AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2146.
41. Una idea que no nos cansaremos de defender hasta la obstinación.
42. Los pobladores originales que se mantienen a lo largo del tiempo.
43. Los nombres de los vecinos cambian con el paso del tiempo, en específico los de aquellos que siguen viviendo en un mismo lugar. A veces sólo son nombrados con el nombre de pila y un gentilicio, otras con el nombre y los apellidos. Sin contar, por ejemplo, que uno de los «Antón» puede ser «Antonio» en la siguiente visita, un «Martín» convertirse en «Martínez» o viceversa; igual ocurre con la dupla «Hernández-Fernández» y con otros tantos nombres y apellidos, además de otras materias que se ven alteradas en función de los años y los escribanos.
44. Comentario de conjunto en el que se constata si la tierra está bien labrada y si las casas que habitan están razonablemente reparadas.
45. J. J. Bravo Caro (1992), 232.
46. Entendemos que la cifra de la visita es errónea porque al confrontarla con otras fuentes carece de sentido. Por este motivo hemos extraído el dato de AGS, CC, leg. 2179, fol. 129 (2), documento de 1577 que presenta una relación de la reducción de frutos a dinero en diferentes años. Para cerciorarnos del todo hemos verificado la información con un documento de 1578 que presenta la renta de los novenos en las Alpujarras y los maravedís de Mecina de Alfahar coinciden en ambos casos. AGS, Contaduría Mayor de Cuentas (CMC), 1.ª Época (1E), leg. 1830.
47. AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2179, fol. 129 (2); CMC, 1E, leg. 1830.
48. M. Barrios Aguilera (1984-1985), 34.
49. AGS, CC, leg. 2198, fol. 45 (4).
50. Visibiliza esta organización: Darrícal, Benínar y Locainena; Ugíjar; Mecina de Alfahar; Nechite; Mairena, Jubar y Almoceta; Laroles; Picena; y Cherín.
51. En esta tabla omitimos otras informaciones relativas a cada uno de los lugares: vecinos con los que se pobló, el número de casas buenas, las casas hundidas y que necesitan reparos, etc.
52. Vecinos que asisten más los ausentes. La ausencia no implica abandono en las visitas.
53. En Laroles la tierra calma y arboleda están bien labradas excepto las viñas de 3 vecinos. En Picena la tierra se encuentra bien labrada salvo las viñas. En Cherín las arboledas, los olivos, los morales y otros frutales están razonablemente bien labrados, a excepción de algunos árboles maltratados de un vecino. En Darrícal la arboleda está razonablemente tratada y los vecinos la labran con algún cuidado. En Mairena la tierra y la arbolada están bien labradas salvo las viñas que se perdieron. En Nechite también se perdieron las viñas, pero lo demás se encuentra bien tratado salvo los árboles de 2 vecinos. En Mecina de Alfahar está todo bien labrado y cultivado y para la villa de Ugíjar no disponemos descripción.
54. Suertes por vecino: Laroles 1,35; Picena 1,55; Cherín 1,66; Darrícal 1,39; Mairena 1,07; Nechite 1,63; Mecina de Alfahar 1,84, y Ugíjar 2,02. Para operar con la villa de Ugíjar hemos recurrido a AGS, CC, leg. 2201 a fin de conocer con precisión las suertes que se repartieron en dicho lugar.
55. AGS, CC, leg. 2201 y leg. 2216.
56. Se incorpora a la población en 1578. AGS, CC, leg. 2201. Una suerte se la dio el concejo por estar vacía (ocupó la de Francisco Sánchez Cumplido). Las ventajas las heredó de su suegro Rodrigo de Moya y las restantes las compró a Pedro Muñoz. AGS, CC, leg. 2216.
57. Aparece por primera vez en la visita de 1574. AGS, CC, leg. 2201. Este poblador tiene 3 vecindades: la que se le repartió originalmente, otra de su mujer y una que compró y que había sido de Pedro de Robledillo. AGS, CC, leg. 2216.
58. Vecino originario. En la fase de apeo y repartimiento se le otorgan 2 suertes. AHPG, lib. 6734. Lo restante que posee hacia el año 1593 fue comprado a Gonzalo de Calzada, a Juan Álvarez (el viejo) y a Simón Gómez. AGS, CC, leg. 2216.
59. Fue una de las personas a cuyo cargo estuvo la población del lugar. Era originario de Ugíjar y le asignaron 3 suertes. AHPG, lib. 6710. Las ventajas adicionales en su haber las compró a lo largo del tiempo a Diego Chacón y a Diego Gutiérrez. AGS, CC, leg. 2216.
60. Aparece por primera vez en el LAR del lugar, estando presente en la visita de 1576 al suceder a Benito Ruiz. AGS, CC, leg. 2146. Compró tierras a Simón García, a Pedro Carajo y a Matías Redondo. AGS, CC, leg. 2216.
61. Natural de Carmona. Se incorporó a la población en 1574 y le fue dada 1 suerte. AGS, CC, leg. 2201. Las otras vecindades las compró a Pedro Pintor y a Antonio de Almenara. AGS, CC, leg. 2216.
62. M. M. Birriel Salcedo (1989) dedica un estudio a la tierra de Almuñécar y tampoco constan cristianos viejos, al menos en las visitas.
63. J. J. Bravo Caro (1995).
64. M. Barrios Aguilera (1984-1985).
65. C. Gaya López, V. Sánchez Ramos y E. Soria Mesa (1990), 806.
66. J. L. Puga Barroso (2006).
67. M. Barrios Aguilera (1985), 107.
68. B. Vincent (1992), 119-121.
69. B. Vincent (1982), 200, 201.
70. No podemos menospreciar el enfoque propagandístico de algunos martirios.
71. M. Barrios Aguilera y V. Sánchez Ramos (2001).
72. V. Sánchez Ramos (2000b).
73. AGS, CC, leg. 2161, fol. 22. AGS, CC, Cédulas (CED), 258. AGS, CC, CED, 260. AGS, CC, CED, 261. Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección de Consejos (Sec. C.), leg. 4410, exp. 162.
74. AGS, Diversos de Castilla, libro 44, fol. 22.
75. M. Á. Ladero Quesada (1972), 484.
76. F. Ruiz Martín (1968), 176.
77. A. Galán Sánchez y R. G. Peinado Santaella (1997), 190, 191.
78. Los autores se valen de esta fuente documental: AGS, Escribanía Mayor de Rentas, leg. 77 y leg. 78.
79. A. Galán Sánchez (2012), 76, 77.
80. F. Ruiz Martín (1968).
81. AGS, Contadurías Generales (CG), leg. 2304.
82. AGS, CG, leg. 2308.
83. AGS, CG, leg. 2310.
84. AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136.
85. F. Ruiz Martín (1968), 167.
86. F. Oriol Catena (1987).
87. A. Castillo Pintado (1961), 77.
88. AGS, CG, leg. 1836.
89. B. Vincent (1988), 240, 243.
90. M. Onieva Tarifa (2023). En prensa.
91. J. J. Bravo Caro (1995), 97.
92. Valgan como ejemplo los siguientes trabajos: A. Fernández Ortega y A. S. Herrera Aguilar (1990), B. Vincent (1988), J. J. Bravo Caro (1995) y J. L. Puga (2006).
93. J. Fernández Castillo (1998). Otros trabajos que ahondan el eje cronológico de primeros de siglo lo constituyen: A. García Pedraza (2005) y M. G. Rayo Muñoz (2020).
94. En el proceso de la repoblación, para el espacio comprendido por núcleos que integraban la taha de Ugíjar, disponemos de información acerca de rentas, deudas, novenos o hacienda confiscada a moriscos desde el año 1572 hasta 1578. Consúltese a este respecto AGS, CC, leg. 2176, fol. 114 (5); CC, leg. 2181, fol. 93 (3); y CC, leg. 2175. Aprovechemos a la sazón este ejemplo: hacia el año 1577 encontramos una relación extraída de los libros de cuentas de Antonio Terradas que detalla lo que han rentado los bienes confiscados a moriscos en el Valle de Lecrín y las Alpujarras, asciendo el monto a 763.175 maravedís, erigiéndose esta cantidad en los seis novenos del diezmo total. Dentro de la cuantía indicada los lugares de la taha de Ugíjar aportan las siguientes cuotas: Laroles y su anejo 56.400 maravedís, Nechite 21.720 maravedís, Darrícal, Benínar y Lucainena 34.600 maravedís, Picena 14.420 maravedís, Ugíjar 74.240 maravedís, Mairena, Almoceta, Jubar y el Fex 29.100 maravedís, Mecina de Alfahar y Turillas 18.720 maravedís y Cherín 10.040 maravedís. AGS, CC, leg. 2181, fol. 93 (5). Posiblemente, la reflexión más lúcida sobre la venta y confiscación de bienes moriscos con intenciones fiscales, así como la institución de diversas rentas que terminan por dar origen a la renta de población, podemos encontrarla en el estudio de M. L. Campos Daroca (1984-1985). Este tipo de cuestión fue abordado con amplitud en otra jurisdicción de singular referencia como el obispado de Málaga por R. Benítez Sánchez-Blanco (1975). Otro trabajo relevante en la materia sería el de M. M. Birriel Salcedo (1988b). Existe más información sobre los novenos de las Alpujarras en AGS, Contaduría Mayor de Cuentas, 1ª Época, leg. 1830. En este tipo de fuente documental es habitual encontrar diversas cuantías inscritas a condenaciones por tesoros de moriscos hallados. Por añadidura, si un individuo encontraba un tesoro debía informar a la administración, siendo gratificado con el 50 % de lo descubierto. J. L. Puga Barroso (2006), 247. En AGS, CC, Libro de Cédulas, n.º 259, se expone la creencia por parte de la Corona de la existencia de riquezas y tesoros escondidos por los moriscos. Bajo dicho pretexto, no podemos dejar de recomendar la obra de M. Barrios Aguilera (1996).
95. Contador real que integra la nueva oligarquía en el proceso de repoblación del reino de Granada. J. J. Bravo Caro (1999), 514.
96. Más información en AHN, Sec. C., leg. 4408, exp. 100.
97. AGS, CC, leg. 2216. La inspección detecta sobremanera agravios e irregularidades contra los vecinos, cuestión de envergadura que merecidamente desarrollaremos en otro estudio.
98. AHN, Sec. C., leg. 4410, exp. 124.
99. AHN, Sec. C., leg. 4413, exp. 252.
100. Véanse: F. Andújar Castillo (1998), J. Gaona Villegas (2002) y J. J. Bravo Caro (1999). Para un marco cronológico adicional (siglos XVII y XVIII) consúltese esta obra de referencia: E. Soria Mesa (1998).
101. AGS, CC, leg. 2146 y leg. 2201.
102. M. Onieva Tarifa (2023). Este hecho no significa que haya no excepciones: el LAR de Laroles era diferente a los restantes, como abogábamos en aquel estudio, y las casas aparecen inscritas a nombres de moriscos. AHPG, lib. 6734.
103. AGS, CC, leg. 2181, fol. 6 (2).
104. AGS, CC, leg. 2172, fol. 20 (3).
105. AGS, CC, leg. 2171, fol. 3. AGS, CC, leg. 2171, fol. 10.
106. Disponemos de otra relación, que data de mayo de 1572, mucho más ínfima, en la que se rubrican 120 vecinos para Ugíjar, 15 para Laroles y 20 para Nechite. AGS, CC, leg. 2172, fol. 86 (2).
107. M. Onieva Tarifa (2020), 149.
108. F. Rodríguez Monteoliva (1996).
109. V. Sánchez Ramos (1995). J. J. Bravo Caro (1998), 185.
110. La Corona prestó particular importancia a la rápida repoblación de algunas tierras y esta convicción obligó a mantener ciertos presidios como el de Ugíjar que carecía relevancia militar porque este espacio ya estaba protegido por los presidios de Murtas y Cádiar. V. Sánchez Ramos (1995), 378.
111. AGS, CC, leg. 2172, fol. 34 (2).
112. V. Sánchez Ramos (2000a), 49.
113. M. Barrios Aguilera (1985), 103.
114. J. J. Bravo Caro (1995), 3.
115. No siempre era así porque la ausencia, el abandono o un deceso no se suplían.
116. J. L. Puga Barroso (1999), 185.
117. AGS, CC, leg. 2146, leg. 2201, leg. 2215 y leg. 2216.
118. En una economía mediatizada por el regadío, la ganadería y la agricultura guardan menos correlación porque la superficie de cultivo queda expuesta a la lesión eventual del ganado. A. Malpica Cuello (2003-2004), 301.
119. AGS, CC, leg. 2216.
120. AGS, CC, CED, 262.