Pérez García, Rafael M.; Fernández Chaves, Manuel F. y França Paiva, Eduardo (coords.) (2020), Tratas, esclavitudes y mestizajes. Una historia conectada, siglos XV-XVIII, Universidad, Sevilla, 517 págs. ISBN: 978-84-472-3018-1

El estudio de la esclavitud en Castilla y el Atlántico ibérico conoce un auge inusitado de un tiempo a esta parte. Desde las investigaciones pioneras de Franco Silva sobre Sevilla, y las aportaciones posteriores de otros autores como Lobo Cabrera (Canarias), Martín Casares (Granada), Izquierdo Labrador (Huelva), González Arévalo (Málaga), Periáñez Gómez (Extremadura) o Abril y Mingorance (Jerez de la Frontera), es mucho lo que se ha avanzado en el conocimiento de la trata y sus protagonistas. En este panorama historiográfico, cada vez más nutrido, destacan por derecho propio las aportaciones realizadas por Rafael Pérez García y Manuel Fernández Chaves en torno a la esclavitud sevillana. Pero, sobre todo, haciendo bueno el dicho que refleja la evolución en la praxis investigadora –«del historiador solitario al historiador solidario»– de unos años a esta parte han sabido convertir la capital hispalense en un potente observatorio sobre esa esclavitud, que previamente corría el riesgo de quedar anquilosada por el auge de estudios en torno a la Corona de Aragón y el Mediterráneo. Así, han sabido organizar una serie de encuentros científicos cuyos resultados se han plasmado en sendas publicaciones: indispensable el que precede a este volumen que comentamos, Los negocios de la esclavitud. Tratantes y mercados de esclavos en el Atlántico ibérico, siglos XV-XVIII (2018), ya se está trabajando en la publicación del sucesivo, La trata de esclavos en el Atlántico ibérico, siglos XVI-XVII.

Al igual que otros volúmenes editados recientemente por Aurelia Martín (Esclavitudes hispánicas (siglos XV al XXI): horizontes socioculturales, 2014; Esclavitud, mestizaje y abolicionismo en los mundos hispánicos, 2015), también en esta ocasión los coordinadores han tenido la ambición y el acierto de trascender las fronteras peninsulares para incorporar la extensión del mundo ibérico, América. Y precisamente el encuentro entre los dos mundos, el viejo y el nuevo, permite confrontar modelos, confirmar transferencias e individuar rasgos particulares, convocando historiografías abocadas a entenderse y colaborar, sobre todo si pretenden reivindicarse y romper la omnipresencia del modelo norteamericano en época moderna y contemporánea. El resultado es un extenso y excelente volumen que recoge las aportaciones de veinticuatro investigadores procedentes de Brasil, Venezuela, Portugal y España, como buen exponente de la llamada «historia conectada».

La obra se divide en cinco partes, coherentes y cohesionadas en sus temáticas, ámbito cronológico y extensión geográfica, que combinan aspectos clásicos con otros novedosos. La primera de ellas está dedicada a las tratas negreras en el Atlántico, con cuatro contribuciones que se extienden desde la apertura de las rutas esclavistas en el occidente africano durante el siglo XV hasta el siglo XVII: Arlindo Manuel Caldeira aborda el papel de los archipiélagos de Cabo Verde y Santo Tomé en las estrategias de exploración y el inicio de la trata portuguesa; Javier Ortiz Arza incide en un aspecto desarrollado en su propia tesis doctoral, la participación vasca en la trata negrera hacia las Indias de Castilla en el siglo XVI; por su parte, Manuel de Paz Sánchez y Consuelo Naranjo Orovio alejan el foco de atención de los grandes negreros para situarlo en las pequeñas redes mercantiles tan activas en el comercio atlántico desde Canarias; por último, José Luis Belmonte Postigo presta atención a los intentos desde Cartagena de Indias por reactivar el tráfico negrero durante el primer periodo del comercio libre de esclavos en la última década del setecientos.

La segunda parte constituye, probablemente sin buscarlo, un toque de atención y un recordatorio contra cierta deriva historiográfica en auge entre los modernistas, que en la práctica reduce la esclavitud mediterránea entre los siglos XVI y XVIII al cautiverio de los europeos en el Magreb, equiparando y confundiendo dos fenómenos con importantes diferencias, empezando por las legales (en este caso de las propias sociedades islámicas), que conocían esclavos propiamente dichos desde los tiempos de la expansión islámica por el norte de África. Así, Rafael Girón Pascual recuerda la ruta berberisca desde Orán a los mercados ibéricos meridionales, desde Murcia hasta Extremadura y Portugal; Jesús García Ayoso se vale de un recurso poco habitual en la temática, los archivos nobiliarios, para abordar la presencia esclava en los estados señoriales del Atlántico andaluz, metodología compartida por Luis Parejo Fernández para exponer un caso concreto en Málaga (1531); por su parte, tanto Carlos Javier Garrido García como Manuel Fernández Chaves y Rafael Pérez García siguen aportando novedades en la esclavitud de los moriscos del Reino de Granada a partir de su presencia en mercados comarcales, Guadix en el altiplano granadino, localidades almerienses en el extremo oriental del territorio. Todos ellos recuerdan la necesidad de prestar atención a rutas y mercados habitualmente desatendidos por secundarios frente a los grandes núcleos de población esclava. Y sin embargo son fundamentales para determinar la vertebración del hecho esclavo fuera de los principales mercados.

La tercera parte tal vez sea la más heterogénea, pues incorpora aspectos demográficos, sociales, económicos y jurídicos en su exposición de la esclavitud en las sociedades de la península ibérica. Ana Sofia Ribeiro aborda la violencia social esclava desde una perspectiva comparada que hace dialogar la cuestión entre la gran capital, Lisboa, y localidades menores como Évora. En última instancia, siembra la duda sobre la inexistencia de una esclavitud rural que, por el momento, resulta casi invisible en los estudios peninsulares, salvo excepciones. Se trata de una cuestión sobre la que vuelven Sara Jarana Vidal y María Grove Gordillo, con sendos estudios de demografía histórica en la parroquia rural de la villa de Nebrija y la parroquia urbana de Triana (Sevilla) respectivamente. Por su parte, los aspectos legales centran la atención de los estudios de Víctor Rodero Martín y Javier Fernández Martín. El primero aborda la situación jurídica de los esclavos a la muerte de sus dueños en la Córdoba de Felipe II, mientras que el segundo explota una fuente infrautilizada, el Archivo de la Chancillería de Granada, para abordar la relación de esclavos y libertos con la justicia real.

La última sección es la más extensa de todas, en contribuciones (ocho) y marco geográfico, de América a Asia, con las dinámicas de esclavitud y mestizaje como núcleo. Alejandro E. Gómez plantea un marco teórico sugerente para la siempre compleja cuestión de las categorías socio-raciales, para las que propone una evolución y comparación a partir de espacios a veces alejados, espacial y temporalmente. En una línea relacionada, Isnara Pereiro Ivo explora el impacto de la cultura fisionómica sobre la elaboración de categorías de personas esclavizadas en Brasil. Los últimos estudios tienen como punto en común el estudio de las dinámicas de mestizaje en la India portuguesa (Ana Paula Sena Gomide), Potosí y la Plata (Luis Gustavo Molinari Mundim), Minas Gerais (Eduardo França Paiva, Adriano Toledo Paiva), y las capitanías de Maranhão (Márcio de Sousa Soares) y Pernambuco (David Barbuda G. De M. Ferreira).

En definitiva, la nueva publicación resulta indispensable para cualquier especialista en esclavitud moderna, por la riqueza de temáticas que incluye y por las perspectivas que abren las reflexiones de sus autores.

Raúl González Arévalo

Universidad de Granada