Galende Díaz, Juan Carlos y Ávila Seoane, Nicolás (2020), El rodado regio hispánico: Fernando III de León y Castilla (1230-1252), Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, 364 págs. ISBN: 978-84-18360-43-5

En 2018, los investigadores Juan Carlos Galende Díaz y Nicolás Ávila Seoane, ambos profesores del Departamento de Historia y Antropología de América, Ciencias y Técnicas Historiográficas e Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid, publicaban una monografía editada por el Centro de Estudios Históricos Profesor Carlos Salvador Ángel Segreti, CONICET, Córdoba (Argentina). Esta versaba sobre la compilación del signo rodado regio hispánico antes de la unificación de las coronas de Castilla y León (1157-1230).

Dos años después, ha visto la luz su nuevo proyecto investigador, continuación de dicha monografía, cuya nueva entrega contempla las ruedas del monarca Fernando III el Santo, posteriores al enlace definitivo de ambas coronas. Las rotas expedidas durante su mandato intentan reflejar el afán de la cancillería por mostrar la hegemonía de Castilla, así como el desarrollo, al mismo tiempo, de un periodo de transición cuya transformación tendrá lugar ya en el reinado de su hijo, Alfonso X. A lo largo de esta nueva obra, por ende, se ven reflejados todos estos aspectos, así como se precisan y definen los verdaderos motivos de esta evolución. Siguiendo la metodología del trabajo anterior, podemos decir que esta obra está compuesta por seis grandes apartados o capítulos.

Se incoa con una introducción donde se exponen las razones del estudio, algunos planteamientos a tener en cuenta, así como los agradecimientos pertinentes a todo el personal de archivos y bibliotecas que han contribuido al buen desarrollo de la citada investigación.

El conjunto de modelos extraídos de las pertinentes rotas se recoge en el segundo capítulo, abarcando en esta obra el análisis del 52 % de los modelos de rodados originales conservados. Las desigualdades encontradas en el estudio de estos han llevado a conformar un total de 34 modelos distintos, iniciándose el análisis en el M-I (1230-1231) y finalizando en el M-XXXIV (1252). En estos modelos se contempla al menos algún original, mientras que en los modelos M-III, M-IV, M-IX y M-XXXII respectivamente, se contienen sendas copias.

El tercer capítulo se centra en profundidad en el estudio de los modelos surgidos. Entre las numerosas apreciaciones que se pueden extraer de los mismos, es significativo destacar la preponderancia de la práctica en el rodar de Castilla, siendo los leoneses desplazados de la cancillería por parte de los oficiales castellanos. Estos cambios se denotan en aspectos como el tamaño del signo, el acomodo de las leyendas, el confirmatorio de mayordomo y alférez, en la ostentación de la cruz en detrimento del león, entre otros. Por tanto, es necesario afirmar que los rodados de Fernando III, ya como monarca leonés y sobre la base castellana, restringirán desde 1234 las novedades al segundo anillo, o en 1242, cuando se procede al giro de la leyenda principal. También es necesario destacar los sellos de plomo y cera. En el primero de ellos se exhibe el símbolo de un reino, en el anverso el castillo de tres torres, mientras que en el reverso se refleja el león pasante hacia la izquierda. En cambio, en la cera se combinan en ambas caras tanto castillos como leones.

Quizás sea en el catálogo completo de la obra, correspondiente al cuarto capítulo, donde podamos apreciar con mayor claridad todos los cambios y características propias de las rotas del monarca Fernando III. En el citado catálogo se plasma la muestra de los 104 rodados presentados. Cada descripción estará dividida a su vez en Datos del documento y en Rueda respectivamente. En el primero se anotan la data, el regesto, la asignatura, la tradición y el canciller. En cambio, en la rueda, aparecen datos más técnicos, entre ellos el modelo, una descripción general, el diámetro exterior, el campo, la fimbria, las orlas y leyendas (leyenda y leyenda exterior, más adelante nombradas como leyendas 1 y 2 respectivamente) y, por último, las gráfilas.

Finaliza la obra con un índice de las ruedas presentadas y las fuentes y bibliografía empleadas en el estudio. Esta aparece diversificada en fuentes manuscritas e impresas, así como una bibliografía general y específica. Además se incluye un apartado para las colecciones diplomáticas y catálogos, la webgrafía y la cartografía.

Este libro, como en su momento fuera su volumen antecesor, es una magnífica contribución para la diplomática actual, así como una herramienta de imprescindible consulta para todas aquellas personas interesadas en los diversos elementos de validación. Además, al ser una obra de carácter eminentemente práctico e intuitivo, hace que se convierta en una excelente muestra y, por tanto, una investigación de suma utilidad para ahondar en el estudio de lo particular a lo concreto de los distintos signos rodados generados para este tiempo. En cualquier caso, las investigaciones planteadas por los doctores Galende Díaz y Ávila Seoane vienen a confirmar lo suscrito con anterioridad, abriéndonos el camino y dándonos luz y nuevas perspectivas sobre la validación de la documentación medieval.

Ana Barrena Gómez

Universidad de Málaga