Capel, Rosa María (ed.) (2020), Acción y voces de mujer en el espacio público, Abada Editores, Madrid, 408 págs. ISBN: 978-84-17301-47-7
La obra colectiva que aquí presentamos es una coherente suma de una serie de investigaciones, que nos ayudan a seguir completando los vacíos históricos respecto a la participación de las mujeres en la esfera pública. Es, a su vez, la culminación escrita de un proyecto de investigación, que presentó previamente sus conclusiones en un interesantísimo seminario, desarrollado en París en 2018, y que unió a diversas instituciones y universidades españolas y francesas. En su presentación, Rosa María Capel nos explica cómo, a través del análisis de una serie de experiencias femeninas desarrolladas entre los siglos XVIII y XX, el objetivo principal de este libro es completar una narrativa oficial que estaba, y sigue estando, inacabada, al haber sido sistemáticamente silenciadas las aportaciones de la mitad de la humanidad. Este objetivo es una necesidad histórica, causada por el ostracismo que han sufrido las voces de las mujeres, siendo este el mayor castigo que el patriarcado podía afligirles al impedir que sus discursos, que cuestionaban el orden establecido, fueran escuchados. Capel también nos plantea cómo el confinamiento en el espacio privado, en el que históricamente se ha socializado a las mujeres, ha sido una construcción teórica más que una realidad universal mantenida en el tiempo, y nos habla de la sutileza de la separación de las esferas pública y privada, que pasó a ser cimentada, en mayor medida, a partir del siglo XVIII. La editora nos indica las principales cuestiones a las que el presente trabajo quiere ayudar a responder: qué causas llevaron a las mujeres que levantaron su voz a hacerlo, y cómo pudieron llevar a cabo dicha transgresión social. Para dar luz a estas preguntas, las contribuciones recogidas se han centrado en tres campos reivindicativos: la palabra, la escritura y las acciones realizadas por las mujeres que han sido estudiadas.
El primer capítulo, titulado «Biografía de mujeres y giro subjetivo», está escrito por la catedrática Elena Hernández Sandoica, a quién está dedicado todo el volumen por su amplia labor como «maestra de historiadoras e historiadores». En él, la autora hace una breve introducción de cómo las aportaciones realizadas por las teóricas feministas, desde la década de los años sesenta del siglo XX, han hecho posible la visibilización de la historia de las mujeres, a través del uso del concepto de «género». A continuación, se realiza un análisis historiográfico de la biografía, como campo destacado de narración de las experiencias femeninas, y, como queda demostrado, tras sufrir un desigual recorrido, este género literario cuenta hoy en día con una reciente y reforzada legitimación en tanto que fuente histórica, en la cual el sujeto individual se vuelca en el colectivo, y la vida del biógrafo se mezcla con la del biografiado. Hernández Sandoica nos presenta algunos de los escollos a los que se enfrenta este género, como la conexión entre vivencia y memoria, o el complicado equilibrio entre «tradición científica» y «pulsión romántica». Por otra parte, analiza cómo han sido las voces de las mujeres, a través del uso de la biografía, las que han conseguido que la historiografía retome el concepto de «experiencia», y alcance nuevas maneras de mirar, pasando por la recuperación de la memoria de pioneras heroicas para llegar a retratar a mujeres con vidas menos extraordinarias, pero, igualmente, de interés. El texto de Hernández Sandoica nos dota de un marco general que nos sirve para ubicar algunos de los temas tratados en los siguientes once capítulos que configuran el libro.
A continuación, María Dolores Ramos hace un estudio del ejercicio autobiográfico llevado a cabo por mujeres antifascistas durante la larga dictadura de Franco y los primeros años de la transición democrática. Los grupos de autoconciencia feminista de los años setenta, promovieron, de forma internacional, la investigación de las voces femeninas del pasado que habían sido silenciadas, mientras que los trabajos de Joan Scott, Gerda Lerner o Mary Nash, entre otros, abrían el camino a una nueva generación de historiadoras e historiadores. En el caso español, las cuatro décadas de poder fascista hicieron «desaparecer de los textos a las mujeres como sujetos y agentes sociales», a la vez que una mirada enfocada en experiencias feministas de tipo anglosajón, había pasado por alto las de ciertos feminismos «patrios», más vinculados al republicanismo y a otras tendencias políticas progresistas o revolucionarias. La autora nos introduce en su tema de estudio explicando cómo fue el primer movimiento feminista de nuestro país, que se intentó articular a principios del siglo XX. La Segunda República y su abrupto final, hicieron que los discursos y las acciones de las activistas se centraran en la, primero esperanzadora y posteriormente dramática, situación política. Tras el fin de la guerra, un importante número de mujeres republicanas decidieron escribir sus experiencias, para que no cayeran en el olvido. Ramos nos acerca a las autobiografías de algunas de ellas, reconocidas líderes como Victoria Kent, Federica Montseny o Dolores Ibárruri, Pasionaria, o militantes de base como Juana Doña, que sufrieron la cárcel, las torturas y el duro exilio. Los testimonios de las vencidas se convirtieron en un grito de denuncia que este estudio nos presenta como un necesario «jaque mate al olvido».
Continúa hablándonos de exilio Tania Robles, pero haciéndonos retroceder, en este caso, hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX. La historiadora se centra en la aportación de la escritora y filósofa francesa Germaine de Staël, destacada opositora de Napoleón y precursora feminista, quien con sus memorias póstumas Dix années d’exil (1820), resignificó el propio concepto de exilio. Robles analiza el tono, el estilo y el contenido de esta obra, destacando su carácter pionero y el uso que hizo Staël de su condición femenina para armar un discurso en el que se quiso presentar como adalid de las libertades francesas. También desgrana la veracidad de sus palabras, observando sus relaciones personales y políticas, y llevando a cabo un estudio comparativo de estas memorias con la correspondencia previa de la autora, poniendo así de manifiesto los recursos literarios y las manipulaciones históricas realizadas por Staël para convencer a los lectores de la legitimidad de sus actos.
En el mismo marco temporal, a finales del Antiguo Régimen, se sitúa José Cepeda para estudiar la participación de las mujeres en las guerras de independencia de países como Estados Unidos, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina o España. Este autor nos presenta como denominador común el hecho de que las acciones femeninas fueron reconocidas por su coetáneos, e incluso destacadas y utilizadas como propaganda bélica, para, posteriormente y de manera intencionada, ir olvidándose hasta quedar borradas de la historia oficial. Yendo más allá de la mitificación interesada de figuras concretas, como Agustina de Aragón, o de la excepcionalidad de ciertas mujeres-soldado, el texto nos muestra la vital aportación femenina en el día a día de la contienda, especialmente en los ámbitos de intendencia y logística. La «recuperación» del rol de las mujeres en los conflictos armados, viene facilitada por la renovación de la historiografía de guerra y el cambio de enfoque aportado por la historia social. Nos encontramos actualmente ante un importante área de estudio, ya que, como destaca Cepeda, «no podemos hacer historia de la guerra sin incluir a las mujeres, como tampoco podemos hacer historia de las mujeres sin contemplar su papel en la guerra».
En el siguiente capítulo, María Dolores Herrero analiza la articulación de los casamientos de los militares, durante el Antiguo Régimen, para lo cual, realizando una labor de estudio de archivos, ha examinado tanto los Expedientes Matrimoniales de los oficiales, como las Testamentarías de estos y de sus esposas. Este tipo de enlaces estaban férreamente controlados, por lo que, para llevarse a cabo, necesitaban realizar, obligatoriamente, un recorrido burocrático que les dotaba de los permisos pertinentes. La autora nos explica las sucesivas legislaciones al respecto y las motivaciones de las mismas, así como las ordenanzas, reglamentos militares y organismos implicados, que pretendían fiscalizar a las familias de los militares para, según ellos, protegerlas socialmente. De especial interés resulta la confrontación jurisdiccional que se daba entre el Ejército y la Iglesia, que tenía como consecuencia constantes conflictos, y una complicación, aún mayor, de los trámites burocráticos. El texto también aborda las transgresiones a la norma castrense, como los duramente castigados matrimonios clandestinos y los contenciosos testamentarios, que afectaban, especialmente, a las mujeres.
Adentrándonos, de nuevo, en el siglo XX, Marie-Claude Chaput nos ayuda a conocer la biografía de Amparo Poch y Gascón (1902-1968). Esta militante anarquista, destacó, como otras mujeres activistas de la época, por su convencida defensa del pacifismo, que ya mostró en su primera publicación, escrita cuando tenía veinte años. Uniendo su ámbito laboral con sus inclinaciones humanistas, estudió medicina y se especializó en divulgar la muy necesaria educación sexual. Chaput analiza la interesante vida de Amparo Poch, que se vio marcada, como no podía ser de otra manera, por el estallido de la Guerra Civil. A este respecto, se observa la complicada situación en la que se encontró un movimiento pacifista, en gran parte femenino, que se declaraba antibelicista pero que, al mismo tiempo, entendía la vital necesidad de combatir al fascismo. Poch defendió sus ideas a través de sus textos y con múltiples iniciativas, como la puesta en marcha de la revista Mujeres Libres, de la que también nació una asociación que llevaba el mismo nombre. Su biografía es una acertada muestra de cómo el activismo social femenino se podía manifestar de muy diversas formas, en este caso desde la militancia pero también desde la educación, la escritura y el ejercicio de la medicina.
Por su parte, la investigación de Christine Lavail y Allison Taillot, se centra en la labor que desarrollaron las intelectuales de la España de las primeras décadas del siglo XX, una época de grandes cambios sociales, que permitió el auge de voces femeninas relacionadas con el mundo de la cultura. Las autoras del texto analizan y comparan las biografías de una serie de mujeres destacadas que pertenecieron a las «generaciones» de 1898, 1914 y 1927, como Carmen de Burgos, María Zambrano, Concha Espina, Margarita Nelken o María Lejárraga. Este estudio pone el foco en los mecanismos que fueron puestos en marcha para conformar la identidad de la mujer intelectual, cuestionando la hegemonía masculina en este campo. Pese a que el importante número de mujeres que componen su corpus tenían estudios, clase social e ideologías políticas diferentes, Lavail y Taillot consiguen hallar los puntos en común que las permitieron llegar a posicionarse dentro de la élite intelectual previa a la Guerra Civil. Y todas ellas se manifestaron, de una u otra manera, a favor de la emancipación de las mujeres, ayudando al avance hacia ella, tanto de forma individual como colectiva.
Siguiendo un orden cronológico, Rosa Capel nos presenta su estudio sobre la participación femenina en las elecciones de 1933, en la ciudad de Granada. Tras hacer una introducción sobre la importancia del derecho al sufragio para el reconocimiento de la ciudadanía, y sobre las causas del retraso del derecho al voto para las mujeres, se hace un repaso bibliográfico de los estudios precedentes. El presente trabajo presenta como objetivos analizar las características generales de las granadinas electoras y votantes –como su edad, nivel de estudios o profesión–, y vislumbrar cómo estos pudieron influir, o no, en su participación en los comicios y en el sentido de su voto. La historiadora ha acotado su investigación en la mitad de los distritos del término municipal de Granada, lo que le ha permitido tener una muestra suficientemente amplia y diversa para sus intereses. El minucioso examen de los numerosos datos aportados, señalan los puntos en común y las discrepancias entre los votos masculinos y femeninos, y supone una importante aportación para desmontar el mito histórico sobre que el voto de las mujeres fue el causante del giro a la derecha vivido entonces por la Segunda República.
Las siguientes dos contribuciones, enmarcadas temporalmente en el franquismo, nos acercan al medio radiofónico y, en concreto, a la relación de este con la construcción y el reforzamiento constante de una identidad femenina afín al régimen. Las mujeres, aunque carentes de derechos políticos y sociales, eran un elemento central para la reproducción, desde el ámbito familiar, del ideario del nacionalcatolicismo. Por ello, la radio funcionó como una potente herramienta de propaganda, que de forma, más o menos sibilina, trasmitía constantes mensajes a las amas de casa de cómo debían actuar. En primer lugar, Sergio Blanco centra su investigación en los primeros veinte años de la dictadura (1939-1959), periodo clave para apuntalar los cimientos ideológicos fascistas tras la cruenta guerra, mientras aún se estaba dando una brutal represión política por todo el país. La esfera doméstica que constreñía la vida diaria de las mujeres, debía girar en torno al cuidado de los otros –esposo, hijos, mayores…– y del propio hogar, y la radio jugó un importante papel para organizar sus tareas, atendiendo y promoviendo la división de sus horarios, e incluso el uso de determinadas estancias de la casa. Este medio de comunicación, como otros múltiples mecanismos e instituciones, estuvo al servicio del franquismo para la creación de «las perfectas amas de casa». Blanco estudia la programación radiofónica de estas dos décadas, centrándose en las emisiones femeninas, para lo cual analiza programas, contenidos y franjas horarias, demostrando su funcionamiento como tecnología de género.
Por su parte, José Emilio Pérez nos muestra su investigación sobre la utilización ideológica de la radio para la división social de los roles de género durante el franquismo desarrollista (1960-1975). El autor analiza, dentro de su contexto histórico, las características de los diversos géneros radiofónicos, destacando el magacín y el consultorio –como el mítico y longevo que condujo Elena Francis–, desde la perspectiva de ser formatos destinados a las oyentes femeninas. Se estudian números programas, entre los que encontramos de forma recurrente el nombre de Julita Calleja, gran estrella femenina de la radio de la época. Pero también se nos da a conocer a otras locutoras y periodistas que tuvieron un papel precursor. Las observaciones que realiza José Emilio Pérez de la parrilla de programación nos muestran cómo el uso de las ondas para el adoctrinamiento femenino se presentaba de forma variada, utilizando tanto el ocio como pretendidos contenidos educativos, y cómo paradójicamente al mismo tiempo, los programas femeninos, abiertos a la participación de sus oyentes, se convirtieron en un espacio de socialización que consiguió romper la férrea división entre la esfera privada y la pública.
Por último, pero no por ello menos importante, encontramos la contribución de Claudia Jareño que versa sobre Vindicación Feminista, mítica revista que supuso un importante eslabón en la historia de la lucha de las mujeres durante los primeros años de la transición democrática (1976-1979). Este trabajo examina la trayectoria de la publicación desde múltiples aspectos, nos permite acercarnos a sus fundadoras –Lidia Falcón y Carmen Alcalde–, conocer a las principales colaboradoras con las que contó el medio, y observar cómo las inclinaciones o militancias políticas de estas influyeron en el rumbo del mismo. Debidamente enmarcado en su convulso contexto histórico, el estudio que nos presenta Jareño nos muestra las experiencias periodísticas precedentes y la red de contactos que dieron como fruto el nacimiento de Vindicación, una revista que contaba tanto con una estética como con contenidos muy cuidados, y que se dirigía, mayoritariamente, a un público intelectual. Se analiza, con especial interés, sus conexiones con los colectivos feministas y con el movimiento antifranquista, entre otros «espacios de sociabilización», a la vez que se contemplan los diferentes debates políticos del momento y se aporta gran cantidad de información sobre la corta pero intensa vida de este medio.
Como se ha pretendido mostrar a través de esta reseña, nos encontramos ante un libro repleto de conocimiento, documentación inédita y acertadas reflexiones, que supone una importante aportación a la historiografía femenina y feminista, a través de los diferentes textos que lo componen, todos de gran solvencia científica. Su lectura nos enseña un sin fin de estrategias que pusieron en marcha las mujeres para hacer oír su voz, enfrentándose a multitud de obstáculos, desde los sempiternos prejuicios sociales hasta grandes peligros para sus vidas, como el exilio o la violenta represión política. En un momento de auge como el que, afortunadamente, estamos viviendo, en el que parece que el feminismo, por fin, ha pasado a ser mayoritariamente aceptado por la sociedad, y pese al ingente trabajo que falta por hacer para conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres, es necesario no perder la perspectiva histórica, para no olvidarnos de lo difícil que ha sido llegar hasta aquí gracias a la labor de tantas mujeres que, reconocidas o no, intelectuales, militantes o amas de casa, han contribuido en la consecución de derechos. Desde esta perspectiva, a modo de cierre y conclusión, parece acertado recoger una frase que figura en la primera página del libro, y que engloba la esencia y potencialidad de esta obra: «sin memoria no hay futuro».
Sara Sánchez Calvo
Universidad Complutense de Madrid