Precioso Izquierdo, Francisco y Beltrán Corbalán, Domingo (2019), La biblioteca de José Álvarez de Toledo, XI marqués de Villafranca y duque consorte de Alba. Estudio y transcripción. Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII, Anejo 3. Instituto Feijoó de Estudios del siglo XVIII, Oviedo, 155 págs. ISBN: 978-84-17987-87-9

Este libro aborda una cuestión fundamental para entender la cultura dieciochesca en España: el estudio de las bibliotecas de grandes potentados ilustrados. Los autores realizan un análisis histórico, bibliográfico y diplomático de una de las mayores bibliotecas españolas del siglo XVIII, perteneciente a uno de los aristócratas más importantes de su tiempo, José Álvarez de Toledo, XI marqués de Villafranca y duque consorte de Alba.

El estudio de Francisco Precioso Izquierdo y Domingo Beltrán Corbalán puede arrojar luz sobre una cuestión central para comprender la España de Las Luces: el papel que los nobles jugaron en ella. Es de sobra conocido el protagonismo de nuevos grupos y estratos sociales no privilegiados emergentes en la cultura dieciochesca europea, y es verdad que buena parte del discurso ilustrado acabó por socavar las bases ideológicas tradicionales que legitimaban a la nobleza, pero tampoco es menos cierto que muchos miembros destacados del movimiento ilustrado pertenecían a ambos estamentos privilegiados. De hecho, cabe decir sin temor a errar que, sin la presencia de destacables «nobles tránsfugas» en dicho movimiento intelectual (Jürgen Kocka), la historia de las ideas en Europa sería muy distinta. Baste pensar en algunos de los nombres más destacados de la época de las Luces en Francia (personajes como el barón de Montesquieu o el marqués de La Fayette) y en España (ministros reformistas de Carlos III y IV de origen aristocrático, como el marqués de la Ensenada, o hidalgo, como Campomanes; y diputados liberales de origen noble en las Cortes de Cádiz, como José María Queipo de Llano, VII conde de Toreno).

La obra está dividida en tres partes. La primera parte (pp. 5-60), que constituye el grueso del análisis de los autores, es un estudio preliminar en el que se expone un estado de la cuestión sobre la cultura de las letras en la aristocracia hispana, se traza la biografía de José Álvarez de Toledo en relación con su biblioteca, y se realiza un análisis de los libros que conformaban dicha colección en función de distintas variables. La segunda parte (pp. 61-70) se dedica a cuestiones metodológicas que implicó el estudio del manuscrito. La tercera parte (pp. 71-155) ofrece el texto íntegro de la biblioteca de José Álvarez de Toledo, transcrito del principal documento objeto de estudio (el documento 16 del legajo 66 del Archivo General de la Fundación Casa de Medina Sidonia).

El estudio preliminar comienza con un estado de la cuestión (pp. 6-10) sobre la investigación de la cultura del libro y de las bibliotecas entre los siglos XVI-XVIII, centrado en el fenómeno de la adquisición de una cultura de las letras (frente a la tradicional cultura de las armas medieval, ahora supeditada a la monarquía absoluta) por parte de la nobleza europea y española como uno de los rasgos más significativos de la evolución del estamento a lo largo de la Edad Moderna. Muchos nobles cultivados (ya fuese su origen la nobleza de toga o la de espada) en la España del siglo XVIII crearon portentosas bibliotecas, entre ellos José Álvarez de Toledo, aunque la suya no fuera comparable en extensión a otras como la del conde del Águila.

Tras estas cuestiones proemiales, los autores ofrecen unos breves trazos biográficos del XI marqués de Villafranca (pp. 11-25), imprescindibles para la comprensión del carácter y funciones de su biblioteca, antes de pasar al análisis del catálogo. José Álvarez de Toledo nació en 1756 en Madrid. Sobre sus espaldas recayó el peso de un patrimonio familiar que había concentrado algunas de las casas nobiliarias más importantes de España: Villafranca, Medina Sidonia, Vélez y Montalto. A estos títulos iba a sumar el de duque consorte de Alba, gracias a su matrimonio con Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XII duquesa de Alba, en 1775. Este enlace, fracasado por la temprana muerte de José y la falta de descendencia de la pareja, intentó reunificar los dos segmentos principales del linaje Álvarez de Toledo en un tronco común. Su posición de privilegio entre los grandes de España le permitió un temprano acceso a condecoraciones y cargos al servicio del rey en la Casa Real y en la administración de la monarquía. El acontecimiento político más destacado y comprometido en el que se vio envuelto fue la fallida conjura nobiliaria de 1795, organizada por Malaspina contra el favorito de los reyes, Manuel de Godoy, y descubierta por el propio ministro. No están claras las consecuencias que pudo acarrearle el fracaso de la conspiración, pero un viaje de José Álvarez de Toledo a sus estados andaluces a principios de 1796 fue interpretado por algunos como un exilio de la corte. Pese a que no perdió por completo el favor de los reyes, desconocemos qué rumbo hubiera podido tomar entonces su incierto futuro político, ya que unos meses más tarde su muerte prematura a los 40 años truncó su carrera.

El otro campo donde José Álvarez de Toledo destacó fue el de la cultura. Prueba de ello fue su membresía en diversas sociedades artísticas y de Amigos del País, así como la relación epistolar que mantuvo con el músico austríaco Joseph Haydn, y su vinculación con Francisco de Goya, su pintor de cámara. Sin embargo, el mayor producto de su pasión por la cultura fue precisamente la biblioteca objeto de este libro. La biblioteca de José Álvarez de Toledo era en parte patrimonio heredado de su familia y en parte una colección personal, fruto de las adquisiciones que él mismo hizo a lo largo de su relativamente breve vida, enfocadas en sus principales intereses. Esto explica parcialmente algunos cambios en el predominio de unos libros sobre otros. No se conoce a ciencia cierta la ubicación de la librería de la casa de Villafranca, ni si llegó a compartir espacio con el fondo bibliográfico de la casa de Alba. No obstante, es probable que se tratase del madrileño palacio de la calle Don Pedro (de Villafranca), o bien del de Buenavista (de Alba), donde sabemos que un incendio calcinó parte del fondo de Villafranca. Según algunos autores tal vez pudo no arder accidentalmente, sino para destruir algunos libros prohibidos (de naturaleza religiosa protestante o textos de la Francia revolucionaria) presentes en el catálogo, dada la intención declarada de Álvarez de Toledo de abrirla al público.

A continuación, Francisco Precioso y Domingo Beltrán se centran en el análisis de los libros de la biblioteca (pp. 25-58), estudiando las 1650 entradas que contiene el catálogo del legajo 66 del AGFCMS. En primer lugar, los autores examinan los formatos de los libros. En el fondo predominan fundamentalmente los libros de formato mediano y pequeño, ya sean manuscritos o impresos. Entre estos últimos, 635 entradas son de formato reducido, repartidas entre octavo menor o regular y mayor, sobre todo de ediciones dieciochescas del último tercio de siglo (probablemente del fondo del propio José Álvarez de Toledo). 611 títulos corresponden a libros medianos, principalmente de ediciones de los siglos XVI a XVIII. Los libros en folio, de grandes dimensiones, suman 306 ejemplares, de los cuales 73 son ediciones del siglo XVIII, aunque la mayor parte de las obras en folio son de los siglos XVI y XVII (lo que puede hacer pensar que fueran más comunes en el fondo de la casa de Villafranca). En segundo lugar, analizan los idiomas de edición de los libros, identificando la lengua de cada uno (que en muchas ocasiones se trata de una traducción y no del texto en versión original), y midiendo la frecuencia con que cada idioma más aparece en las entradas del catálogo. Las lenguas más frecuentes en los libros de la biblioteca son, de mayor a menor, las siguientes: castellano, francés, italiano, latín, inglés, portugués, valenciano, catalán y alemán. El segundo idioma más común de las ediciones había sido el italiano (por la relación de la Casa de Villafranca con Italia) hasta 1650, cuando fue ampliamente superado por el francés.

En tercer lugar, los autores realizan un análisis de las temáticas más comunes de los libros de la biblioteca. Esta parte del estudio comportó ciertas dificultades metodológicas para los autores: principalmente, la necesidad de establecer categorías útiles para estudiar los temas de la colección, cuando la propia fuente no las propone, y el orden de los títulos no responde por lo general a su contenido, sino a su tamaño (excepto los catalogados como manuscritos, por su edición, y como prohibidos, por su status legal). Otro criterio metodológico adoptado por los autores fue medir la frecuencia de dichas temáticas según el período, para lo cual clasificaron los libros según su fecha de edición en bloques de 50 años, desde 1450 hasta 1800. Este criterio permitió distinguir el fondo de la biblioteca compilado por el propio José Álvarez de Toledo de la colección heredada de sus antepasados. Las cuatro temáticas más frecuentes en los libros del catálogo son, por orden: historia, pensamiento religioso, literatura y política.

Los libros de historia ocuparon, en todo el arco temporal abarcado por la biblioteca de la casa de Villafranca, uno de los dos primeros puestos en orden de importancia, mientras que los libros que acompañaron a estos en dicho podio fueron variando con los años, por lo que en la colección final los ejemplares de historia resultaron ser los más numerosos. Entre ellos, destacan sobre todo las historias de España, aunque también están representadas otras historias «nacionales» (Francia, Italia, Inglaterra), las historias de Europa y las del Nuevo Mundo. Los libros de temática religiosa ocuparon, junto a la historiografía, un lugar de importancia principal en el catálogo hasta la segunda mitad del siglo XVIII, momento en que no solo son superados por los de historia, sino también por los de literatura y los de filosofía política. Entre los libros de pensamiento religioso, destacan por encima de todo los que se refieren a cuestiones morales, seguidos de las hagiografías, la historia sagrada y los sermones. Tanto las obras de literatura como las de pensamiento político ven un crecimiento exponencial a partir de 1750. Los libros de literatura van a ocupar el primer lugar en la colección de la segunda mitad del XVIII, lo cual trasluce una predilección personal del marqués por este género. Entre estos, el subgénero más abundante es, con diferencia, la novela, seguido de la poesía y, por último, a mucha mayor distancia, del teatro y las bellas artes (arquitectura, pintura, escultura y música). Entre los libros de política destacan clásicos españoles, italianos y franceses de los siglos XVI y XVII, pero también novedosas obras del pensamiento ilustrado europeo de la segunda mitad del XVIII y de su reflejo en España. Estos libros reflejan el creciente interés de Álvarez de Toledo por temas políticos como la reflexión en torno a la monarquía católica y su crisis o el reformismo ilustrado dieciochesco, así como su seguimiento de la cuestión revolucionaria francesa y de la respuesta doctrinal elaborada contra esta en España. Ocupando un lugar minoritario respecto a los temas antes citados, pero también de cierta relevancia, destacan también libros de otras temáticas, como medicina, ciencias experimentales y matemáticas, geografía y viajes, textos de autores clásicos grecorromanos (tanto literarios como historiográficos), diccionarios y gramáticas de castellano y de lenguas extranjeras, derecho, economía, agricultura, montería y cría de caballos, genealogías, literatura enciclopédica…

En resumen (pp. 58-60), en el catálogo final del legajo 66, la frecuencia de los libros religiosos e históricos, así como la presencia de primeras ediciones de los siglos XVI y XVII y la importancia de la literatura italiana vinieron determinadas por la biblioteca patrimonial de los Villafranca, cuyos titulares del quinientos y del seiscientos prestaron gran atención a los temas religiosos e históricos y tuvieron fuertes relaciones con los virreinatos italianos. Por su parte, José Álvarez de Toledo (libros editados de 1750 a 1796) acumuló la amplia mayoría de las ediciones del XVIII del catálogo (la mayor parte de ellas en castellano), y siguió dando gran importancia a los libros de historia, pero prestó algo menos de atención a los de temática religiosa, en favor de los libros de política, y sobre todo, de los de literatura por encima de cualquier otra categoría, a los que se añadieron muchos clásicos de la Antigüedad, así como tratados y obras enciclopédicas de las novedades de su tiempo en ciencias naturales, ciencias sociales, filología y artes. Este cambio de intereses en el nuevo titular de la casa de Villafranca tal vez pudiera deberse a una incipiente secularización de la sociedad hacia finales del siglo XVIII.

El segundo apartado del libro (pp. 61-70) se refiere a cuestiones metodológicas que enfrentó el estudio del manuscrito. Los principales aspectos codicológicos son la presencia de dos partes bien diferenciadas del catálogo: la primera, redactada por diversas manos y mal conservada, correspondería a la biblioteca patrimonial de la casa de Villafranca; la segunda, redactada con mayor orden por una sola mano y mejor conservada, correspondería a la biblioteca personal de José Álvarez de Toledo. Entre los aspectos catalográficos, cabe señalar que el legajo 66 ofrece por cada entrada: 1) título y autor; 2) lugar y año de edición; 3) número de tomos y ejemplares, encuadernación, estado de conservación. Los autores respetaron en sus normas de transcripción la ortografía y las contracciones, aunque desarrollaron las abreviaturas, adaptando a criterios actuales la puntuación y las mayúsculas y minúsculas, reconstruyeron las palabras deterioradas y añadieron notas. Salvo detalles menores, las normas no especificadas siguieron los criterios de la Comisión Internacional de Diplomática. Además de la transcripción fidedigna, se añadió la numeración a las entradas del catálogo (1-1650), así como la referencia bibliográfica precisa a partir de distintos catálogos bibliográficos en red (principalmente el Catálogo Colectivo de Patrimonio Bibliográfico Español), en los cuales se identificaron 1416 de las 1650 obras con entrada en el documento. Los autores señalan que 145 de estas obras aún se conservan en la actual Biblioteca de la Fundación Casa de Medina Sidonia, heredera del patrimonio de la Casa de Villafranca.

La tercera parte del libro, como ya hemos dicho, ofrece el texto íntegro transcrito del catálogo tal como aparece en el documento 16 del legajo 66 del AGFCMS (pp. 71-155). Este texto es el resultado del trabajo, cuyos pasos están detallados en la segunda parte recién tratada, y es la materia prima a partir de la cual se han realizado los análisis de los libros incluidos en la primera parte (estudio preliminar), por lo cual no cabe ahondar en la reseña de este apartado.

En definitiva, el catálogo de la biblioteca del marqués de Villafranca transcrito y estudiado por Francisco Precioso Izquierdo y Domingo Beltrán Corbalán trasluce la mentalidad de un polímata, un hombre de su tiempo cuyos amplísimos y variados intereses iban desde la religión hasta las ciencias naturales, pasando por la historia, la política, la literatura, las matemáticas, la genealogía o incluso la montería. Se trataba de una colección de recreo más que de una biblioteca profesional, un instrumento para el cultivo intelectual de un aristócrata que supo estar al tanto de los cambios que acaecían en su época al tiempo que recogía los saberes que heredaba de la tradición. Este estudio representa un primer paso en el conocimiento del mundo cultural y libresco de José Álvarez de Toledo, el cual podría ser completado (como explican los autores) con un análisis de las formas de adquisición de los libros, las redes de suministradores, la práctica lectora y la valoración que el marqués daba a sus libros (p. 60), preguntas claves para obtener una imagen más fidedigna de lo que era la cultura de las letras de los grandes aristócratas en el ocaso del Antiguo Régimen.

Jerónimo Miguel Rueda Dicenta

Universidad de Murcia